¿7.30? ¿8.30? A qué hora deberían empezar las clases para que los y las adolescentes aprendan mejor- RED/ACCIÓN

¿7.30? ¿8.30? A qué hora deberían empezar las clases para que los y las adolescentes aprendan mejor

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

En la adolescencia el “reloj biológico” las y los vuelve más nocturnos. Científicos argentinos proponen retrasar la hora de inicio de clases. En otros países el cambio hizo que falten menos, no lleguen tarde y mejoren su rendimiento académico. Cómo podemos gestionar estos cambios.

¿7.30? ¿8.30? A qué hora deberían empezar las clases para que los y las adolescentes aprendan mejor

Intervención: Pablo Domrose

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Por estas semanas están comenzando las clases en todos los secundarios del país y la mayoría de los adolescentes empezará a dormir menos horas de las recomendadas. Y eso impactará en sus aprendizajes.

Según un estudio científico argentino, publicado en la revista Nature Human Behaviour, eso se debe a que el reloj biológico de los adolescentes se encuentra desfasado del horario que le proponemos para ir a la escuela.

Es decir, las personas en la adolescencia son más noctámbulas que en otras etapas de la vida, se duermen más tarde, y como el horario de ingreso al colegio para el turno mañana en la mayoría de los secundarios es a las 7.30 -aunque hay algunos que entran a las 7 o incluso antes-, no llegan a dormir las 8 horas recomendadas. Eso hace que estén más cansados y que baje su rendimiento escolar.

A la fatiga por falta de horas de sueño hay que sumarle que el organismo de los adolescentes también está más dispuesto a incorporar saberes a partir de media mañana.

Julieta Casilda tiene 14 años, cursó su primer año de secundaria en la ciudad de Buenos Aires, donde entraba todos los días a las 7.20 y salía a las 13 o 14.30 horas, cuando tenía gimnasia. Pero este año se mudó con su familia a Madrid, España, donde ingresa a las 8.20 de la mañana y sale 14.25 tres días a la semana y dos días a las 15.25.

“Prefiero el horario de España”, dice Julieta. Y aclara: “Si bien yo nunca tuve problema para despertarme temprano, al entrar más tarde me siento más descansada. Si tengo hambre, con un bocadillo estoy bien hasta que llego a casa, almuerzo y sigo con los deberes y las tareas extraescolares. Ahora me doy cuenta de que en la Argentina, en las primeras horas prestábamos menos atención y, tal vez, es porque estábamos cansados”.

La mamá de Julieta, Mariana Salas, coincide con el estudio: “Los adolescentes necesitan dormir más horas a la mañana. La verdad, no sé cómo hacen los profesores para motivarlos en las primeras horas”, se pregunta. Y recuerda: “En la Argentina, Julieta tenía que dormir todos los días un rato de siesta porque sino no aguantaba para realizar las actividades extraescolares por la tarde. Mientras que acá, muchas veces o no necesita hacer siestas o las hace mucho más cortas”.

Las conclusiones del estudio: el horario escolar matutino está desfasado

El trabajo de los científicos argentinos (Andrea Goldin, Mariano Sigman, Gisela Braier, Diego Golombek y Juliana Leone) incluyó a 753 estudiantes de primero y quinto año de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, de la Ciudad de Buenos Aires, y es el primero en su tipo realizado en el país.

El relevamiento demostró que el 93% de los y las jóvenes estudiados duermen menos de 8 horas, llegando a ser menos de 6 horas en promedio en el caso de los que cursan quinto año. También que rinden más cuando su horario escolar está alineado con su "horario interno" o cronotipo.

Para que se entienda: están los que por su “reloj biológico” se levantan temprano y se acuestan temprano, y los que madrugan menos y trasnochan más.

El cronotipo, aunque tiene componentes genéticos, en gran parte depende de factores externos (como la luz y la cultura) y de la edad. Por eso, al llegar a la adolescencia solemos ser más nocturnos. 

Por todo esto, la investigación concluyó que cuando no se respeta el “reloj interno” se puede ver afectado el rendimiento en la escuela y, si se mantiene en el tiempo, incluso su salud y bienestar psicológico.

Diego Golombek, biólogo, especializado en cronobiología, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, investigador del CONICET, y a cargo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica del Ministerio de Educación de la Nación, explica que de acuerdo a la investigación “el horario de ingreso matutino en el secundario está desfasados 4 horas. Pero corriéndolo entre 30 minutos y una hora ya se mejora mucho. Es decir que el secundario no empiece antes de las 8 y preferentemente a las 8.30”.

Diego Golombek / Foto: Gentileza Ministerio de Educación de la Nación

Es más, en coincidencia con todas las pruebas piloto que se han realizado alrededor del mundo, Golombek puntualiza que se puede concluir que “atrasar la hora de inicio de clases hace que los estudiantes falten menos, no lleguen tarde y mejoren su rendimiento académico”.

Entre los lugares que modificaron el horario de ingreso está Estados Unidos. Allí se llevó adelante en varios estados, entre los que está Minnesota. “Ese caso es histórico y quien originó las investigaciones y el consecuente retraso en el horario de ingreso fue una profesora”, aclara Golombek. También hay varias experiencias en Europa y más puntualmente en Alemania.

Cómo proponer cambios de horario

Desde RED/ACCIÓN preguntamos a la comunidad si creían que había que proponer un cambio de horario.

Algunos, como @moiramagon, opinan que no hay que modificarlo: “Teniendo en cuenta los resultados de las pruebas Pisa, nuestros alumnos deben mejorar el rendimiento académico. Que sigan madrugando porque no llegamos”.

Otros, como por caso @fedropunes, sostienen que “los horarios de comienzo de la jornada laboral y de estudio son arbitrarios”. Y reflexiona: “El mundo cambió mucho y estos horarios son los mismos que hace 100 años, no vendría mal un cambio”.

Por último, varios directamente preguntaron: “¿Cómo hacemos para proponer el cambio?. Una de ellas fue @gaby.sais.

Lo que pude averiguar es que cada jurisdicción tiene sus requisitos para hacer efectivo un cambio de horario. Es más, algunas pueden tener un decreto que fije el horario. Pero, en términos generales, se podría decir que hay que seguir este paso a paso:

  1. Empezar a hablar con la comunidad más cercana: estudiantes, familias , docentes y directivos.
  2. Conversar con el municipio o representación del municipio más próxima, para evaluar los cambios que habría que implementar de hacerse efectivo el cambio de horario.
  3. Elevar una nota formal con el pedido a la supervisión escolar.

“No hay razón legal que impida el cambio de horario, mientras se mantengan las horas totales de cursada”, subraya Golombek.

Juliana Leone, licenciada en biotecnología, investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Torcuato Di Tella y del CONICET, y también autora del estudio, aclara que “si bien en Argentina no hay estudios de escuelas que hayan realizado este tipo de intervenciones, es posible que alguna lo haya hecho”.

En una escuela bonaerense el pedido llegó a manos del intendente

En 2018, un grupo de padres del Colegio Fasta San José de la localidad bonaerense de Coronel Suárez, comenzó a movilizarse y a hablar con las autoridades locales para que se retrase el horario de ingreso, que es a las 7 de la mañana. De hecho, el pedido se trató en el Concejo Deliberante, hasta donde fue Leone a argumentar el pedido de las familias.

Juliana Leone / Foto: Gentileza Juliana Leone

“Hablé del efecto que tiene en los adolescentes ingresar tan temprano al colegio y cómo eso afecta su rendimiento. Estuvieron docentes, estudiantes y autoridades y padres. Se planteó la voluntad de cambiar los horarios, pero hasta ahora no se llevó a cabo”.

El horario del colegio se modificó hace 10 años “por necesidad de los docentes”, cuenta Silvina Romagnoli, psicopedagoga y madre de tres alumnos en esa institución. Allí, “cada módulo es de 60 minutos, con un recreo de 10 minutos entre módulos, para que los docentes puedan trasladarse de un colegio a otro”.

Silvina cuenta que empezó a movilizarse cuando vio que sus hijos se levantaban agotados. “Somos de acostarnos temprano. A las 21.30 horas estamos todos en la cama y a los celulares no los llevamos a las habitaciones. Igual, cuando el más grande cumplió 15, le empezó a costar conciliar el sueño a pesar de hacer mucho deporte durante el día. Y le costaba horrores levantarse por las mañanas, tenía contracturas en la espalda, estaba muy tensionado”.

Buscando visibilizar el problema, hace algunos años, Silvina organizó una mesa redonda con especialistas. Los padres presentaron el pedido por escrito en el Concejo Deliberante. Y meses atrás una ex docente reunió 1.000 firmas, en una ciudad de unos 40.000 habitantes, pidiendo el cambio de horario.

Desde la escuela, “dicen que si retrasan el horario de ingreso matutino no pueden entrar en horario el turno tarde. La verdad es que no buscaron alternativas, no pensaron en pasar educación física a la tarde. Es más, hay docentes que prefieren no tener las primeras hora porque los chicos parecen zombies”, relata Silvina. 

Hoy, los padres están esperando que el intendente -que antes de asumir se había mostrado a favor- resuelva implementar el cambio de horario apenas esté nombrado el nuevo inspector. “Hasta donde sabemos, si el intendente da el ok, se puede cambiar”, cierra Silvina.

El sueño de los argentinos y su relación con las políticas públicas

Consultada Leone sobre si algún funcionario se había interesado en el estudio, reconoció que solo hubo comentarios informales. En todos los casos, subrayó la científica, “es importante poder evaluar el impacto de este tipo de intervenciones para luego pensar en la implementación de políticas públicas basadas en evidencias”.

De hecho, Golombek y Leone trabajan en un proyecto de investigación denominado Crono Argentina, cuyo objetivo es caracterizar el sueño de los argentinos: cómo, cuándo y cuánto dormimos. Los científicos explican que dado que los cronotipos dependen de la ubicación geográfica (ciclo de luz oscuridad, horarios y duración del período de luz) y de factores culturales, es importante tener datos a nivel local.

Para ayudarlos con la investigación solo hay que tener 13 años o más y completar un cuestionario relacionado con hábitos de sueño.

Quiero completarlo

Estos datos, que pueden parecer superfluos al lado de temas urgentes, son de mucha importancia si se quieren implementar políticas para modificar cuestiones de gran impacto en los ciudadanos.

Basta con leer lo que nos contó @milagrosmoreni: “Quedé libre los cinco años de secundaria porque me quedaba dormida y entraba cuando llegaba”. O Romina Lorenzo: “Sería excelente que los chicos entraran una hora más tarde. Mi hijo tiene síndrome de Asperger y epilepsia, tenemos que cuidar mucho sus horas de sueño. Este año arranca la secundaria por lo que va a entrar todavía más temprano: 7.15 es el ingreso al colegio!!??”

Foto:  Sofia Garza en Pexels

Por su parte, la pedagoga y presidenta de Educación para Todos, Irene Kit, dice que entiende y comparte plenamente la necesidad de un cambio, “pero en la práctica es difícil de organizar”.

Aunque no imposible.

“Los horarios en la escuela tiene mucho que ver con la cantidad de edificios/aulas, y con los horarios docentes. Para implementar un cambio, habría que hacer un acuerdo global en toda una provincia al mismo tiempo, así los horarios de los docentes se corren todos a la vez. Sin riesgo de que los profesores que tenían articuladas las últimas horas de la mañana y las primeras de la tarde, tengan horarios superpuestos”, propone Kit.