Abandono escolar, malnutrición y violencia: el impacto de la situación económica en niños y adolescentes- RED/ACCIÓN

Abandono escolar, malnutrición y violencia: el impacto de la situación económica en niños y adolescentes

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Abandono escolar, malnutrición y violencia: el impacto de la situación económica en niños y adolescentes

Foto: Sasha Sánchez, Fundación PH15

A pesar de que uno de los pilares de campaña de Mauricio Macri fue “pobreza cero”, el número de personas que no llega a cubrir sus necesidades básicas aumentó el último año. La semana pasada se dieron a conocer los datos de la medición de 2018, tanto del Observatorio de la Deuda Social de la UCA como del INDEC, y dieron como resultado que más del 30% de la población sufre carencias importantes en su calidad de vida. Los niños son aún más vulnerables a esta situación. Entre ellos, la tasa de pobreza sube al 42%. En base a estos datos y luego de recopilar experiencias en cuatro centros urbanos del país, UNICEF elaboró un informe para remarcar ocho efectos de la situación económica que atraviesa la Argentina y que afecta a 5.5 millones de niños, niñas y adolescentes.

Nutrición. En el último año, se notó un aumento en las restricciones propias del consumo de alimentos, tanto en la cantidad como en la calidad. La dieta de las familias consiste prácticamente de harinas y azúcar y apenas ingieren carne o lácteos debido al aumento de los precios. Muchas familias tuvieron que cambiar sus dinámicas alimentarias cocinando una vez por día. Los adultos prefieren no comer para dejarles la cena a sus hijos. “Los grandes cenamos mate cocido, si hay comida que sea para los chicos”, afirmó una mamá de cinco hijos a UNICEF.

La canasta de alimentos de estos hogares depende, en gran parte, de cajas de comida o apoyos del Gobierno. Sin embargo, las personas que participaron del estudio manifestaron que estas no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, lo que transforma sus dietas en insatisfactorias o de mala calidad.

Salud. Las enfermedades transmitidas por alimentos, como gastroenteritis, fueron los principales problemas de salud que se encontraron. Este fenómeno podría explicarse debido a que existen más personas que buscan y recolectan alimentos en basurales, según explica el informe.

Además, en comparación con el año anterior, los referentes de comedores comunitarios y centros de salud barriales observaron mayores casos de obesidad y desnutrición. Por otro lado, registraron patologías dermatológicas y respiratorias, sobre todo en la región sur del país.

Respecto a la salud mental, los niños y adolescentes padecen mala conducta, déficit de atención, ansiedad, adicciones y depresión.

Educación. El informe de UNICEF explica que todos los niños y adolescentes partícipes del estudio cursaban en el nivel correspondiente de escolarización, aunque había problemas de repitencia. Los mayores casos de abandono escolar se daban en la transición de la primaria a la secundaria, donde muchos jóvenes debieron priorizar el cuidado de sus hermanos o hijos o buscan un trabajo para ayudar en el ingreso familiar.

Las escuelas se convierten en el principal comedor de los chicos y deben mejorar en la detección de dificultades emocionales, psicológicas y cognitivas. Respecto a la calidad educativa, las instituciones reclaman la necesidad de un mejor material didáctico, útiles y equipamiento.

Bienestar económico. Los ingresos familiares son inestables y variables porque abunda el empleo informal y precario. Las mujeres son las que toman las decisiones de consumo, pero se vieron afectadas por la pérdida de poder adquisitivo. El principal desafío que presentan es el pago de los gastos fijos del hogar como los servicios o el alquiler.

“A mi marido hace un año lo dejaron sin trabajo y él agarra changuitas, él es electricista, pero lo que le ofrecen lo hace porque si no, no alcanza”, contó una ama de casa en uno de los talleres realizados en el marco de la investigación de UNICEF.

Además, las familias elaboraron “estrategias de supervivencia” para incrementar o administrar mejor sus recursos. Algunas de estas son las ferias de ropa, los vendedores ambulantes, el trueque entre familias o el fiado entre vecinos. “Buscamos ropa en la basura, la lavamos y la vendemos”, contó una de las entrevistadas.

Protección social. Un grupo dentro de las personas con necesidades básicas insatisfechas a las que accedió UNICEF son beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo y tienen créditos de la ANSES. De todas formas, los montos a los que accedieron se vieron depreciados por la inflación. “Yo pongo a trabajar la asignación. Cuando me llega compro harina, preparo panes y salgo a venderlos”, explicó la madre de uno de los niños.

Vivienda. Las familias viven en condiciones de hacinamiento y con carencia de los servicios públicos básicos. En el norte falta agua corriente, en el sur deben mejorar la conexión de gas. Los hogares no tienen cloacas y la mayoría de las instalaciones eléctricas son precarias o clandestinas. Por otro lado, los jóvenes que quieren formar una nueva familia se ven obstaculizados por la imposibilidad de costear alquileres y servicios públicos.

Un caso es el de Juana, de 9 años, que vive junto a sus dos hermanas mayores, dos hermanos menores, sus padres y su tía. La hermana mayor tuvo que dejar la escuela porque tuvo un bebé recientemente. En su casa apenas tienen dos sillas y duermen todos juntos en una gran cama que armaron con pedazos de colchones sobre una base de madera. No tienen baño y arrojan sus desperdicios en un canal que se encuentra al frente de su casa, donde el resto del barrio tira su basura.

Protección especial. La definen como “el conjunto de acciones destinadas a prevenir o remediar las violaciones más serias a los derechos de los niños y adolescentes como la violencia, el abuso, el abandono, el maltrato, el trabajo infantil y la explotación sexual”. En este sentido, hubo un aumento en la violencia de los hogares por el malestar que generan los problemas económicos.

Dinámicas familiares. Las familias que participaron del informe poseen relaciones conflictivas en donde la violencia emocional y física hacia los niños y sus madres está normalizada. Sin embargo, las mujeres destacan que hoy este tipo de maltrato está más visibilizado y encuentran centros de ayuda y contención para poder disminuirlo.