Anotaciones sobre el Trap: la música que está cambiando la industria e imponiendo palabras como skere- RED/ACCIÓN

Anotaciones sobre el Trap: la música que está cambiando la industria e imponiendo palabras como skere

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION
Anotaciones sobre el Trap: la música que está cambiando la industria e imponiendo palabras como skere

Ilustración por Pablo Domrose

Surgida del fenómeno del rap, es la música que escuchan los jóvenes. Sus canciones tienen millones y millones de reproducciones en YouTube y Spotify. Aunque tienen todo para ser los dueños de la industria, sus máximos referentes rechazan a las disqueras y se auto gestionan.

¿Quiénes son Duki o Paulo Londra? ¿De qué hablan sus canciones? Su influencia es tal que algunas de sus palabras y frases favoritas como “skere” y “modo diablo” ya son parte del vocabulario joven. ¿Por qué un grupo de traperos está cambiando las reglas de la música y el lenguaje?

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Hace años, cuando el negocio de la música dejó de depender de la venta de discos, el cielo comenzó a caer. Los artistas, en tiempos de streaming, podían venir de cualquier parte. Producir temas se volvió más barato. Producir discos, innecesario. Firmar con un sello, apenas una posibilidad, ya no más un sueño.

Y después, y durante, YouTube. La plataforma de videos fue el primer gemido de una industria nueva. Allí comenzaron a aparecer clips de artistas que, sin siquiera pasar por una página de diario, acumulaban millones de vistas. Es el caso de Paulo Londra o Duki, por mencionar a dos de los artistas argentinos más escuchados. ¿Números? El tema Nena Maldición, por ejemplo, acumula 460 millones de reproducciones. Y contando…

Las primeras anotaciones sobre el Trap podrían decir que es un género fusión proveniente del Hip Hop (más precisamente del rap). Podrían también mencionar que en Estados Unidos se le llama así por las Trap Houses (las cocinas de droga), universo temático de los traperos americanos. En la Argentina muchos de sus exponentes surgieron de las batallas de freestyle como las que se ven en la Batalla de los Gallos o las míticas y ya acabadas del Quinto Escalón.

De ahí surgió Duki por ejemplo. Ganó una fecha del Quinto (un concurso de batallas que se realizaba en el Parque Rivadavia), y se retiró a hacer canciones. Su primer tema, No vendo Trap, tuvo rápidamente 2 millones de reproducciones en YouTube. Era el año 2016 y eso, para los números de entonces, era un locura. Pero resultó muy poca cosa.

Luego, el mismo Duki sacó Loca, y las cosas empezaron a tomar otras dimensiones. Llenó el Gran Rex, llenó el Luna Park. En Spotify, el tema tiene 103 millones de reproducciones. En YouTube (en la versión oficial, junto a Khea y Cazzu, también traperos), otros 320 millones.

Loca, el hit de Khea y Duki

Para saber en qué número confiar es mejor mirar YouTube antes que Spotify por una cuestión de penetración. La plataforma de música llega en nuestro país a 4.8 millones de usuarios, de los cuales 2.4 son ad supporter (es decir, que no pagan), y 2.3 premium (es decir, que pagan). YouTube en cambio llega al 100% de la población con acceso a internet.

¿De qué habla Duki? De drogas, de mujeres, de la libertad. “Odio que los nenes escuchen mis letras”, dijo Duki a la revista Rolling Stone cuando, más temprano este año, fue la tapa. Sabe de su influencia, y quien no lo sepa es de puro distraído. Por caso, ¿escucharon por ahí decir “skere”? ¿Vieron fotos con el lema “modo diablo”? Bueno, el responsable de la llegada de skere a nuestro país es justamente Duki.

Lo sacó del clip de Lil Pump, ESSKEETIT, una canción de trap americana en la que el músico repite infinitamente ese título (una deformación del let’s get it -hagámoslo-). Luego pues, skere para esto o lo otro. Y los chicos atrás: skere. Y luego Tinelli en Bailando por un Sueño: skere. Y luego todos, paveando en las redes sociales con el skere de acá para allá.

Lo mismo el Modo Diablo: no solo es una expresión de Duki sino que así se llama la formación que armó con sus amigos, también traperos, también exitosos, Ysy A y Neo Pistea (este último, con la particularidad de que sí firmó con una disquera, Sony, mientras que Duki los rechazó y eligió seguir independiente).

Uno de los temas fundantes de esa formación es Quavo (54 millones en YouTube). En ella, Ysy A (que se llama Alejo), dice: “Loca viniste a comer, tomar desayuno y tocársela al rey. Tomarte el asunto de ser niñera, portera y chofer. No me cocines lo mismo que ayer, bañate tranquila, bañate Ok. Las toallas son tuyas, usalas y volvé...”.

Otro de sus grandes hits es She Don’t Give a Fo, en colaboración con Khea y con 190 millones de reproducciones. Éste es el video:

Toda una generación parece comprendida en ese videoclip. El modo de hablar, los emoticones, la instalación del whatsapp como forma epistolar, las capturas de pantalla de Spotify. Contra lo que alguien anticuado podría pensar, no se trata de la puesta en escena de cómo la tecnología se mete en nuestras vidas. Es, en cambio, la puesta en escena de una nueva cotidianidad. Y un impudor: primerísimos primeros planos de colas de mujeres. El objeto del deseo, ahí, sin culpa, sin conciencia de cosificación atravesada. Eso y la palabra “puta”, que Duki repite al parecer sin que signifique tanto.

-¿Y las mujeres no se ofenden con sus letras? -le pregunto a mi hermano, fanático de Duki (cada vez que se lo nombro, mira al cielo, señala, “está ahí”, dice, “es el uno”).
-Se ve que no -responde-. Lo van a ver tocar muchísimas mujeres -responde-.

Ahí radica la principal diferencia con el otro gran trapero de nuestro país: Paulo Londra. En sus temas, el cordobés habla de desamor, de infidelidades y temas varios de la condición humana o juvenil. Pero no usa insultos, no habla de drogas ni utiliza lenguaje explícito. Es, en sus valores, menos revolucionario que Duki. No así en los números: Nena Maldición tiene 460 millones de reproducciones en YouTube. Cuando te besé (con Becky G), 259 millones. Dímelo, 148 millones. Adán y Eva (un tema nuevo que sacó hace 1 semana), ya superó los 18 millones.

En Cuando te besé, Londra dice: “For ever alone, pero te vi a vos y el mundo cambió. Ya no pienso en nah’...”. En Loca, Khea y Duki dicen: “Es una loca. Me manda vídeo' al Snap mientras se toca”. En Cero Cartel, Sony Beat empieza diciendo que hace trap con “letras en serio”, y después canta: “No quiero ser otro wachin que el exceso lo dejó tocando el arpa./ Pero, todo está podrido como pa’ dejar a los pibes más confundidos”. Las letras, en serio o en modo diablo, hablan mucho de esto del trap.

En el caso de Londra, intentan construir un universo: “Big Ligas”, dice cada dos estrofas. Es una especie de mantra a través del que se construye, la nomenclatura del lugar en el que se ve: el universo de las grandes ligas. Digamos que su mundo va de adentro para afuera.

En el caso de Duki es al revés: primero está su vida, su pasado de excesos y Xanax, sus noches de marihuana, cocaína, peleas con la madre; después, su universo poético. Tiene menos reproducciones que Londra, pero formó sin saberlo una guerrilla. ¿Y cuál es la causa? Veamos.

Duki tiene al menos 20 perfiles falsos. O más bien, perfiles que no son él. Uno de ellos, Dukioficial (que de oficial no tiene ni los tatuajes), cuenta 30 mil seguidores. @Duki.squad, 44 mil. @Dukissjk, una página abiertamente de fans, tiene 55 mil. @Frasesduki, casi 17 mil. @Duki_frases, 38 mil. Las frases, tomadas de los temas, tienen un nivel de profundidad digno de la plataforma.

Una de las cuentas tributo a Duki

Pero, ¿qué es la profundidad? ¿Qué aspecto tiene? Duki es el tipo de artistas que hoy está poniendo a pensar a los adolescentes. O que piensa a la par de ellos, en las mismas cosas, de los mismos modos, con las mismas palabras. ¿Solo es profundo lo que se presenta como tal? Puede que, entre tanto video por snap y sin que lo sepamos, se esté redifiniendo el ideal del pensamiento complejo.

El verdadero Duki (Mauro Ezequiel Lombardo, nacido en 1996) tiene solo una cuenta de instagram. Está verificada y es @dukissj. Tiene apenas 8 fotos (habrá borrado las viejas), y cuenta con casi dos millones y medio de seguidores.

La cuenta oficial de Paulo Londra (@paulolondra) tiene 4.3 millones de seguidores. Una de las cuentas con sus frases (@paulolondrafrases_), 14 mil. @Paulolondra1, un fake, 15 mil. “Que es un bombón, que es mi ilusión, que siempre fue la bella del salón”, un posteo al azar, tiene 1,102 likes.

Y una vez más, la pregunta es qué importa. Veamos por caso la destreza local. ¿Se trata de virtuosos del canto? No. Por caso, virtuosos del Auto-Tune, la herramienta con la que editan las voces al punto tal de que todas suenan iguales, traperas, sucias. ¿Dónde está el truco? ¿Dónde la hipnosis?

-¿Y Paulo Londra? ¿Qué tal?

Mi hermano mira al cielo, levanta un dedo, señala para arriba: “está ahí, es el 1”, dice. Le hago un chiste y le pregunto si sabe quién es Pappo, como para revivir aquella discusión mítica con DJ Deró en Sábado Bus, cuando le dijo que no hacía música y lo invitó a buscarse un “trabajo honesto”. “Obvio que sé quién es Papo”, me dice, “¡el rey del hardcore! Uno de los campeones de la Batalla de los Gallos”. Y me entero de que el mundo pasó de página y ya hay otro Papo bajo el sol.