Ariel Sánchez: “Las medidas punitivas solas no transforman la práctica de las personas que ejercen violencia de género”- RED/ACCIÓN

Ariel Sánchez: “Las medidas punitivas solas no transforman la práctica de las personas que ejercen violencia de género”

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El director bonaerense de Promoción de Masculinidades para la Igualdad contó que crean espacios municipales para atender a quienes agreden a las mujeres, en la búsqueda de crear nuevos contratos sociales que permitan evitar femicidios. Además, instó a los varones que conciben una masculinidad no violenta a "desarmar los lazos de complicidad machista y patriarcal" y respondió preguntas de lectores de RED/ACCIÓN.

Ariel Sánchez: “Las medidas punitivas solas no transforman la práctica de las personas que ejercen violencia de género”

Ariel Sánchez / Intervención: Pablo Domrose.

El año pasado, en la Argentina, 252 personas murieron víctimas directas de la violencia de género y 102 de ellas fueron asesinadas en la provincia de Buenos Aires, según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina 2019. El documento también destaca que 90% de las víctimas tenía un vínculo previo con el hombre acusado del asesinato.
Teniendo en cuenta estos datos, entre otros, en diciembre pasado se creó el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense y bajo su órbita se conformó la Dirección de Promoción de Masculinidades para la Igualdad. Ariel Sánchez es quien está a cargo.

Ahora, ¿cuál es el rol de la Dirección?
—Tenemos una doble función. Por un lado, trabajar todo lo que es promoción y prevención: desarrollo de programas educativos, capacitación de equipos técnicos de los municipios, desarrollar documentos para incluir masculinidades en la Educación Sexual Integral (ESI) (que si bien es un programa que no está dentro del ministerio, proponemos contenidos para que sean incluidos), y diseñar campañas comunicacionales. Todo esto tiene que ver con el objetivo de desarmar esas prácticas vinculadas al ejercicio de someter y vulnerar a otras personas. La otra línea de trabajo que tenemos se relaciona con cómo el Estado aborda los casos de violencia de género. Es decir, cómo trabaja con los varones que ejercen o ejercieron violencia de género y que han sido denunciados. Esto tiene que ver con garantizar la formación de equipos municipales para que creen espacios psico-socio-educativos para la atención de los varones que ejercen violencia de género. También pretendemos acompañar a esos equipos desde la asistencia técnica, la supervisión y el armado de lineamientos metodológicos comunes para toda la provincia.

¿Por qué es necesaria una institución con estos roles en el Estado?
—La creación de la Dirección con estos roles tiene que ver con empezar a trabajar sabiendo que los datos que se visibilizan no necesariamente provocan las transformaciones. Muchos varones han sido educados en esos mandatos de masculinidad y no cuentan con las herramientas para sortear ese escenario de incertidumbre que se genera ante la puesta en cuestión de prácticas que hasta el momento parecían naturalizadas, pero que sin dudas son prácticas que vulneran a otras personas o las someten. Creemos que es importante promover la creación de nuevos consensos, nuevos contratos sociales, pero también sexuales y de género que se vieron desarmados, en algún punto, pero que necesitan de otros pactos y de otros modos de habitar las masculinidades que no tenga que ver con la violencia y el sometimiento.

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En ese marco, ¿por qué es necesario el trabajo puntual con los varones que ejercen violencia de género?
—El diagnóstico principal que tenemos es que con las medidas cautelares, con las medidas punitivas, no alcanza. Es decir, dictando una perimetral o usando dispositivos duales como pueden ser las tobilleras, no transformamos la práctica de las personas que ejercen violencia. Por eso, además de esas medidas necesitamos de otras estrategias. Fundamentalmente, porque es muy difícil el reconocimiento de la situación de violencia de género por parte de los varones que la ejercen. Por lo general, lo que sucede es la negación o la minimización del hecho o creer que está todo el mundo en contra de él, que lo está persiguiendo la comisaría, el juzgado, la persona que lo está denunciando. Por eso consideramos importante este trabajo con los varones denunciados, pero también el trabajo de masculinidades y varones en general.

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¿Por qué todos los varones deben repensar su forma de ejercer la masculinidad?
—Porque es necesaria una transformación de las dinámicas de complicidad machista, de los silencios cuando saben de situaciones de amigos, compañeros de trabajo o del club que ejercen violencia de género. Necesitamos reconstruir formas de ser varón, involucradas en la lucha contra las desigualdades de género y la erradicación de la violencia de género. A esto nos referimos, en cierta forma, con "Masculinidades para la Igualdad". Es construir otros modos de habitar las masculinidades que, dicho sea, ya existen no solo en varones cisgénero (NdeR: cuya identidad de género coincide con su sexo) o heterosexuales, sino también en varones trans o mujeres que reconocen habitar formas de masculinidad que no tienen que ver con el sometimiento y la vulneración de otras personas.

¿Cómo se traduce en la práctica esta idea de la Masculinidad para la Igualdad?
—Apostamos a construir subjetividades masculinas más cercanas al cuidado porque a los varones no nos han educado en ser cuidadosos, en cuidar a los demás. Por eso, en la mayoría de las familias son las mujeres las que se hacen cargo del cuidado, no solo en su hogar, también hasta cuidando a su suegra en situación de enfermedad. Lo mismo ocurre en los barrios: las que cuidan, construyen ollas, acompañan situaciones de violencia son, por lo general, las mujeres. Pero, pensemos también en el autocuidado, los varones estadísticamente se mueren antes y muchas veces esas muertes se pueden prevenir con medidas de autocuidado. Un ejemplo es el cáncer de próstata que los varones terminan no previniendo y donde tampoco hay campañas destinadas a que los varones vayan al médico para cuidarse. Todo el tiempo se refuerza la idea de superpotentes, de no cuidarse porque total “a mí no me va a pasar nada”.

Volviendo al trabajo que están haciendo en los municipios, ¿qué capacidad de formar equipos tienen?
—Estamos trabajando mucho. La semana pasada, por ejemplo, hicimos una capacitación a 70 personas de unos 35 municipios, que forman parte de los equipos técnicos. Claro que otro tema son los recursos económicos que cada municipio deriva a este tema. En ese sentido, la provincia lanzó un programa que se llama Comunidades sin Violencia y que transfiere recursos para los municipios que pueden ser orientados a distintas líneas de acción, como pueden ser el fortalecer servicios de atención o generar programas. Hay que tener en cuenta que, durante la pandemia, el estado tuvo que multiplicar las posibilidades de atención remota. Y para eso hubo que desarrollar estrategias de atención y seguimiento con quienes ya tenían denuncias. De hecho, quienes trabajamos en los abordajes de violencia de género estamos considerados dentro de los trabajos esenciales.

Invitamos a nuestra comunidad a enviar las preguntas para esta entrevista. Maira Haunau escribió en Facebook: ¿Por qué hablar de 'masculinidades' y no de varones socializados en roles de género masculinos que los condicionan a la violencia machista?.
—Es una cuestión de facilitar el mensaje. Porque si lo decimos así, solo nos entenderían algunas personas y buscamos llegar a la mayor cantidad posible. Además, hablamos de masculinidades porque mi función no solo es hablar con los varones socializados en prácticas machistas, también es potenciar otros modos de habitar masculinidades que no necesariamente vienen en cuerpos nacidos con penes. Por eso hablamos de "Masculinidades para la Igualdad".

Otro lector, Daniel Molina, esta vez desde Twiitter, pregunto: ¿Por qué piensan a la masculinidad como algo tóxico o enfermo que debe ser curado o cambiado radicalmente? ¿Por qué piensan en oposiciones maniquéas: feminidad angelical-masculinidad demoníaca?.
—Aclaro que la Dirección no se llama “Contra la Masculinidad Tóxica”. Primero, porque la conceptualización que nosotros hacemos no es en términos patológicos. Entendemos que hay un modo generalizado de educar y construir una masculinidad que es reconocida socialmente y que tiene que ver con formas de sometimiento y vulneración a las otras personas. Justamente porque no naturalizamos que la femineidad es angelical y pura frente a la masculinidad mala y burda, es que hacemos este trabajo de articular esos mandatos. Sobre todo porque entendemos que hay otros modos de habitar la masculinidad, y no es abolirla lo que queremos, sino pluralizarla.

En ese sentido, el periodista de RED/ACCIÓN, David Flier preguntó: “¿Cómo podemos hacer los varones para ayudar a reflexionar a las mujeres que dan por sentado que pertenecemos al modelo tradicional, por ejemplo creyendo que sabemos de plomería?.
—Vivimos en una sociedad patriarcal que nos atraviesa a todos y todas. Construir otros modos de mirar es algo que involucra a todas las personas. Yo, como varón, le diría a los varones que eso se va a ir transformando, pero que su mayor transformación educativa tendría que estar relacionada con otros varones. Es necesario que esos varones que ya habitan otros modos de construir masculinidad, primero, se involucren en la misión pedagógica de desarmar los lazos de complicidad machista y patriarcal que existen. Luego, que empiecen a poner en cuestión qué les pasa cuando ven situaciones de violencia. Muchas veces, la única manera de demostrar que están en contra del femicidio es enumerar todo lo que les harían en términos físicos a ese varón violento. Les desean violaciones, por ejemplo, sin percibir que están reproduciendo el modelo de sometimiento machista.

Silvina Bernasconi también es parte de nuestra comunidad y preguntó por Facebook: ¿Tienen alguna línea de trabajo conjunta con Educación, por ejemplo en capacitación docente?”.
—Como dije, solo sugerimos materiales a la Dirección de Educación para que incorpore a la Educación Sexual Integral (ESI). Sí estamos articulando con la Dirección de Juventud para construir una mirada que no sea adultocéntrica, que tenga que ver con las dinámicas de responsabilidad afectiva, de sentimiento, viendo cómo se construyen esos nuevos pactos y contratos sexuales y de género, sin perder de vista la dinámica del placer y, en ese sentido, rescato lo que hace el Programa Envión. Desde Juventud también armamos diálogos abiertos a partir de la investigación del medio feminista LATFEM, que nos mostró la necesidad de construirnos como varones sin caer en lo políticamente correcto. Allí aparece mucho esto de que el entrevistado no reproduce situaciones de violencia, pero sí los amigos. Esto habla de lo que ya saben que no tienen que hacer y de lo que no debe decirse. Tratamos de involucrar a los pibes y pibas y que no sea “no puedo hacer esto y lo otro”, sino que la masculinidad implique nuevas formas de deseo y de placer. Es decir que obligar o vencer el consentimiento de alguien para tener sexo no sea la única forma de tener placer sexual. En una dinámica responsable también tiene que haber placer. Y ahí, creo que la ESI tiene mucho para hacer.