Cómo el aislamiento cambió nuestros hábitos de cuidado personal y de belleza (y su sentido)- RED/ACCIÓN

Cómo el aislamiento cambió nuestros hábitos de cuidado personal y de belleza (y su sentido)

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Las cuarentenas, estar más en casa y el traslado de la mayoría de las esferas de la vida a la virtualidad impulsaron nuevos paradigmas que buscan destacar las características que las personas tienen por naturaleza en lugar de intentar ser u obtener algo que responde a parámetros de belleza impuestos social y culturalmente. "Hay cosas que hacía más por imposición que por elección", cuenta una de las lectoras que hablan en esta nota. Aunque disminuyó el uso de maquillaje, creció el interés por el cuidado de la piel y el uso de productos sustentables para ello.

Cómo el aislamiento cambió nuestros hábitos de cuidado personal y de belleza (y su sentido)

Intervención: Denise Belluzzo

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Muchas personas llevan adelante rituales vinculados al cuidado personal, a la estética y a la belleza que disfrutan y los hacen sentir bien. Otras, en cambio, experimentan estas prácticas como una obligación impuesta socialmente. Sea para dedicarle más tiempo a estos hábitos, para aprender y poner en práctica nuevos o para cuestionarlos y dejar de hacerlos, la cuarentena y el home office también causaron efecto en estas rutinas.  

“Todos los hábitos que desarrollé relacionados a cómo espera la sociedad que una mujer salga a la calle casi que los dejé de tener”; “Me empecé a cuidar la piel de la cara, me empecé a vestir menos ‘elegante’”; “Dejé de ir al gimnasio”; “Basta de cara irritada por tener que afeitarme todos los días”; “Nunca más base de maquillaje ni ropa incómoda”; “Dejé de maquillarme”; “Tengo menos gastos porque uso con menor frecuencia ciertos productos”; “Dejé de ir a la peluquería, de hacer actividad física, de arreglarme más”. 

Estas fueron algunas de las respuestas que enviaron las y los lectores de RED/ACCIÓN a las preguntas que hicimos vía Instagram sobre cómo la pandemia influyó en las rutinas de cuidado personal y los rituales de belleza. 

Una de las lectoras de RED/ACCIÓN, Sabrina, compartió además la repercusión que tuvo, en su caso, el traslado de muchas actividades a la virtualidad: “El estrés de estar exponiendo la cara a extraños, teniendo acné, bajó muchísimo. Y con eso bajó la cantidad de días de cuidado intenso para no tener grandes brotes. También bajó el gasto que representan los productos de esta cultura antiacné, antiimperfecciones en la que vivimos y muches sufrimos. No tengo dudas de que para concientizar sobre esto el skin positive localel movimiento que busca cuidar y mostrar la piel tal como es— tiene que volverse algo [y para cerrar esta frase, la lectora coloca tres emojis de fuego]”.

Luego, amplió: “Yo me animé, después de un montón de tiempo, a abrirme sobre mi experiencia y contar cómo convivo ahora con mi acné y mis ganas de hacer contenidos acne positive iniciativa que propone aceptar el acné y vivir felizmente con él en lugar de querer combatirlo o taparlo y recibí una cantidad enorme, abrumadora, de experiencias más o menos parecidas: gente que se siente muy insegura para salir con acné a la calle, que se siente con un peso menos utilizando el barbijo o no teniendo que gastar en maquillaje todos los días, cosa que a mí también me pasaba”.

Sabrina aclara que “no se trata de si está bien o si está mal usar productos de belleza o maquillaje, sino de cómo se instaura como una obligación cuando tenés este tipo de imperfecciones”. “Lo que aprendemos desde muy temprana edad dicees que si tenés imperfecciones tenés que taparlas o curarlas. Esas son tus dos opciones. Y si no, estás mal. Creo que el problema central es la cultura que tenemos respecto a lo que se supone que es bello, aceptable, la belleza hegemónica. Y llegar a esos estándares tiene costos altísimos. Tanto monetarios, porque a veces es tanto el malestar que si gastamos en productos y no logramos ninguna mejora lo volvemos a intentar una y otra vez, como psicológicos, porque crecer con gente opinando sobre qué tan bien o qué tan mal se ve tu cara, o recibiendo comentarios de desconocidos que te recomiendan remedios que nunca pediste, tiene un costo para nosotros”.

Sumado a eso, llama la atención sobre un hecho innegable: “No existe en ningún medio o propuesta audiovisual ninguna persona con acné salvo para ejemplificar lo que es feo o generar burlas o comentarios negativos Y aunque podamos aprender a vivir con el peso de una sociedad que no nos considera ni siquiera presentables, yo creo que el problema es colectivo, entonces la salida también puede serlo”.

Nuevas búsquedas de bienestar: lo personal es político

 El skin positive y su premisa de virar hacia un cuidado personal que destaque las características que las personas tienen por naturaleza sin intentar ser u obtener algo que responde a parámetros de belleza externos —preestablecidos e impuestos social y culturalmente— es solo una de las iniciativas que comenzaron a resonar fuerte en el último tiempo.

“En este contexto particular se abrieron paso nuevos paradigmas en la búsqueda de la belleza y en cómo nos vemos. Por un lado, el de la naturalidad, que está ligada a la autenticidad: la aceptación de ser tal cual uno es, sin maquillaje y sin el pelo arreglado. Por otra parte, la belleza pasó de ser una ‘máscara’ que se coloca a ser una valorización física y mental que incluye la actividad física, la meditación, el mantener cuidados de la piel o el cabello nutrido. Estas prácticas sostienen la idea de que lo natural surge adentro y se transmite hacia afuera”, explica la doctora Silvina Quintana Lazópulos, coordinadora técnica del laboratorio de Químicos para el Cuidado personal de BASF Argentina.

“Además —continúa— surgió el movimiento slow beauty en el que una persona se acepta como es, y la belleza es sinónimo de comodidad y de combinación de rutinas con productos naturales, haciendo la diferencia y reduciendo el impacto en el ambiente”.

Otra tendencia que sumó adeptos en el último tiempo, cuenta la doctora Quintana Lazópulos, es el clean beauty: “Un movimiento en el que los consumidores comenzaron a evitar diversos ingredientes cosméticos y fórmulas que generen toxicidad acuática, irritación dérmica, carcinogenicidad, impacto ambiental, aunque muchos sigan siendo considerados seguros y estén aprobados por los organismos reguladores. Dentro de una larga lista se encuentran algunos tipos de sulfatos, siliconas volátiles, parabenos y microesferas plásticas exfoliantes, por ejemplo”. 

En consecuencia, y porque todo indica que la búsqueda del bienestar eligiendo un estilo de vida saludable y consumiendo productos cada vez más naturales y con menos impacto ambiental habrá de crecer en el futuro cercano, BASF creó, por un lado, nuevos productos para el cuidado del pelo y de la piel (“un shampoo sin sulfatos, un reset capilar y un spray bifásico para cabellos blancos y grises, un jabón exfoliante en polvo”, entre otros).

Y, por el otro, una plataforma online en la que ofrecen una “Calculadora de Vegetalización: un sistema donde sus clientes de la industria del cuidado personal pueden medir el porcentaje natural de sus formulaciones cosméticas, guiando a las marcas para producir cosméticos más naturales, satisfacer las peticiones de sus consumidores y aportar más transparencia a la industria”, explica Quintana Lazópulos. 

El testimonio de Eugenia, otra lectora de RED/ACCIÓN que compartió su experiencia respecto a cómo cambiaron sus rutinas de cuidado personal en la pandemia, confirma el crecimiento de las nuevas tendencias hacia lo natural y sustentable. 

“Tengo 20 años y hay cosas que hacía más por imposición que por elección, por ejemplo maquillarme para salir a una fiesta. Con la pandemia dejé de tener la necesidad de hacer eso que no disfrutaba, al no haber eventos o reuniones que me lo exigieran o donde se esperaba que las chicas fuéramos maquilladas. Ahora pienso que me costaría volver a maquillarme si no quiero, creo que cuando vuelva la normalidad y vaya a salir, elegiría ir sin maquillaje”, reflexiona.

Esto no fue lo único que Eugenia cambió. En el último año, dice, comenzó a usar shampoo y acondicionador sólido en vez de los regulares que acostumbraba “por su impacto en el ambiente y los cambios que pueden provocar en el pelo”. Ella dice que todavía sigue en búsqueda de la opción que más le guste, pero que por ahora los seguirá utilizando para reducir su consumo de plástico.  

Cuidado personal y belleza: los cambio de hábitos, en datos

La agencia de Comunicación Another realizó un estudio basado en una encuesta regional, en el que relevó los nuevos comportamientos y prácticas luego de un año de pandemia. 

Estos son algunos de sus resultados:

  • El 59% de los consumidores encuestados afirma haber cambiado su rutina de cuidado personal durante la cuarentena. 
  • El 21% de los encuestados asegura haber gastado más en productos de belleza y cuidado personal durante la pandemia.
  • El uso del maquillaje cayó 34% durante la pandemia, en parte, por la necesidad de no ensuciar el tapabocas con estos productos.
  • El 33% dejó de ir a las peluquería. 
  • El 24% continuó yendo a la peluquería pero con menos frecuencia.
  • El 24% dijo haberse ocupado en sus casas de mantenerse el pelo. 
  • Un 11% continuó yendo a la peluquería de manera habitual.
  • Un 9% contrató servicios de peluquería a domicilio. 

Entre los hábitos que cambiaron en las mujeres, el estudio mostró que aumentaron las rutinas de skincare (cuidado de la piel): pasaron a ser más largas, con más productos y una mayor frecuencia de aplicación. También aumentó el cuidado de la salud emocional. Y el consumo de suplementos alimenticios, la frecuencia de la limpieza facial y de manos y la aplicación de mascarillas. Otro dato que arrojó el informe es que aumentaron las búsquedas sobre los beneficios de los productos y de tutoriales de maquillaje y rutinas faciales, principalmente, en generaciones jóvenes. También las búsquedas de soluciones para problemas específicos, como el acné y las rutinas de belleza DIY do it yourself (hágalo usted mismo/a) con productos naturales.

Como contraparte, disminuyó el uso de la planchita de pelo, del secador, la utilización de maquillaje y la depilación.

En cuanto a los hombres, el estudio mostró que aumentaron el lavado de cara, de dientes y de manos, el uso de productos especializados, la frecuencia y constancia con la que se los aplican, la búsqueda de soluciones para temas específicos, como el acné, la atención a la ansiedad, la experimentación con nuevos productos, la adopción de nuevos rituales (como la aplicación de mascarillas), la inversión en productos de skincare.

Y disminuyeron la frecuencia con la que se afeitan y con la que se bañan, así como el uso de cremas, gel para el pelo y desodorante.

Otros datos que brinda este estudio y coincide con las nuevas tendencias que menciona la doctora Quintana Lazópulos, es que las personas se centraron más en la limpieza y salud de su piel, descartando productos pesados, con químicos y que tapen los poros, como el maquillaje y optaron, en cambio, por cuidados básicos de aseo e hidratación. Además, el informe indica que el pasar más tiempo adentro llevó a muchos y muchas a dedicarse más a sí mismos.

La médica dermatóloga Florencia Ossipoff coincide y asegura que “cuando empezó la pandemia, como estábamos más tiempo en casa, aumentaron mucho las consultas por el skincare y las rutinas de cuidado facial”. Y señala que aunque es un buen hábito comenzar a cuidarse la piel, como contraparte de esto “se empezaron a divulgar en Tik Tok y en las redes muchas recetas de mascarillas caseras que están totalmente desaconsejadas porque no son buenas para la piel”. 

También menciona otra consecuencia de la pandemia que está incluida en el informe de Another. La doctora explica que “el uso del barbijo, al aumentar la humedad en esa zona de la cara, empeoró distintas afecciones como el acné y la rosácea (que se caracteriza por generar una piel muy sensible, con tendencia a ponerse roja o incluso a brotarse de modo similar al acné). Así, muchos pacientes que nunca tuvieron problemas de granitos, desde que usan barbijo empezaron a tenerlos”. 

Los cuidados que las especialistas recomiendan mantener aún dentro de casa

Pese a que las restricciones y la virtualidad continúen y estemos la mayoría de tiempo en nuestras casas, tanto la doctora Quintana Lazópulos, como la doctora Ossipoff recomiendan adoptar determinadas rutinas de cuidado para que, por un lado, la piel no se lastime con el uso excesivo de alcohol en gel y el lavado de manos. Y, por el otro, se proteja adecuadamente la cara que se encuentra muy expuesta a la luz azul de las pantallas.  

“En esta época donde el lavado de manos y el uso de alcohol en gel es muy frecuente, recomendamos hidratar la piel ya que en muchas oportunidades se producen irritaciones o picazón. Por eso, resulta aconsejable aplicar alguna crema o loción para manos o cuerpo que contribuya a restaurar la barrera cutánea para hidratarla, que no se reseque y así impedir la formación de grietas. Se puede optar por una loción o crema con activos e ingredientes de origen natural”, señala Quintana Lazópulos. 

Ossipoff coincide y sugiere además “que siempre que no haya opción, es decir cuando se esté en la calle o en un transporte público, se use alcohol en gel o en spray, pero cuando estemos en casa y tengamos la posibilidad de lavarnos las manos con agua y jabón, optemos por esto, porque hace menos daño y cumple la misma función”. “El alcohol —recuerda— seca mucho la piel y la lastima”. 

También agrega que debido al aumento de la higiene de manos, la piel se encuentra más sensible que de costumbre: “Está muy castigada y se hizo bastante intolerante, con lo cual, al sumarle el detergente para lavar los platos, que también es perjudicial porque va sacando el factor humectante natural de las manos, la piel de esta zona queda seca y más predispuestas a cualquier daño”, explica. Por esto suma como recomendación el uso de guantes para lavar los platos o realizar cualquier tarea con productos de limpieza. 

Con respecto a la cara, desde BASF recomiendan “el uso diario del protector solar (superior a 30 FPS) incluso dentro de casa porque durante todo el día estamos expuestos a la luz que proviene de aparatos electrónicos, como los celulares, las computadoras y los televisores, y también a las luces artificiales. Así como ocurre con los rayos ultravioleta, la luz azul que irradian las pantallas penetra profundamente en la piel y eso puede afectar la dermis y hasta el ADN de las células y es capaz de destruir el colágeno y dañar y envejecer la piel. Es por esto que en espacios interiores también deberíamos protegernos”, aseguran.