Cómo fue el primer cuatrimestre de las rectoras del Buenos Aires y el Pellegrini

Cómo fue el primer cuatrimestre de las rectoras del Buenos Aires y el Pellegrini

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Valeria Bergman y Ana María Barral están al frente de los secundarios más emblemáticos de la UBA, dos colegios históricamente gestionados por hombres. Asumieron en un contexto de denuncias de violencia de género. "El desafío es lograr una escucha empática”, afirma Barral. Creen que la educación sexual debe ser transversal a la formación y, en este año electoral, fomentan el pensamiento crítico. "Queremos formar ciudadanos más solidarios", dice Bergman.

Cómo fue el primer cuatrimestre de las rectoras del Buenos Aires y el Pellegrini

Foto: Rodrigo Mendoza

Tanto el Colegio Nacional Buenos Aires como la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini se crearon como instituciones para hombres. El primero, en 1863 y la segunda, en 1890. Recién en 1953 hubo alumnas en el turno tarde de la secundaria de orientación comercial. Las únicas presencias femeninas hasta el momento se contaban entre los docentes: la primera profesora se sumó en 1923. En el Nacional, las primeras alumnas entraron en 1959. Y, ahora, desde marzo de este año y por primera vez en la historia, dos mujeres están a cargo, en simultáneo, de la rectoría de estas secundarias. Ellas son Valeria Bergman (Nacional) y Ana María Barral (Pellegrini) y ocuparán ese lugar hasta el año 2022.

Bergman y Barral se conocieron hace casi 30 años, como colegas en el Pellegrini. La rectora del Nacional Buenos Aires, de 52 años, sigue trabajando como profesora de la asignatura Psicología en 5° año y también mantiene sus funciones docentes en la escuela de comercio, donde trabaja desde 1990. A su vez, Barral, de 56 años, sigue ejerciendo como profesora de Introducción de Ciencias Naturales, cargo que desempeña desde 1991. Es egresada del Instituto Nacional Superior del Profesorado Joaquín V. González y se especializó en Educación Sexual Integral (ESI).

“¿Te podemos seguir diciendo Ana?”, cuenta la rectora del Pellegrini que le preguntaban sus ex alumnos y alumnas por los pasillos. Asegura que no es fácil sacarse el chip de profesora de un primer año para asumir otra función dentro de la escuela. “Los estudiantes no tienen conflicto con el cambio de rol. Cuando entro al aula soy la profe y cuando salgo soy la rectora”, comenta.

En este sentido, Bergman opina: “Gestionar no es lo mismo que dar clases. Para asumir la gestión de una institución tenés que ser muy valiente. Uno va adquiriendo experiencia de a poco. Mantenerse en el aula te permite no alejarte tanto del estudiantado”.

Ana María Barral . Foto: Rodrigo Mendoza

Antes de entrar a la rectoría del Buenos Aires, ubicada en el primer piso, hay un hall amplio, muy luminoso. Bergman cuenta que siempre hay estudiantes en este espacio. “Les gusta ranchear acá. Voy a poner unas mesitas acorde al mobiliario, porque al ser monumento histórico tiene que estar sincronizado. Si eligen este lugar, que estudien acá, pero que estén cómodos”, comenta.

Durante este primer cuatrimestre, Barral recibió a los estudiantes de primer año, organizó las reuniones de los viajes de estudio de 2°, 3° y 4° año, tuvo que ver cómo cubrir horas de docentes que se jubilaron de la institución y con el equipo de gestión tuvieron un gran logró que se esperó durante más de 20 años: el Consejo Superior aprobó el reglamento del Consejo de Convivencia, el cual busca regular las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa. Ya tiene el dictamen y ahora falta la resolución. Otro deseo que Barral pudo llevar adelante fue tener una referente para el protocolo de violencia de género.

Sobre su gestión, Bergman señala: “El objetivo es sostener el prestigio académico y tiene que ir de la mano de la pedagogía de los valores y de la solidaridad. Queremos formar ciudadanos más solidarios. Sabemos que somos uno de los colegios más importantes de América Latina. Es importante estar a la vanguardia en cuestiones científicas, teóricas y disciplinares”.

Valeria Bergman. Foto: Rodrigo Mendoza

Las rectoras comenzaron su gestión en un contexto donde las denuncias por violencia de género se multiplicaron. En octubre del año pasado, un grupo de egresadas del Colegio Nacional Buenos Aires denunciaron, durante un acto, situaciones de violencia machista y acoso por parte de profesores, preceptores y autoridades del colegio. En febrero, se reclamó la separación de un profesor del Pellegrini que publicó en Facebook un ataque contra una estudiante con expresiones sexuales agresivas y la consigna “basta de feminazis”. Luego, en abril un hombre que coordinaba los viajes de estudio a Jujuy de ambas escuelas, dependientes de la Universidad de Buenos Aires, fue denunciado penal y públicamente por una ex alumna por abuso sexual.

“Se trabajó un montón con todo lo que sucedió. Tenemos un área de tutores, psicólogos y preceptores, que acompaña a los alumnos. Los estudiantes reclamaron jornadas sobre género y educación sexual integral (ESI) y se realizaron en ambos colegios. A raíz de los hechos se puso a disposición una oficina de género, que funciona con una abogada y una psicóloga”, comenta Bergman.

En el Pellegrini, no hay una oficina de género, pero está el Departamento de Orientación al Estudiante. Allí, se reciben las denuncias y se activa el protocolo de violencia de género. Se rigen por el mismo protocolo que en la UBA, pero con algunas adecuaciones para escuelas preuniversitarias.

“Celebro que todas podamos denunciar y no seamos condenadas por eso, sino escuchadas y contenidas. No estamos afuera de lo que pasa en la sociedad y estos colegios son cajas de resonancia. El desafío es lograr una escucha empática”, reflexiona Barral.

Al asumir la responsabilidad de gestionar estas escuelas que tienen alrededor de 2500 estudiantes, divididos en tres turnos, y más de 500 docentes cada una, uno sabe que tiene que estar preparado para trabajar en conjunto con los centros de estudiantes. La conducción en ambos casos está a cargo de mujeres. La presidenta del Buenos Aires es Julia Epstein y del Pellegini, Ana Bellati. “Ellas son las depositarias de los pedidos de sus compañeros y compañeras. Se acercan a la rectoría para conversar sobre diversos temas y para pedir autorizaciones para encuentros, jornadas y charlas”, cuenta Barral.

A las rectoras, les tocó una toma de escuela durante este primer cuatrimestre. El 13 de mayo se difundió una resolución de la UBA firmada por el rector Alberto Barbieri y César Albornoz, Secretario de Hacienda y Administración de la UBA, designando a Roberto Rodríguez como coordinador de actividades extracurriculares en la Secretaría de Educación Media de la UBA. En noviembre del año pasado, Rodríguez, profesor de Educación Física que había sido nombrado como vicerrector del Nacional Buenos Aires, fue acusado por los alumnos por seguir sitios de pornografía infantil a través de su cuenta de Twitter. Tras la nueva designación, primero se tomó el Pellegrini y al día siguiente el Buenos Aires. En ambos casos, los estudiantes se reunieron con las rectoras y se logró un encuentro con una autoridad de la UBA. Pasadas las 72 horas de la primera toma, se definió que el profesor dejara de dar clases y pasase a realizar tareas administrativas. Luego, se levantó la medida de fuerza.

El tema que más moviliza a los centros de estudiantes es el de Educación Sexual Integral (ESI). “Le pedimos a los jefes de departamento de las distintas asignaturas que revisemos los programas de las materias para que la ESI sea transversal”, comenta Bergman.

Barral agrega: “Me animaría a decir que en ambas instituciones, ya se estuvo trabajando en esto, pero faltaría alcanzar una verdadera transversalidad, que es lo que piden todo el tiempo alumnos y alumnas. Además los estudiantes piden que los profesores nos capacitemos en el tema”. El año pasado, muchos docentes y no docentes participaron de un curso e incluso familiares reclamaron participar de estos espacios.

Cada diez años, las escuelas organizan un encuentro de graduados. El año pasado, las alumnas que egresaron en 2008 del Pellegrini, donaron libros para una sección de estudios de género en la biblioteca. Se propuso llamar a la sección “Lucía Pérez” en memoria de la adolescente víctima de violación y femicidio.

Respecto al lenguaje inclusivo, las rectoras dicen que lo escuchan cuando los estudiantes se expresan de forma oral, pero en forma escrita, dentro del ámbito formal, no se utiliza. “Dentro de las aulas se suele usar el lenguaje académico. De todos modos, cada colega se puede expresar como quiera. Algún docente puede ser que lo utilice en el aula”, agrega Bergman.

Las elecciones presidenciales no pasan desapercibidas en estas escuelas. La semana pasada, el precandidato presidencial del kirchnerismo Alberto Fernandez dio una charla en el gimnasio del Pellegrini. “Vamos a tener elecciones en breve y sabemos que ambas escuelas están atravesadas. Muchas personas van a dar charlas y participan de conversatorios. Mas allá de las intervenciones políticas, dentro y fuera de las aulas del Pellegrini, el principal objetivo de la gestión es que haya días de clase. Trabajamos para fomentar el pensamiento crítico, sin dejar de lado lo académico”, enfatiza Barral.

Para entrar al Buenos Aires y al Pellegrini hay que hacer un curso de ingreso, en paralelo a 7° grado. El año pasado se inscribieron casi 1200 chicos por colegio y entraron 450 a cada uno. El curso que brindan las escuelas es los sábados, pero todos aquellos que tienen la posibilidad de pagar se anotan en institutos privados para reforzar. Eso genera una situación de desventaja para aquellos chicos en situación económica más vulnerable.

“Hoy tenemos más de 400 voluntarios, tanto alumnos como docentes, para dar clases de apoyo durante la semana”, señala Bergman. “Cada vez hay más alumnos en estos espacios”, remarca Barral. Además, la rectora del Pellegrini cuenta que la cooperadora está haciendo un gran esfuerzo porque a muchos chicos se les da el desayuno y se les ofrece el material de forma gratuita. Se compraron 78 calculadoras científicas para los chicos que no podían afrontar ese gasto y más de 100 alumnos del curso de ingreso están pidiendo el desayuno. “El estudiantado es más heterogéneo que hace 20 años atrás”, marca Bergman.

Foto: Rodrigo Mendoza

Además del Pellegrini y el Buenos Aires, hay otras cuatro escuelas preuniversitarias: el ILSE; el Colegio Agrotécnico con sede en la Facultad de Agronomía; el Técnico de Lugano; y ya comenzó el curso de ingreso para un nuevo secundario preuniversitario en Escobar. “La universidad está planteando que los seis colegios se acompañen más y que no solo se visibilicen estos dos”, comenta Bergman.

Ni Barral ni Bergman son graduadas de estos colegios, y la rectora del Buenos Aires señala que esa es una pregunta que le hacen regularmente ex alumnos. “Cuando digo que no, hay unos segundos de silencio”, reconoce.

Las rectoras coinciden en que la autoridad se construye, no se impone, y que implica diálogo y reflexión de forma continua. “Nos eligieron por nuestra trayectoria en las instituciones. Si bien es la época de las mujeres, la elección tiene que ver con nuestros perfiles profesionales. Mis tres vicerrectores son hombres y los de Ana también”, destaca Bergman.

Barral insiste: “Defiendo los derechos de la mujer desde siempre dentro de la escuela. Sabemos que ejercer un rol de autoridad siendo mujeres tiene un peso diferente tanto para adentro como para afuera. De todas formas, si bien somos las que tomamos la última decisión, estamos acompañadas de un equipo de gestión impresionante, que aporta mucho a la construcción del día a día en la escuela”.