Crítica a la crítica, el territorio de la pereza- RED/ACCIÓN

Crítica a la crítica, el territorio de la pereza

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION
Crítica a la crítica, el territorio de la pereza

Crítica de choque
Fredy Massad
Bisman

Selección y comentario por Fernando García, autor de “Los Ojos, vida y pasión de Antonio Berni”, “Conversaciones con León Ferrari”, “Marta Minujín: Los años psicodélicos”, “Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento”, “Crimen y Vanguardia: el caso Shocklender y el surgimiento del underground en Buenos Aires” y la serie “100 veces” (Pappo, Redondos, Stones, Charly) co-escrita con José Bellas.

Uno (mi comentario)

Fredy Massad es argentino pero reside en las afueras de Barcelona desde donde escribe sobre arquitectura para el diario ABC al tiempo que mantiene el blog “La viga en el ojo ajeno”. Si bien “Crítica de Choque” se ocupa del star system de la arquitectura global (la era de las starchitects) hay en su pormenorizada enjundia un mensaje para el ejercicio de la crítica en general. (...)

(sigue mi comentario)

La pereza actual hacia el juicio crítico que Massad denuncia en el campo del urbanismo puede trasladarse entera al dominio de las artes, ya fuera en el circuito alto o en el entretenimiento. Como explica Massad el crítico se ha convertido en un manso reseñador que chasquea los dedos al compás de las novedades. Por lo demás, se trata de una introducción fantástica al mundo de la arquitectura global desde una perspectiva que elude la neutralidad para comprometerse con los valores sociales del diseño dejando al descubierto el lado oscuro de las prácticas buenistas y multiculturalistas. “Crítica de choque” consigue ir más allá de su objeto y revelarse como un agudo volumen de ensayo en la tradición de, sí, la mejor crítica.

Dos (la selección)

La esencia del término “crítica” ha ido languideciendo y agonizando, monopolizada por fabricantes de celebrities que se postran ante ellas, ríen sus gracias y divismos, y se ocupan minuciosamente de ocultar sus miserias y flaquezas. Contribuyen así a reforzar otra más de las ficciones que cimentan el mundo actual. Ficciones apoyadas en esa destrucción de la voluntad reflexiva individual y autónoma que alientan las estructuras y herramientas de poder neoliberal, disimulándola bajo una abundancia de medios y redes sociales que, tal y como plantea el pensador Byung-Chul Han son un mero espejismo de libertad de opinión y pensamiento.

Tres

En 2013 Charles Jencks ligaba el concepto de starchitecture a los edificios icónicos construidos a mayor gloria de gobiernos y grandes corporaciones, comprendiéndolo asimismo como una consecuencia lógica del capitalismo tardío. Señalaba que el fenómeno del edificio icónico había generado un círculo vicioso del que los “Google Starchitects” no podían escapar, puesto que obtener esos prestigiosos encargos les otorgaba la plena libertad creativa con la que anhelaban trabajar. A su parecer, la arquitectura icónica iba a permancer pero sería necesario imbuirla de una iconografía consciente. Tajantemente opuesto a la arquitectura-estrella y sus consecuencias se manifestaba Kenneth Frampton en 2009, acusando a la mayor parte de proyectos firmados por arquitectos estrella de carecer totalmente de integridad, ser esencialmente toscos y decepcionantes y estar meramente reducidos a imágenes.

Cuatro

La idea de la cooperación con los países en vías de desarrollo, con tan buena prensa y admirada, es posiblemente la salida más apropiada para lavar las conciencias multiculturalistas: paternalistas, buenistas, etnocéntricas. De mantener disimuladamente la idea más pura del capitalismo y la superioridad colonialista. En ningún momento se plantea ni desea cambiar o modificar ese sistema desigualitario, esa brecha social, económica y cultural con la parte más desfavorecida del planeta, sino mantenerlo a base de pequeños gestos, asumiendo que ese Otro al que alude Zizek siempre va a ser el necesitado y “nosotros” seremos quienes les aportemos las “soluciones” a sus necesidades.  

Cinco

La necesidad de homogeneizar la realidad de Iberoamérica por su costado más pobre y sórdido a fin de hacerla un producto intelectual para el gusto primermundista dará lugar a un libro como Ciudades Radicales. Un viaje a la nueva arquitectura latinoamericana de Justin McGuirk. En la traducción más directa del subtítulo original del libro “A través de Latinoamérica a la búsqueda de una nueva arquitectura” se trasluce quizá más claramente cuál es el propósito con el que el ex director de la revista ICON emprendió su periplo por la región. No se trata de una búsqueda con objeto de indagar y aprender sino de colmar los neófagos ojos primermundistas, que no quieren “descubrir” más que lo que tienen deseo y necesidad de descubrir.

Seis

Alejandro Aravena es, sin el menor género de dudas, el golden boy del eje neopopulista. He vinculado con anterioridad su perfil al del modelo del storyteller que Nicole Aschoff define en su libro The New Prophets of Capital: emergentes e influyentísimos gurús “revolucionarios” que “bajo una máscara de progresismo, han emergido para reinventar el mercado libre como la solución universal a todos los problemas de la sociedad”. Escribe Aschoff: “Los más poderosos de estos narradores (storytellers) no son pobres ni gente trabajadora, son la superelite (…) Aunque sus perspectivas destacan problemas reales asociados al capitalismo, sus soluciones no desafían ni a este ni a sus efectos destructivos. Al contrario: lo apuntalan. Ofreciendo soluciones seguras y convenientes para el mercado a los problemas sociales, estos nuevos profetas refuerzan la lógica y las estructuras de acumulación. Sus historias marcan los términos del debate y los campos de posibilidad, dominando el plano de ideas y devorando las historias que desafían al statu quo. Sus narrativas permiten que el capitalismo evolucione, absorba las críticas y, consecuentemente, se preserve a sí mismo como sistema”.   

Siete

La intelligentsia ha optado por dar carpetazo y propiciar estrategias de huida hacia adelante en lugar de asumir y acatar la tremenda crisis que asola a la arquitectura. Su incapacidad para aportar respuestas o ideas al presente, más allá de seguir haciendo de él un espectáculo que nutrir con vanos relatos de personajes a idolatrar y narrativas épicas que dejan de lado a la realidad, ha quedado patente. Y ahora mismo da la impresión de que nos encontramos en un espacio donde pululan ideas zombis y muertos vivientes, que regresan esgrimiendo de nuevo sus mismas y fracasadas mañas. Después de haber sobreactuado, de haberse rasgado las vestiduras durante los años de recesión económica (cuando parecía que se terminaría desmontando el estado de bienestar en el viejo continente y, con ello, los jugosos beneficios que sus comportamientos les habían estado proporcionando) hoy salen de sus refugios del “sálvese quien pueda” o “yo no estuve ahí mientras sucedía” y regresan por sus fueros.  


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