Cuatro ideas de Steven Pinker para convencernos de que el mundo está mejor que antes- RED/ACCIÓN

Cuatro ideas de Steven Pinker para convencernos de que el mundo está mejor que antes

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El pensador canadiense, autor de "el mejor libro de la historia" según Bill Gates, estuvo en la Argentina invitado por el gobierno y dio una charla sobre por qué cree que es más lúcido ser optimista antes que pesimista en relación al estado del mundo.

Cuatro ideas de Steven Pinker para convencernos de que el mundo está mejor que antes

El pensador canadiense, autor de “el mejor libro que he leído” según Bill Gates, estuvo en la Argentina invitado por el gobierno y dio una charla sobre por qué cree que es más lúcido ser optimista antes que pesimista en relación al estado del mundo.

Steven Pinker tiene una teoría polémica para exponer en un país en crisis. Las cosas van bien, dice. Las cosas van mejor y así seguirán yendo.

Es uno de los pensadores más importantes de norteamérica -nacido en Canadá, radicado en Estados Unidos-, autor de “el mejor libro que he leído nunca”, según Bill Gates, en referencia a Enlightenment Now. The case for Reason, Science, Humanism and Progress (En Defensa de la ilustración, Paidós), su último libro recientemente publicado en la Argentina.

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En su nuevo libro no cambia de eje: sigue sosteniendo su teoría del progreso y sonriéndole al mal tiempo como si fuera, en comparación con la historia, solo un soplo de viento.

Invitado por Argentina 2030 (un programa de Jefatura de Gabinete dirigido por Iván Petrella, que busca pensar políticas y analizar problemáticas a largo plazo), Pinker dio una charla abierta en el CCK y tuvo un encuentro privado con el presidente Macri y Marcos Peña. Además, 10 personas de distintas disciplinas tuvimos la oportunidad de reunirnos con él en Casa Rosada y plantearle algunas preguntas. En conclusión, acá van cuatro ideas con las cuales intentó convencernos de que el mundo está mejor que antes.

Steven Pinker junto a Iván Petrella, en la charla en el CCK.
Steven Pinker junto a Iván Petrella, en la charla en el CCK.


1. Todo tiempo pasado no fue mejor

“Tiroteos, desigualdad, polución, dictaduras, guerras o armas nucleares. Son algunas de las razones por las que el 2016 fue llamado el peor año de la historia. Hasta que el 2017 lo destronó. Los mismos que creen esto extrañan un mundo con menos polución, más seguro y menos desigual… Pero como señaló Franklin Adams: ‘nada es más responsable por los buenos viejos tiempos, que una mala memoria’”.

Así empieza su famosa charla TED, en la que plantea a través de 70 gráficos el porqué de su tesis. Según él, la idea de que en el pasado fuimos más felices es una construcción tergiversada no solo por nuestra mala memoria, sino por nuestro desconocimiento de los datos.

“Siempre tendremos una imagen mala si comparamos titulares catastróficos con imágenes idealizadas del pasado”, dice. Si bien sostiene su teoría libro tras libro con investigaciones, acá se puede ver un resumen de su pensamiento en 18 minutos.

2. Vemos los titulares, no los datos

¿Por qué a través de los años los datos muestran que la realidad mejoró, pero también muestran que la gente tiene cada vez más desánimo respecto de esa realidad?, le preguntó Daniel Molina en el encuentro privado de Casa Rosada.

–Hay algunos elementos de verdad en eso. La gente en general no mira los datos. Entonces, su ánimo no responde a los datos sino de los titulares. Hay una investigación reciente que arroja que mostrar gráficos hace que la gente cambie más de idea que una simple declaración verbal. Consideremos un ejemplo: hasta que no vi un gráfico mostrándome que desde 1946 hubo menos muertes por guerra, no lo creía. Lo mismo para la pobreza, para las horas de ocio...Entonces, el primer paso es empezar a mostrar esos gráficos.

Dicho esto, vayan algunos datos.

Razones para ser optimistas según Pinker

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Según él, aunque los datos muestran que el mundo está mejor, los medios muestran como si estuviera claramente peor. Además, explica Pinker, los medios cubren solo los lugares en los que pasan cosas malas, no aquellos en los que no pasa nada. “Nadie va a un lugar y dice: estamos acá, en un lugar que vive en paz hace cuarenta años”, argumenta. Entonces, el sistema de pesimismo se alimenta a sí mismo: generando notas negativas que después titulará de manera catastrófica.

3. Los intelectuales odian el progreso

“Mi teoría se explica con el progreso que ha alcanzado el mundo. Pero yo he descubierto que los intelectuales odian el progreso”, dirá el filósofo en su charla. Y agrega: “Ver que el progreso está sucediendo no es una cuestión de fe, es un hipótesis que debemos poner a prueba. Para ello debemos medir los siguientes tópicos: vida, salud, sustento, prosperidad, paz, libertad, seguridad, conocimiento, ocio y felicidad. Si vemos que han mejorado, eso es progreso”.

Pablo Marzocca, Valentín Muro, Iván Petrella y Steven Pinker en el Salón de los Científcos, en la Casa Rosada.


Pablo Marzocca, Valentín Muro, Iván Petrella y Steven Pinker en el Salón de los Científcos, en la Casa Rosada.

Valentín Muro, filósofo y periodista, fue uno de los jóvenes presentes en el encuentro. “Rescato una idea post revolución industrial, que es la idea de progreso vinculada al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Y no es ingenuo, no es un tecno-optimista salido de Sillicon Valley sino que plantea: si el camino que nos trajo hasta acá estuvo basado en decisiones racionales basadas en la evidencia, tenemos que ver cómo seguimos adelante del mismo modo". 

Y agrega: “El principal atractivo de sus ideas es que, en este contexto, son inesperadas. Estamos mucho más expuestos a una visión mucho más pesimista del estado del mundo que optimista. En ese sentido, es importante marcar que su optimismo no se basa en ver el vaso medio lleno sino de estar mucho más informados y saber que en muchos aspectos estamos mejor que en otros momentos en la historia”.

4. Tenemos una imagen distorsionada de la realidad

Pinker dixit. “Tenemos una imagen distorsionada de la realidad, la vemos más negativa de lo que es, y eso sirve a los populismos. Donald Trump en particular tuvo una campaña distópica: dijo que no se podía caminar en la calle sin ser asesinados, que los chicos no aprenden nada en el colegio, que el desempleo estaba fuera de control… pero los datos indican que eso es falso, que el crimen está bajando, la educación mejorando y el desempleo achicándose. Pero como el centro y la izquierda se pusieron de acuerdo con que la situación era catastrófica, nadie opuso argumentos a lo que decía Trump”.

En su charla en el CCK ajustó gran parte de sus investigaciones a la situación de la Argentina. Y dijo:

  • “Durante los primeros años de la humanidad, la expectativa de vida no superaba los 30 años. Ahora, el promedio es 70 y en algunos países mucho más. El desarrollo del progreso fue desparejo, eso sí. Pero en este país, por ejemplo, la expectativa de vida asciende a los 75 años, apenas por debajo de Europa occidental".
  • “La tasa de homicidios en Argentina es otro ítem a remarcar. Aunque no lo crean es la menor en América Latina y está bastante cercana a la que se lleva a cabo en los grandes países del mundo"
  • “En Argentina, el crecimiento del PBI, a lo largo de su historia, es muy complicado. Ha tenidos crecimientos rápidos y después caídas y estancamientos. El declive en Argentina, sin embargo, es menor al que se registró en Europa occidental. Supera la tasa de crecimiento en el resto de América Latina"

Sobre ello profundizamos en la charla en Casa Rosada.

–Nuestro presidente anunció hace poco que a fin de año crecerá la pobreza. ¿Cómo se mantiene la teoría del progreso en un contexto en que los datos muestran que estamos y estaremos peor?

–No queremos una forma de optimismo que sea contraria a la realidad. La creencia de que las cosas siempre mejorarán es tan irracional como creer que siempre pueden empeorar. Lo que necesitamos es antes que nada una toma de conciencia de los hechos y mi optimismo no se basa en ver el vaso medio lleno, sino en que la mayoría de la gente no está enterada de los hechos. Y también en el hecho de que sabemos que hay problemas para resolver, y sabemos cómo resolverlos. El futuro depende sobre todo de lo que hagamos ahora, y eso es una forma de optimismo.

Para Paula Salerno, lingüista que también estuvo presente en la charla, las ideas de Pinker son valiosas por las discusiones que se pueden desprender de ellas. “Por ejemplo, me interesa la discusión acerca de la lectura de los datos ‘crudos’. En mi opinión, no existe algo así como una división entre datos a secas, por un lado, y discursos, por el otro. Los datos van de la mano de una interpretación, por eso me parece que es muy difícil postular que hay “una verdad” que está en los números. No podemos simplemente ser optimistas porque los datos lo dicen. De hecho, hay mucha gente que trabaja con estadísticas y que no comparte el optimismo de Pinker”, dice.

Además, Salerno propone una interpretación de sus ideas que bien puede servir como cierre de esta nota. “Podríamos darle un nuevo significado a los postulados de Pinker acerca de esta relación entre datos y optimismo: para mejorar como sociedad, debemos estar despiertos, es decir, interpretar los datos y no simplemente consumirlos, chequear la información, analizar desde qué perspectiva y con qué variables se tomaron esos datos, etc. Solo así, creo, podremos difundir una actitud crítica, y es esta actitud las que nos permitirá progresar como sociedad”.