Curso urgente de política para gente decente, comentado por Natalia Zuazo- RED/ACCIÓN

Curso urgente de política para gente decente, comentado por Natalia Zuazo

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Apelando a sus méritos de profesor, a una escritura que busca mantener la atención y lo logra, Monedero indaga en los conceptos de la ciencia política, la historia y la sociología.

Curso urgente de política para gente decente, comentado por Natalia Zuazo

Curso urgente de política para gente decente
Juan Carlos Monedero
Seix Barral

Uno (mi comentario)

Monedero, académico, periodista y figura de los medios y la política europea, editó en 2017 una versión prologada especialmente para la Argentina de su libro “Curso urgente de política para gente decente”, originalmente publicado en 2013. La relación de su obra queda clara desde el principio: su país, España, viene de recuperarse de una crisis en 2008, de la que resurgió con nuevos movimientos y partidos populares. Argentina, luego de experiencias de expansión de derechos, parece volver a algo más parecido a los modelos conservadores que llevaron a 2001. El tema que hila las casi 250 páginas es entonces sencillo y a la vez una bomba: cómo, cuando dejamos de politizar las cosas, cuando creemos que el conflicto desaparece, la política empieza a actuar en contra del pueblo.

Apelando a sus méritos de profesor, a una escritura que busca mantener la atención y lo logra, Monedero indaga en los conceptos de la ciencia política, la historia y la sociología. Rodea las ideas de la política para deshacerla y explicar por qué todavía debería importarnos y, sobre todo, qué pasaría si desapareciera. Más que para la gente “decente”, el libro tal vez esté destinado a quienes están dejando de creer en el cambio, a los que estamos perdiendo en la frivolidad del consumo o se dejaron llevar por el descreimiento. Por momentos, también resulta un libro ideal para jóvenes o adultos jóvenes, que fuera de lo inmediato busquen nexos con el pasado y la actualidad en las distintas luchas que les toque enfrentar.

Dos (la selección)

“Nos incorporamos como ciudadanos a través del trabajo, luego a través del consumo y ahora a través del deseo de consumo. Es muy difícil luchar contra un deseo. Aunque fracases, sigues deseando. Y siempre te quedan los libros de autoayuda. O el paraíso en otro mundo que, curiosamente, te ofertan nada barato los que viven e el paraíso aquí abajo”.

Tres

“Le entregamos la política al Estado y nuestros intercambios al mercado y rompimos los lazos que nos unían entre nosotros. Creímos que le correspondía a la administración gestionar nuestros asuntos comunes y nos quedamos solamente con los vínculos desnudos del pago al contado. Recuperar la política es decirle al Estado y al mercado que nos devuelvan el control sobre nuestros vínculos y sobre nuestras decisiones. Lo más decente de la vida siempre es con otros. Recuperar la vida como una asociación de gente que sueña parecido. Una asociación libre de gente que ha sido arrojada al mundo y asume, sabiendo que la vida también es un reto, todas las consecuencias.”

Cuatro

“¿De qué habría que prescindir en una sociedad para que desapareciera la política? La respuesta iría en la misma senda: quítese el conflicto de una sociedad y desaparecerá la política. Una sociedad donde no existieran fricciones, donde cada individuo conectara con las intenciones, análisis y comportamientos del resto, donde no existieran tampoco errores, azares ni malentendidos, no precisaría ni de la política ni de la reflexión sobre lo político. Una máquina perfectamente engrasada. Un mundo de ángeles.”

Cinco

“Politizar es hacer consciente el conflicto inevitable entre los intereses de los individuos y grupos y los del resto del colectivo. El ser humano se mueve por el deseo, impelido a su vez por la imitación, pero ese deseo —el que sea— sólo se puede cumplir en la vida social. De ahí que el conflicto afecte a cada rincón de la vida social: la propiedad de la tierra o de las fábricas, el ámbito doméstico, el respeto al medio ambiente, la existencia del dinero, la igualdad entre los sexos, el espacio público, la relación con otros países, la forma de la trascendencia o la manera de resolver los problemas dentro del colectivo. Ese conflicto no tiene solución radical a favor de uno de los extremos, aunque sí vamos construyendo, despacio, algunos consensos de los que la mayoría participa.”

Seis

“Si politizar es traer al primer plano el conflicto, despolitizar, insistamos, es negar el conflicto. Es lo que ocurre con las llamadas a un consenso absoluto, con los acuerdos parlamentarios entre los dos grandes partidos, y es lo que hay detrás de ese lugar cómodo identificado como centro político; un lugar amable donde refugiarse en medio de la confusión del cambio de paradigma en el que nos movemos. Siempre que se despolitiza se pierde de vista un conflicto que no por negado dejará de seguir acechando.”

Siete

“La devastación medioambiental ha roto la ingenua pretensión de que existe una flecha del tiempo donde siempre progresamos. Y basta ver la pérdida de ciudadanía que afecta a Europa para entender que los derechos son reversibles. Despolitizar implica volver a correr el riesgo de repetir comportamientos sociales superados. Las luchas de ayer son los derechos de hoy. La falta de acción colectiva de hoy es el retroceso de mañana. En ningún lado está garantizado el progreso. Por eso, en el corazón de la polis siempre tiene que estar la paideia, la educación en valores sociales, la actualización constante hacia dónde queremos ir.”


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