Danil Tchapovski: “No hay que temerle al fracaso: más fracasás, más aprendés”- RED/ACCIÓN

Danil Tchapovski: “No hay que temerle al fracaso: más fracasás, más aprendés”

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Es ruso, pero habla más porteño que cualquiera. Conoció la noche junto a cantores de tango y de cumbia. Dice que solo se mete en negocios que le permitan sentirse pleno, que no lo obliguen a bajar la mirada ante nadie. Cuenta que con esta empresa, luego de muchos intentos fallidos, pudo encontrarse a sí mismo.

Danil Tchapovski: “No hay que temerle al fracaso: más fracasás, más aprendés”

Foto: Alejandro Guyot. Intervención: Pablo Domrose

Danil "el ruso" Tchapovski es CEO de Juegos Mentales

“Era chico, ruso, carismático, diferente. Eran los '90. Viejos empresarios, cantantes de tango, gente de la cumbia, me hicieron conocer la noche, y con ellos aprendí códigos, y a leer a la gente”.

“Cuando sos joven, te parece que cualquiera que toma una cerveza con vos es tu amigo. Aprendí a entender a la gente: qué quiere cuando se te acerca, de qué palo viene, cómo tratarla. La noche te da cancha, experiencia”.

“En mi generación todavía hay gente muy capaz que tiene la ambición, las ganas, los valores y la cultura para sacar adelante una empresa, un proyecto, o un país. A la generación que me sigue, yo ya no la entiendo. Crecieron en una época en la que todo va muy rápido y algo se torció. No hablan entre sí, no conversan con sus mayores. Van a ser inventores de grandes cosas, pero yo siento que no tienen garra”.

"Me gustaría ser más disciplinado. Sigo teniendo un espíritu muy libre y admiro al que come bien y hace deporte regularmente. También admiro a esa gente que hace valer su tiempo. Yo aún no lo aprendí”.

“Mucha gente me ayudó. Entre ellos, rescató a Marcelo Salas, de Café Martínez. Compartimos viajes, lo escuché, me nutrí mucho de él. Tiene magia y carisma para las relaciones y los negocios”.  

“Cuando abrimos el local de San Telmo en 2014, nos gastamos toda la plata en la creación del concepto y la ambientación del local. Ya no tenía ni para el alquiler del departamento. Era desesperante: En 3 meses no había entrado ni una sola persona. Conocí a Mariela Blanco - hoy nuestra persona de prensa- y ella me cambió la vida. A las 7 de la mañana del otro día, salió una nota de Fernando Massa, y el teléfono no paró de sonar nunca más. Y pensar que yo en dos semanas, estaba cerrando”.

"Después de hacer de todo, por todos lados, ya sé quién soy y qué hago. Armar esta empresa me dió una identidad definida y yo le pasé mis valores: la idea de familia, el asado, hablar de frente. Mi negocio es diferente y yo lo manejo distinto. A veces da resultado, a veces me perjudica”.

"Al jugar, el argentino es muy pasional: Cuando pierde se frustra, se enoja, quiere volver a entrar. Se sienten mal por no haberlo logrado. No lo viven como un juego, sino como un desafío personal. Cuando gana, grita, canta, se emociona, golpea las paredes, parece que está en la cancha. Yo recorrí estos juegos en todo el mundo y no hay jugadores como estos. En Rusia, cuando ganan, salen como quien vio una película”.

"Si alguien tiene una idea y quiere emprender, que lo haga. Solo hacen falta ganas. El resto son excusas: no tengo plata, no tengo tiempo. No hay que temerle al fracaso. El fracaso es un gran maestro, y yo fracasé muchas veces".

“Si un proyecto deja mucha guita y tiene una connotación negativa, que no me cierra, no entro. Necesito hacer algo que me haga sentir pleno y que no me obligue a bajar la mirada ante nadie. Me importa  dejar un legado, una marca”.

“Sigo teniendo el mismo hambre de cuando era cadete. La vida entera no me va a alcanzar para hacer todo. Quiero llegar a una posición importante, pero no por el dinero en sí, sino por lo que me va a permitir hacer el hecho de tenerlo”. 

“Cuando tenga hijos no les dejaré dinero, sino el conocimiento para poder generarlo. Si se los dejara, les estaría quitando una posibilidad”.

Nació en Kazajistán cuando todavía era parte de la URSS. A los 5 años los padres lo llevaron a Siberia. El español lo aprendió viendo las novelas de Natalia Oreiro y Cris Morena. A los 15, se vino a la Argentina con su hermano. Hablando 6 idiomas, fue lavacopas, cadete, empleado de call-center y fabricante de zapatos. En 2014 creó Juegos Mentales. Contra los que lo tildaban de loco, decidió poner su número de celular en la página web, y a cualquier hora le responde a los jugadores de cualquiera de los 12 locales.