Eduardo Fidanza: "Hay motivos para desarmar la grieta, con su nefasta fantasía de que hay dos países irreconciliables"- RED/ACCIÓN

Eduardo Fidanza: "Hay motivos para desarmar la grieta, con su nefasta fantasía de que hay dos países irreconciliables"

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El analista político y de opinión pública, con una sólida formación en sociológica política y análisis de encuestas, señala que los parecidos entre el final de Mauricio Macri y el inicio de Alberto Fernández atestiguan políticas públicas parecidas, "cancelando las diferencias entre izquierda y derecha". El director de Poliarquía, además, considera que en el oficialismo "no están claramente definidos los liderazgos".

—Días antes del 10 de diciembre, día en que asumió Alberto Fernández, escribiste en La Nación que la evidencia histórica llevaría a pensar que este gobierno adoptaría medidas pragmáticas. ¿Creés que se cumplió el pronóstico? 
—Es apresurado determinar si se cumplió o no el pronóstico cuando aún no han transcurrido tres meses desde que asumió el nuevo gobierno. Sin embargo, creo que hay elementos para pensar que, efectivamente, en lo básico esta será una administración pragmática. Para sostener este argumento hay que considerar, como dato de contexto, que históricamente tanto el peronismo como el radicalismo han sido partidos populares que no tuvieron sin embargo propuestas revolucionarias o anti sistema. Fueron y son partidos reformistas. Claro, pueden discutirse los excesos del kirchnerismo, pero he sostenido y lo mantengo que aun esta expresión radicalizada del peronismo acató las reglas centrales de la democracia, como son, aun con defectos y presiones, el funcionamiento de las instituciones del Estado y el respeto a la voluntad popular expresada en las elecciones. En este marco, un par de medidas clave confirmarían el pragmatismo del Gobierno: la suspensión de la movilidad jubilatoria y el tratamiento de la cuestión de la deuda. Son realismo puro. Eso no significa, finalmente, que debamos dar por sentado que prevalecerá la sensatez. No hay que olvidar que gobierna una coalición muy compleja, de fuerzas que piensan distinto y se mantienen cohesionadas justamente por pragmatismo. Y donde no están claros los liderazgos. En otras palabras: aún no se sabe quién manda en la Argentina.

—¿Se puede caracterizar a este gobierno como un movimiento político de centro izquierda popular?
—Creo que es una caracterización plausible, sobre todo teniendo en cuenta que la competencia política en la Argentina, bajo otras configuraciones, vuelve a tener dos protagonistas excluyentes, que en la última elección acapararon el 90% de los votos. No son partidos tradicionales, como el peronismo y el radicalismo de 1983, sino coaliciones que, en cierta forma, conteniendo a los dos grandes partidos históricos representan a la centro izquierda y a la centro derecha, ambas con altos niveles de popularidad, lo que es una novedad saludable para el sistema político.

—¿En qué sentido?
—La coalición opositora acaba de dejar el gobierno encabezado por un partido claramente de centro derecha, como el Pro. Nunca una agrupación de estas características había llegado al poder por elecciones libres. Fue un gran progreso. Hay que considerar también que lentamente los valores que distinguían al peronismo y al radicalismo han ido decayendo y mutando, de modo que hoy es plausible que se vote con apenas un reflejo de lo que constituyeron sus programas: el peronismo enfatizando el aspecto social; y la UCR, el institucional. Estas dos grandes orientaciones, que se prolongan en el plano económico con la acentuación del rol de Estado, en un caso, y con el de la economía privada en el otro, constituyen claras banderas que distinguen hoy a la izquierda y a la derecha democráticas en otros sistemas políticos a nivel mundial. Por último, creo que en la Argentina sucede algo desafortunado, pero interesante: los grandes problemas irresueltos -como la pobreza, la inflación, el déficit fiscal, la deuda, la baja productividad del trabajo y el estancamiento de las exportaciones- tornan parecidas las políticas públicas, cancelando las diferencias entre izquierda y derecha. Los parecidos entre el final de Macri y el inicio de Fernández lo atestiguan. Y acaso podrían constituir un motivo para desarmar la grieta, con su nefasta fantasía de que hay dos países irreconciliables, para afrontar con unidad nacional los problemas dramáticos del único país que tenemos.

—¿Cómo se está reconfigurando el espacio opositor? ¿Qué se puede esperar al respecto?
—Así como considero que en el oficialismo no están claramente definidos los liderazgos, sostengo que en la oposición ocurre algo parecido. Si alguien piensa que el líder natural de la oposición es Macri, creo que tiene que revisar esa idea. Por empezar, la imagen pública del expresidente se está desplomando. En segundo lugar, debe considerarse que a pesar de su muy buena elección, Macri es un político derrotado que debe convivir con otros dirigentes, como Horacio Rodríguez Larreta, neto ganador en su distrito, y aun con María Eugenia Vidal, que si bien perdió mantiene carisma. Por otra parte, los radicales no serán fáciles de alinear porque poseen aspiraciones y no sienten que deban responder verticalmente al Pro estando en la oposición. Ahora, como es regla, la suerte de la oposición no dependerá solamente de ella sino de la evolución del oficialismo. Si el Gobierno no tiene éxito la oposición se potenciará, más allá de sus insuficiencias.

Esta entrevista formó parte de la edición del 2 de marzo de 2020 de “El Reporte de los Lunes”, el panorama semanal que reciben los miembros de RED/ACCIÓN.