El arte de no hacer nada- RED/ACCIÓN

El arte de no hacer nada

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¿Te mantenés muy ocupado porque te gusta sentirte importante? Cada vez más estar ocupado se convierte en un símbolo de estatus. Quizá es hora de ponerle un alto a todo esto.

El arte de no hacer nada

Headexplodie/The New York Times

Andar de un lado a otro y esforzarse por completar largas listas de pendientes cada vez se convierte más en una forma de demostrar estatus: la premisa es que estoy ocupado porque soy muy importante.

Quizá sea tiempo de ponerle un alto a toda esta ocupación. Estar ocupado (si es que de verdad estamos ocupados) muy pocas veces es el indicador de estatus que creemos que es. No obstante, el impacto es real, y los casos de síndrome de desgaste profesional, trastornos de ansiedad y enfermedades relacionadas con el estrés están al alza, sin mencionar el síndrome de desgaste milénial.

Hay una solución para toda esa locura y no está relacionada con una mayor conciencia plena, más ejercicio o una dieta saludable (aunque todo esto sigue siendo importante). Nos referimos a… no hacer nada. O, como dicen los neerlandeses, niksen.

¿Qué significa niksen?

Es difícil definir lo que es no hacer nada, porque siempre estamos haciendo algo, incluso mientras dormimos.

Doreen Dodgen-Magee, una psicóloga que estudia el aburrimiento y que escribió el libro Deviced! Balancing Life and Technology in a Digital World, equipara el niksen con un auto que tiene el motor encendido, pero no se dirige a ningún lado.

“La forma en la que concibo el aburrimiento es llegar a determinado momento en el que no hay ningún plan más que simplemente estar”, dice.

Sandi Mann, una psicóloga de la Universidad de Lancashire Central en el Reino Unido, añade que el niksen puede ser el momento “en el que no estamos haciendo lo que deberíamos. Tal vez porque no queremos o no nos sentimos motivados. En lugar de eso, no hacemos gran cosa”.

De manera más práctica, la idea del niksen consiste en dedicar tiempo y energía de manera consciente y calculada a hacer cosas como mirar por la ventana o permanecer sentados e inmóviles. Los menos informados dirán que estas actividades son propias de gente “floja” o que son un “desperdicio”. Repito: tonterías.

En Smarter Living nos gusta desde hace mucho tomar descansos en el día, ya que los estudios demuestran que sentirse mareado, cansado o agotado mentalmente durante la jornada laboral reduce de manera importante el desempeño y la productividad.

En otras palabras: ya sea que estemos en la casa u oficina, nos concedemos el permiso de solo dejar pasar el rato toda la tarde.

¿Por qué es necesario el niksen en nuestra vida?

En general, nuestra cultura no fomenta que estemos sentados sin movernos, lo que puede tener consecuencias de amplio alcance para la salud mental, el bienestar, la productividad y otros aspectos de nuestra vida. La tecnología no facilita las cosas: el teléfono que llevás con vos en todo tiempo hace que sea casi imposible desconectarte de verdad y adentrarte en la inactividad. Además, el hecho de mantenernos ocupados todo el tiempo podría hacernos perder la capacidad de sentarnos y quedarnos quietos porque nuestro cerebro en realidad está volviendo a crear sus conexiones.

De hecho, los beneficios de la inactividad pueden ser muchos.

La investigación de Mann ha descubierto que soñar despierto (un efecto inevitable de la inactividad) “nos vuelve literalmente más creativos, mejores para solucionar problemas, más capaces de tener ideas creativas”. No obstante, para que eso suceda, se necesita una inactividad total.

“Deja que la mente busque sus propios estímulos”, comentó Mann. “Es ahí donde empezamos a soñar despiertos y la mente comienza a vagar, y es en ese punto cuando hay más probabilidades de que nos llegue la creatividad”.

Contradictoriamente, la inactividad puede ser una herramienta bastante productiva ya que “si nuestra energía está completamente agotada, nuestra productividad no será buena, porque no tendremos suficiente combustible para ser productivos”, afirma Chris Bailey, un experto en productividad y autor del blog A Life of Productivity.

El niksen también puede ayudarte a resolver problemas.

De acuerdo con Manfred Kets de Vries, profesor de Desarrollo de Liderazgo y Cambio Organizacional de Insead en París, el niksen “te saca de tu mente y, después de un tiempo, sos capaz de ver las cosas con claridad”.

No obstante, detener el ciclo de la ocupación puede ser todo un desafío en una cultura que valora la culminación de tareas. Estos son algunos consejos para ayudarte a parar y simplemente estar:

Buscá el tiempo para no hacer nada, y hacélo con un objetivo.

Bailey sugiere que determines en qué momento sos más productivo y creativo, y luego ubiques en qué momento tu mente comienza a detenerse o cuándo empezás a hacer tareas de manera automatizada. Es entonces cuando debes tomar un descanso o salir a caminar. La intención detrás de la decisión es lo que cuenta.

“No hago nada, pero hay una intención”, afirma Kets de Vries. “Sé que sin los descansos no puedo ser eficaz”.

Establecé las tareas que son una prioridad para vos y las que te resultan placenteras y, siempre que te sea posible, delegá las demás. Enfocarte en las partes verdaderamente relevantes de la vida puede ayudarte a crear espacios de tiempo libre en tu agenda. Aprovechá las oportunidades convenientes para practicar la inactividad, como cuando estás en una fila o esperando a que tus hijos salgan de la escuela y lleguen a casa.

Evitá la cultura de la ocupación.

Si no estás haciendo nada, tomátelo en serio. Cuando alguien te pregunte qué estás haciendo durante un descanso, respondé sencillamente: “Nada”. No des explicaciones respecto a los descansos o vacaciones que tomas y si empezás a sentir culpa porque te consideran flojo, pensá que el niksen no es una señal de pereza, sino una habilidad relevante para la vida. Elegí la incomodidad inicial del niksen sobre la familiaridad de la ocupación.

Controlá tus expectativas.

Aprender requiere tiempo y esfuerzo, así que no te desanimes si no empezás a sentir de inmediato los beneficios de la inactividad. Hay que saber que quedarte sentado y quieto de hecho podría ser incómodo al principio y requerir de práctica, como el ejercicio.

Dodgen-Magee lo compara con comenzar una nueva rutina de ejercicio: al inicio, podrías sentirte adolorido, pero “después de un tiempo llegará el momento en que vas a pensar: ‘Se siente maravilloso’”.

Reorganizá tu entorno.

Tu entorno puede tener un gran impacto en qué tanto te podés adentrar en la ociosidad, así que tené en cuenta el espacio físico en tu casa y en tu lugar de trabajo. Mantené tus dispositivos alejados para que sea más difícil tomarlos y convertí tu hogar en una zona apta para el niksen. Incluí un sofá suave, una silla cómoda con antebrazos, algunos cojines o solo una manta. Orienta los muebles en torno a una ventana o a una chimenea en lugar del televisor.

“Si estos espacios existen, la gente los utilizará”, dice Dodgen-Magee.

Pensá de forma creativa.

Si no podés quedarte quieto en tu casa o en tu lugar de trabajo, andá al parque o agendá un día de relajación en el spa. Dodgen-Magee anima a las personas a organizar fiestas del aburrimiento, durante las cuales el anfitrión invita a algunos amigos a… aburrirse juntos.

Bailey sugiere experimentar con distintos estilos de vida para encontrar el adecuado para vos. Por ejemplo, él vivió en la dejadez durante una semana y aprendió que es importante “soltar las riendas” de vez en cuando.

Si te sigue incomodando la idea de no hacer nada, intentá engañar a tu mente para que piense que estás siendo productivo. Dodgen-Magee sugiere usar juguetes sin reglas, como la arena cinética, las esferas de relajación o un circuito de canicas.

© 2019 The New York Times