El desafío de implementar el lenguaje inclusivo en las empresas- RED/ACCIÓN

El desafío de implementar el lenguaje inclusivo en las empresas

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La especialista en desarrollo de contenidos lingüísticos María Inés del Árbol explica en esta breve entrevista por qué las empresas tienen que buscar formas de incluir a través de las palabras. También marca los errores más comunes.

El desafío de implementar el lenguaje inclusivo en las empresas

Ilustración: Denise Belluzzo


—  ¿Cuál es el desafío del lenguaje inclusivo en las empresas?
—  El gran desafío que plantea el lenguaje a las empresas es, justamente, incluir. ¿Cómo lograr que las personas que encabezan un mail con “Estimades” y las que lo hacen con “Estimados” se sientan incluidas en ese mensaje que reciben? En las compañías conviven distintas generaciones, distintas mentalidades: quienes las conducen son conscientes de que tienen que lograr hacer que todo el mundo se sienta parte para sacar el máximo potencial. Tal vez, encabezando un mail con “Equipo” todo se resuelva. Hay que escuchar qué tienen para decir quienes trabajan en las empresas, entender y, a partir de allí, armar lineamientos para que cada persona se sienta considerada en los mensajes: desde quien odia la “e” hasta quien piensa que la “o” es la reproducción constante de una sociedad patriarcal. Pero no solo en temas de género queda la cuestión. También hay que incluir a otros grupos: personas con discapacidad, personas adultas mayores, etc. El objetivo es siempre que el lenguaje sea una forma más para propiciar la igualdad de oportunidades en las compañías. Cambiar el final de una palabra no cambia a la empresa, pero da visibilidad al tema.


—  ¿Cuáles son los errores más comunes que pueden evitarse?
—  Hablar de “discapacitados” o “personas con capacidades diferentes”; hablar de “nuestros abuelos” o de “obesos y obesas”, por ejemplo, son errores que podemos evitar fácilmente. La forma correcta es siempre nombrando a la persona y, luego, sus características, sin eufemismos: personas con discapacidad, personas adultas mayores, personas con obesidad. Todo el mundo, sea cual sea su diferencia, es capaz de realizar elecciones, de lograr autonomía y de ejercer el control de su vida. Intentemos que sea posible. ¿Cómo? Capacitándonos, escuchando de qué manera cada grupo pretende ser llamado. Muchas empresas están armando sus manuales de lenguaje inclusivo, que guían sobre cómo hablar o escribir. Ni “o” ni “e”: puentes.


—  ¿Cómo llegar a los consumidores desde un lenguaje que no excluya a nadie?
—  Siempre que podamos, hay que intentar evitar el masculino genérico. En lugar de hablar de “En la Argentina, todos eligen este alfajor” decir “Todas las personas de la Argentina eligen este alfajor”. Y, por supuesto, soslayar los estereotipos. Ya hubo grandes muestras de que si para el Día de la Niñez -término con el que salimos del masculino de “Día del Niño”- proponemos muñecas para las niñas y set de experimentos científicos para los niños, la sociedad lo rechazará. Otro gran ejemplo es… ¿por qué no vemos a personas con obesidad o con discapacidad en las grandes campañas de moda? Si consumen, se visten… ¡empecemos a reflejarlas! Visibilizar las diferencias para comenzar a incluirlas está también en manos de las empresas.

Este contenido fue publicado originalmente en Otra Economía, la newsletter sobre economía circular, inclusiva y de triple impacto que edita Florencia Tuchin. Podés suscribirte en este link.