Francesco Tonucci: “Hay que defender a los buenos maestros y renunciar al aula para convertir la escuela en talleres”- RED/ACCIÓN

Francesco Tonucci: “Hay que defender a los buenos maestros y renunciar al aula para convertir la escuela en talleres”

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El pedagogo italiano es consultado por ministros de Educación de varios países, incluido la Argentina, y propone aprovechar la irrupción de la pandemia para promover un cambio profundo en el funcionamientos de la escuela. Llama a que se acuerde con niños, niñas y adolescentes el proyecto de cada colegio y que se trabaje en descubrir la vocación de sus estudiantes.

Francesco Tonucci: “Hay que defender a los buenos maestros y renunciar al aula para convertir la escuela en talleres”

Intervención: Pablo Domrose / Foto: Enrique Cabrera - Télam

“Si pensamos a la escuela como una empresa, es inviable pretender volver para enseñar lo mismo y de la misma manera que como lo veníamos haciendo. Ninguna automotriz que producía un alto porcentaje de autos con desperfectos puede pensar en retomar su trabajo de la misma manera”, desafía el pedagogo e ilustrador italiano Francesco Tonucci.

Para completar su metáfora basta analizar los resultados que obtuvo la Argentina en las últimas pruebas PISA, una evaluación estandarizada a nivel internacional que permite medir el rendimiento de los estudiantes. Así, sabemos que en matemática y ciencias los y las estudiantes están estancados desde 2006. Y en lectura, la mitad de ellos tiene un pobre desempeño en entender lo que leen.

Por estos motivos, entre muchos otros, estudiantes, familias, docentes, especialistas y funcionarios de la Argentina coinciden, desde hace mucho tiempo, en que se deben implementar cambios en la educación.

Es en estos casos, en los que hay consenso respecto a que se necesitan hacer modificaciones, que Tonucci propone enfocarse en cinco aspectos para planificar el regreso a la escuela tras la experiencia de vivir en cuarentena:

  • Que la escuela evalúe todo lo que niños y niñas ganaron durante el aislamiento.
  • Que la escuela genere espacios para que los y las estudiantes descubran su vocación y la puedan desarrollar al máximo.
  • Que se creen distintos laboratorios y talleres dentro y fuera de la escuela.
  • Crear un consejo asesor, en cada escuela -desde inicial a secundaria- y en cada ciudad, del que participen los niños y las niñas, y los y las adolescentes.
  • Armar grupos con alumnos de distintas edades.

Pero no solo en la Argentina estamos discutiendo cómo volver a las aulas tras meses de cuarentena. En la gran mayoría de los países, los funcionarios buscan la mirada de especialistas en Educación y otras disciplinas para pensar a la escuela pospandemia.

Y en los últimos meses Tonucci, que ya era un especialista muy respetado por los docentes, se convirtió en uno de los más consultados por los ministros de Educación de Europa y Latinoamérica.

Videollamada entre Nicolás Trotta y Francesco Tonucci, en mayo pasado. / Foto: Ministerio de Educación de Nación

Aprendizajes ganados durante la cuarentena

“Sería gravísimo volver a la escuela pensando en recuperar lo que no han hecho los y las estudiantes”, subraya Tonucci. Y propone que la escuela evalúe lo que ganaron en estos meses de encierro sus estudiantes, lo que descubrieron dentro de sí mismos, los nuevos sentimientos y competencias.

“Casi todos los niños en nuestras encuestas confían en que aprendieron algo nuevo y no son juegos, sino capacidades, competencias”, dice el especialista.

Para Tonucci también es relevante observar que “los estudiantes, en su mayoría, se aburren en la escuela, no quieren ir, aprenden poco y se olvidan pronto. Y esto ocurre especialmente con los más vulnerables, los que salen de las condiciones socioeconómicas más bajas. Eso significa que la escuela no consigue el objetivo más importante, aquel que nuestras constituciones democráticas le han confiado, que es el de darles a los y las estudiantes herramientas para desarrollarse como ciudadanos”.

Otro tema que impacta en la educación y que Tonucci destaca es que la profesión docentes es una de las profesión con más alta tasa de enfermedades. “Esto no tiene sentido. Si las personas que trabajan con niños se enferman, significa que viven mal lo que hacen y si lo viven mal ellos, es difícil que lo vivan bien alumnos y familias”, puntualiza.

A esto, el pedagogo suma los resultados de una encuesta que viene haciendo durante la cuarentena el equipo de investigación que lidera y que trabaja en el laboratorio internacional La Città Dei Bambini. Con el relevamiento a niños, niñas y adolescentes de distintos países buscan saber cómo se sienten y qué necesitan. Así, se encontraron con que extrañan a los amigos, que les gusta estar más tiempo con los padres y que están hartos de tanta tarea, cansados y aburridos de seguir clases frente a una pantalla.

“Son datos que deberían tenerse en cuenta al pensar una nueva escuela”, repite en una de sus últimas conferencias, organizada por UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO (IIPE).

Descubrir las vocaciones y desarrollarlas

Tonucci también considera que es buen momento para crear un nuevo pacto educativo entre la escuela y la familia. Y, una base de partida, para él, es el artículo 29 de la Convención de los DDHH del Niño: “Porque hablando de educación involucra a las dos instituciones educativas: escuelas y familia. Y porque siendo un tratado internacional, después de las constituciones es la ley con más alto nivel jurídico. Es decir, no podemos decir que hay una ley que nos impide hacer lo que este artículo plantea”.

El artículo arranca así: “Los estados partes convienen en que la educación del niño deberá estar encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades...”.

A partir de esto, Tonucci interpreta que el objetivo de la escuela no es que los alumnos consigan los objetivos previstos en los programas escolares, en las leyes o en los libros de texto. Sino que cada uno y cada una descubra su vocación, aquello por lo que nació, lo que el tratado llama “aptitudes”.

Y cuando cada uno descubre el suyo, “la familia y la escuela tienen la obligación de ofrecerles los instrumentos adecuados para desarrollarlo hasta el máximo de las posibilidades”.

Consejos escolares, laboratorios y talleres

Teniendo en cuenta que la vuelta será manteniendo distancia social, que en el caso de la Argentina será de entre 1.50 y 2 metros, que no se podrá estar mucho tiempo en el mismo lugar y que los grados/años o comisiones serán divididas, es que Tonucci propone reinventar todos los espacios de la escuela y sumar espacios de la ciudad.

Antonio Tonucci / Foto: Facebook La Città dei Bambini

Para pensar esta propuesta, invita a observar que solo en la escuela una persona está sentada, en el mismo lugar para ver casi todas las materias, entre 6 y 8 horas. “Nuestros colegios aprovechan menos de la mitad de sus espacios. Permanecen largo tiempo en desuso: patios, pasillos, jardines, subsuelos, etcétera.. Esto no puede seguir así. Hay que renunciar a las aulas y pensar una escuela de talleres y laboratorios distribuidos en distintos espacios”, sostiene.

Claro que esta reinvención, detalla el especialista, debe hacerse teniendo en cuenta cada ciudad, cada lugar. “A partir de ahí, lo primero que quisiera pensar es que lo que vamos a hacer cuando se abran las escuelas no puede decidirlo el Ministro de Educación o los responsables de los distintos estados. Lo tiene que decidir cada ciudad y cada escuela”.

Para ello, considera que se deberían crear mesas de diálogo alrededor de las cuales se sienta el intendente con sus colaboradores, el director de la escuela con sus docentes, los padres y los niños.

“Todo ellos deben estar en la mesa para preguntarse qué hacemos y cómo lo hacemos. De allí deben salir las nuevas normas. No podemos pedir que los niños obedezcan si las normas vienen de arriba, porque lo primero que tratarán será de transgredirla. Niños y niñas deben estar en la mesa de decisiones y sentirse responsables. Y eso es posible porque ellos están sintiendo muy fuerte la responsabilidad en este momento”, expone.

En ese sentido, ciudades como Neuquén, Rosario -en Santa Fe- y Arroyito -en Córdoba-, entre otras, ya trabajan con consejos asesores. Y forman parte de la red de ciudades de la Città dei Bambini.

Desde este laboratorio también creen que la ciudad debe invitar a todas las fuerzas sociales, productivas públicas y privadas de la ciudad a dar un paso adelante y colaborar con la educación. Es decir, ofrecer a las escuela propuestas educativas para que alumnos y alumnas puedan pasar un tiempo fuera de la escuela, en grupos más pequeños, visitando una fábrica, una granja, una editorial. Incluso, ver si es posible que los niños hagan su pan en una panadería.

“Deben ser propuestas sencillas pero muy sensibles, donde realicen actividades con sentido. Además, como otros se quedarán en la clase, cuando se encuentren tendrá sentido contar qué vieron, qué hicieron, qué aprendieron. Ese es un reto, porque saber contar una experiencia es muy importante”, rescata Tonucci. Y advierte: “Lo que no tiene sentido es contarse las tareas del día anterior que casi todos han hecho más o menos lo mismo”.

Foto: CIPPEC

Generar grupos de distintas edades y promover la autonomía

Al dividir las clases en distintos grupos, será difícil contar con la cantidad de docentes que requeriría cuidar y controlar a todos los grupos. “No conozco estados que cuenten con recursos como para duplicar el número de maestros”, refuerza Tonucci.

Por eso, sostiene que lo mejor es hacer grupos mezclando las edades porque de esta manera se puede garantizar mejor el trabajo autónomo de los grupos.

Frato, nombre que usa el pedagogo para firmar sus ilustraciones, hace mucho foco en la importancia de que niños, niñas y adolescentes ganen autonomía. “Sería muy bueno que aunque sea por un día pudieran ir solos y, en lo posible, caminando a la escuela. Sería muy bueno que puedan relacionar el final de esta cuarentena con el poder salir solos”.

Eso sí, todo lo propuesto con anterioridad tiene sentido “si los niños están adentro, si son protagonistas. Para eso debemos respetar el artículo 12 de la Convención, que dice que tienen derecho a expresar su opinión cada vez que se tomen decisiones que los afectan. Esto significa que tenemos la obligación de consultarlos”, reflexiona Tonucci.

Es por eso que propone que desde el nivel inicial en adelante, en cada escuela se creen consejos de los que participen niñas y niños, que se reúnan frecuentemente con la dirección de la escuela, y juntos evalúen qué están haciendo y cómo se puede mejorar.

Para implementar esta propuestas innovadoras, Tonucci, habla de la importancia de empoderar a los buenos maestros, “que no son muchísimos y se los reconoce porque las familias los adoran, sus alumnos esperan con ansias que llegue el lunes y ellos no se enferman, no pierden un día de escuela. Directores y funcionarios deberían apoyarlos, defenderlos, muchas veces, de los ataques de sus propios colegas”.

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