¡Hola! Un error providencial me trajo la última edición de la saga completa de Harry Potter. Tuve que devolverla, pero algo de su magia quedó flotando en mi casa.
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1
Un azar divino. Este mes esperaba desesperadamente que me mandaran unos libros para entregar un trabajo. Me los mandaron. Los recibí. Subí a casa. Abrí el paquete. Y… ¡sorpresa! La caja no tenía los libros que necesitaba. ¿Había sido un error? Adentro de la caja estaba la nueva edición de la colección completa de Harry Potter. La colección que acaba de llegar a librerías. El pobre motoquero confundió los paquetes. Un error dramático y perfecto.
2
La historia de un amor… Y de un amor complicado, porque en casa amar a Harry Potter supuso una rivalidad sin paz con mis hijos. Por los libros (¿cómo se elige quién va a leer primero la última novedad de Potter? ¿Y si somos seis en la familia?), por establecer los mejores títulos, por la identificación de las casas (“sos un Hufflepuff”, tirado en medio de la mesa, podía ser una agravio de los pesados), y así.
- Pero cuando pasó el tiempo, la rivalidad mutó en aberración: cuando se fueron de casa se llevaron de mi biblioteca todos los ejemplares de Harry Potter, y “todos” quiere decir todas las ediciones existentes, en inglés, ¡en francés! y en español, primeras ediciones o ediciones décimo treinta, hechas percha o en un estado más o menos digno. Hasta un Harry Potter y la orden del Fénix leído en la playa todo desencuadernado por el calor del sol y lleno de arena.
3
Elige tu propia aventura. Vuelvo a mi casa, al living. Ahí estoy, enfrente de una caja recién desinfectada con las nuevas ediciones de Harry Potter. El mago puede volver a mi biblioteca casi por arte de magia. Pero todo esto me plantea un dilema: no son los libros que necesito, pero… son los libros que necesito. ¿Obedezco a mi deseo de poseer esos siete tomos o sigo los consejos de mi superyó y reclamo los libros para trabajar? Y ya sé cómo sigue esto. Voy a recorrer mi casa sin saber qué hacer, putear a la pandemia, voy a pelearme con mi yo racional.
- Spoiler: el espíritu aventurero se me está muriendo con la edad y le presto atención a esa voz que me dice que hay que cuidar las fuentes de trabajo durante esta pandemia, así que hago lo correcto. Arreglé el error, llamé, vinieron, se fueron mis Harrys, vinieron mis novelas. Y acá estoy, con dos novelas a las que inesperadamente les guardo un rencor inmenso: ahí, todas sofisticadas y grises al lado de mis siete tomos que así como vinieron partieron, dejando solo vacío.
4
Una TERF. Fiel a su estilo polémico en materia de género, hace unas semanas JK Rowling posteó un tuit en el que dejaba en claro que para ella las trans no son mujeres, y que su lucha debería ser otra que la feminista, un argumento extendido entre las TERF (o feministas radicales trans-excluyentes).
Esto por supuesto suscitó las críticas y respuestas de desolación y decepción tanto por parte de sus fans y lectores, como de las estrellas de los elencos de las películas de Harry Potter: Daniel Radcliffe y Emma Watson dejaron muy en claro que piensan muy distinto que su alma mater. ¡Justo que Rowling había empezado a postear los capítulos de lo que será su próximo libro, El ickabog! Menuda publicidad. Pero bueno, sabemos que hasta la mala prensa es prensa.
5
El ickabog. Hablando de eso. Casi como un sorteo al estilo de Charlie y la fábrica de chocolates, Rowling abrió una convocatoria para que todos los niños y niñas del mundo hagan dibujos que ilustren su nuevo libro. Los dibujos de los 34 afortunados que ganen el concurso formarán parte de la edición en papel de El ickabog que, si todo sale bien (aunque en este mundo nunca se sabe), saldrá en noviembre. ¿Y si el dibujo ganador es trans? ¿Puede reclamar su premio?
6
Una anécdota familiar. Empecé leyendoles Harry Potter a mis hijos porque eran chicos y la rutina de un capítulo por noche nos divertía a toda la familia. Realmente la pasábamos bomba. Y pasaron los años y un día me echaron y me dijeron que seguían solos, así que compramos varios tomos repetidos y todos en la casa leíamos lo mismo. Obvio, empezamos a desfasarnos, entonces las tramas se volvieron en tabú para no spoilear a los que estaban atrasados. Se armaban subgrupos familiares de acuerdo a por dónde íbamos. Comedia de enredos, mi marido de ese entonces se frenó en el tomo 4 y no avanzó más. Mucho trabajo y un millón de excusas ridículas (En serio, ¿qué hay más importante que leer Harry Potter?!). Obvio, hubo discusiones. En serio. Yo enardecida, los chicos más pacientes. Y la cosa se volvió ridícula.
- Ya pasaron muchos años, pero permaneció el resentimiento por la ausencia de pater familiae que se bajó del proyecto y nos privó de tantas sobremesas. Pasaron ¿20 años? y ya todos vivimos separados, pero una de mis hijas lo sentó este verano de cuarentena y lo conminó a terminar con esta herida. Él cumplió. Hace una semana en un Zoom familiar pudimos, ¡al fin!, hablar los seis de Harry Potter. Hubo un problema: yo los terminé pero nunca los releí, así que olvidé muchas partes.
Espero que te haya gustado el envío de hoy. Yo me retiro a seguir buscando libros. ¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Lecturas? Escribime a [email protected]
Va un fuerte abrazo,
Flor
