La calesita argentina, comentado por Natalia Zuazo- RED/ACCIÓN

La calesita argentina, comentado por Natalia Zuazo

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La calesita argentina, comentado por Natalia Zuazo

La calesita argentina
Nicolás Tereschuk
Capital Intelectual

Uno (mi comentario)

Si el formato Intratables de “hablar de política” siempre termina en el eterno retorno (la conclusión de que todos los gobiernos son iguales en hacernos padecer la vida cotidiana), en La calesita argentina el politólogo Nicolás Tereschuk se propone el desafío contrario. Su objetivo es tomar la madeja de lo repetido y tirar de sus hilos para ver qué nos dicen sobre nuestra identidad, recurriendo a autores clásicos y contemporáneos, a la historia y a experiencias que nos permitan salir de la conclusión obvia del que se vayan todos.

El libro tiene el valor de salir del ese aparente refresh de ideas que nos devuelve la ruedita de las redes sociales, donde siempre encontramos algo nuevo pero pocas veces algo novedoso de verdad. Con humildad, el autor dice no ser original en recurrir a lecturas (Platón, Maquiavelo, Perón, Bobbio, O´Donnel, Laclau, por citar algunos) previas para leer el presente. Sin embargo, en sus relecturas para interpretar algunas preguntas importantes de nuestros días (¿por qué a los proyectos populares les cuesta generar horizontes de futuro?, ¿se debilitó el kirchnerismo?, ¿se fortaleció el macrismo?), agrega lo que la era de la polarización no permite: terrenos un poco movedizos desde donde ver desde lejos, pero al menos ver algo más que lo habitual. Para lograr claridad, Tereschuk busca despejar algunas nubes que lo obsesionan: los ciclos políticos y sus causas, los límites (y la audacia) de los modelos, el timing de las políticas, la crítica a lo que lleva al campo popular a un reformismo que no termina de generar revoluciones. En definitiva, la calesita argentina es un libro que habla de paradojas, esos caminos que a veces que hay que recorrer con coraje para lograr llegar hasta un lugar mejor.

Dos (la selección)

“La mirada cíclica augura también una dificultad intrínseca. Cosas que no se pueden desanudar o resolver. Cuestiones que vuelven, que nos acechan. Gobernar la Argentina es una experiencia de enorme dificultad, aunque el optimismo del presidente Macri, de su entorno, de los grandes medios de comunicación, de los empresarios, del “mundo” durante sus primeros dos años de mandato parecieron olvidar esta noción que a algunos nos resulta tan clara.”

Tres

“De alguna manera, la idea de los ciclos no hace otra cosa que ponernos frente a la paradoja de que cuanto más se fortalece, cuanto más se despliega, cuanto más madura una determinada forma de gobierno, más se acerca al momento en que ya ha dado todo lo que se puede dar. No solo está más cerca de su decadencia, sino que más cerca está de abrir paso con su muerte a otro esquema de organización que bien puede tener características polares o contrarias a las que analizamos.”

Cuatro

“Por poner un ejemplo que nos interesa: el kirchnerismo siempre apostó por impulsar el consumo interno, incluso en momentos en que muchos economistas desaconsejaban ese curso de acción. Siguiendo algunas de las ideas que mencionamos aquí, podría pensarse que fue esa voluntad de fomentar el consumo lo que, por un lado, le permitió ser lo que fue: por caso, gobernar doce años, imponiéndose en tres elecciones presidenciales, un gran éxito político. Y, por otra parte, esa misma forma de ser del kirchnerismo puede pensarse como la que produce sus propios obstáculos, pensamos aquí en un engrosamiento de las clases medias que terminan exigiendo menos Impuesto a las Ganancias, más acceso a bienes de consumo durables importados y dólares en forma de billetes, más producción industrial con el consiguiente aumento de las importaciones de insumos, bienes de capital y partes, o incluso la compra de bienes extranjeros terminaos que tarde o temprano generaron problemas más que económicos para el kirchernismo. Desde este enfoque sería necesario pensar si es eso que está en el ADN kirchernista lo que a su vez generó el recambio hacia el macrismo y no hacia el propio kirchnerismo.”

Cinco

“Si avanzamos algunos pasos más, nos encontraremos con el problema de buena parte de los gobiernos del «giro a la izquierda» en la región para renovar horizontes de futuro de cara a la sociedad. Mi impresión es que, de alguna forma, este ánimo reactivo, minimalista, reparador pero no conquistador del pueblo genera serios obstáculos para transmitir un programa completo, una noción renovada de futuro, una promesa llena de imágenes –aunque más no sea- del porvenir, de modernidar, de apuntar a estar al día con lo que se lleva en el mundo. El sector social que tiene como programa máximo poner en caja –por un tiempo- a las elites, defenderse de un ansia de dominio potencialmente ilimitado, encuentra de manera recurrente dificultades para desplegar al mismo tiempo toda una cosmovisión, una estética que se retroalimente, que venda un mediano o largo plazo de brillo y esplendor al cual aspirar”

Seis

“(…) Perón hace explícita su idea de que lo que se trata es más bien de evitar una revolución que de hacerla. La mirada contiene postulados más bien módicos. No pocos dirán que contrarrevolucionarios o hasta conservadores. (…) Como si se tratara de una transacción –no de una imposición, de una conquista- Perón calcula en 30% el costo de este esquema de justicia social que pocos días después la Unión Industrial Argentina echará por tierra con duras críticas. Los propietarios sienten el discurso de Perón como una amenaza, aunque está lejos de tener una perspectiva desbordante, agresiva y de dominio. Supongamos por un instante que el peronismo sí tuvo ese humor en algunos tramos durante los diez años de gobierno en las décadas de 1940 y 1950. Que en algún momento tuvo un ansia de poder hasta agresiva. Y que logró exponer una cierta visión intelectual y moral de largo plazo: una ética y una estética válidas y potentes, incluso con rasgos de modernidad a través de la promoción del desarrollo industrial o científico-tecnológico soberano. Supongamos también que en algún momento de esa década se pasó de rosca en su épica y en su estética. Pensemos que más temprano que tarde algo de esa pulsión de dominio político se desbordó o se convirtió intolerable para las elites. Veamos qué ocurrió con el correr de la historia. Qué tipo de horizonte representó ese sector político y social.”

Siete

“En este contexto, el límite a la eventual hegemonía oficialista (*) parece estar tanto en la resistencia de los sectores subalternos como en las desavenencias entre los sectores dominantes. Los intereses de los sectores financieros y especulativos versus los de los productores de bienes. Los intereses de los sectores exportadores versus los de los importadores. Los intereses de los sectores bendecidos por las (des)regulaciones del gobierno de Macri versus las de aquellos perjudicados. Los intereses de los sectores que tienen más sillones ocupados con sus integrantes en puestos de gobierno versus aquellos que se ven más raleados en el elenco oficinal. Los intereses de los acreedores externos, grandes jugadores de Wall Street que no dudan en desprenderse de los papeles argentinos cuando la cosa viene mal, disparando así una vez más el riesgo país o derrumbando las acciones de compañías locales o haciendo subir el valor del dólar y los empresarios que tienen inversiones hundidas en el país. No parece existir una comunidad de negocios, un esquema que deje a todos los actores que se oponen al populismo conformes”

(*) de Macri

Selección y comentario por Natalia Zuazo, periodista de poder y tecnología, politóloga. Directora de la agencia tecnopolítica Salto. Autora de Guerras de internet (Debate, 2015) y Los dueños de internet (Debate, 2018).


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