La capacidad de la comunidad sanjuanina para responder a un terremoto- RED/ACCIÓN

La capacidad de la comunidad sanjuanina para responder a un terremoto

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

No hay que lamentar víctimas tras un sismo tan grande como el de San Juan.

La capacidad de la comunidad sanjuanina para responder a un terremoto

¡Hola! Hace unos días se vivió una catástrofe en la provincia del Cuyo, que necesita nuestra ayuda. Pero quisiera que pensáramos en la relevancia de que con un sismo tan grande no haya habido ninguna muerte.


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Intervención: Denise Belluzzo.

En 1944 San Juan sufrió el terremoto más importante de la historia del país (de 6.9 en la escala actual). En 1977 volvió a sufrir un fuerte terremoto (de 6.7). Hace pocos días la ciudad sufrió uno de 6.4. Pese a saber que se trata de una zona sísmica, las personas viven estas situaciones con tremendo temor, es un momento indescriptible.

En 1944 se estima que la ciudad de San Juan tenía una población de 80.000 personas y hubo 9.000 muertos. Es decir, alrededor de una de cada diez personas murieron. También se dice que a esos 9 mil se suman unas 6 mil que nunca se encontraron. Una verdadera catástrofe en una ciudad en la cual alrededor del 90% de las viviendas eran de adobe. La ciudad (y sus alrededores) debía levantarse, superar duelos, recuperar su arquitectura, su vida. Algo muy complejo tras tanta muerte, tanta desolación.

Tres décadas más tarde llegó otro terremoto. Quizás la ciudad ya había triplicado su población. Por desgracia fallecieron 64 personas. Aunque fue tragedia, luego de 30 años de reconstrucción se salvaron miles de vidas.

Llegamos a estos días. Fue un terremoto menor, pero tremendo. San Juan es impactada, pero esta vez sin ninguna víctima fatal. Es cierto, con 400 familias afectadas, porque posiblemente sus casas no sirvan más, haya que reconstruirlas. Pero no hubo muertes. Y esto es gracias a dos, tres, cuatro generaciones que supieron convertir la tragedia en algo constructivo, algo edificante, que construyeron una comunidad, una vida social. En los últimos años poquísimos lugares del mundo tienen terremotos de más de 6 puntos sin ninguna víctima.

Hay algo positivo: de 9.000 muertes a 0, en 70 años. Quizás es una mirada demasiado optimista. Pero es un logro que llevó trabajo.

Por supuesto están esas 400 familias. Hay que ayudarlas a reconstruir. Actualmente estamos asistiendo a una de ellas: un matrimonio con un bebé de 6 meses y un hijo de 2 años, ahora sin casa. Están viviendo en una camioneta un poco vieja. Para ella, podés dar una mano: desde un chupete, un pañal chico-mediano, cuatro mantas, un colchón, cemento, ladrillos… Todo sirve para reconstruir.

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Tres preguntas a Roda Azziani [Por David Flier]. Con 29 años es profesor de matemática, maestro de ajedrez y tiene formación en ontología del lenguaje. Roda es un defensor del cooperativismo como forma de trabajo y de vida. Con esta premisa, fue uno de los fundadores de Rook, una cooperativa de software que se dedica a crear infraestructura en la nube y que nació poco antes de la pandemia.

—¿Por qué decidieron abrir una cooperativa?
—Queríamos autogestionarnos, estábamos cansados de que las empresas nos dijeran cómo trabajar y nosotros ser como una plastimasa. Creemos que el trabajo tiene que acomodarse a la vida y a los deseos. Pero también tiene que ver con una forma de entender el trabajo cooperativo: no es un esquema para empresas que cierran. También queríamos marcar una diferencia de no ser una “fábrica de software”, de contratar a alguien para cualquier proyecto y luego cambiarlo, sino apostar a la formación de las personas. Además, creemos que el cooperativismo es una forma de vida. Para mí es mentira que puedas diferenciar el trabajo de tu vida cotidiana. Si estás mal en el trabajo te lo llevás a tu casa. Desde ahí queremos que la forma de vincularnos y nuestro proyecto de vida tenga al cooperativismo como una pata que trascienda lo laboral. Por eso definimos entre todos cuánto cobramos, cómo nos tomamos licencia.

—¿Qué aspectos del cooperativismo creés que pueden replicarse?
—Creo que se puede aplicar a muchas organizaciones y estamentos de la vida. Como la educación, que hoy no es cooperativista. Hoy hay parámetros que hacen que sea difícil de pensar fuera de lo individual: las notas, por ejemplo, son individuales, incluso en trabajos conjuntos. También me parece que a las organizaciones tradicionales les iría mejor, podrían perpetuarse en sus formas de producción si usaran herramientas que no son nada del otro mundo: es escuchar a la persona que tengo al lado. En nuestra organización también hay líderes, pero escuchamos, preguntamos. El cooperativismo ofrece un liderazgo dinámico, una construcción en la que el poder habita en cada persona y colectivamente se genera una estructura que permite a ciertas personas, en determinado momento, tomar ciertas funciones.

—En relación a lo colectivo, ¿qué creés que aprendimos con la pandemia?
— Me parece que el concepto de “nadie se salva solo”, aplicado a la pandemia, debiéramos aplicarlo a la vida general. Nadie se salva solo del día a día. Así como buscamos cuidar al otro porque así me cuido yo, debiéramos cuidar en todos los aspectos de nuestra vida al otro, en lo cotidiano, porque así también me cuido yo. No tener una postura centrada en que “a mí me va bien”. Además, la pandemia mostró que innovar pensando en forma colectiva es siempre rentable: vincularse entre actores, empresas, organizaciones deviene en mejores construcciones e ideas.

  • Te recomiendo esta charla TED que dio Roda hace cinco años sobre enseñanzas para la vida que obtuvo del ajedrez.

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En una edición anterior de OXÍGENO, te contamos sobre la Biblioteca Popular Esperanza. Una biblioteca que hace mucho más que ofrecer lecturas:  ayuda a chicos en situación de vulnerabilidad del partido de San Martín. En noviembre realizaron un relevamiento de la situación de salud en el nuevo asentamiento 13 de julio, ubicado en José León Suárez. El resultado fue preocupante, pero la respuesta no tardó en llegar.

Encontraron que muchos niños y niñas no recibían vacunas, no tenían libreta sanitaria y sufrían desnutrición. También había muchos casos de falta de documentación. Ante este panorama surgió una idea: se convocaron a organizaciones sociales y se creó un proyecto de “promotores de derechos de primera infancia”: personas que se acercan a los barrios para garantizar el cumplimiento de dos derechos básicos: a la vacunación y al DNI. El proyecto fue presentado a la Dirección Nacional de Infancias y la biblioteca está a la espera de una respuesta.

“Lo más paradójico de todo esto es que actualmente se habla de vacunas y hoy en día hay niños y niñas que no están vacunados, con vacunas que ya están entre nosotros”, señalan desde la biblioteca.

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Foto: Pilar A Diario.

Es común que al leer las noticias nos encontremos con casos de muchas madres y padres que no se cansan de golpear puertas y sortear obstáculos para que sus hijos e hijas con alguna discapacidad puedan acceder a medicamentos y tratamientos. Noticias que, precisamente por ser tan habituales, suelen pasar desapercibidas.

Pero esta vez la lucha de una madre con síndrome de Down tuvo una respuesta hermosa, que oxigena. Graciela es de Pilar y contó de lo difícil que es conseguir los tratamientos que requiere Ariadna, de 14 años. Una enorme lista de terapias que señaló que PAMI había dejado de cubrir.

Al otro día de contar esto, no solo se comunicaron de PAMI, sino que la comunidad la abrazó: le llegaron mensajes de aliento. Y más que palabras: una persona le ofreció un tratamiento gratuito de hidroterapia. ¡Qué bueno que cuando alguien cuenta su necesidad otros salgan a ayudar a esa persona! (Si querés ayudarla de algún modo, su teléfono es 230-4348323).

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Ilustración: David Weller/BBC.

Cuando se habla de la inclusión de las personas con discapacidad suele decirse que es necesario que veamos a otro más allá de un rasgo particular. Más allá de una discapacidad, hay una persona. Y es hermoso cuando alguien puede ver a la persona y no a la discapacidad.

La última semana una nota de la BBC recoge tres ejemplos del mundo de las parejas: tres de ellas en las que una persona tiene discapacidad y la otra no. Tres ejemplos que derriban una idea que muchas veces persiste: que las personas con discapacidad no pueden llevar adelante una relación amorosa como las que tenemos todos.

"Casi no hay una representación positiva de la discapacidad o de las citas con personas con una discapacidad en nuestros medios de comunicación, por lo que mucha gente piensa que estas personas no pueden tener una relación sana y maravillosa", dice en la nota Hannah, casada con Shane, quien tiene atrofia muscular espinal y se moviliza en silla de ruedas.

  • Te invito a leer la nota.

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Intervención: Denise Belluzzo

La semana pasada hablábamos en OXÍGENO de lo importante que es escuchar. De eso sabe muy bien Oscar: él tiene 81 años, vive solo y durante la pandemia fue la compañía de otras personas mayores que batallaban contra la soledad: participó en un programa de AMIA llamando dos o tres veces por semana a unas nueve personas.

Reinventamos la home de redaccion.com.ar ¿ya la conocés?  El nuevo sitio busca ofrecer una experiencia más interactiva y simple a la hora de informarse y, al mismo tiempo, facilitar el compromiso ciudadano. Al final, vas a encontrar un espacio para decirnos qué te pareció (y ayudarnos a seguir mejorándola).

  • Vimos que la comunidad de lectores de RED/ACCIÓN comparte una característica: son ciudadanos comprometidos, activos en la búsqueda de una sociedad más tolerante e inclusiva. Una de las preguntas clave que busca responder esta nueva experiencia es ¿cómo puede RED/ACCIÓN ayudarlos en esa tarea?

Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un abrazo.

Juan.