Los combatientes, comentado por Fernando García- RED/ACCIÓN

Los combatientes, comentado por Fernando García

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Los combatientes, comentado por Fernando García

Los combatientes
Vera Carnovale
Siglo XXI

Selección y comentario por Fernando García, autor de “Los Ojos, vida y pasión de Antonio Berni”, “Conversaciones con León Ferrari”, “Marta Minujín: Los años psicodélicos”, “Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento”, “Crimen y Vanguardia: el caso Shocklender y el surgimiento del underground en Buenos Aires” y la serie “100 veces” (Pappo, Redondos, Stones, Charly) co-escrita con José Bellas.

Uno (mi comentario)

Parte de la colección “Historia y cultura”, dirigida por Luis Alberto Romero, la segunda edición de “Los Combatientes” es un texto ineludible para comprender la formación y desarrollo del PRT-ERP, una de las formaciones emblemáticas de la guerrilla en Argentina. Investigadora del Conicet, Carnovale realiza un mapeo exhaustivo de los documentos disponibles de la organización que apoya con muy valiosos testimonios en perspectiva de militantes revolucionarios sobrevivientes al naufragio de la experiencia en el comienzo de la dictadura militar. Así, su análisis no deja cabo suelto y puede descubrir tanto el entramado de la decisión de lanzarse a la aventura armada como la circunstancia social y la intimidad de sus protagonistas enmarcada en una moral espartana que era el espejo invertido del “enemigo”.

Dos (la selección)

Dentro de esta impugnación general al pensamiento guevarista, (Nahuel) Moreno hacía hincapié en algunos postulados en especial. Uno de ellos era el rol de vanguardia atribuido por Guevara al campesinado en los procesos revolucionarios del entero continente. “Nunca se plantea la menor posibilidad de que esa situación pueda variar de país a país”, protestaba Moreno, señalando las enormes diferencias de las estructuras ecnómico-sociales de los países latinoamericanos. No se trataba sólo de llamar la atención sobre el movimiento obrero organizado y combativo en países como la Argentina o Bolivia, y el papel de las organizaciones sindicales en la lucha de masas del continente, ni aun de insistir en que la “clase explotada a la vanguardia de la revolución latinoamericana cambia de país a país y de etapa a etapa”. En rigor, era el entero razonamiento de Guevara lo que se impugnaba.

Tres

A lo largo de 1967, se conformaron dos corrientes internas en el PRT: una liderada por Mario R. Santucho y otra minoritaria, liderada por Nahuel Moreno. Para este último, luego de las fuertes protestas de los primeros meses de 1967, resultaba claro que el movimiento obrero había sufrido importantes derrotas en todo el país, al tiempo que la dictadura se consolidaba y lograba llevar adelante el plan de estabilización del ministro de economía, Adalbert Krieger Vasena. En cambio, para Santucho y sus seguidores, debajo de aquella aparente y relativa estabilidad comenzaban a engendrarse nuevos enfrentamientos, y si bien el movimiento obrero atravesaba un período de retroceso (…) podía capitalizar el “odio generalizado” contra la dictadura, así como las crecientes simpatías de jóvenes, obreros y estudiantes (…) La muerte de Guevara en octubre de ese año no conmovió las certezas de santuchistas ni de morenistas. Para los primeros, había llegado el momento de “seguir su ejemplo y recoger su fusil”, y emprender la guerrilla en la Argentina. Para los segundos, el postulado retroceso del movimiento obrero en el país tornaba impertinente el lanzamiento de una guerrilla ofensiva.      

Cuatro

El nuevo ejército necesitaba referencias históricas que le otorgaran legitimidad y le permitieran estrechar los lazos con ese pueblo que venía a representar. El modelo, el ideal de identificación, fue, como era esperable, un ejército: el de las guerras de Independencia del siglo XIX. (…) Ya un año y medio antes de la fundación del ERP, en enero de 1969, había tenido lugar la primer acción armada del PRT: el asalto al Banco Provincia de la localidad de Escobar. El comando que lo ejecutó, liderado por el propio Santucho, se denominó “Sargento Cabral”. Fuerzas Armadas y fuerzas revolucionarias compartían, entonces, una percepción de la confrontación local como expresión de una guerra de carácter mundial. Si en esa guerra las Fuerzas Armadas se arrojaban al combate sustentadas en una representación de sí mismas que giraba en torno a la figura de la vanguardia contrarrevolucionaria, es plausible postular que su discurso y accionar favorecieron el hecho de que su enemigo de guerra, la vanguardia revolucionaria, compartiera de alguna manera aquella representación.

Cinco

Santucho presentó al colectivo partidario un documento considerado por muchos como la obra más acabada y madura de su pensamiento: Poder burgués, poder revolucionario. Nos detendremos particularmente en ese texto por varios motivos. En primer lugar, porque a pesar de ser 1974 el año que estaría indicando el comienzo de una militarización en el PRT-ERP, lo cierto es que en este documento hay un notorio énfasis en la noción de que el poder popular se construía fundamentalmente a partir de la movilización de las masas. En segundo lugar, porque si un año y medio antes la apertura electoral era enfáticamente catalogada de “farsa”, aquí, sin ser reinvindicada, adquiría el estatus de forma legítima de lucha. En tercer lugar, porque se proponía no ya al ejército revolucionario, sino a un “frente antiimperialista”, expresión de acuerdos políticos “por arriba” y la movilización de masas “por abajo”, como fuerza dirigente del proceso revolucionario en curso. Las armas cumplían ahora la función de reaseguro de un poder revolucionario ya conquistado.  

Seis

La mayoría de las personas entrevistadas utiliza indistintamente los términos “héroe” y “mártir” para referirse, por ejemplo, a los militantes fugados del penal de Rawson el 19 de agosto de 1972 y fusilados en Trelew el 22. En la documentación partidaria, los dieciséis militantes fusilados se convirtieron en héroes de Trelew, y fue el día 22 de agosto (y no el 19) el que se decretó Día del Combatiente Heroico. La heroicidad provenía menos de la acción de la figura de la fuga en sí misma que de una muerte perpetrada desde la alevosía. (…) Entonces para el PRT-ERP, héroe era el guerrillero que caía en combate, quien moría asesinado a sangre fría, o bien aquel que moría luego de conocer las formas más extremas del sufrimiento físico, la tortura. Sin algunos de estos componentes, no había héroes.

Siete

La militancia del PRT-ERP estuvo compuesta por una abrumadora mayoría de jóvenes. Determinar la forma en que cada uno de ellos se acercó a la organización no es tarea sencilla. Sin embargo, puede decirse que aquel acercamiento reconoció motivos menos vinculados a opciones político-ideológicas previamente analizadas que a ansias emancipatorias de diverso tipo. Esas ansias alcanzaban, en el contexto cultural de “los sixties”, el espacio de los cuerpos y la sexualidad. Modernización cultural y radicalización política encontraron —en principio, sin mayores tensiones—lazos empáticos que situaban a la juventud en el lugar protagónico de los cambios. No obstante entre la figura del joven rebelde y del profesional revolucionario medió un proceso de transformación poco explorado, en el cual la irreverencia devino en solemnidad, la rebeldía en disciplina y el “amor libre” en moral revolucionaria.  


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