Más que triunfo de Lula, derrota de Bolsonaro - RED/ACCIÓN

Más que triunfo de Lula, derrota de Bolsonaro

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El resultado de las elecciones en Brasil genera diversas interpretaciones. Los progresistas se ilusionan con una nueva era y los conservadores lanzan sus advertencias. Una mirada cautelosa de la realidad brasileña evita conclusiones sesgadas que pueden llevar al puerto equivocado.

Más que triunfo de Lula, derrota de Bolsonaro

Intervención: Victoria Guyot.

¡Buenos días! El resultado de las elecciones en Brasil genera diversas interpretaciones. Los progresistas se ilusionan con una nueva era y los conservadores lanzan sus advertencias. Una mirada cautelosa de la realidad brasileña evita conclusiones sesgadas que pueden llevar al puerto equivocado.

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Intervención: Victoria Guyot.

Segunda vuelta. Luiz Inácio Lula da Silva es presidente otra vez. Nunca, en la historia del Brasil, había pasado que alguien accediera a un tercer mandato. Dirigentes progresistas de la región no disimulan su entusiasmo y varios se apresuraron a interpretar que el 30 de octubre se inauguró una nueva era de gobiernos populares en América Latina. El propio Alberto Fernández voló raudo a Sao Paulo para encontrarse con él antes que nadie: contra todo protocolo, le lanzó un “¡Presidente!” en cuanto lo vio, al tiempo que Lula le devolvía un “¡Alberto!” mientras se confundían en un abrazo.

Aunque no hay verdades absolutas en esta materia, hay analistas que señalan que la elección de Brasil se explica mejor como una derrota de Jair Bolsonaro que como un triunfo de Lula. Los manuales de política dicen que, en contextos de polarización forzada —un ballotage es eso—, la prioridad es salir a conquistar a los independientes y a los indecisos. El discurso confrontativo de Bolsonaro tomó otros rumbos: pareció diseñado para confirmar y entusiasmar a sus partidarios, no para atraer a los moderados. El resultado quedó a la vista.

Los datos, sin embargo, obligan a mirar con detenimiento la elección brasileña para no hacer interpretaciones superficiales:

  • Pierden los oficialismos, no la derecha. Los registros muestran, desde 2018, 16 elecciones consecutivas en América Latina en las que pierde quien está en el gobierno, sin importar el signo ideológico. El descontento, que se acentuó tras la pandemia, empezó mucho antes y parece más bien asociado a la brecha entre expectativas de progreso y realidad. Aun en los países que crecen, la paciencia es corta.
  • Lula no ofrece un perfil de izquierda, sino moderado. A pesar de su discurso progresista y su afinidad personal con expresidentes como Cristina y Néstor Kirchner, Evo Morales o Rafael Correa, el anterior gobierno de Lula estuvo signado por una política económica de cuidado de los superávits gemelos y restricción de la emisión monetaria. Esta vez, además, fue a la elección bendecido por Fernando Henrique Cardoso, y con el liberal Gerardo Alkmin como compañero de fórmula. Más establishment no se consigue.
  • La agenda conservadora no murió, vive. La frontalidad brutal y la misoginia de Bolsonaro lo hacen indigerible para buena parte de la población. Aun así, con sus más de 52 millones de votos, consiguió el apoyo de casi medio país. Su discurso de corte nacionalista, provida, anticorrupción y de apoyo contundente a las fuerzas de seguridad logró un respaldo extraordinario. En los estados más ricos, además, ganó. Lula sabe que no puede ignorar a esa otra mitad.

Lo decía el sociólogo Robb Willer: debajo de las opciones políticas, subyacen sistemas de valores. Los conservadores priorizan unos, los progresistas prefieren otros. Y por encima de ambos bandos flota —o debería flotar— un sobreentendido: que queremos vivir en una sociedad donde quepan todos. Quizá Lula interpretó mejor eso. Y le alcanzó para ganar.

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Foto: James Duncan Davidson.

Tres preguntas a Jonathan Haidt. Es un psicólogo social estadounidense, profesor de Liderazgo Ético en la Universidad de Nueva York.​ Su investigación se centra en la psicología de la moralidad.

—¿Cómo se explica que haya diferencias de valores tan profundas entre los seres humanos?
—Si dos americanos fueran a Florencia y vieran el David de Miguel Ángel, quizá uno quedaría pasmado por la belleza de la estatua y el otro incómodo por su desnudez. Los estereotipos dirían que el primero es demócrata y el segundo es republicano, y quizás acertarían. La evidencia muestra que los progresistas son más abiertos a las nuevas experiencias, la variedad, la diversidad, a viajar, y que los conservadores se sienten más cómodos con lo que les resulta familiar, seguro y confiable. Si se entiende esto, se entienden muchas cosas sobre el comportamiento humano. Se entiende que los artistas son diferentes que los contadores, podemos predecir qué tipo de libros alguien va a leer, qué viajes va a hacer, qué tipo de comida va a comer. Pero es interesante esta paradoja: las personas de mentes abiertas tienden a juntarse entre sí y de alguna manera forman equipos. Cuando eso sucede, se homogeneizan y se vuelven grupos cerrados. O sea que los abiertos se vuelven cerrados por el solo hecho de convivir entre ellos.

—¿Cuáles son los principios que rigen la postura ética de las personas?
—Dejando por un momento de lado a los libertarios, en los Estados Unidos tendemos a pensar que la mitad de la que no formamos parte vota cegada por la visión religiosa del mundo, o por la simple estupidez. Los que piensan que los republicanos votan de cierta manera por un sesgo religioso, están atrapados en una matriz moral. Una matriz como la de Matrix, la película. Y se puede decidir tomar la píldora azul y seguir en la matriz, o la roja y entender algo de psicología moral. Hay que saber que venimos al mundo con una especie de primer borrador moral que la experiencia luego modifica. Hay cinco pilares de la moral, que son innatos. El primero es el cuidado del débil, que es común a otros mamíferos. El segundo es la reciprocidad: no hagas a los demás lo que no querés que te hagan. El tercero es la lealtad a nuestro grupo, que también compartimos con muchos animales. El cuarto es el respeto a la autoridad, también arraigada en los animales que viven en grupos. El quinto es la pureza o santidad: la idea de que se puede ser mejor controlando el propio cuerpo. Antes se moralizaba mucho sobre el sexo, ahora sobre lo que comemos. Si no comemos saludablemente, somos impuros…

—¿Cómo se combinan esos valores innatos con nuestro aprendizaje posterior?
—Estos cinco principios son el origen de nuestra conciencia moral. Así nacemos, pero luego empezamos a revisar y modelar esos principios. Hicimos una medición para ver cuánto pesa cada uno de esos indicadores morales, y cerca de 30.000 norteamericanos hicieron el test en nuestra página web. Los resultados muestran que los progresistas valoran más el cuidado y la reciprocidad, mientras que los conservadores valoran más la autoridad, la lealtad al grupo y la pureza. Lo medimos en varios países del mundo y los resultados se repiten, con un dato adicional: cuidado y reciprocidad son valores para los conservadores, aunque menos importantes que los demás, mientras que el respeto a la autoridad, la lealtad al grupo y la pureza, prácticamente no son valores para los progresistas. No los reconocen como tales. Eso explica que no haya acuerdo en ciertas cuestiones morales que se discuten en la sociedad, porque están relacionadas especialmente con la pertenencia al grupo y la pureza.

Las tres preguntas a Jonathan Haidt se tomaron de la conferencia “The moral roots of liberal and conservatives” (“Las raíces morales de los liberales y los conservadores”) dada en el contexto de TED-Ed. Para acceder a la charla completa podés hacer click acá.

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Academia. “La moral hizo posible la civilización”, dice Jonathan Haidt en The Righteous Mind: Why Good People are Divided by Politics and Religion (La mente de los justos: Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata), un estudio de psicología en el que describe cómo funciona la moral, cuáles son sus fundamentos psicológicos y cómo impacta en la política y la religión. Su teoría de los cinco fundamentos morales (cuidado, justicia, lealtad, autoridad y pureza), a los que luego añade la libertad, sirve para entender el posicionamiento ético de progresistas y conservadores. El altruismo selectivo, dando prioridad a los “nuestros”, fundamentan aspectos clave de la religión y política, que han servido para cohesionar a las comunidades humanas y contribuido a nuestra supervivencia. Excelente aporte de contexto para cualquier desarrollo estratégico de la comunicación.

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Voces. El ecosistema emprendedor, particularmente el de las empresas de tecnología en América Latina, crece a una velocidad exponencial. Este artículo de Melisa Morandini destaca el rol que tiene la comunicación en ese sector de la economía cuyo dinamismo da vértigo. Destaca que: 1) Todo está por construirse en materia de hacer entender a las organizaciones el rol de la comunicación; 2) es clave identificar una misión, un propósito que requiere ser explicitado para guiar a los colaboradores; 3) la reputación se construye a largo plazo: todo comunica, lo que hacemos y lo que no hacemos; 4) el cambio es la única constante y los planes de comunicación deben ser flexibles, modificables; y 5) el éxito de una startup potencia al ecosistema: cada logro comunicacional es un aporte al posicionamiento del talento emprendedor latinoamericano.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]

¡Hasta el miércoles que viene!

Juan

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