Menos residuos y más restricciones: los obstáculos que enfrentan hoy quienes se dedican a reciclar- RED/ACCIÓN

Menos residuos y más restricciones: los obstáculos que enfrentan hoy quienes se dedican a reciclar

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

En el país son unos 200.000: cumplen una importante función ecológica y son un eslabón fundamental para la economía circular. Sin embargo, por la cuarentena disminuyó el material que llega a las cooperativas para ser separado y tratado. Durante el principio del confinamiento la actividad estuvo prohibida y hoy tiene restricciones según la localidad.

Menos residuos y más restricciones: los obstáculos que enfrentan hoy quienes se dedican a reciclar

Intervención: Pablo Domrose.

“Antes de la pandemia, las 27 cooperativas con las que trabajamos recuperaban unas 2.400 toneladas al mes. En este tiempo no superaron las 600 toneladas mensuales”, dice Florencia Rojas, coordinadora del programa de Reciclaje Inclusivo de Fundación Avina, que funciona a nivel nacional. El coronavirus impactó fuertemente sobre los niveles de reciclaje, que ya eran escasos en la región previo a la crisis sanitaria. Además, la pandemia golpeó muy fuerte al sector de recuperadores urbanos.

Al principio del confinamiento, se discontinuaron los programas de reciclaje y se prohibieron las actividades de los recicladores de base. Hoy la actividad depende de la aprobación de cada municipio para funcionar. Esta suspensión trae nuevos problemas para fomentar el reciclaje.

Jonatan Castillo, referente cartonero y presidente de la cooperativa Recicladores Unidos de Avellaneda, comenta que desde que se decretó el aislamiento llegan menos materiales para separar. Su cooperativa cerró desde el 20 de marzo hasta el 10 de abril. A partir de entonces, lograron acordar con el municipio de Avellaneda un protocolo para seguir trabajando.

La cooperativa se dividió a la mitad. Un grupo trabaja una quincena de 8.30 a 14 y luego alternan con el otro equipo, que trabaja los otros 15 días del mes. De esta forma, si uno se contagia, aíslan a uno de los equipos y la planta puede seguir trabajando. Otro cambio en la modalidad de trabajo durante la pandemia tiene que ver con estacionar los bolsones con materiales por al menos 48 horas. Hasta el momento, en la cooperativa no se registró ningún caso positivo. “El miedo sigue estando, pero nos cuidamos y mantenemos la distancia. Cumplimos con todos los protocolos”, dice el referente cartonero de 33 años.

Cooperativa de Avellaneda reclamando por la disminución de los ingresos.

Los 200.000 cartoneros o recicladores que hay en el país representan una alternativa ecológica para el tratamiento de residuos y un eslabón fundamental para la economía circular, los cuales hoy están delimitados por los protocolos municipales. Por eso, el 11 de agosto, la Federación Argentina de Carreros, Cartoneros y Recicladores (FACCyR), la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y referentes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) se reunieron con el ministro de Ambiente nacional Juan Cabandié para pedir la puesta en común de políticas públicas para el sector. “En la reunión señalamos la importancia de autorizar un protocolo sanitario que permita trabajar, ya que en muchos lugares del país los cartoneros y las cartoneras no están pudiendo hacer su labor fundamental”, expresaron desde FACCyR.

Leonor Larraburu, de 39 años, es presidenta de la cooperativa 18 de abril, ubicada en Escobar, e integrante de la asociación Amanecer de los Cartoneros, que está en el barrio porteño de Saavedra. Durante julio, en Escobar se recolectaron 28.000 kilos de residuos sólidos urbanos para reciclar. El municipio acompañó a los recuperadores con los elementos de seguridad e higiene necesarios para que puedan realizar su trabajo.

Según Leonor, en CABA, la cooperativa Amanecer de los Cartoneros está trabajando al 50%, lo que repercute en los ingresos. Las cooperativas que forman parte del circuito formal del Gobierno de la Ciudad continuaron cobrando el salario complementario, que representa algo así como el 50% de sus ingresos. El resto lo complementan con el material que venden, pero por la disminución de material no pueden generar los ingresos necesarios. “Desde las cooperativas están organizando un montón de ollas populares. Si no nos mata el COVID-19, nos va a matar el hambre. Para subsistir hay que tener la heladera llena”, dice la referente.

Leonor Larraburu y sus compañeros.

"Desde el inicio de la pandemia, lo que se mantuvo como actividad esencial fue la recolección de residuos por una cuestión sanitaria. Los programas de reciclaje se suspendieron por desconocimiento. No se sabía si el virus se transmitía por las superficies. En este momento no hay evidencia científica para pensar que se puede transmitir a través de los residuos. Por eso, las organizaciones de los recicladores empezaron a reclamar la vuelta al trabajo. Muy de a poco se fue abriendo la posibilidad de que las cooperativas volvieran a trabajar. Por ejemplo, en Avellaneda y Escobar mantuvieron cuadrillas de emergencia trabajando en las épocas de cuarentena más cerrada, para recibir materiales reciclables, pero la gran mayoría de las cooperativas cerró. Hoy están trabajando de una manera limitada: abren y cierran de acuerdo con la fase de cuarentena del municipio”, desarrolla Florencia Rojas, de Fundación Avina.

Cuando comenzó la cuarentena, la Ciudad de Buenos Aires suspendió el trabajo de las cooperativas de recuperadores urbanos. La primera semana de mayo se implementó un circuito con grandes generadores de residuos (supermercados y farmacias) en el que participan nueve cooperativas. Los recuperadores se encargan de recolectar las bolsas herméticamente cerradas de material reciclable acopiado en grandes generadores y trasladarlas a los Centros Verdes, donde se enfarda para su posterior venta. La recolección se hace una vez por semana. Los materiales son desinfectados con pulverizadores que rocían hipoclorito de sodio. Una vez en el Centro Verde cumplen un período de estacionamiento de 72 horas para poder ser procesados.

La actividad operativa dentro de los Centros Verdes también fue readaptada dado el contexto. Se respeta la distancia recomendada de 1,5 m, y se les toma la temperatura a los empleados al entrar y salir del lugar. El personal cuenta con los elementos de protección personal adecuado: ropa y calzado de trabajo, guantes y barbijos exclusivos para residuos de coronavirus. Además, tienen a disposición los insumos básicos como jabón, pañuelos descartables y alcohol en gel.

En un principio se cerraron las ventanas de atención al público de los 300 Puntos Verdes que tiene la Ciudad, lugares donde las personas pueden llevar sus reciclables. Es decir que quedaron sin atención personalizada. Actualmente, se está avanzando en la reapertura de los Puntos Verdes con una nueva modalidad de trabajo. Hasta el momento hay 23 abiertos. Los Puntos Verdes podrán recibir plástico, cartón, papel, latas y vidrio. Específicamente los operadores están circulando y concientizando a los vecinos, pero no reciben ningún material en mano. Quienes acerquen sus reciclables deberán depositarlos en las aberturas que tienen estos puntos.

Los 6.500 recicladores urbanos registrados en la Ciudad de Buenos Aires tienen prohibida la recolección puerta a puerta. “Es ilógico porque la actividad comercial y deportiva está ampliándose. ¿Por qué los cartoneros no podrían recolectar el material de las calles?”, se pregunta Rojas.

Otro problema que observa Rojas por las suspensión de los programas de reciclaje es que la misma generó confusión. “Los vecinos se preguntan: '¿Seguimos separando o no?' Con estas medidas, la gente vuelva para atrás”, dice la referente de Avina. La organización armó una guía de buenas prácticas para gestión de residuos.

En un contexto normal, la cooperativa El Alamo, ubicada en Villa Urquiza, lograba acopiar 400 toneladas de material para reciclar. Ahora, lo máximo a lo que pudieron llegar fue a 50 toneladas. “Es dramático”, expresa Alicia Montoya, responsable del equipo técnico de la cooperativa. Y agrega: “Antes, gestionábamos los residuos de los shoppings del Grupo Irsa, que eran 100 toneladas de material. Nos quedamos sin recursos y crecen las deudas”.

Montoya comenta que hace tres meses presentaron protocolos para poder trabajar, no solo con grandes generadores, sino también con residuos domiciliarios y de comercios. “La propuesta es trabajar con doble guante, barbijo y máscara. Todos los días cuando termina la actividad en la planta se fumigaría con amonio cuaternario. Lo mismo, con las cabinas de las camionetas. Armamos unas divisiones para que los recuperadores no tengan contacto en la cinta de clasificación. Compramos termómetro y usamos sanitizante para calzado. Los trabajadores se cambiarían la ropa al llegar y se colocarían el uniforme”, dice Montoya.

Con la crisis aparecen nuevos cartoneros independientes (Photo by JUAN MABROMATA / AFP).

Montoya, Larraburu y Castillo observan que se está generando un nuevo problema para el sector. “Con cada crisis, aparecen nuevos cartoneros independientes, que no cuentan con el respaldo de una organización. Le venden el material a un galponero a un precio menor”, dice Castillo. Él mismo al comenzar fue un cartonero independiente, que juntaba material en su camioneta y que trabajaba de sol a sol.  “Cuando empecé a formar parte de la organización, empecé a estar mejor”, recuerda.

En este sentido, Larraburu dice que están tratando de acobijar a los cartoneros independientes para que estén organizados. Algo similar comenta Montoya: “No podemos retroceder al 2001, cuando la calle estaba llena de cartoneros independientes. Vamos camino a volver a la pelea de la calle. Para evitar eso, estamos armando un operativo para entrar en contacto con esa población”.

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