Nathalia Restrepo

Nathalia Restrepo / Directora Audiovisual y Redes

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION
Nathalia Restrepo / Directora Audiovisual y Redes

Me mudé veintitrés veces de casa. Un día las conté para ganar una apuesta, y gané. Veintitrés parecen muchas veces, en el caso de las mudanzas, pero no he sentido que sean tantas. Hace seis años me fui de Colombia y aún no sé cuando quiero regresar o si lo haré. Buenos Aires me adoptó generosa, y yo a ella.

De adolescente trabajé en una ONG con comunidades vulnerables. Estuve peleada con la música y la lectura. A los 18 años leí El desbarrancadero de Fernando Vallejo y me reconcilié con el mundo. Por eso no creo cuando me dicen que la gente “no quiere leer” o saber. Sé que solo hace falta el texto correcto en el momento justo.

Me gustan las buenas historias y siempre estoy pensando cómo podría contarlas en video. Voy al cine y tomo fotos mentales para mi yo documentalista del futuro. Me gusta la gente que es capaz de entender otras realidades, aunque estén muy lejos de las suyas. La ciencia descubrió que conocemos el mundo a través de la emoción y el contexto. El desafío del periodismo es llegarle a la gente por esos canales, bajar las barreras, brindarle herramientas a la gente para que piense su realidad y pueda transformarla. Entre todos podemos más. Me inspira la gente que no se rinde, que prueba que todo es posible.

Edité un libro de medicina. Hice un mediometraje. Abrí un canal de YouTube. Entrevisté para TKM, Infobae y Aj+. Entrevistando aprendí a escuchar.

Creo en el poder sanador y unificador de la comida compartida. Soy una verdadera crossover. Me bailo un bolero, un vallenato, un tango, un reggaetón o una cumbia con la misma alegría. Me gusta pensar que estoy hecha un poco del huracán Vallejo, de la sensibilidad de Juan Villoro, del poder reivindicador de Svetlana Alexievich y de algunas canciones de Sabina y Vicente García. Adopté muchos padres y madres. Adopté a Herzog, a Bolaño, a Lila Downs, y a unos cuantos más que me alumbran la vida.

Alguien siempre me dice que el mundo está todo mal porque es más fácil destruir que construir. No le temo a la dificultad. Yo me apunto para construir.