Plano americano, comentado por Hernán Vanoli- RED/ACCIÓN

Plano americano, comentado por Hernán Vanoli

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Un especialista invitado comenta un libro de no ficción y elige los seis párrafos de ese libro que más le hayan llamado la atención.

Plano americano, comentado por Hernán Vanoli

Plano americano
Leila Guerriero
Anagrama

Uno (mi comentario)

El libro de Guerriero es una recorrida apasionante por las vidas y, en especial, por los contextos morales, sentimentales y psicológicos de un conjunto de veintiséis personalidades de las artes del siglo XX, entre las que hay escritores, pintores, cantantes, poetas, artistas plásticos, fotógrafos y diseñadores. Desde Nicanor Parra hasta Idea Vilariño, desde Fabián Casas hasta Hebe Uhart, desde Guillermo Kuitka a Amelita Baltar, esta colección de perfiles podría ser pensada como una larga investigación sobre ciertas creencias, mitos y actitudes propias del oficio de crear. Algunas de ellas se fueron para no volver cuando el siglo XX empezó a apagarse, pero otras pueden ser leídas como una explicación sobre muchas de las tradiciones y sensibilidades que todavía subsisten y a veces resisten en la cultura contemporánea súper digitalizada. Guerriero funciona como una detective que penetra en los mundos de sus entrevistados con el exquisito pudor que otorga una prosa que sugiere y muestra, pero que también puede inquirir en el momento justo con la precisión de una estocada o un rayo láser. Sus preguntas tienen la ambivalencia de la lupa: amplifican el detalle y, en caso de que la iluminación se abra paso, pueden llegar a quemar. Plano Americano nos regala una familiaridad con sus personajes que puede ser excepcional incluso con las personas que creemos conocer. 

Dos (la selección)

-¿Y cuál es el gusto de ser editor?
-Exhibicionismo. «Miren qué cosa descubrí que no había descubierto nadie antes». Jorge Herralde, de Anagrama, siempre dice que el editor reconoce a un autor que era preexistente, que no es que lo descubra. Y eso me parece legítimo. Pero uno no puede dejar de presumir de lo que descubrió. Que yo haya buscado y conseguido los derechos de Johnny fue a la guerra, de Dalton Trumbo, y que lo haya traducido Rodolfo Walsh, es un orgullo. Que haya podido conseguir dos libros de John Berger es un orgullo. Para una editorial piojosa, chiquita, editar a Berger…

Fueron años de eso: de buscar derechos, de buscar autores, de leer pilas de manuscritos. Ahora, nada de eso existe. Divinsky y su mujer se separaron en 2009 pero continuaron siendo socios hasta 2015. Y entonces todo terminó.

Tres

Era agosto de 1961. Cuando una bala destinada al Che Guevara -que daba una conferencia en Montevideo- mató al profesor Arbelio Ramírez, Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti llevaban tres días de encierro en la casa de la calle Durazno, «iluminados todo el tiempo con luz artificial, casi sin alimentarse, amenazados de extenuación amorosa», se lee en Construcción de la noche. En mitad de eso sonó el teléfono. Era una llamada del gremio de docentes para convocar a una asamblea. Idea se vistió, le dijo a Onetti que volvía en dos horas. «Cuando estaba por salir me dijo: “Si te vas, no me ves más”», decía en Construcción de la noche. «Entonces volví. Me dice: “No, si te vas a quedar de esta manera es mejor que te vayas.” “¿Si? Bueno, entonces me voy”, y cuando llegué a la puerta agregó “Te vas a arrepentir de esto. Vos sabés que yo no me puedo ir solo, pero me voy a ir de cualquier modo.” Conocía la manera de retorcerme el corazón. Regresé hasta él».

Cuatro

La puerta tiene dos placas: una reza La Azotea Editorial Fotográfica; la otra, Sara Facio Fotografías. Es un departamento en planta baja sobre la calle Paraguay, en la ciudad de Buenos Aires. Adentro reina una pulcritud austera: escritorios, bibliotecas, todo luce limpio, sólido, autosuficiente. Al final de un pasillo hay un despacho. Allí una mujer se pasa los dedos por el pelo y dice, con una sonrisa tibia y feroz: 
-No sé de qué vamos a hablar. No soy interesante. Nunca me han violado ni torturado ni tengo parientes desaparecidos. 

Es alta, lleva una remera azul cielo, el pelo blanco. 
-Dejé de teñirme porque, cuando María Elena se enfermó, me empezó a parecer absurdo pasar toda la tarde en la peluquería. 

Cinco

Marcial Berro hace joyas. También objetos, pero sobre todo joyas. Joyas de plata con piedras semipreciosas, coral, madera o semillas, joyas de oro con zafiros y diamantes de muchos kilates. Las hizo para Yves Saint Laurent, para Hermès, para Montana, para Chanel, para Fred, y las hizo -las hace- para clientas particulares como Catherine Deneuve, Jessica LAnge, Carolina de Mónaco, Isabelle Adjani y Jeanne Moureau. La potencia de las joyas de Marcial Berro reside en su aparente sencillez, en su austeridad exasperada. Exponerse a ellas -a esos volúmenes de geometría galáctica- produce un efecto deslumbrante. Como el que produciría entrar en una habitación blanca en cuyo centro hubiera un solo objeto: una silla, algo muy rojo, o un madero.

Seis

-Tu marido…
-Él es burgués, burgués. Adora comer. Se sienta a comer, se cocina. Yo pido la comida afuera y como mirando películas. Me gusta ir a los cafés, pero no a restaurantes. Odio, odio, odio que venga el mozo y te ponga el cubierto. Odio ir a casamientos, odio ir a cumpleaños, odio ir a comidas, odio ir a todos lados. 
-¿A tu marido no le incomoda?
-No, no. Él sabía que yo estaba casada con el arte. Si yo no le hago mal a nadie. Simplemente, no hago lo que hacen los demás.

Las puertas del garaje se abren y aparece Víctor al volante de un Renault. Marta dice «gracias, Víctor», y Víctor dice «de nada, Marta», y Marta dice «seguimos otro día», y se sube al auto y se va.

Siete

-Juan, En fin. 

En una entrevista que publicó el periódico argentino La voz del interior en 2011, Aurora Venturini decía: «Yo tenía una hermanita muy mimada y un hermano deforme. Mi madre decía que él era deforme porque yo había tenido rubeola. Yo creía eso y vivía mal, culpable, tratando de lastimar porque a mí me lastimaban».

-¿Sus hermanas eran todas mujeres?
-Había un varón. Pero murió. No era muy normal el pobre. Yo tampoco soy muy normal. Yo no crecí mucho. Yo debo ser una deficiente recuperada. Lo que cuenta Las primas no pasó en mi casa, pero fue parecido. Yo nunca entendí la vida de los otros. Lo único que tengo es la literatura.


En SIETE PÁRRAFOS, grandes lectores eligen un libro de no ficción, seleccionan seis párrafos, y escriben un breve comentario que encabeza la selección. Todos los martes podés recibir la newsletter, editada por Flor Ure, con los libros de la semana y novedades del mundo editorial.

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