Por qué nos arriesgamos a manejar después de haber tomado alcohol- RED/ACCIÓN

Por qué nos arriesgamos a manejar después de haber tomado alcohol

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Las muertes por accidentes relacionadas al consumo de sustancias representan cerca del 5% y, de todos los jóvenes conductores que asistieron a un hospital público, 28% bebió alcohol. Convocamos a seis miembros y lectores de RED/ACCIÓN a acompañarnos en la preparación de esta nota.

Por qué nos arriesgamos a manejar después de haber tomado alcohol

Imagen: cámara de seguridad pública/intervención por Pablo Domrose

Este contenido contó con participación de lectores y miembros de RED/ACCIÓN

En la madrugada del miércoles 17 de julio, Miguel Ivanovich, un hombre de 28 años que volvía del cumpleaños de su primo, atropelló con su auto a un ciclista en Villa Devoto, escapó a toda velocidad y no se detuvo hasta algunas calles más adelante, cuando impactó de lleno contra otro auto que esperaba en un semáforo en rojo. Luego del segundo choque, la policía trasladó a Ivanovich al hospital Zubizarreta: tenía 2,14 gramos de alcohol por cada litro sangre. El máximo permitido es de 0,5.

Cuando declaró ante el juez, algunos días después, dijo que no recordaba casi nada. “Para mí, nunca agarré una bicicleta… si no, hubiera frenado”, dijo. El ciclista, llamado Sebastián Devoto, ha quedado desde entonces en coma.

Ivanovich contó que había bebido entre dos y tres porrones de cerveza. “Yo venía por Beiró, lo último que me acuerdo es que venía por las líneas amarillas, hacia Nazca”, declaró. “En Nazca hay un semáforo con una letra C, es lo último que recuerdo”. Y el juez dictó para él una medida de prisión preventiva.

Policías y paramédicos ayudan a Miguel Ivanovich a bajar de su auto.

La pregunta es sencilla: ¿por qué nos arriesgamos a manejar luego de haber bebido alcohol? No es extraño que alguna vez nos hayamos puesto al volante después de tomar, sabiendo que con sólo dos copas de vino superamos el límite permitido. ¿Por qué lo hacemos? Durante una semana, seis lectores de RED/ACCIÓN nos acompañaron en un grupo de WhatsApp en el que discutimos el tema y hubo aportes y sugerencias para preparar esta nota.

Fernanda López, una de las participantes del grupo de WhatsApp, agregó: “Considero que debería haber más controles, que la base está ahí. Tengo entendido que las multas por exceso de velocidad y los radares bajaron la incidencia de accidentes viales a partir del autocontrol. Otro tema son: la ruta, las salidas de los micros de larga distancia, el transporte de carga, los viajes escolares. Desconozco si tienen su control previo a la salida. Pero en la ruta no se ven.  Recordemos que en las rutas se encuentran parrillas y expenden alcohol sin medir a quién”.

De hecho, el caso del accidente del micro escolar del colegio Ecos, que ocurrió el 8 de octubre de 2006 a unos 200 kilómetros de la capital de Santa Fe y que dejó nueve estudiantes y una maestra sin vida, acaba de ser reabierto por orden de la Corte Suprema de la Nación.

Aunque el chofer del camión, Ángel Soto –quien también murió en el accidente– estaba bastante alcoholizado, la causa apunta al conductor del micro, Oscar Atamañuk (quien ya afrontó tres juicios): ¿estuvo bien su maniobra al intentar esquivar a ese camión que venía en zigzag o debería haber frenado para dejarlo pasar?

Los incidentes viales son la principal causa de muerte entre los jóvenes en Argentina. Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en 2017 fallecieron 5.611 personas en las calles y rutas del país, de las cuales 2.339 tenían entre 15 y 34 años.

En el grupo de WhatsApp hubo muchas coincidencias. Una de ellas es la idea de que los jóvenes toman para socializar y manejan autos o motos para tener cierto status. Otra, es que los adultos toman porque no advierten el peligro. “Es difícil romper con el pre-concepto del macho argentino que ‘puede tomar y manejar sin problema’”, contó Francisco Nabais, uno de los participantes, de 36 años. “Y eso lo veo mucho en conocidos que superan los 30 y 40 años”.

En marzo de 2018, el Observatorio Vial de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) hizo un informe donde se lee que las muertes por accidentes relacionados al consumo de sustancias fueron cerca del 5%. Del total de jóvenes conductores que asistieron a un hospital público con motivo de un siniestro vial, 28% había consumido alcohol. Y el 27% de los conductores de entre 16 y 35 años y el 29% de los motociclistas habían conducido ebrios.

Estos son lapsos estimados para la permanencia de bebidas alcohólicas en el cuerpo (aunque dependen de la cantidad de alcohol en cada bebida). Fueron aportados en el grupo de WhatsApp por Edgardo Rolla, médico ginecólogo y cirujano, con antecedentes profesionales como periodista médico:

  • Shot de licor: 1 hora
  • Vaso de cerveza: 2 horas
  • Copa de vino: 3 horas
  • Un par de tragos: algunas horas

Para terminar, y así las cosas, le preguntamos al grupo de WhatsApp si creía que el límite de alcohol en sangre debería ser 0,0 g/l, o si está bien el actual límite de 0,5.

“Yo creo que 0,0 es algo extremo”, respondió Ignacio Propato, un relacionista público de 33 años, “si se permite, tiene que ser un nivel que realmente no afecte los sentidos (entiendo 0,5), pero tiene que haber mucha más concientización sobre qué y cuánto se puede consumir para no superar el límite establecido”.