Quién es y cómo trabaja el pediatra colombiano que fundó una clínica para niños y niños trans

Quién es y cómo trabaja el pediatra colombiano que fundó una clínica para niñas y niños trans

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Mario Angulo es endocrinólogo pediátrico y familiar de una niña que comenzó el proceso de cambio de género. "Sabemos qué somos desde el principio", asegura y deja en claro que las "situaciones de violencia física o sexual o tener padres homosexuales no impactan sobre la identidad de género de las personas".

Quién es y cómo trabaja el pediatra colombiano que fundó una clínica para niñas y niños trans

Foto: Rodrigo Mendoza / Ilustración: Pablo Domrose

“Si a un niño transgénero se le permite manifestarse libremente, cuando le pregunten si le gustan las cosas de niñas o le gustan las niñas, él dirá: ‘No, no es que me gusten, yo soy una niña’. Ellos pueden decirlo. Y lo mismo ocurre con las niñas. Eso provoca mucha angustia en los padres. Por eso nuestra tarea es acompañarlos para que puedan atravesar el proceso que le permitirá a ese niño o a esa niña conformar su identidad y ser feliz”. Así explica el porqué de su trabajo Mario Angulo, endocrinólogo pediátrico que creó la primera Clínica de Género para Niñas, Niños y Adolescentes de Colombia.

El lobby del hotel Sheraton, en el barrio porteño de Retiro, no parece invitar a una conversación profunda, reflexiva. Sin embargo, solo bastó que Mario Angulo comenzara a hablar para que la gente yendo y viniendo y la música desaparecieran.

Atiende a RED/ACCIÓN en un espacio que hace durante un congreso médico que se realiza en el hotel y que lo trajo a Buenos Aires. Se lo nota ocupado, pero sin apuro. No le teme a los silencios, los hace mientras busca la palabra exacta. Tiene una sonrisa fácil que no se aparta de su rostro.

Nació en Houston, en Estados Unidos. La familia se había mudado ahí para que su papá, médico, hiciera su especialización en oncología. Poco después regresaron a Colombia e, instalado en Bogotá, estudió en un colegio católico. Cuando tuvo que elegir la carrera universitaria, anunció:  “Voy a hacer literatura”. Su padre cuestionó la decisión y le propuso seguir derecho. Y su papel de “hijo bueno y juicioso” hizo que abdicara ante su deseo. Pero duró poco. Prefirió “ayudar a los demás desde la medicina”. Aunque nunca olvidó su pasión por la literatura y más adelante encontraría la manera de salirse con la suya.

Mario Angulo en su consultorio, en Cali, Colombia. / Foto: Gentileza Mario Angulo

Hizo la carrera en la Universidad Javeriana y se especializó en endocrinología pediátrica en la Universidad de Barcelona, en España. Volvió a Colombia y, en 2010, instalado en la ciudad de Cali, se hizo cargo del servicio de endocrinología pediátrica en el hospital más grande de la ciudad, la Fundación Valle del Lili.

Ahí comenzó a recibir cada vez a más padres preocupados porque sus hijos manifestaban comportamientos no acordes a lo que ellos esperaban de acuerdo a su biología: comportamientos que nuestra sociedad entiende como masculinos en una niña y femeninos en un niño.

-¿Cuáles eran esas manifestaciones?
-Un niño al que le gustaba jugar con muñecas, prefería el color rosado, elegía el disfraz de princesa o de bailarina. O al contrario, una niña que prefería la pantaloneta, jugar al fútbol o se identificaba con el azul. Cosas sencillas pero que en nuestra cultura están tan arraigadas a un género u otro, que cuando eso no coincide genera mucha angustia en los padres.
-¿Qué es lo que más miedo provoca en los padres?
- Todo padre busca siempre que la vida de sus hijos sea lo mejor posible y darse cuenta de que esa vida va a tener muchos altibajos provoca mucho miedo. También está el miedo por si estarán haciendo lo correcto y que pasará más adelante.

Conversando con colegas corroboró que esas consultas eran cada vez más frecuentes y no solo en su consultorio. Más padres no optaban por el camino de la represión y buscaban en los médicos ayuda para entender a niños y niñas “capaces de manifestar este tipo de cosas en una edad muy temprana”.

Angulo aclara: “Cuando estamos ante una identidad transgénero es importante entender que la persona no decide, sino que manifiesta. Esta es una pregunta que los padres hacen mucho: ¿cómo voy a permitir que mi hijo de 6 años decida algo tan importante? Pues, él no está decidiendo, él está manifestando algo que siente profundamente”.

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Acostumbrado a explicar y quitar dudas, enseguida agregará: “Una identidad sana, masculina o femenina, independiente de la genitalidad viene incorporada en nuestro disco duro desde antes de nacer. Sabemos qué somos desde el principio. Situaciones de violencia física o sexual no impactan sobre la identidad. Y ese es el trabajo fundamental de la psicóloga y el psiquiatra: poder definir si hay una identidad femenina o masculina y mirar todo lo que hay alrededor que pueden ser aristas, que pueden estar afectando el comportamiento sexual, sin estar frente a una identidad transgénero. La identidad no cambia por la violencia o por tener padres homosexuales”.

Mario Angulo lo sabe bien. Lo sabe por su experiencia profesional y porque es familiar de una pequeña que comenzó el proceso de cambio del género que le asignaron al nacer de acuerdo a su genitalidad.

“La primera vez que se animó a aparecer ante mí vestida de princesa fue maravilloso”, suelta en voz baja, tomado por el recuerdo. Las lágrimas asoman sin desbordar sus ojos y la voz se le entrecorta. Recordar a esa niña vestida de princesa lo conmueve y no es para menos. Él conoce a ese niño que ahora es niña desde que nació. Sólo que hasta ese momento la pequeña no había confiado en él para mostrarse tal cual se sentía.

En general, los niños y niñas comienzan a manifestar su identidad transgénero entre los 4 y los 10 años. Y el 70% la manifiestan antes de los 18 años. Por eso es que ellos trabajan con los niños, porque “es en ese momento que se pueden cambiar las vidas”, dirá satisfecho con su desafío.

Fundación de la Clínica de Género

Después de conversar con sus colegas, empezó a trabajar en el armado de lo que en noviembre de 2017 se transformaría en la Clínica de Género para Niñas, Niños y Adolescentes. Se capacitaron en el Benoiff Children Hospital de San Francisco, California, Estados Unidos, que se especializa en género. Y se entrenaron bajo sus protocolos.

Tras el lanzamiento del servicio tenían programada una campaña de comunicación en medios y dieron algunas entrevistas. Pero rápidamente se generó una polémica con grupos religiosos cristianos y comenzaron a recibir amenazas graves, incluso de muerte. "Primero por redes sociales y luego por teléfono. La seguridad del hospital consideró que las amenazas eran serias, mis colegas se asustaron y si bien el hospital de manera muy valiente decidió mantener el servicio, lo hicimos con un perfil mucho más bajo. Yo solo dicto algunas conferencias en espacios académicos. Pero la gente que nos necesita se entera, el boca en boca funciona”, cuenta.

En 18 meses recibieron 72 solicitudes de atención desde Colombia, Perú y Ecuador y atendieron 37 pacientes, de los cuales 17 están en tratamiento.

-Si la evaluación médica indica que se está ante una identidad transgénero, ¿cómo sigue el proceso?
-Se le sugiere hacer una transición en la casa, permitiendo que esta persona pueda expresar su género. Si ese proceso es exitoso, se empieza a ver que ese niño es feliz pudiéndose vestir de princesa o jugando al fútbol. Entonces, se hace una nueva evaluación, que es analizada por el equipo profesional en una junta, y se le puede sugerir hacer una transición más grande, ampliando el entorno, involucrando a los abuelos, a los tíos.

Mario Angulo con dos médicas de su equipo, sosteniendo un dibujo, regalo de uno de sus pacientes. / Foto: Gentileza Mario Angulo

El equipo liderado por Mario Angulo entiende que este es un proceso donde el niño puede ir manifestándose libremente. En esta etapa algunos niños y niñas deciden cambiar su nombre, por ejemplo. Hasta este momento no hay nada irreversible.

Recién con el inicio de la pubertad, cuando el cuerpo de la niña o del niño se empieza a volver cuerpo de hombre o mujer, si se está ante una identidad transgénero es necesario dormir esos cambios para que no surjan las disforias. Es decir, la pelea con el propio cuerpo porque partes de él no se sienten como propias, sino que generan un malestar tan grande que las personas llegan hasta mutilarse o suicidarse.

“No tenemos estadísticas en Colombia sobre suicidios por estos casos. Pero en una sociedad tradicionalista como la japonesa, el 70% de las personas transgéneros que no son aceptadas se suicidan. Mientras que ese porcentaje a escala global va en descenso porque las sociedades son cada vez más tolerantes aunque igual rondamos un índice suicida del 30%. Es altísimo”.

A esta frase Mario Angulo la suelta sin respirar, con la contundencia que provoca la impotencia. Sabe del dolor que puede provocar la falta de comprensión y acompañamiento en estos casos.

-¿Cómo se detiene la pubertad?
-Con medicamentos sencillos y precisos, cuyo único efecto es dormir a esas hormonas de la pubertad. Se sigue acompañando, manteniendo un estado andrógino, infantil, sin una progresión hacia lo masculino o femenino, hacia el hombre o hacia la mujer. Ese cuerpo no se viriliza, no se feminiza. El proceso de mantener ese estado se prolonga por lo menos hasta los 16 años, con acompañamiento psicológico y dietas que cuiden a los huesos de la descalcificación.
-¿Qué ocurre si el paciente no quiere seguir un camino hacia una identidad transgénero?
-Simplemente se suspende la medicación y su proceso de pubertad se despierta como si nada hubiera pasado. Es un tratamiento que funciona muy bien y que es completamente reversible. Es una inyección que puede ser mensual, trimestral o semestral.

Un aspecto para nada menor es que en Colombia la droga es costosa y no cuentan con leyes de género, como sí contamos en Argentina. Por eso, los dictámenes de la Corte colombiana son importantes porque sientan precedente sobre el que los médicos van trabajando.

“Tenemos una Corte de avanzada y que ha permitido que todo lo que es el cuidado alrededor del paciente transgénero esté cubierto por la seguridad social”, reconoce Angulo. “Así, mediante procesos judiciales, muchas veces logramos que el paciente consiga sus medicamentos a través de su obra social”.

Siguiendo el protocolo de la clínica, a los 16 años se hace una nueva evaluación de la persona donde se ve si mantiene su posición de identidad transgénero. De ser así, el equipo propone empezar a transformar ese cuerpo en el cuerpo de la identidad manifiesta. El paciente, a la medicación que ya recibía suma esteroides sexuales acorde con su identidad. Estrógenos si se quiere feminizar y testosterona si se quiere virilizar.

-¿Las consecuencias de esta parte del tratamiento son reversibles?
-Algunas no. Por eso, a los 16 años, si decidimos avanzar, la persona tiene que saber que algunas cosas no serán reversibles. Por ejemplo, si estamos frente a un chico transgénero que empieza a recibir testosteronas su cuerpo empezará a virilizarse, a tomar rasgos masculinos, a tener vello facial, vello corporal. Y algunos de estos cambios podrán ser reversibles como es el vello, pero la formación de su cara ya no va a cambiar.

Mario Angulo. / Foto: Rodrigo Mendoza

Para Angulo, la evaluación y evolución de cada uno de sus pacientes es única y merece una atención médica acorde a ello. Él cree que aceptar la diversidad de género es la punta del iceberg de empezar a entendernos como somos, infinitamente diversos.

“¿Por qué arranca este proceso con la diversidad de género?”, se pregunta. Y comienza a desandar la respuesta lentamente: “Es una cuestión de supervivencia para estas personas, es la punta del iceberg en la cual si no son aceptados como son, simplemente no pueden vivir en esta sociedad. Por eso, creo que muy probablemente la diversidad es mucho más amplia, más rica y en la medida que empecemos a entender y aceptar que hay tantas realidades como personas vamos a empezar a explorar límites que aún no conocemos”.

El equipo de la Clínica de Género está conformado por una psicóloga, un psiquiatra, una médica familiar y un endocrinólogo pediatra. Ellos acompañan a los pacientes hasta que cumplen 18 años.

Con la mayoría de edad, los adolescentes deben pasar a ser atendidos por un equipo de adultos, como ya lo han hecho 6 jóvenes. Con ese equipo pueden culminar la última etapa, la de las cirugías que permiten la transformación de los genitales.

Para este médico es tan importante la conformación de una identidad sana que a la medicina sumó su otra pasión: la literatura infantil. Así, ya no el endocrinólogo pediátrico, si no el escritor Mario Angulo publicó varios libros y está por editar “Una pregunta importante”.

A modo de adelanto, cuenta que el texto de este último libro comienza con el personaje preguntándose quién es y termina reconociendo que son muchas las preguntas que tiene y sobre las que irá encontrando respuestas. Mientras, seguirá el consejo de su padre: ser una buena persona.

“Es que puedes ser lo que quieras, pintarte el pelo de amarillo, caminar en tacos, lo que importa es ser buena persona”. Palabra de médico, de escritor.