Sergio Kaufman: “El ego no te impulsa a la cima, es una mochila que te tira para atrás y te impide aprender”- RED/ACCIÓN

Sergio Kaufman: “El ego no te impulsa a la cima, es una mochila que te tira para atrás y te impide aprender”

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El presidente de Accenture Argentina rescata el poder de la pasión, el valor de la transparencia y cuenta cómo hace para mantenerse actualizado y seguir aprendiendo

Sergio Kaufman: “El ego no te impulsa a la cima, es una mochila que te tira para atrás y te impide aprender”

Foto: Rodrigo Mendoza.

“El profesor de Álgebra de primer año fue lo más: era un tipo apasionado. Daba clase los sábados de 7 a 9 de la mañana. ¿Quién puede apasionarse por ecuaciones, símbolos y letras a esa hora? Era brillante, un verdadero loco lindo. Creo que soy bueno en matemáticas gracias a él. En el fondo, uno no se acuerda de los datos que te transmitieron, sino de cómo te sentiste cuando lo aprendiste.”

“Todos tenemos teclas que nos apasionan y cuando esa tecla suena, nos hace hablar distinto. Cada uno tiene que encontrar la suya. Cuando lo lográs, te convertís en alguien diferente para vos y para el resto. Conozco a todos los CEOs de Argentina y a varios del mundo y puedo asegurar que los que logran transmitir su pasión son los que hacen la diferencia.”

“Siempre me acuerdo de David Stilerman. Eran los 2000. Yo sabía que se me venía una promoción, pero el proyecto en el que trabajaba andaba re mal. Yo no podía ser ascendido en esa circunstancia. 'Blanqueemos todo y durmamos tranquilos', me dije. Era Jueves Santo, y David y yo estábamos trabajando en la oficina. Le expliqué lo que pasaba y le dije que entendería que postergaran mi promoción. 'El que vengas a contármelo justifica mi decisión de promoverte', me dijo. Yo hago lo mismo ahora: apoyo la transparencia y el hablar las cosas.”

“No me quedo bien cuando siento que me esconden cosas. No somos cardiocirujanos, no se va a morir nadie. Hablemos, veamos qué pasa y tratemos de resolverlo. Una cosa es ser autónomo y otra, creerse un Quijote que puede arreglar todo solo.”

“Cuando hay un problema, siempre promuevo construir desde el peor escenario y de ahí ir subiendo pequeños escalones. Eso instala un humor de mejora en el grupo, en vez del ambiente de derrota. '¿Qué es lo peor que puede pasar?', pregunto. En los exámenes, cuando no sabía mucho, hacía lo mismo: escaneaba todas las preguntas y me decía 'vamos por el 1er minuto' y así iba respondiendo. Lentamente iba llegando al 4to. En vez de la lógica de la desesperación, te guía la lógica de la construcción.”

“Yo soy calentón. pero para mí es muy importante la cordialidad, así que cuando veo que me estoy enojando, salgo a caminar. Agarro Florida y no vuelvo hasta que me calmé.”

“Porque pago los sueldos no tengo derecho a dirigir o diseñar la carrera de la gente. Eso es malo, cortoplacista. No es el mejor año para la Argentina, pero aun así comprobamos que la ecuación que manda en la gente ya no es la económica. El poder está en las personas, que eligen, se acomodan y moldean sus situaciones.”

“Soy un tipo de ir y hacer. Y en los últimos años me estoy ocupando de aprender a escuchar más. Trabajé mucho en compensar la escasa formación sobre la gente que me dieron en Ingeniería, pero, debo confesar, que uno nunca pierde su esencia. En situaciones de crisis, uno siempre vuelve a su estilo básico. Sin embargo, trabajo cotidianamente en ello.
Aprendí a los golpes, por la propia exposición. Trabajé en ocho países distintos, o sea que a esa necesidad de modificar mi estilo esencial de siempre resolver, tuve que sumarle lo cultural. Ser un tipo que resuelve en Argentina, no es igual a ser uno que resuelve en Japón.”

“Mi mamá terminó de cursar Psicología conmigo en un carrito. Y tan mal no me fue. A todas las mujeres que tienen esa culpa por no estar con sus hijos, les digo que confíen en ellas y que estudiar o trabajar no le sacará nada a sus hijos. Al contrario, les aportará mucho porque luego ellas serán seres más completos. Gracias a que mi mamá siguió estudiando cuando mi papá murió, a los 56, pudo mantener a tres adolescentes. Hoy, con 82 sigue atendiendo familias y parejas. Ella decidió seguir su pasión, sin atender los mandatos de la época, y la vida le dio la razón.”

“Los fines de semana dedico cuatro horas diarias, como mínimo, a leer. En mi jardín o en un cuarto especial que tengo en mi casa de campo. Miro The Economist, los diarios, etcétera. Me enganché con los audiolibros, así que en los 90 minutos que tengo entre ir y volver a la oficina, me la paso 'audioleyendo'. También participo de un grupo de crítica de cine y teatro, y aprendo muchísimo de directores, cineastas y libretistas.”

“Tengo el smarthphone en silencio todo el día. Él no me interrumpe; yo decido cuándo lo miro, porque en una reunión o un encuentro uno solo aprende del otro si realmente está ahí, presente. Hago un ejercicio continuo de estar en el presente, en ese único lugar, aún sabiendo que, dentro del móvil, hay 20 manos que me tiran para que esté en otro lado.”

“La sabiduría del que llegó al liderazgo es absolutamente insuficiente. No está mal, pero si uno quiere ejercerla como la única sabiduría existente, termina limitando el crecimiento de la gente y de la organización.
Es terrible pensar que del otro lado del retiro no hay nada. Ya tengo un plan para cuando me retire y sé que necesitaré unas cinco vidas para hacer todo lo que quiero. Sería médico, estudiaría historia, haría un posgrado en Matemáticas.”

“Cuando me agarra eso de 'me deberían haber invitado' o 'cómo no me llamaron', paro la pelota y me digo: '¿Quién sos?'.”

“No es lo mismo herencia y legado. Herencia es la plata que le dejás a tus hijos. Legado es ese olorcito a comida rica que recordás de los domingos, en la casa de tu abuela. Como empresario, herencia es dejar buenos números, pero legado es dejar a una empresa integrada por gente distinta.”

“Domá al ego. Es el mejor consejo que puedo darle a cualquier persona con responsabilidad. El ego no te impulsa a la cima; es una mochila que te tira para atrás porque dejás de aprender, dejás de conectar con la gente, dejás de ver al otro como un par. Al final, todos vamos a terminar arriba del 60.”

Sergio Kaufman es uno de los hombres más influyentes de la Argentina. Hace 30 años que trabaja para Accenture en diferentes roles, y desde 2013 es su número uno. Es ingeniero Industrial, egresado de la UBA y cursó posgrados en Oxford, Wharton e IMD. Hace poco se hizo fan de Parque Patricios. Y ahí llevó a 4000 fanáticos de la economía del conocimiento. Además es Presidente de CIPPEC, Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento.