Sin Rappi ni PedidosYa: en Cuba y Puerto Rico el negocio del delivery se concentra en aplicaciones locales- RED/ACCIÓN

Sin Rappi ni PedidosYa: en Cuba y Puerto Rico el negocio del delivery se concentra en aplicaciones locales

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El Caribe insular parece estar lejos de la prioridad de las plataformas multinacionales. Mandao, la primera aplicación cubana de entrega de comida a domicilio, comenzó a operar en 2019. Luego se sumaron PaMiCasa, Mercazona, Zaaz Bicimensajería y Encarguito.

Sin Rappi ni PedidosYa: en Cuba y Puerto Rico el negocio del delivery se concentra en aplicaciones locales

En lo que a Rappi y PedidosYa concierne, el Caribe insular parece estar lejos de la prioridad. 

¿A qué se debe esto? ¿Es un tema tecnológico, de regulación, político, de falta de interés por el mercado? No lo sabemos con certeza. 

En el caso de Rappi, la ausencia parece deberse a una nueva estrategia de consolidación. “Ya crecimos más de lo que podríamos haber imaginado al principio”, comentó hace unos meses Kathleen McInerney, directora de Políticas Públicas, Asuntos Gubernamentales, Comunicaciones Corporativas y Relaciones Públicas de la firma colombiana. “Lo que queremos hacer ahora es enfocarnos en tener un negocio muy sostenible en las ciudades y países donde estemos”. 

La uruguaya PedidosYa, por su parte, llegó a República Dominicana en 2019 y desde entonces ha conquistado once provincias del país. Sin embargo, no ha dado muestras de querer expandirse por el resto de territorios que conforman la región. 

Entonces: ¿cómo funciona el negocio del delivery en el Caribe hispanohablante? A continuación, un zoom a los casos de Cuba y Puerto Rico. 

Los puertorriqueños poseen la mayoría de las aplicaciones de delivery en el país

Además de las estadounidenses Uber Eats y DoorDash, en Puerto Rico hay al menos unas siete aplicaciones locales que se dedican al delivery de comidas preparadas. Se trata de Uva!DameUnBiteLunchera, Buy Pin, FoodNetPRTupyx y Munchies.  

Según Heriberto Martínez Otero, economista, profesor universitario y director de la Comisión de Hacienda y Presupuesto de la Cámara de Representantes, la pandemia fue clave para el surgimiento y posterior auge de estas aplicaciones. 

“Ya estamos empezando a ver los brotes verdes”, dice en referencia al concepto económico con que se identifican sectores incipientes de la economía en una situación adversa. “Son esas primeras empresas en sectores que no eran dominantes en una economía”, especifica. 

Para él, es bueno que haya innovación y participación en estos segmentos tecnológicos por parte de locales y que se expandan a otras áreas del país. También resalta que los servicios que ofrecen las compañías puertorriqueñas son más económicos que los de las estadounidenses. 

No obstante, advierte que, con el objetivo de aumentar sus márgenes de ganancia, estas aplicaciones mantienen una lógica de economía colaborativa con los repartidores.

“En el momento en que estas empresas tengan que empezar a gastar más en el trabajador hay riesgos compartidos. Ya no sería colaboración, sino riesgo compartido y, obviamente, ellos entienden que eso provocaría una reducción en el margen de ganancias”, explica Martínez.  

Por eso, muchas de las personas puertorriqueñas que laboran como repartidores de comida lo hacen como un empleo complementario, para generar algún ingreso adicional. “Es sumamente difícil que una persona pueda vivir [solo] de llevar alimentos al hogar”, dice. 

Además, está el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre en otros países de Latinoamérica y el Caribe, en Puerto Rico el repartidor de comida en bicicleta no es la norma. De hecho, aunque alguien quisiera hacerlo así, la infraestructura vial casi que le haría imposible moverse fuera de San Juan, la capital. 

Como el país no cuenta con un diseño de ciudad en la que se pueda acceder de manera rápida a restaurantes y supermercados, se utiliza el auto prácticamente para todo. Esto, por supuesto, conlleva gastos adicionales para los repartidores de comida, quienes tienen que pagar la gasolina, el cambio de aceite y filtro, la depreciación del vehículo, el cambio de gomas y el riesgo que representa tener un accidente. 

“O sea, todos los costos laborales para brindar un servicio de entrega recaen sobre el asociado”, resume Martínez.  

Aunque en la actualidad las aplicaciones de delivery están mayormente concentradas en el área metropolitana del país, hay esfuerzos, como el de la aplicación “Lunchera”, para que este mercado se mueva a otras áreas del archipiélago.   

¿Y qué pasa con Cuba?

En el caso de Cuba, a la ausencia de Rappi y PedidosYa habría que sumar también la de UberEats, el tercer gran competidor de Latinoamérica, debido al embargo de Washington sobre La Habana.  

Aquí el desarrollo de plataformas de delivery ha sido totalmente local. Este fenómeno tuvo su momento precursor en diciembre de 2018, cuando Etecsa, la única empresa de telecomunicaciones del país, empezó a comercializar Internet por datos móviles. Fue a partir de entonces que comenzaron a surgir las llamadas startups de última milla. 

Mandao, la primera aplicación cubana de entrega de comida a domicilio, comenzó a operar casi un año después, en septiembre de 2019. Desde entonces se le han sumado al menos otras cinco, generalmente centradas en La Habana: PaMiCasaMercazonaZaaz BicimensajeríaEncarguito y e-Ver. 

Además de generar empleos, riqueza y una nueva dinámica social, estas aplicaciones han salvado a muchos negocios que, sin clientela debido al confinamiento por la covid-19, seguramente hubiesen quebrado.   

¿Cómo funcionan?

Hasta el momento, ninguna ha podido constituirse como una pequeña o mediana empresa*. No obstante, funcionan, solo que de una manera atípica. 

Por un lado, los propietarios y técnicos trabajan bajo licencias de “programadores de equipos de cómputo”. Con ellas, desarrollan las aplicaciones y subcontratan a los repartidores, quienes, a su vez, deben tener una licencia de mensajero. 

Los primeros pagan un mínimo mensual de 80 pesos cubanos (3 dólares) a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). Los segundos, de 40 pesos. Con ello aseguran sus derechos laborales y de seguridad social. Los servicios de salud son universales. 

No obstante, la falta de un marco legal claro para pymes representa un obstáculo tanto para el crecimiento de estos startups como para los repartidores. Sin esto no pueden contratarse directamente ni asegurarse el respaldo de la empresa ante cualquier reclamo. 

“Sería bueno un marco legal, para dejar en claro los deberes y derechos que tienen [los repartidores] para con PaMiCasa, y los de esta con ellos”, dice Jorge Jesús Perera, community manager de esta aplicación. 

Sin embargo, al menos de momento no parece haber muchas quejas por parte de los repartidores. Trabajan a conveniencia y cobran según la distancia recorrida. Aunque en ocasiones deben comprar ellos mismos los insumos de trabajo, en un país donde el salario mínimo es de 2.100 pesos (87 dólares), la entrega a domicilio se perfila como una opción atractiva.

“A mí me ha dado negocio”, dice Daniela Castillo, estudiante universitaria y repartidora para Zaaz Bicimensajería en sus tiempos libres. “Cada día son más las personas que están dedicándose a esto”. 

Zaaz Bicimensajería es una de las aplicaciones que más apuesta por el uso de la bicicleta, cada vez más popular en la entrega a domicilio. Además de amigable con el medio ambiente, esta es más accesible y práctica para los cubanos, puesto que no depende de ningún tipo de combustible. 

No obstante, la falta de ciclovías, el mal estado de las calles y la insensibilidad de algunos choferes representan una amenaza para la salud de los repartidores, que suelen ir en bici o motocicleta. 

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Esta nota fue publicada originalmente en "RepartosLATAM: entregar en pandemia", una investigación colaborativa y transnacional de la 5ta generación de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes.

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