¡Hola! La pandemia amagó con volvernos analógicos. En muchas casas hubo un primer impulso hacia un estilo de vida desconectado. Al mismo tiempo, nunca estuvimos tan dependientes de la conexión a Internet ni de las nuevas plazas públicas de la modernidad: las redes sociales. Cuando más analógicos fuimos, nuestra vida empezó a funcionar exclusivamente gracias al cable de las Toninas.
Un producto de esa paradoja –entre tantos– son las newsletters. ¡Volvimos a las cartas!, sí, pero por correo electrónico y armando grupo. Shakespeare y Bocaccio aprovecharon la peste para escribir obras cumbres. Nosotros nos volcamos a otra forma de lectura y escritura: la newsletter.
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1
Cartas. Simon Garfield, escritor y periodista inglés, dedica su tiempo a escribir libros sobre esas cosas que pasan desapercibidas pero que sostienen el mundo. En 2011 publicó un libro sobre la tipografía, en 2013 sobre los mapas, y en 2015 sobre las cartas: Postdata (Taurus). Es un libro extenso y lindo en donde recorre dos mil años de cruces epistolares, desde Séneca y Plinio el jóven, pasando por Napoleon o por perfectos desconocidos, por Leonard Woolf, Emily Dickinson o Jack Kerouac. Su punto: mostrarnos lo que perdemos al dejar de escribirlas.
“Las cartas”, dice Garfield, “desempeñaban la función de lubricantes de la interacción humana y propugnaban la dispersión de ideas. Fueron canal callado de lo banal y lo valioso: la hora a la que llegaríamos a comer, el relato de un día fantástico, las emocionadas alegrías y penas del amor. Un mundo sin cartas sería ciertamente un mundo sin aire que respirar”.
2
Después de las olas. En esta newsletter lo que recibimos es el cruce epistolar entre dos adolescentes frescas y profundas. Las creadoras y protagonistas (porque todo, siempre, es un poco ficción) son Benita y Jofi. Leer sus cartas produce el mismo efecto que abrir una novelita epistolar. Son pequeñas Lady Susans encerradas en sus cuartos porteños.
“Tengo la sensación de que lo que estoy diciendo no va a ningún lado”, le escribe Jofi a Benita una tarde de junio, “y parece un capricho celoso pero, aunque un poco de eso tiene, lo que quiero decir es que a veces siento amenazada mi identidad y la seguridad de quién soy se desvanece cuando las cositas que sentía propias de repente son colectivas”. Su newsletter es una ventana indiscreta hacia el núcleo de las cuarentenas ajenas.
3
La teoría del random. Otra de las newsletters que caen en mi casilla de correo es la de Diego Geddes, el Diario de la procrastinación, que no es un producto de la pandemia pero que me acompaña desde que salió. Es, simplemente, eso: una suerte de diario íntimo. El de un periodista ahora encuarentenado que, como Hamlet, procrastina. Pero su procrastinación es fabulosa y paradójicamente muy productiva. Si no, no nos llegaría su diario. Y no saben el hijo que tiene.
También hay un salpicado interesantísimo con datos, efemérides, intereses culturales o deportivos, que pueden ir del recuerdo del aniversario de la muerte de su mamá a una teorización sobre la conspiración a un elogio de la timidez. Es, la verdad, un placer.
4
Intranquilas y venenosas. Esta es una newsletter epistolar de dos escritoras muy jóvenes, Olivia Gallo y Tamara Talesnik (aunque mayores que Benita y Jofi, de la newsletter Después de las olas), que a veces cuenta con amigas invitadas que se suman al cruce, como la escritora Valeria Tentoni (es increíble su libro Furia diamante, editado por Leteo).
Como los personajes de la serie Girls, pero sin su departamento en Brooklyn, son urbanas, veinteañeras, inteligentes y neuróticas. Su newsletter es hija directa de la cuarentena.
5
Informativos. Como las de arriba, hay newsletters casi literarias que son puro esparcimiento. Pero también hay de las otras, las que vienen a reemplazar nuestras fuentes de información más tradicionales. ¿Cuántos somos, hoy, los que poco a poco vamos reemplazando los portales online de noticias por estas cartas informativas llenas de análisis e información de la buena?
De estas newsletters, las que más abro son las de Cenital y… bueno, juro que no lo hago de olfa: GPS, de RED/ACCIÓN.
6
Cenital. De ellos leo “Primera mañana”, de Tomás Aguirre, en donde todas las mañanas se recibe una minuta fresca y completa de lo que uno debería, supongo, saber que está pasando. Como dice Aguirre, es un compilado filtrado por él de “las noticias que importan”. Los otros dos que leo son “Populistas somos todos”, de María Esperanza Casullo, autora del libro ¿Por qué funciona el populismo? (Siglo XXI), que es mi preferido, y “Off the record”, que viene todos los martes por Iván Schargrodsky, el niño que se perfila como un Carlitos Pagni de izquierda.
Pero la que más me gusta es “El hilo conductor”, una deriva experimental a través de libros, discos, películas y series curado por Malena Rey (ilumina mis domingos). Sale cada dos semanas.
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Autobombo. Y por último, la newsletter que escribimos con Santiago Llach sobre libros de ficción en Pez banana. No sé si está buena, pero la hacemos con amor.
Reinventamos la home de redaccion.com.ar: ¿ya la conocés? Ofrece una experiencia más interactiva y simple a la hora de informarse y, al mismo tiempo, facilita el compromiso ciudadano. Al final, vas a encontrar un espacio para decirnos qué te pareció (y ayudarnos a seguir mejorándola).
Vimos que la comunidad de lectores de RED/ACCIÓN comparte una característica: son ciudadanos comprometidos, activos en la búsqueda de una sociedad más tolerante e inclusiva. Una de las preguntas clave que busca responder esta nueva experiencia es ¿cómo puede RED/ACCIÓN ayudarlos en esa tarea?
Espero que te haya gustado el envío de hoy. Yo me retiro a seguir buscando libros. ¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Lecturas? Escribime a [email protected]
Va un fuerte abrazo,
Flor
