Una mujer reconoce a una niña perdida que puede ser ella misma: la historia que alienta a seguir buscando- RED/ACCIÓN

Una mujer reconoce a una niña perdida que puede ser ella misma: la historia que alienta a seguir buscando

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Durante 24 años una madre buscó a su hija, que había sido raptada en Marcos Paz. En Rosario una mujer está segura de que es ella. Ambas, se encuentran. La desaparición de Marina Fernanda, en 1995, y de otros niños marcó la necesidad de fundar Missing Children. Una historia que alienta y le da sentido a seguir buscando a las personas perdidas.

Una mujer reconoce a una niña perdida  que puede ser ella misma: la historia que alienta a seguir buscando

Intervención: Pablo Domrose

¿Es posible que alguien se olvide cómo era su rostro en la infancia? ¿Los traumas pueden aniquilar nuestros recuerdos? ¿Cómo crecemos sin siquiera una foto del pasado? ¿Existen imágenes que se transforman en vivencias? Ahora, no hay interrogantes. Hay afirmaciones. La cámara se enciende y graba. La mujer está de espaldas. Su rostro del presente no se expone en televisión.

"Me reconozco en una foto de Facebook en el grupo '¿Dónde estás?'”, le dice Marina Fernanda (o Valeria, según su última identidad) a la cronista Almudena Munera de Canal 3 de Rosario, que sí sale en cámaras. En Facebook, hace cuatro meses, una madre esperanzada había publicado un video como quien arroja al mar una botella con una carta. En el mensaje está el afán de cruzar mares, amaneceres y horizontes. Un video con una sola destinataria: su hija. Las redes sociales multiplican, viralizan y expanden. Pero solo una persona debía ver ese video. Ella. La niña raptada en 1995 que se reconoce a sí misma. 

"Hola, hija. Quiero que sepas que te sigo buscando”, dice Beatriz y reconstruye el pasado como un rompecabezas eterno. Beatriz dice “sigo”. Y, en ese verbo, se condensa el espíritu de todas las madres y de todos los padres que jamás bajaron los brazos en la búsqueda de sus hijos “perdidos”. Fatal palabra que no define el hueco hondo, el vacío aniquilador de no saber qué pasó con lo más preciado de la vida. Beatriz, la de la botella en clave digital, sigue, continúa y no se detiene. La inmovilidad es lo más parecido a la muerte. 

“Te arrebataron de mi vida cuando tenías cuatro años. Ahora tenés 28. Naciste el 4 de enero de 1991 en el hospital Vélez Sarsfield. Tal vez te sientas identificada con la foto que voy a poner. Te pareces mucho a mí y a tus tíos. Tu nombre verdadero es Marina Fernanda Aragunde”, escribe en otro posteo. Las palabras son retazos, una reconstrucción zurcida a tirones, con palabras, emociones y desesperación. Marina Fernanda tenía un apodo: Culi. La tía Andrea es su madrina y la niña de los carteles en las calles de una época predigital, le decía Andy. “Tu papá se llama Fernando, tu abuelo paterno Horacio, tu abuela materna Elsa, pero le decías Mecha, y tú abuelo materno Jorge. Le pido a Dios que me estés buscando y que tengas recuerdos, porque es imposible que te olvides. Eras muy despierta y tenías mucha memoria". 

Dios. Despierta. Buscando. Recuerdos. Imposible. Olvido. 
Y mucha mucha mucha memoria. 

Esta es la foto en la que la mujer de Rosario se reconoce como Marina Fernanda.

Ruido ruido ruido. Hay palabras que se repiten. Como si repetirlas fuera una especie de conjuro vital. Un rezo colectivo. Una insistencia de no claudicación. ¿Y cómo claudicar ante el amor hacia un hijo, ante el espacio vacío, ante la historia ausente que se escurre entre nuestras manos y nuestras almas? El que habla del ruido ruido ruido es Juan Carr. El emprendedor social argentino, creador de un movimiento social y cultural denominado Red Solidaria que se inicia en el año 1995, según Wikipedia. ¿Casualidad? Red Solidaria nace el mismo año que raptan a Marina Fernanda. Carr recuerda su caso (vaya eufemismo de la prensa hablar de seres humanos) y del rosarino Bruno Gentiletti, quien desapareció el 2 de marzo de 1997, a los 9 años, en el balneario La Florida de Rosario, en las costas de Río Paraná. Otra vez Rosario, en la desaparición de Bruno, en la aparición de Marina Fernanda. 

Marina sigue hablando de espaldas. Dice que se comunicó con Beatriz por privado y le dio “muchísimos datos" de aquella niña de la foto que se replica en Facebook. Una niña perdida, secuestrada, vendida y con la identidad cambiada. Ya pasaron 24 años de aquel febrero de 1995 cuando Marina Fernanda jugaba en el patio de su casa en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, cuando fue raptada. Y, ese febrero, marcaría varios hitos: por un lado, la búsqueda inclaudicable de su madre, pero también generaría un efecto derrame que dispararía la creación de la asociación civil sin fines de lucro Missing Children, Chicos Perdidos de Argentina.

“Siempre es positivo que alguien rompa el silencio”, dice Lidia Grichener, presidenta de la asociación civil Missing Children. Y, aunque el silencio sea un intangible, Grichener habla de romper. Y toma recaudos con la historia de Marina Fernanda y Beatriz: “aún falta que el ADN determine si son madre e hija”. No obstante, rescata el hecho positivo de que es importante saber que aún existe una posibilidad. La esperanza transformada en alegría cuando se produce un encuentro es el momento de plenitud que mueve a los voluntarios de la asociación civil. “Este es el lugar donde canalizamos nuestro deseo, donde la sensibilidad nunca desaparece”. Y agrega: “Cuando uno ayuda, se está ayudando a uno mismo”.

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La enumeración de historias da sentido al trabajo. Pero, para ellos, esas historias no son casos. Los protagonistas tienen nombres y apellidos. Tienen pasado, presente y futuro. Son personas como vos y como yo, que ahora escribo tratando de hermanarme con esos huecos que quedan en los padres, madres, hijos e hijas. Carr y Grichener coinciden cuando enumeran. Hay nombres que son memoria en tiempo presente. 

Milagros de los Ángeles Cordero
Alan Solís
Alan David Miranda
Sofía Herrena

Según las estadísticas que figuran en la página web de Missing Children, en el 2017 se recibieron 653 denuncias de chicos perdidos. Y la última actualización del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas informa que durante 2018 hubo 1509 denuncias de búsquedas: 768 continúan activas.

“Me parece insoportable de pensar”, dice Juan Carr, cuando se refiere a la cantidad de historias sin resolver. “Es bueno para muchos padres saber que aún existen esperanzas”, sostiene la presidenta de Missing Children. “Siempre hay que seguir”, agrega, y recuerda la historia de María Elena Delgado, la mamá de Sofía Herrera, quien desapareció el domingo 28 de septiembre de 2008 en un camping a 60 kilómetros de Río Grande, en Tierra del Fuego, y aún continúa con la incansable búsqueda.

El referente de Red Solidaria recuerda que cuando desapareció Marina Fernanda aún no se hablaba de narcos en Argentina. Sí, hubo un trasfondo delictivo. El papá y el abuelo fueron detenidos siete meses después de que secuestraran a Marina. "A mí me secuestraron y me vendieron. Se compró en Mar del Plata, en Migraciones, una identidad falsa. Fue un ajuste narco entre mi abuelo paterno y estas personas que me secuestran y me venden. Fue para hacerle daño a mi abuelo, pero no vieron que le hacían daño a mi mamá detrás de todo esto", relata Marina en diálogo con Canal 3 de Rosario. 

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“Ojalá que el ADN confirme que sea la hija”, desea Grichener. “Es muy difícil no saber dónde están tus hijos”, agrega. Mientras, Juan Carr, habla del diálogo que ya existe entre ellas, y dice que es un diálogo del alma. Una foto como insignia, un mensaje en una red social como botella al mar, imágenes que viven como banderas en movimiento. Postales plagadas de vida y vidas que se sostienen como esperanza para poblar el más doloroso de los dolores: la ausencia en vida de un niño.

El sábado 6 de octubre y el domingo 7, durante la Peregrinación Juvenil a Luján, los integrantes de Red Solidaria caminarán con las fotos de los chicos que aún están siendo buscados. Más allá de las religiones y las espiritualidades, los peregrinos -que serán de distintas religiones- saldrán a las calles y a las rutas. Y, esas imágenes que no son solo recuerdos, nos recordarán que aún es posible buscar, que aún es posible encontrar, que aún es posible saber. 

Dios. Despierta. Buscando. Recuerdos. Imposible. Olvido. 
Mucha mucha mucha memoria.

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