Viviana Fonseca: “No podés ser la víctima de tus decisiones”- RED/ACCIÓN

Viviana Fonseca: “No podés ser la víctima de tus decisiones”

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Se recibió con 9.47 de promedio en la universidad, pero por amor abandonó su idea de ser diplomática. Siguió a su esposo por el mundo. A los 40, se asentó en la Argentina e inició su vida corporativa. Tuvo su empresa, la vendió, y desde hace dos años es CEO de una empresa de telecomunicaciones. Sabe que su carrera fue poco común, pero cree que lo importante no es el camino, sino con qué actitud lo caminás.

Viviana Fonseca: “No podés ser la víctima de tus decisiones”

Foto: Alejandro Guyot.

Viviana Fonseca es CEO de Tesacom.

“Yo quería seguir el Servicio Exterior de la Nación, pero al conocer a mi marido supe, así a primera vista, que era la persona con la que iba a armar una familia. Frente al hecho en sí, traté de ver cómo construía un nuevo hacer, con la aceptación de que no lograría eso que había pensado para mí, pero sí muchas otras cosas”. 

“Podría ser embajadora a esta altura de mi vida. Tengo compañeras de la universidad que lo son y ahora, cuando miro su vida, sé que no podría serlo. No me arrepiento ni lo siento como una frustración. Son caminos. Lo importante es cómo los caminás: Quejándote o poniendo el 100 por ciento para vos y los que están alrededor tuyo”.

“No podés ser la victima de tus decisiones Llega un momento en que tenés que ser protagonista. Aunque uno tenga un abanico acotado de opciones, lo importante es protagonizar esa decisión y caminarla”. 

“Empezar una carrera como profesional de empresas a los 40 años no sucede muy a menudo. Ser Licenciada en Ciencias Políticas y estar a cargo de una empresa de Tecnología, tampoco. Mi formación me dió una mirada más holística y me permitió ver la empresa en otro contexto”. 

“Odio las reuniones interminables, pero especialmente esas en las que no sabemos para que nos juntamos. Hay que hacer el trabajo previo de ordenarse, entender el objetivo y pensar cómo lo vas a plantear. Obvio que es más cómodo venir y tirar todo sobre la mesa, pero no es respetuoso con el que te da su tiempo”.

“Llego a la oficina, y todavía extraño a José Sánchez Elía y sus charlas. Él me eligió para CEO y me formó. Le debo muchísimo. El fue quien confió y me desafió. Dos años antes de formalizar el nombramiento me lo dijo. Increíblemente, siete días después de que me hice cargo, falleció”. 

“Fue mi mentor. Temprano, venía a mi oficina y la primera conversación que encaraba nunca tenía nada que ver con la empresa. Era un enamorado del país, y siempre hablaba de la Argentina y sus problemas. Los temas que lo desvelaban solían ser de la gente”.

“Soy absolutamente disciplinada. Me pongo objetivos y me enfoco mucho. La idea de lo multitasking no me funciona. Hago una cosa por vez y de manera intensa. Recién ahí, puedo pasar a otro tema”.

“No sirvo para las conversaciones a las apuradas, en los pasillos. Nos sentamos, nos miramos a la cara, me concentro y ahí, escucho”.

“Mi esposo, Carlos Esteban, hizo la carrera militar. Cuando tenía 28 años fue -junto a sus oficiales y los conscriptos de la clase 62- protagonista de la recuperación de las islas Malvinas en la batalla de San Carlos. En épocas donde ser militar era mal visto, nunca me molestó su actividad. Todo lo contrario. Me enorgullecen sus valores democráticos y su integridad”.

 “Me acuerdo siempre de Alfredo Muney, de la Universidad Católica de Córdoba. Era un profesor diferente. Permitía soñar y pensar en grande. Yo estudiaba Ciencias Políticas, y el decía que nos preparaba a todos para ser presidente”

“Cuando conocí a mi primera jefa, Elena Quiroga, en el departamento de Comercio Exterior de un banco, ella tenía 33 años, y a mi me parecía grande. Yo nunca había visto ni siquiera un cheque. Me desafió y sacó mi mejor versión. Tomé contacto hace poco: Se jubiló, empezó a estudiar Arte, y hace dos meses me invitó a su exposición”. 

Viviana es súper matutina. Cada mañana se hace, por escrito, la lista de lo que quiere lograr. Adora leer, pero de a un libro por vez. También ir al teatro, y escaparse con su hija al Colón.