¿Dónde acaba la escuela y empieza la ciudad?- RED/ACCIÓN

¿Dónde acaba la escuela y empieza la ciudad?

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El objetivo es transitar hacia una ciudad en la que se le da importancia al tiempo y a los ritmos de la vida urbana, a las actividades, a las relaciones y movilidades de proximidad. Una ciudad capaz de ofrecer espacios urbanos con mejores condiciones ambientales para la salud, el desarrollo personal, la cohesión social y también el desarrollo económico.

¿Dónde acaba la escuela y empieza la ciudad?

La pandemia global de la covid-19 ha puesto a prueba la vida escolar y cotidiana en las ciudades con confinamientos y desconfinamientos, cuidados sanitarios y cuarentenas, horarios y restricción de actividades, reprogramación de tareas y encuentros presenciales y virtuales.

Se ha desarrollado una diversidad de protocolos y soluciones en la gestión de los espacios urbanos y de los edificios. Incluyen hábitos de higiene y de protección, itinerarios de acceso y recorrido, distancias entre actividades y entre personas, tiempos de estancia e, incluso, condiciones de ventilación.

Sin embargo, todo esto en su conjunto no debería ser asumido tan solo como una medida tecnocrática, transitoria y de control sanitario. Representa una oportunidad para reflexionar y acelerar mejoras urbanas y de los edificios, que promuevan una ciudad que “cuidamos y a la vez nos cura y cuida”.

El objetivo es transitar hacia una ciudad en la que se le da importancia al tiempo y a los ritmos de la vida urbana, a las actividades, a las relaciones y movilidades de proximidad. Una ciudad capaz de ofrecer espacios urbanos con mejores condiciones ambientales para la salud, el desarrollo personal, la cohesión social y también el desarrollo económico.

La educación como función urbana

En medio de la incertidumbre, se acumulan experiencias, recomendaciones y aprendizajes sobre distanciamiento social, clausura y reapertura de los centros educativos. Se habla de distancias, ratios, normativas, protocolos, inversiones, formas de gestión y también de responsabilidades.

En este debate abierto, administraciones, docentes, familias y comunidad educativa en general definen requerimientos, a la vez que imaginan y formulan diversidad de escenarios y soluciones.

Asistimos a un momento en el que se reconfirma la importancia de la educación como función urbana, en términos pedagógicos y socioeconómicos, pero también espaciales y ambientales. En la ciudad, la educación va más allá de las aulas.

Los equipamientos escolares conforman centralidades de barrio, muy distribuidas en la ciudad. En los centros educativos y su entorno, en los espacios públicos y calles cercanas, se aglutinan personas y también actividades.

Una escuela capaz de ejercer de lugar de encuentro y de instrumento para el equilibrio social en los barrios ha de promover en su interior espacios más accesibles, inclusivos, interconectados y más naturales. Ha de ser más abierta y permeable en sus límites y ha de relacionarse mejor socialmente con los vecinos de sus alrededores.

Patios más habitables y naturalizados, centros más accesibles y utilizables, y usos y funciones más atentas a las necesidades del entorno y del momento pueden ayudar mucho en esta transformación.

Las escuelas como centralidades de los barrios

Si hablamos de favorecer la proximidad, hay que hablar de distancia, tiempo y actividades, pero también de calidad espacial y ambiental.

En París, dentro de la propuesta de la ciudad de los 15 minutos, la escuela desempeña un papel clave como “capital du quartier”.

En Barcelona hay varias propuestas sobre los espacios y entornos escolares. Y en Suecia se apuesta por la one-minute city, que pone el acento en lo que nos encontramos al salir de los espacios de la vivienda, el trabajo o el lugar de estudio.

¿Qué tienen en común estas propuestas? Muchas ya se venían desarrollando desde antes de la pandemia, y obedecían a respuestas de políticas urbanas frente al cambio climático. Muchas eran parte de iniciativas ciudadanas, de comunidades educativas, académicos, técnicos y profesionales, a las que hay que dar continuidad.

Una red escolar urbana de refugio climático

En Barcelona se vienen sumando experiencias que apuntan en esta dirección. Partiendo de la idea de hacer que las escuelas o sus patios sean refugios climáticos, hemos planteado una red escolar urbana de refugio climático.

Esta propuesta articula diversas iniciativas en curso para plantear una mirada integrada, amplia, estratégica y compartida, con la utilización de datos abiertos en un mapa online y colaborativo.

Los usuarios pueden hacerse una idea de varios aspectos de la ciudad como el espacio público, la movilidad, el verde urbano e indicadores demográficos y ambientales.

Centros educativos, entornos y patios más habitables

Las reflexiones y propuestas ponen el acento en los equipamientos escolares y su potencial como centralidades de barrio. Hemos considerado su distribución y radio de acción y la relación entre actividades de vecindario y visitantes. Hemos reproyectado y transformado patios escolares a través de proyectos cocreados y ejecutables en corto y mediano plazo.

Gracias a la iniciativa de las escuelas e institutos y las asociaciones de familias, hemos logrado transformar muchos espacios grises y poco aptos para la actividad escolar en espacios más habitables, aulas al aire libre. Una estrategia especialmente útil para evitar los contagios de covid-19.

Por otro lado, seguimos replanteándonos los bordes y límites de los edificios escolares, así como el uso de espacios cercanos. A través del diseño e implementación de artefactos y dispositivos arquitectónicos pueden activarse espacios capaces de promover y dinamizar zonas exteriores. Accesos, calles, parques y plazas vecinas se convierten en extensiones y ampliaciones de la actividad educativa, puntos para el intercambio social en los barrios.

Algunas acciones para reutilizar los equipamientos y entornos urbanos educativos y dirigidas a promover una ciudad educadora y una ciudad de los cuidados son las siguientes:

  • Reconocer la centralidad de las escuelas y el potencial de sus sinergias urbanas.
  • Potenciar estratégicamente una mejor calidad de espacios pensados en red.
  • Hacer que los patios sean más habitables, inclusivos y naturalizados.
  • Promover la reactivación del espacio público como ámbito aliado en la vida urbana de los barrios.
  • Fomentar el conocimiento del entorno próximo y sus condiciones ambientales con los usuarios y uso de las nuevas tecnologías.

La ciudad, sus barrios, escuelas y calles han de planificarse y gestionarse pensando tanto en su función productiva y del trabajo, como en la reproductiva, de nuestro cuidado y de nuestro entorno.

Miguel Y. Mayorga Cárdenas es profesor de Urbanismo, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech. María Pía Fontana es
profesora Investigadora Asociada, Universitat de Girona.

© The Conversation. Republicado con permiso.