El boom fintech y los beneficios que prometen los datos financieros abiertos- RED/ACCIÓN

El boom fintech y los beneficios que prometen los datos financieros abiertos

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El establecimiento y la expansión de sistemas de intercambio de datos financieros digitales presenta complejos desafíos técnicos y regulatorios. Pero los esquemas seguros y confiables también ofrecen una gran ventaja potencial para los consumidores, las instituciones financieras y la economía.

El boom fintech y los beneficios que prometen los datos financieros abiertos

Ilustración: Pablo Demrose

De Australia a Brasil, de Nigeria a Estados Unidos, muchos países están implementando nuevas pautas y regulaciones para el uso compartido digital de datos financieros. El objetivo es alentar la creación de ecosistemas de datos digitales que faciliten y aceleren las interacciones entre las instituciones financieras y sus clientes individuales y corporativos. Pero además, una adopción exitosa de los datos financieros abiertos también puede proveer un estímulo al PIB mundial más en general.

Al liberar de fricciones el flujo de datos de clientes entre instituciones financieras por medio de interfaces de programación de aplicaciones (API), los sistemas de datos abiertos reducen o eliminan la necesidad de procesamiento manual de datos. El prerrequisito esencial es una firme confianza de los consumidores, que sólo es posible lograr implementando un cinturón protector basado en el consentimiento de los usuarios, la protección de los datos y la ciberseguridad.

Provistas las salvaguardas, puede haber beneficios significativos, entre ellos una mejora del acceso a servicios financieros para personas y pequeñas empresas; por ejemplo, un cliente con poco historial crediticio tendrá mejores chances de recibir un préstamo (que puede ser el primero) si hay datos que muestran que paga en tiempo y forma las facturas de servicios públicos, alquiler y otras cuentas.

Otras ventajas para los consumidores incluyen mayor comodidad (al no haber necesidad de llenar una y otra vez por triplicado los mismos formularios) y acceso a una variedad más amplia de productos. En el Reino Unido, donde hay «banca abierta» desde 2018, es muy fácil para los clientes pasar sus cuentas de una institución a otra para obtener una tasa más alta por los depósitos, o comparar intereses de préstamos hipotecarios de diferentes proveedores sin tener que pagar comisiones a intermediarios. En Estados Unidos, el presidente Biden dictó el 9 de julio de 2021 una orden ejecutiva sobre la promoción de la competencia en la economía estadounidense, donde se hace mención explícita de un mayor uso compartido de datos financieros, para que «los consumidores tengan más facilidad para cambiar de institución financiera y usar nuevos productos financieros innovadores».

También hay beneficios para los proveedores de servicios financieros: la adopción de los datos abiertos aumenta su eficiencia operativa, al permitirles acceder a datos verificados digitalmente y ahorrarse así la onerosa tarea de actualizar y buscar información en «silos» de datos en forma manual. Esto reduce considerablemente los costos asociados con la reparación de errores en los datos de gestión de relaciones con los clientes (se estima que ascienden a un 20% del ingreso de una institución financiera típica) y permite a los proveedores de servicios aumentar la automatización en sus operaciones con datos.

Un mayor uso compartido de datos también implica que los bancos pueden asignar personal a los clientes más expuestos a riesgos y reducir la necesidad de obtener datos a través de intermediarios. En Estados Unidos, por ejemplo, casi la mitad de los prestamistas hipotecarios dependen de datos de terceros para originar un préstamo, pero los modelos abiertos están haciendo posible el acceso público a una buena parte de esta información financiera. Finalmente, el uso compartido de datos es una herramienta eficaz contra el fraude, ya que pone a disposición de las instituciones más pruebas y pistas para marcar actividades sospechosas y mejorar los modelos predictivos destinados a tal fin.

Luego están las ventajas macroeconómicas. En un análisis reciente de 24 iniciativas de uso compartido de datos financieros en el sistema bancario y de pagos, hallamos que una adopción amplia de sistemas abiertos puede generar de aquí a 2030 un considerable estímulo económico, del orden del 1 al 1,5% del PIB en la Unión Europea, el RU y Estados Unidos, o incluso entre 4 y 5% en la India (véase el gráfico adjunto).

Además, hay beneficios para todos los participantes del mercado (instituciones financieras, clientes individuales, empresas micro, pequeñas y medianas), aunque en mayor o menor grado según la estructura y profundidad financiera de cada país y las características de su sistema de datos abiertos.

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Por ahora, incluso los países que están a la vanguardia en la adopción de los datos abiertos sólo acceden a una parte del valor potencial total; calculamos que la cifra es entre 30 y 40% en el RU y sólo 10% en Estados Unidos y Europa.

Para hacer realidad todo el valor es necesario un nivel de estandarización de datos y una amplitud en su uso compartido que por ahora pocas economías poseen. Por estandarización nos referimos a la mayor o menor disponibilidad de mecanismos estandarizados de uso compartido de datos y los correspondientes costos de acceso; por amplitud, a la cantidad de tipos diferentes de datos financieros que se comparten.

En algunos casos, existe cierto uso compartido de datos, pero no en forma sistemática. En muchos países, por ejemplo, los consumidores que buscan acceso automatizado a hipotecas competitivas tienen que proveer los mismos datos a varios proveedores. Pero para operar en escala (y así concretar lo más que se pueda el valor potencial) se necesitan mecanismos que permitan acceder con facilidad a una amplia variedad de datos financieros a través de API y por un costo mínimo.

Hay otros dos aspectos esenciales: una sólida infraestructura financiera digital sobre la cual construir un sistema de datos compartidos, e innovación para que no deje de prosperar.

Durante la pandemia de COVID‑19, los países provistos de una infraestructura financiera digital bien desarrollada pudieron hacer transferencias a empresas y personas con rapidez y eficiencia. Estos programas dependen en gran medida de la existencia de canales de pago digital, junto con sistemas de identificación digital confiables con amplia cobertura poblacional y mecanismos incorporados de protección de los consumidores. Y en muchas economías emergentes, otros prerrequisitos para acceder a todo el valor económico de un ecosistema de datos compartidos son el acceso básico a Internet, una amplia penetración del teléfono inteligente y un suministro confiable de energía.

La última frontera es la innovación. Cuanto más valor se extraiga de los datos financieros abiertos, más crecerá el potencial de innovación (y puede que lo haga en formas que hoy ni imaginamos). Diferentes actores (de los bancos tradicionales ya establecidos a las plataformas tecnológicas y nuevas empresas fintech) podrán tener un papel significativo, según las áreas de fortaleza y las ventajas competitivas de cada uno.

Crear y extender ecosistemas de datos financieros abiertos supone complejos desafíos técnicos y regulatorios. Pero con la adopción de esquemas seguros y confiables también es posible obtener grandes beneficios para los consumidores, las instituciones financieras y la economía.

Olivia White es socia de la oficina de McKinsey & Company en San Francisco. Anu Madgavkar es socia del McKinsey Global Institute en Nueva Jersey.

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