El Taller, un refugio para mujeres disidentes en Puebla, México- RED/ACCIÓN

El Taller, un refugio para mujeres disidentes en Puebla, México

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Gabriela Cortés y Mónica Ponce crearon este espacio para promover la reflexión y el autocuidado de mujeres lesbianas, bisexuales, trans y personas no binarias.

El Taller, un refugio para mujeres disidentes en Puebla, México

Por fuera es solo una casa verde con blanco en una de las zonas más antiguas de la ciudad de Puebla, rodeada de otras casas muy parecidas, frente a una fábrica de plástico abandonada. Por dentro, es un refugio de disidencias; se llama El Taller.

En las habitaciones de esa casa que hoy se han convertido en oficinas, lo mismo se da atención psicológica que se organizan movilizaciones; en lo que alguna vez fueron sala y comedor hay un foro de teatro llamado Las Nahualas, donde se presentan obras sobre homo-lesbi-transfobia, mujeres desaparecidas, feminicidios, trata de personas y violencia contra la mujer.

En el patio puede pasar un poco de todo: conversatorios, talleres, fiestas, sesiones de la Escuelita Feminista y es, además, lugar de ensayos de la batucada lesbofeminista. 

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En El Taller, desde hace 13 años, convergen mujeres de diferentes edades, identidades sexogenéricas y orientaciones sexuales con fines comunes, con el interés de conocer más o participar en algunos de sus proyectos, todos liderados, creados o propuestos por Gabriela Cortés y Mónica Ponce: Gab y Mona. 

Juega como niña

Foto: El Taller A.C | Facebook

Cuando Joss Gámez estaba en la secundaria solo una vez pudo jugar fútbol con sus compañeros, porque de inmediato su maestra mandó a llamar a su mamá para decirle que si le pasaba algo sería su culpa, por jugar con hombres. Nunca se lo volvieron a permitir. 

Pero ella no era la única lesbiana a la que en algún momento le coartaron la posibilidad de jugar este deporte, como se dieron cuenta en los círculos de reflexión de El Taller, donde Joss conoció a Gab y Mona. 

Estos círculos de reflexión son “acciones de reconocernos lesbianas y bisexualas que hemos organizado, y en diferentes ocasiones surgía el sentirnos bloqueadas porque nos dijeron: ‘las niñas no juegan fútbol’, o a algunas chicas lesbianas no las dejaban jugar fútbol [solo con mujeres] porque les decían: ‘tú juegas como hombre’, y [como] muchas mujeres lesbianas nos vemos o se ven muy masculinas, entonces decían: ‘es que tú no eres mujer, tú eres hombre’”, explica Gab Cortés. 

Esta discriminación es un tipo de violencia que atraviesa a las mujeres, y como un acto reivindicativo para sí mismas lanzaron el torneo de fútbol “Lesbianas, bisexualas y mujeres trans pateamos y pegamos como niñas”.

Gab aún recuerda cuando, después de ser la única niña que jugaba fútbol con los niños del barrio, un día simplemente le dijeron que ya no podía hacerlo, porque había crecido y las diferencias de género fueron evidentes. 

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“Para mí siempre fuiste un niño –le confesó uno de sus primos–, por eso siempre jugaba contigo, andábamos juntos para todos lados; hasta que me di cuenta de que no eras niño, sino una niña, y dije: ¿cómo? Las niñas no juegan fútbol”.

Gab volvió a jugar fútbol 30 años después, hasta que inició este proyecto en El Taller. Fue un acto liberador. Como lo fue también para Joss porque se pudo “visibilizar que las mujeres también jugamos, tenemos derecho a jugar, y además las lesbianas teníamos un espacio para jugar sin escondernos”.

Ahora este proyecto es más ambicioso, pues además de trabajar con mujeres lesbianas y bisexualas, integra a mujeres trans, personas no binarias y también a juventudes, niñas e infancias para hacer y hablar del deporte, “de cómo nos han dicho que no podemos hacer por nuestras naturalidades o porque nacimos con un sexo al cual le impusieron ciertas formas de ser, estereotipos de cómo tenemos que ser”.

Se trata, sigue explicando Gab, de trabajar desde la corporalidad, con talleres de autodefensa, torneos de fútbol, basquetbol, en competencias de atletismo, tochito e incluso ahora por la pandemia han pensado en organizar carreras, rodadas e incluso tal vez un torneo de fútbol de mesa.  

“Desde la autodefensa no necesariamente necesitamos tener un contacto directo para seguir aprendiendo y reconociendo cómo tenemos que defendernos, cómo tenemos que reconocernos fuertes ante un sistema que sigue diciendo que somos débiles y que les pertenecemos, o que nuestros cuerpos les pertenecen a los machos”.

Con este proyecto, El Taller busca incidir no solo en la capital del estado sino en otros municipios como Atlixco, Izúcar de Matamoros, Tehuacán y las Cholula (San Pedro y San Andrés). 

Afilando tijeras en pandemia 

Foto: El Taller A.C | Facebook

Con la llegada de la pandemia y el inicio del confinamiento las actividades en El Taller se detuvieron, pero no así sus inquietudes.

“El encierro –recuerda Gab– nos llevó a pensar: ¿qué está pasando con nosotras? Y reconocer, ‘si nos está pasando a nosotras, seguramente le está pasando a otras mujeres’; por ejemplo, se detonaron o aumentaron algunas ansiedades. Incluso recibimos llamadas de mujeres que estaban en una situación de violencia, mujeres que querían ser escuchadas”.

Entonces decidieron crear un espacio para hablar desde el encierro, al que llamaron “Afilando tijeras a la distancia”, y al que respondieron mujeres lesbianas, bisexuales, personas no binarias no sólo de Puebla, sino de Yucatán, Ciudad de México, Veracruz, Oaxaca, y algunos municipios del interior del estado, pero también de Zacatecas, Guadalajara y Tlaxcala. 

“Fue bastante interesante cómo nos reencontramos a través de estas plataformas [como Zoom o Facebook], para darnos apapachos virtuales y se fue consolidando un grupo de escucha”.

Hacían sesiones semanales para hablar de cosas simples pero importantes, como “¿qué estamos haciendo cada una en el autocuidado?, ¿cómo nos estamos alimentando?, ¿qué nos recomiendan para que no tengamos ansiedades?, ¿qué hacemos desde la psicología?, ¿cómo nos hablamos y cómo nos apapachamos desde ahí?”.

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Incluso esa experiencia virtual animó a Gab y a Mona a impulsar la 9a edición de la Escuelita Feminista en modalidad mixta: presencial y en línea. Se decidió hacerlo así porque de pronto se dieron cuenta que había que cerrar el proceso de “Afilando tijeras”, ya que el grupo fue disminuyendo conforme se activaba la economía. 

“Algunas chicas que estuvieron en ese momento ahora son parte de esta generación de la Escuelita Feminista y con otras seguimos en conexión a través de las redes sociales”. 

Ahora para El Taller viene un nuevo proyecto relacionado con los derechos, pero no desde lo legislativo, sino desde lo identitario femenino en relación con el género y la orientación. 

El objetivo es reflexionar sobre la idea de que las mujeres trans son estereotípicamente femeninas y las mujeres lesbianas, masculinas, la cual está alejando a las mujeres unas de otras dentro del mismo movimiento feminista. Sin embargo, “esta reflexión es del patriarcado para que nos veamos en vez de aliadas, con rivalidad”, y es con eso con lo que El Taller quiere romper: el mandato patriarcal.

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Esta nota fue originalmente publicada en el medio Lado B, de México. Y es republicada como parte de la Red De Periodismo Humano.