«Esto es increíble»: así es navegar entre los delfines patagónicos en la costa de Chubut - RED/ACCIÓN

«Esto es increíble»: así es navegar entre los delfines patagónicos en la costa de Chubut

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Desde Puerto Rawson, 82 km al sur de Puerto Madryn, parten los gomones que llevan a los turistas a ver a los asombrosos delfines patagónicos en la costa de Chubut. Gustavo Tabucchini, a cargo de un semirrígido, relata la aventura y las reacciones a bordo.

«Esto es increíble»: así es navegar entre los delfines patagónicos en la costa de Chubut

Los delfines patagónicos son veloces y acompañan la navegación de los gomones con sus saltos y piruetas. También conocidos como toninas overas, otros les dicen «los pandas del mar». Fotos: Alejandro Carnevale.

El capitán del gomón semirrígido inicia el paseo desde su puesto de comando elevado. La nave se mueve despacio en la desembocadura del río Chubut en Puerto Rawson, a 21 km de Trelew y 85 de Puerto Madryn. Sentados, con los chalecos salvavidas puestos, unos 30 pasajeros empiezan a disfrutar del espectáculo. Lo primero que ven es una larga hilera de buques pesqueros amarrados. Son lo que salen a buscar los langostinos y al regresar lo que desecha la tripulación vuelve al mar: es el momento que esperan los lobos marinos para comer sin tener que moverse mucho para procurarse alimento. Ahora, a media mañana, todo está en calma y retozan al sol sobre las piedras mientras Gustavo Tabucchini acelera y empieza a meterse en el mar. Está a cargo de una excursión que está disponible todo el año y es una de las más elegidas en la costa de Chubut.

Los lobos marinos retozan. Detrás, los barcos pesqueros. Fotos: Alejandro Carnevale.
Gustavo Tabucchini, al mando del semirrígido en el puerto de Rawson. Fotos: Alejandro Carnevale.

Para quienes llegan desde Madryn asombrados por los molinos gigantes con aspas que hace girar el viento del sur en los parques eólicos a la vera de la ruta nacional 3 para alimentar a la industria del aluminio, el paseo embarcado es una maravilla opción que se puede combinar en una salida con otras dos atracciones cercanas: la visita al Área Natural Protegida Punta Tombo para caminar entre los pingüinos que llegan cada primavera para que nazcan sus pichones y tomar el te a la galesa en Gaiman, en el Valle Inferior del río Chubut, donde se afincó la colonia de inmigrantes después de desembarcar del velero Mimosa en Puerto Madryn en 1865.

Los pandas del mar

Cerca de las 11 de la mañana, sin nubes en el horizonte y con un sol patagónico disimulado por el viento, el Atlántico recibe al capitán con olas que sin ser bravas alcanzan para que se sienta el movimiento en el semirrígido.

Aerogeneradores detrás del gomón. Los parques eólicos generan energía que abastece a la industria del aluminio. Fotos: Alejandro Carnevale.

A la izquierda, se divisa Playa Unión, otra gran opción del verano. A bordo, se escucha hablar en ruso, en francés y en portugués, mientras los pasajeros buscan la mejor posición para cuando llegue el momento de ver a los delfines patagónicos, también conocidos como toninas overas.

Las piruetas de los delfines deslumbran a los turistas. Fotos: Alejandro Carnevale.

Otros les dicen con cariño los pandas del mar por su combinación de tonos: la cabeza, la cola y todas sus aletas son negras y el resto del cuerpo blanco.

Los delfines patagónicos se mueven por lo general en grupos pequeños, aunque el capitán ha observado manadas numerosas y también individuos solitarios.

Fotos: Alejandro Carnevale.

Suelen medir unos 145 centímetros y pesar cerca de 50 kilos, informa Gustavo, que como cada vez que sale siente sobre sus hombros la responsabilidad de encontrarlos. Es lo que suele ocurrir, pero nada lo garantiza. “Son libres, se mueven por donde quieren, esta es su casa”, dice el capitán, que reconoce a unos 20 por las marcas en las aletas.

El capitán tiene 50 años y lleva 20 de convivencia con los delfines. “Una vida en el mar”, dice, porque antes era uno de los marineros de los barcos pesqueros. Esto es otra cosa: “Acá es imposible aburrirse, cada día es distinto”, agrega. De pronto, vira a la derecha: ha visto que otro barco detuvo la marcha. Se acerca con cuidado, apaga también los motores: ahí están los delfines. Pasan por debajo de la embarcación, la rodean, se acercan a la que acaba de llegar.

Fotos: Alejandro Carnevale.

“Esto es increíble”

Fotos: Alejandro Carnevale.

Esta mañana soleada son seis los que se mueven entre los barcos y a bordo se escuchan las voces y se aprecian los gestos de asombro de los turistas que se mueven de un lado a otro para verlos y fotografiarlos. No es fácil: los delfines son veloces y aparecen y desaparecen en cuestión de segundos. “Esto es increíble”, comenta Fernando, que llegó desde Córdoba. Las toninas saltan, es lindo escuchar el sonido cuando se sumergen. También disfrutan del espectáculo pasajeros entrerrianos, santafesinos y del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, entre otras zonas.

Una viajera rusa se inclina para tomarse una selfie con las toninas de fondo, pero se le complica. Su pareja la sostiene de la cintura y el marinero Pablo Beristain está atento a que la situación no se desborde, les pide cuidado.

Fotos: Alejandro Carnevale.

La embarcación es estable y los turistas pueden moverse, pero no sentarse en las barandas ni tomar riesgos excesivos. Si alguien se siente mal por el movimiento que genera el oleaje, Pablo le recomienda que se siente en los asientos traseros, cerca de los motores y el puesto de mando del capitán, ya que allí el bamboleo es menor.

Fotos: Alejandro Carnevale.

La ubicación es estratégica también cuando vuelve a arrancar el barco, porque los delfines lo siguen y es una maravilla verlos saltar tan cerca. Pronto, los afortunados serán los de la proa, porque se adelantarán mientras los del medio se mueven para verlos pasar.

Fotos: Alejandro Carnevale.

Sopla el viento, Gustavo se acomoda los lentes y la gorra de capitán. Es tiempo de regresar al puerto, con la satisfacción de la misión cumplida. Minutos después deja el gomón: la rutina más linda ha terminado. Los pasajeros vuelven a tierra: lo que acaban de ver empieza a convertirse en un hermoso recuerdo.

Fotos: Alejandro Carnevale.

Lo que hay que saber para ir a ver a los delfines patagónicos

Fotos: Alejandro Carnevale.

Los 365 días del año el Puerto de Rawson, capital de la provincia de Chubut, ofrece la posibilidad de disfrutar de un paseo náutico para avistar al delfín patagónico. La excursión tiene una duración de alrededor de una hora desde que se parte del muelle de embarque, pero puede ser de hasta una hora y media dependiendo del comportamiento de los delfines.

Fotos: Alejandro Carnevale.

En la salida se recorre la desembocadura del Río Chubut para poder avistar lobos marinos de un pelo, apreciar el puerto con su flota amarilla de buques y las diferentes especies de aves costeras, para luego continuar con el viaje y salir al mar en búsqueda de los delfines patagónicos. Entre las aves, se avistan cormoranes reales, gaviotas capucho café, gaviotas cocineras, garzas brujas, petreles, pingüinos de Magallanes y pardelas patagónica, entre otras. Rawson está a 85 km de Puerto Madryn y a 21 km de Trelew. El paseo cuesta 45.000 pesos para adultos y 22.500 para menores de 12. Menores de 3 años, sin cargo. Los extranjeros pagan los mismos valores. Contacto: toninasadventure.com/

Más información: madryn.travel

Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.