¿Por qué la ciudad de 15 minutos? Hacia una mayor igualdad y cohesión social - RED/ACCIÓN

¿Por qué la ciudad de 15 minutos? Hacia una mayor igualdad y cohesión social

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Un estudio revelador arroja que el 80% de los habitantes de la ciudad opta por el transporte público en lugar del automóvil privado para sus desplazamientos diarios. Este dato impactante no solo está cambiando la forma en que nos movemos, sino que también está remodelando la infraestructura urbana y planteando desafíos y oportunidades en la búsqueda de una movilidad más sostenible y eficiente.

¿Por qué la ciudad de 15 minutos? Hacia una mayor igualdad y cohesión social

Tato_Torrejon / Shutterstock

La propuesta de la “ciudad de 15 minutos” de París es un modelo urbano que ha sido acogido, replicado y recientemente criticado a nivel mundial. Busca lograr una ciudad a escala humana en la que las personas puedan acceder a sus actividades diarias en menos de 15 minutos a pie o en bicicleta.

Como modelo de regeneración urbana, pretende enfrentar algunos retos actuales como la desigualdad social, el envejecimiento de la población y el cambio climático, a la vez que persigue diversos beneficios, algunos ya comprobados en modelos similares. Este artículo es el primero de una serie en la que analizaremos dichos retos y beneficios.

Reto: igualdad y la cohesión social

En las ciudades modernas se manifiestan grandes desigualdades. En ese sentido, uno de los retos es garantizar la accesibilidad a los servicios esenciales a todos los grupos de la sociedad, independientemente de sus habilidades o características socioeconómicas. Y no solo en términos de proximidad (distancia, tiempo) sino también de accesibilidad, inclusividad, asequibilidad, disponibilidad de servicios y seguridad de todas las personas.

La planificación tradicional basada en la separación de vivienda, empleo y comercio, ha generado el desarrollo acelerado en torno a la infraestructura para automóviles, lo que ha dado lugar a dos problemas bien documentados. Por un lado, ha perpetuado las desigualdades sociales y, por otro, ha generado una enorme cantidad de movilidad motorizada, con los sobrecostos energéticos, ambientales y sanitarios asociados a la misma.

Estos fenómenos, junto con un entorno poco accesible, producen también exclusión social o la llamada soledad no deseada, las cuales afectan sobre todo a grupos minoritarios y a las personas mayores.

El diseño de la ciudad tiene un papel relevante para afrontar dichos problemas y promover la calidad de vida y la cohesión social. Por ejemplo, garantizando que equipamientos y servicios se distribuyan equitativamente por toda la ciudad e incluyendo a todos los grupos como participantes activos de la sociedad.

Actualmente, el ritmo de vida inducido por la forma urbana y la extensión progresiva de las ciudades nos lleva a emplear en promedio 60 minutos del día en desplazamientos al trabajo. Este tiempo se resta de la vida social, familiar y personal. Y dificulta la conciliación familiar y laboral. Además se producen pérdidas de productividad económica y laboral.

En la pandemia se evidenció el auge de los servicios online (entrega de productos a domicilio, citas médicas online, teletrabajo, etc.), que se proponen como una posible solución al problema de movilidad. Sin duda ofrecen aspectos positivos en la medida en que evitan muchos desplazamientos y sus impactos, pero quedan otros por estudiar. Creemos que uno de los principales es cómo lograr una integración entre los beneficios de la tecnología (digital) y el mundo físico (diseño de la ciudad y el transporte). Como se verá más adelante, no se puede olvidar que este último sigue jugando un papel clave para favorecer el reequilibrio social y el bienestar de las personas.

Críticas a la ciudad de 15 minutos

Se ha formulado la crítica de que este modelo de ciudad podría fomentar mayor segregación socioespacial, en caso de que se centre en barrios privilegiados que ya cuentan con mayor accesibilidad. También se dice que al mejorar los servicios en zonas de renta baja o media, podría generar especulación y aumento de precios de uso de suelo y vivienda, corriendo el riesgo de crear nuevas olas de gentrificación.

Por otro lado, se han difundido teorías desinformativas de que con este modelo los gobernantes intentan controlar el movimiento de los ciudadanos, coartando sus libertades individuales y limitándolos a desarrollar su vida en comunidades cerradas. Supuestamente, esto se haría mediante restricciones en el uso del coche privado y el monitoreo de sus movimientos.

Sin embargo, y cómo se verá a continuación, estas afirmaciones apenas tienen nada que ver con la esencia de las políticas de proximidad reales que estamos estudiando en el proyecto de investigación Acc<15 Accesibilidad y Planificación para la ciudad de 15 minutos.

Beneficios comprobados: menos inseguridad, más pertenencia, más actividad económica local

Desde hace más de 100 años, la ciudad de proximidad ha buscado crear un modelo centrado en el ser humano. Igualmente, las propuestas e intervenciones actuales como la ciudad de 15 minutos deben entenderse como procesos de desarrollo urbano socialmente integradores.

Uno de sus principales objetivos es recuperar parte del tiempo de los desplazamientos laborales y cambiarlo por tiempo de calidad para la familia, los amigos, el ocio y otras actividades personales que mejoran la calidad de vida y la salud. Para ello este modelo busca el reequilibrio del espacio público, mejorando la accesibilidad a pie, en bicicleta y en transporte público. Ello puede implicar recuperar espacio ocupado por el automóvil privado pero con contrapartidas positivas.

Por ejemplo, existen evidencias de que la inversión en infraestructura para caminar y andar en bicicleta, además de promover una movilidad más sostenible, aumenta la cohesión social y el sentido de pertenencia. Además permite crear espacios de convivencia entre vecinos.

De esta manera, la inseguridad se reduce gracias a la mezcla de usuarios (intercultural, intergeneracional, etc.) y a las actividades que dan vida a los espacios públicos. Esto, sumado a planes de vivienda asequible, al apoyo a la actividad económica local y a la redistribución de servicios en barrios desfavorecidos, produce beneficios económicos en múltiples escalas. Desde el aumento del presupuesto disponible para las familias (reduciendo la necesidad de comprar coches o su mantenimiento), hasta el fomento de los “circuitos cortos” y los negocios locales con oportunidades de empleo, o al ahorro a nivel de políticas públicas (mantenimiento vial y salud).

Los grupos sociales desfavorecidos y sus necesidades específicas rara vez son el eje de la planificación de la ciudad. La ciudad de 15 minutos es una nueva oportunidad para poner el foco en soluciones a esta brecha, siempre que se tenga presente que la ciudad sólo es accesible si lo es para todos sus habitantes. Al mismo tiempo, es evidente que la ciudad de los 15 minutos no ofrece una solución universal. Su aplicación no puede ser homogénea, debido a los diferentes contextos culturales y geográficos, y requerirá un ejercicio específico de nueva planificación para adaptarla a los requerimientos de cada barrio, municipio o asentamiento.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.