¿Por qué se ríen los niños? No siempre es porque estén contentos - RED/ACCIÓN

¿Por qué se ríen los niños? No siempre es porque estén contentos

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Los niños se ríen por diferentes motivos en distintas etapas de su crecimiento, mucho antes de comprender chistes o conceptos abstractos. La risa es una respuesta evolutiva que señala la superación de algo que inicialmente se percibía como amenaza o miedo. Desde el nacimiento, los bebés aprenden a reír imitando a sus padres y buscando su aprobación.

¿Por qué se ríen los niños? No siempre es porque estén contentos

Prostock-studio/Shutterstock.

Aunque pueda parecer una paradoja, los niños no siempre ríen de alegría. Estudios científicos, incluido uno propio, demuestran que hay algo mucho más profundo que el regocijo en la risa de un niño.

La risa de los adultos es igualmente compleja. En un estudio previo sobre el significado de la risa en los adultos, llegué a la conclusión de que se trata de una respuesta evolutiva a algo confuso o inesperado. Es una poderosa señal para nosotros mismos y para los demás de que una amenaza potencial es, en realidad, inofensiva.

A partir de esta investigación, centré mi estudio más reciente en la risa de niños y bebés. Y he llegado a la conclusión de que la risa está estrechamente relacionada con el desarrollo del cerebro y la personalidad: los niños se ríen por motivos muy diferentes en distintas etapas del desarrollo. Y lo hacen mucho antes de que ser capaces de comprender conceptos abstractos como juegos de palabras, chistes o incluso el lenguaje.

Los beneficios evolutivos de la risa

La risa se deriva de nuestra capacidad para comprender y juzgar inconscientemente las incongruencias de un chiste o una acción: es nuestra respuesta a una transición instantánea entre el asombro y la resolución.

Por tanto, la risa en los adultos señala la superación de algo que nos hace sentir amenaza o miedo, ya sea para nosotros mismos como para los que nos rodean. Eso explica por qué los niños –y muchos adultos– se ríen en las montañas rusas o en situaciones similares: en lugar de gritar o llorar de miedo, pasan del desconcierto y el terror a la resolución. La risa es la señal de que han dado este paso.

Varios estudios demuestran que este proceso es el mecanismo que subyace al éxito de la comedia. El filósofo francés Henri Bergson propuso y explicó por primera vez este mecanismo en 1900 con respecto a las bofetadas:

“El elemento risible… consiste en una cierta inelasticidad mecánica, justo donde uno esperaría encontrar la adaptabilidad despierta y la flexibilidad viva de un ser humano”.

Los bebés aprenden a reír

La risa comienza poco después del nacimiento. Los bebés aprenden a reír porque quieren imitar a sus padres y madres, así como recibir su aprobación. Así es como los bebés aprenden todo al principio: por imitación y recibiendo la aprobación de los adultos que les rodean.

Pero a medida que crecen, los bebés salen de esa simbiosis con sus progenitores que caracteriza los primeros meses de vida. Aprenden a distinguir su propia persona de la de sus progenitores y de su entorno. Una vez que empiezan a comportarse de forma autónoma –de los 2 a los 5 años–, empiezan a sentir por primera vez una sensación nueva: ciertas cosas les resultan extrañas o fuera de lugar, y esto les choca, confunde y asombra.

Aquí es donde entra en juego la risa: tras un momento de vacilación, comprenden que lo que parecía aterrador o inesperado es, en realidad, inofensivo.

Por ejemplo, un niño se ríe cuando ve a su padre con una nariz de payaso falsa. ¿Por qué? Porque durante una fracción de segundo se sintieron avergonzados: esa nariz no es una nariz “viva”. Cuando entienden que sólo era una broma de papá, se calman y se ríen. También pueden reírse cuando su hermano mayor pone cara de tonto, y el proceso es el mismo: asombro, tranquilidad, risa.

La comprensión de la lógica permite a los niños entender los chistes

A partir de los 5 ó 6 años, los niños aprenden a manejar conceptos abstractos, lo que significa que pueden entender los chistes. Esto ocurre cuando superan la anterior etapa de egocentrismo, que les impide comprender el razonamiento de los demás.

En esta etapa, la risa surge con el mismo criterio que la de los adultos, es decir, para desaprobar lo que les parece falso, no sólo en otras personas sino también en los razonamientos. Este proceso mental constituye la base de un buen chiste: incongruencia, asombro y resolución.

Estas tres etapas del desarrollo de la risa –imitación y aprobación, asombro, desaprobación– son buenos indicadores del crecimiento y desarrollo mental adecuados del niño.

La risa de los padres puede ayudar al desarrollo de los bebés

La risa de los progenitores, al igual que la de los bebés, es importante para el desarrollo. Pero ¿por qué los padres se ríen instintivamente de sus bebés? Podemos entender fácilmente que una madre o un padre sonrían alegremente a su bebé, pero la risa es más compleja.

Al mirar a su hijo, un padre o una madre no puede evitar un momento de perplejidad: los bebés son extraños porque se parecen a los adultos pero no hablan ni se comportan como tales. Este asombro momentáneo dura una fracción de segundo antes de ser superado de inmediato: ¡es sólo su querido bebé!

Esto debería animar a madres y padres a reírse a carcajadas con sus bebés, a no sentirse cohibidos ni asustados, a convertirse en sus “compañeros de risa”. Estas interacciones pueden mejorar el comportamiento y el bienestar de los bebés, dado que la risa es un aliado demostrado de nuestro sistema inmunitario. Pero, sobre todo, puede ayudarles a desarrollar una relación natural y sana con esta compleja respuesta humana.

*Carlo Valerio Bellieni, Professor of Pediatrics, Università di Siena

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.