¿Puede convertirse el cannabis medicinal en un nuevo commodity de la Argentina?- RED/ACCIÓN

¿Puede convertirse el cannabis medicinal en un nuevo commodity de la Argentina?

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El Congreso ya debate el proyecto de ley del oficialismo sobre el marco regulatorio para la producción y comercialización del cannabis medicinal y el cáñamo. La expectativa es que estos productos generen puestos de trabajo y recursos económicos, tanto por consumo interno como por exportación. ¿Qué se puede esperar de esta nueva industria?

¿Puede convertirse el cannabis medicinal en un nuevo commodity de la Argentina?

​​El 15 de julio pasado, el Senado dio media sanción a un proyecto de ley que establece un marco regulatorio para la producción de cannabis medicinal en el país. Lo hizo con 56 votos a favor, cinco en contra y una abstención.

De acuerdo al texto de la ley el proyecto busca “establecer un marco legal que autorice —a través de un fuerte esquema regulatorio— las etapas de siembra, cultivo, cosecha, producción, almacenamiento, transporte, comercialización, importación, exportación y posesión de semillas de cannabis, de la planta de cannabis, y de sus derivados, con fines de aplicación medicinal, terapéutica, paliativa o de investigación científica”.

En el país ya rige la ley 27.350, que fue sancionada en abril de 2017, y autoriza al INTA y al CONICET al cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica, y a producir la sustancia para abastecer el programa de cannabis del Ministerio de Salud de la Nación.

Plantación de Cannabis medicinal en Jujuy

“La ley 27.350 es una ley que únicamente le da facultades al Estado, o a empresas asociadas al Estado para la investigación de cannabis. El nuevo proyecto de ley, el nuevo marco regulatorio, es un proyecto para habilitar la producción por parte del sector privado también. O sea que a partir de ahora, si esta ley se sanciona, lo que va a pasar es que van a poder producir cannabis empresas, cooperativas, pequeños emprendimientos, todos los que habilite la agencia que la ley crea”, explica María Victoria Baca Paunero, abogada especialista en Política de Drogas, Salud, y Derechos Humanos, e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannabica.

Lo primero que hace el proyecto es establecer una entidad nueva, la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME), un ente autárquico relacionado con el Ministerio de Desarrollo Productivo. Esta agencia va a regular y articular toda la cadena productiva. Aquellos interesados en producir cannabis medicinal en el país van a tener que solicitar una licencia a la ARICCAME, y este organismo evaluará los requisitos y antecedentes para decidir si otorga la licencia. 

Desde el Gobierno remarcaron que con las licencias se va a buscar priorizar a cooperativas, pymes y economías regionales con perspectiva de género y diversidad.

A fin de cuentas, lo que se busca es terminar con el mercado informal que hay en este momento de cannabis medicinal en el país. Hoy en día se comercializan aceites y preparaciones que no pasan por los controles de calidad correspondientes. La clave está en evitar desvíos al mercado ilegal y garantizar la trazabilidad.

En marzo de este año, el Ejecutivo reglamentó un nuevo decreto sobre la ley aprobada en 2017 que permite que las personas soliciten autorización para cultivar cannabis con fines terapéuticos tanto para uso personal como para terceros, lo que se conoce como autocultivo. Para esto hay que inscribirse en el Registro del Programa de Cannabis —Reprocann— bajo el control del Ministerio de Salud de la Nación.

En 2019, se publicó en el Boletín Oficial una autorización al gobierno de Jujuy para establecer CANNAVA Sociedad del Estado, la primera empresa estatal que produce derivados medicinales del cannabis en el país, tanto para el mercado argentino como para exportación. La empresa anunció que en octubre va a empezar a distribuir a farmacias.

Esta nota se desprende de un episodio de FOCO, el podcast de RED/ACCIÓN.

El modelo va a ser ahora replicado en Chubut, donde ya anunciaron la creación de la empresa BioChubut. Según explicaron desde el Ministerio de Desarrollo Productivo, actualmente hay 22 iniciativas en marcha en provincias y 80 en municipios. Pero la industria es demasiado nueva e incipiente y todavía no alcanza a suplir la demanda interna.

“El cannabis medicinal, como siempre, ante la ausencia de otras vías, es provisto de tres formas: o a través del autocultivo, con personas que lo cultivan y producen para sí mismas o para las otras. En casos muy puntuales, hay algunos tipos de derivados de cannabis que se están importando del exterior, de países que sí los producen, como Estados Unidos, y el otro es el cultivo en red a través de asociaciones de cultivadores que se ocupan de cultivar y proveer a pacientes”, dice Baca Paunero.

Según explica la abogada especialista en Política de Drogas, Salud, y Derechos Humanos, lo que se importa son derivados de cannabis y no es ilegal porque se hace por indicación médica y a través de la ANMAT. Además, lo que se importa es un producto que acá tiene un tratamiento similar al de un medicamento.

“Los cultivos que están habilitados a través del REPROCAN por la ley 27.350 y el decreto reglamentario, por un lado son cultivos autorizados por el Estado, por otro el fin que tienen esos cultivos es en favor de la salud, no en contra. Por lo cual, no puede ser interpretado como la comisión de un delito. Ahora, la ley penal sigue rigiendo. Hay una tensión entre dos normas, y cuando en un caso se superpone la aplicación de una con respecto a la otra, hay algún tipo de decisión judicial evaluando la preponderancia. Pero claramente si alguien es usuario en favor de su salud, de algún derivado del cannabis, el Estado no puede perseguirlo penalmente”, agrega Baca Paunero.

Otro objetivo del proyecto de ley es regular la producción y comercialización del cáñamo. ¿Qué es el cáñamo? Es una variedad de la planta del cannabis que tiene la virtud de que puede ser usada como materia prima para fabricar telas, papel, plástico, cosméticos, ropa, calzado y hasta alimentos. El cáñamo tiene menos de un 1% de THC, que es el componente psicoactivo de la marihuana, por lo que no causa este tipo de efectos.

Aunque el cáñamo no es considerado un estupefaciente en sí mismo, por no generar efectos psicoactivos, el temor es que se pueda esconder en una plantación de cáñamo, cultivos de marihuana psicoactiva con fines ilegales. De ahí que este proyecto busca regular su producción.

Para Baca Paunero, “el sistema internacional de control de estupefacientes a nivel mundial incorpora una serie de sustancias que son las que están controladas. Si bien el sistema reconoce como único uso lícito de esas sustancias la investigación científica y el uso médico, el tema es que esas sustancias tienen una carga cultural, un estigma asociado a las personas que lo usan, y un manejo cultural con lógica prohibicionista, que se viene fomentando desde el siglo XX y que empeoró a medida en que aumentó la llamada guerra contra las drogas. Eso obturó que los países regulen como corresponde el acceso a la planta medicinal de cannabis. Argentina, por ejemplo, tiene leyes penales sumamente prohibicionistas que no solamente abarcaban hasta hace poco todos los usos del cannabis, entre ellos el cáñamo, que no tiene efectos psicoactivos y que no está incluida en el sistema de estupefacientes”.

Algo muy importante a remarcar es que el proyecto de ley que se está discutiendo proyecta que el cannabis medicinal se convierta en un commodity de exportación para la Argentina.

El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo que, a partir de este nuevo marco regulatorio, se proyecta que para el 2025 el sector lleve a la creación de 10.000 nuevos empleos, que genere 500 millones de dólares anuales en ventas al mercado interno y otros 50 millones de dólares anuales por exportación.

No está de más recordar la enorme lista de beneficios probados que tiene el cannabis medicinal sobre enfermedades crónicas y otras dolencias. 

“La lista de patologías crónicas posibles de ser tratadas con cannabis es cada vez más amplia. Epilepsia, esclerosis múltiple, parálisis cerebrales, autismo, dolor crónico, migrañas, cuadros degenerativos como el alzhéimer, las demencias, la ELA, los accidentes cerebrovasculares, síndrome de fatiga crónica, cuadros como la depresión, la esquizofrenia, trastornos del sueño como el insomnio, apneas, el párkinson, temblor, tics, tourette, y esta lista sigue creciendo”, indica Alejandro Andersson, médico neurólogo, endocannabinólogo, y director del Instituto de Neurología de Buenos Aires.

¿Qué efectos adversos se conocieron hasta ahora para el cannabis medicinal?

“En cuanto a la seguridad y efectos adversos, el cannabis es por lo general seguro y bien tolerado. El CBD tiene pocos efectos secundarios y se considera una sustancia muy segura. Puede dar boca seca, presión arterial baja, mareos, somnolencia, y el THC puede dar excitación, taquicardia, afectación de la memoria o de la percepción del tiempo o alucinaciones. La verdad es que los cannabinoides presentan un perfil seguro de acción en pacientes de edad avanzada, y se deben considerar como tratamiento cuando otras opciones fallan”, reconoce Andersson.

La medicina y la academia vienen dando importantes pasos en relación a la aceptación, la divulgación y el fomento del cannabis medicinal. En este sentido, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) anunció hace poco que va a dictar el primer curso de posgrado en Prescripción e Investigación de Cannabis Medicinal. Empieza en septiembre de este año.

Saúl Flores, médico sanitarista, es el subdirector del posgrado en la Universidad de la Plata, y explica que “esta capacitación de prescripción e investigación en cannabis medicinal está dirigida para médicos, médicos veterinarios y odontólogos. Y básicamente la aplicación que tiene queda clara en el caso de médicos y odontólogos. Hay un núcleo de veterinarios que vienen desarrollando investigaciones y realizan prescripciones en una serie de animales”.

Foto: AFP

En diciembre pasado, la ONU decidió quitar al cannabis de la Lista IV de la Convención sobre drogas, lo que significa que se reconoce oficialmente la utilidad médica de esa planta, aunque su consumo recreativo sigue estando prohibido en la normativa internacional.

El uso del cannabis medicinal gana cada vez más terreno en muchísimos países del mundo. Por darte un dato, en el año 2000 la producción de cannabis en el mundo era de una tonelada por año, y hoy está en aproximadamente 500.

“Todas las leyes que incorporen derechos, permitan el acceso a la planta de cannabis y faciliten el ejercicio de derechos humanos en personas que necesitan acceder o que ya acceden, son avances legislativos, que hay que tener en cuenta que siempre vienen después de los avances sociales y culturales. La gente ya entendió y después viene la ley. Lo que es importante es aplicar estas leyes de producción con óptica de inclusión social. Que tengan acceso a participar del mercado productivo los agricultores que hoy existen del cannabis en favor de la salud, que son los cultivadores, históricamente víctimas de la guerra contra las drogas, perseguidos por el Estado, estigmatizados social y culturalmente. Estas personas merecen reparación, su inclusión en el sistema productivo como agentes, como parte de ese sistema”, agrega Baca Paunero.

Ahora falta ver si Diputados de la media sanción faltante al nuevo proyecto de ley. En caso de aprobarse, pasaría al Ejecutivo para ser reglamentada.


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