Las ciudades de todo el mundo experimentan un crecimiento acelerado. Las tierras verdes se pierden regularmente a causa de la urbanización o de sus efectos (como la subida del nivel del mar o los desastres naturales) y el aumento de la población implica más bocas que alimentar, por lo que las industrias agrícola y ganadera están exigidas. Considerada por muchos como la solución, la agricultura vertical consiste en apilar cultivos verticalmente, utilizando las últimas tecnologías de diseño e ingeniería para cultivar más en menos espacio.
En el caso de Buenos Aires, tal como se señaló desde la Dirección de Espacios Verdes y Arbolado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en conversación con Chequeado, “según recomendaciones internacionales, la cantidad de espacio verde por habitante en una ciudad es de aproximadamente 10 metros cuadrados. La Ciudad tiene un poco más de 6 metros cuadrados de espacios verdes por habitante”.
Por eso, además de responder al desafío de aumentar el espacio verde y alimentar a la creciente población, que se estima que llegará a los 10 mil millones en 2050 a nivel mundial, la agricultura vertical podría ser la respuesta a muchos de los problemas ambientales que genera la agricultura tradicional como la degradación de suelos, emisión de gases de efecto invernadero y el consumo masivo de agua, tal como te contamos en esta nota de Red/Acción (donde se recorre la historia de esta práctica).
Un gran ejemplo de innovación en agricultura vertical es el edificio Urban Farming Office de VTN Architects, ubicado en la ciudad de Ho Chi Minh (Vietnam). Su fachada pretende revertir la tendencia de la ciudad a alejarse de sus orígenes como selva tropical y crea un "microclima confortable en todo el edificio, filtrando la luz solar y purificando el aire", según explicaron sus arquitectos.
Además de los ya mencionados beneficios que las plantas tienen sobre el ambiente por sí mismas, esta práctica puede implicar otro beneficio secundario: reducir el uso de aire acondicionado. La vegetación ayuda a evitar el sobrecalentamiento de los espacios y, en general, funciona como un colchón térmico, refrescando el interior, tal como explicaron los arquitectos de Husos (que pusieron estos beneficios a servicio de un departamento chico en Madrid).
En Corea del Sur, estos proyectos llegaron incluso a los restaurantes; la compañía N.Thing construye granjas inteligentes, y sirve directamente a los clientes en el restaurante Sik Mul Sung de Seúl. Allí, una sala de cultivo de cristal permite a los clientes "experimentar los procesos de cultivo, cosecha, cocina y comida, todo en un mismo lugar". Con este método de cultivos de pequeña escala, los restaurantes pueden garantizar a sus clientes un producto local y de bajas emisiones.
Pensando en los beneficios de la agricultura vertical a mayor escala, el microbiólogo y profesor de Salud Pública y Ambiental en la Universidad de Columbia Dickson Despommier comentó que “Dentro de los próximos 40 años podríamos tener 3 mil millones de personas más para alimentar. Y si uno busca la tierra de donde van a provenir esos alimentos en términos de agricultura tradicional, no la encuentra. Entonces, el mayor problema al que nos enfrentamos como humanidad es: ¿de dónde va a venir la comida para las próximas 3 mil millones de personas?”.
No todo es desesperanza si pensamos en que un edificio de agricultura vertical del tamaño de una cuadra y de una altura de 30 pisos podría proveer suficiente nutrición para alimentar hasta diez mil personas. Quizás la solución está no en frente, sino por encima de nuestros ojos.