Adoptaron a niños y a niñas grandes y cuentan sus experiencias para derribar mitos y fomentar este modelo de familia  - RED/ACCIÓN

Adoptaron a niños y a niñas grandes y cuentan sus experiencias para derribar mitos y fomentar este modelo de familia 

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

En la Argentina, la mayoría de quienes están disponibles para ser adoptados no son bebés, sino que ya pasaron sus primeros años de vida. Sin embargo, quienes se inscriben para adoptar prefieren recién nacidos. Adopten Niñes Grandes es un colectivo que comenzó hace un año y está conformado por padres y madres que han adoptado niños y niñas grandes, y buscan acompañar a quienes siguen sus pasos. “El foco de la adopción es el niño, no el adulto”, dice una referente del grupo.

Adoptaron a niños y a niñas grandes y cuentan sus experiencias para derribar mitos y fomentar este modelo de familia 

Intervención: Marisol Echarri.

“Muchas veces escribí sobre mi historia de ser madre por adopción”, dice Paola Muscente en un hilo en Twitter. En el 2010, ella y su pareja se inscribieron en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, es decir, se anotaron para adoptar a un nene o a una nena. “En 2010, los trámites eran engorrosos, no como hoy en día y menos después de la pandemia”, sigue el hilo de Muscente, que vive en la Ciudad de Buenos Aires. “Tuvimos el apto después de tres entrevistas psicológicas y una socioambiental. Nuestra disponibilidad adoptiva era de cero a cinco años, hasta dos hermanes con enfermedades crónicas tratables”, sigue contando.

“En el 2011, cambiamos la disponibilidad a niñes de hasta siete años, así ampliábamos las posibilidades porque el 80 % de los postulantes se anotan para niñes de hasta tres años”, continúa Muscente en Twitter. En 2013, pudieron adoptar a su primer hijo, un nene que estaba a punto de cumplir ocho.

Hoy en día, Muscente forma parte del colectivo Adopten Niñes Grandes, una iniciativa federal que nació el 31 de mayo de 2022 y cuyo objetivo es dar información y acompañamiento para personas adultas que desean convertirse en mapadres por adopción de niños o niñas grandes —esto se conoce como adopción tardía porque el niño o la niña ya no está en sus primeros cinco o seis años de vida—. En ese sentido, trabajan por desmitificar lo que la adopción de un niño o niña grande implica, y lo hacen, sobre todo, compartiendo sus experiencias. El colectivo comenzó con cinco personas que se conocieron por redes sociales y que luego formaron un grupo de WhatsApp. Hoy, ya son 80 familias de todo el país, que acompañan a otras 50 durante las instancias previas a la adopción.

“Hay una persona que se decidió a adoptar por una convocatoria pública que compartimos en nuestras redes sociales, se anotó al llamado por la difusión que nosotros hicimos y hoy está en la etapa de vincularse con la nena y forma parte del colectivo”, cuenta Muscente cuando se le pregunta por el alcance que han tenido. “Otras personas cambiaron su disponibilidad adoptiva para niños más grandes gracias a nuestra militancia. Muchos cambiaron su manera de pensar la adopción e, incluso, se animaron a dar el primer paso gracias a nuestro trabajo. A ellos hoy los acompañamos”, añade.

Paola Muscente, su pareja y sus dos hijos en unas vacaciones familiares en la playa. (Imagen: gentileza de Paola Muscente, integrante del colectivo Adopten Niñes Grandes)

Testimonios

Compartir las vivencias de cada madre o padre que adoptó generó un efecto contagio. “Empecé a contar mis experiencias porque quería compartir las cosas que yo no sabía cuando quería adoptar”, explica Muscente. “Comencé a seguir a otro hombre que había adoptado a una nena de 12, él seguía a una mujer que había adoptado a otro nene grande, que seguía a otra persona que había adoptado a un nene de nueve y así”, agrega. Los integrantes actuales de Adopten Niñes Grandes quieren convertirse en ONG. “No podemos creer lo rápido que fuimos creciendo”, expresa Muscente.

“La valentía no es la decisión de adoptar, sino sostener esa decisión contra viento y marea todos los días”, dice otra de las madres (@niunSiniunNo) por Twitter. “Todos los días, me descubro como papá primerizo e ignorante, pero con toda la garra y la frente en alto para aprender. NiñoL te agradezco cómo me enseñás todos los días, cómo me aceptás y cómo vamos aprendiendo juntos a ser familia”, dice, en la misma red social, un padre (@elchinosb).

Al 2 de mayo de este año, se registran 2.096 personas con legajos activos para adoptar. De ese total, 1.375 personas prefieren adoptar a niños menores de cinco años. Cuando la edad del niño aumenta, la disponibilidad para adoptarlo disminuye. Solo 9 legajos son de madres y padres que admiten niños y niñas —adolescentes— de más de 15 años. 

Muscente cuenta que fue aprendiendo, informándose, en una época en la que la información no estaba tan disponible como ahora. Así, comprendió que la adopción es sobre el niño, no sobre el adulto y que son las necesidades del primero las que deben priorizarse. “Bebés no hay para adoptar, es prácticamente imposible. Pero un bebé tampoco es una tabula rasa. El vínculo se forma siempre y cuando vos sepas ahijarlo, bebé o grande. Hay que buscar padres y madres para los niños o niñas que están, esto no es a la carta, no porque vos quieras adoptar te van a dar al bebé que querés. Esto es, además, un derecho de los niños y niñas y un deseo de los adultos”.

El primer objetivo de este colectivo es desarmar la idea de que en la Argentina no se puede adoptar: aseguran que, se puede, solo que no bebés. Una de sus integrantes adoptó a una adolescente de 17 años que, a su vez, era madre. “Se convirtió en madre y abuela a la vez”, dice Muscente. “No puede ser que los niños, a los 12 años, pierdan la esperanza de que van a ser adoptados, de que van a tener una familia”, añade.

La intención más ambiciosa de este grupo es que todos los niños y niñas con disponibilidad adoptiva encuentren familias capacitadas. “Adoptar es hermoso, pero tenés que estar preparado. Necesitamos generaciones mejor informadas para adoptar; así habrá menos desvinculaciones —una de las etapas previas al proceso de adopción es conocer al niño o a la niña en citas concertadas, este proceso se denomina vinculación; durante esta etapa es posible desistir de la idea de adoptar—”, dice Muscente.

Por eso, el colectivo trabaja para dar información sobre lo que de verdad implica adoptar a un niño o a una niña grande. Todos los viernes, las familias escriben hilos en Twitter contando sus experiencias y con el hashtag #AdoptenNiñesGrandes. “No hay que crear la ilusión de que es como en Rincón de Luz y los nenes como Lali Espósito —en referencia a la conocida telenovela argentina de Cris Morena, Chiquititas, que sucede en un hogar de niños llamado Rincón de Luz—, pero tampoco tan tremendo como mucha gente lo imagina”, explica Muscente. 

“No busco romantizar la adopción ni la maternidad, pasamos meses complicados, de conocernos, de adaptarse al jardín, de miedos y angustias, pero siempre hay un pero. Las grandes decisiones siempre vienen acompañadas de miedos. De eso se trata”, cuenta otra de las madres (@CasifuiRaul) del colectivo en Twitter.

En abril del 2023, Adopten Niñes Grandes lanzó una guía de acompañamiento para las personas que desean ahijar por adopción. Además, tienen proyectos para capacitar a docentes y a médicos sobre la temática.

Las dificultades que Adopten Niñes Grandes advierte respecto a la adopción en Argentina

“Adoptado” sigue usándose como insulto en muchas instituciones educativas. Suelen decirlo otros niños, pero esa es solo la señal de un problema más profundo del imaginario construido en torno a la adopción, según señalan los y las integrantes de Adopten Niñes Grandes. Muscente también advierte que los y las docentes no están preparados para concientizar sobre esta situación y que en muchas escuelas no se trabaja la adopción como una alternativa para formar una familia. “Muchos te tratan como una familia de segunda”, afirma, molesta.

Por otro lado, el grupo dice que hay problemas cuando llevan a sus hijos o hijas a las consultas médicas. “Las preguntas por los antecedentes familiares biológicos, cuando se advirtió al especialista que se trata de una familia formada por adopción, son una señal de que los médicos no saben cómo trabajar en estos casos”, dicen madres y padres del colectivo. Por eso, los padres y madres que integran el colectivo están desarrollando protocolos para estos profesionales.

A las falencias que estos padres y madres señalan en la inserción de sus modelos familiares en la sociedad y en las instituciones se suman los problemas de los hogares en los que viven los niños y niñas con disponibilidad adoptiva. “Los chicos institucionalizados a veces no tienen DNI”, cuenta Muscente. “Mi primer hijo no veía bien, pero recién cuando lo adoptamos tuvo anteojos. Hay muchos chicos con patologías o trastornos que no son diagnosticados”, agrega. A estos problemas, Muscente suma el atraso escolar que muchos tienen.

La integrante de Adopten Niñes Grandes cuenta que hace poco presentaron una lista de problemas y soluciones posibles a la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) y desean trabajar en conjunto. Porque ven y viven esos problemas con sus propios hijos e hijas.

La familia completa en una tarde cotidiana en su casa. (Imagen: gentileza de Paola Muscente, integrante del colectivo Adopten Niñes Grandes)

Hijos por adopción

En el 2013, a Muscente y a su pareja los llamaron para que comenzaran a conocer a su primer hijo. Después de los primeros pasos del proceso y la vinculación, pasaron a la guarda, instancia en la que el nene fue a vivir a su nueva casa. Seis meses después, presentaron los papeles para hacer la adopción y nueve meses más tarde terminó el juicio que convertía a Muscente y a su marido, por ley, en madre y padre de su hijo. “Vos, como adulta, necesitás hacer todo para construir el vínculo”, cuenta ella sobre esa nueva etapa que iniciaba hace diez años. “El chico no sabe lo que es tener papá o mamá”, agrega.

“Con nuestro segundo hijo el proceso fue diferente —narra—. Nos anotamos en el 2017, pero en la época de la pandemia comenzaron a llegarnos correos en los que se buscaban familias para determinados niños en llamados internos —estos llamados son a todas las personas que están anotadas para adoptar, si nadie se presenta se pasa a una convocatoria pública—”. Así fue como respondieron a uno de estos mails y comenzaron las entrevistas con el posterior proceso de adopción de quien sería su segundo hijo, un nene de nueve años. “Fue más difícil conectar esta vez, tuvimos que trabajar el vínculo mucho más, pero ya no éramos padres primerizos”, comenta.

Ella sabe que contar sus vivencias ayuda a concientizar. La adopción, especialmente la adopción de quienes ya no son bebés, muchas veces se mantiene en el terreno de las cosas sobre las que no se habla. Mientras que contar historias de adopción reales, con todas sus aristas y matices, permite quitar los prejuicios que existen en torno a una de las tantas alternativas que hay para formar una familia.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.