Angustia, comentado por Mónica Szurmuk- RED/ACCIÓN

Angustia, comentado por Mónica Szurmuk

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Un especialista invitado comenta un libro de no ficción y elige los seis párrafos de ese libro que más le hayan llamado la atención.

Angustia, comentado por Mónica Szurmuk

Angustia
Renata Salecl
Ediciones Godot  

Uno (mi comentario)

En Angustia, Renata Salecl presenta la hipótesis que lo que nos angustia es la incapacidad de controlar a la angustia misma. En una lectura psicoanalítica que sigue muy de cerca de Freud y especialmente a Lacan, Salecl demuestra que la ansiedad es necesaria y que es un síntoma indispensable de la vida en sociedad. Lo que produciría angustia, por consiguiente, sería la búsqueda de modos de eliminarla, algo que la sociedad capitalista postindustrial nos exige continuamente. La angustia aparece cuando aparece un objeto en el lugar de la falta y desmoronando así el marco de fantasía en el cual se sostiene la subjetividad.  La autora analiza instancias en que la sociedad contemporánea exige la individuación: desde la maternidad hasta la moda; las guerras al cine; el arte de vanguardia a las relaciones de pareja. Este libro fue publicado por primera vez en 2004 en Thinking in Action una colección de la editorial norteamericana Routledge que busca llevar la filosofía al público general.  Salecl escribió este libro en el contexto posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y este evento es telón de fondo del libro. Me pregunto si la traducción no nos ha llegado demasiado tarde ya que claramente faltan capítulos sobre las nuevas tecnologías, la construcción de la angustia a través de nuestra participación en redes sociales, nuestra dependencia de los teléfonos celulares y nuestra vida cada vez más pública sobre la que, sin embargo, cada vez se nos responsabiliza más. La advertencia de Salecl, sin embargo, es tan urgente hoy como hace catorce años: el aumento de la angustia individual contribuye al status quo porque quien está obsesionadx sobre su propio bienestar, no desafía los mecanismos del poder. 

Dos (la selección)

Durante el siglo XX existieron muchos científicos destacados. Pero entre tantos nombres hay uno que a casi cualquier persona al menos “le suena”. Y es el de una mujer. Son las ventajas de la escasez.

Tres

Resulta ser que Agnódice era brillante y tenía mucho éxito profesional. Los médicos griegos, alarmados por su notoriedad (y, ¿para qué engañarnos?, un poco celosos), echaron a correr el falso rumor de que este médico, aprovechándose de su estatus profesional, seducía y abusaba de las mujeres que lo consultaban. Pero ella, ni lerda ni perezosa, se presentó ante los jueces ancianos (el Aerópago) y se desnudó para desmentir la acusación. Felizmente, dejó en ridículo a quienes la habían inculpado; sin embargo,terminaron condenándola a muerte (bueno, todo no se puede). Cuenta la historia que, cuando parecía que ya nada podía hacerse, mujeres de todas las clases sociales, agradecidas por la atención médica que habían recibido de esta valiente pionera, formaron un movimiento de “resistencia”: si Agnódice era ejecutada, ellas morirían también (¡eso sí que es una jugada arriesgada!). De ese modo, mientras los 31 miembros del Aerópago consultaban la condena con la almohada, las esposas de los 400 senadores los obligaron a elaborar nuevas leyes. La presión de las masas funcionó (¡eso sí que es democracia!) y no solo Agnódice fue absuelta, sino que al año siguiente el consejo Ateniense modificó la ley y autorizó a las mujeres a estudiar y ejercer la medicina, siempre y cuando solo atiendan a sus congéneres.

Cuatro

El colmo del esfuerzo por obviar las contribuciones femeninas es el test de Apgar, un examen clínico clave que se hace al bebé recién nacido después del parto para controlar su estado general. Este test tiene ese nombre por Virginia Apgar, una anestesióloga especializada en obstetricia que lo creó en 1952. Sin embargo, sé lo suele explicar de acuerdo con la regla nemotécnica: A por apariencia, P por pulso, G por gesticulación, A por actividad y R por respiración.

Cinco

Si todas las mujeres que nombramos hasta el momento tuvieron que escuchar como los hombres las criticaban, o peor aún las obviaban, el siguiente caso va un poco más allá. Elizabeth Cellier, una comadrona inglesa, se enfrentó directamente a un juicio en 1679 (después de que la encarcelaran, claro). Entre sus trabajos, hay una recopilación de estadísticas que muestran la alta mortalidad de madres y bebés por mala atención en el parto, un intento de fundar una institución para preparar profesionalmente y registrar a las comadronas inglesas (cuya solicitud fue rechazada por el rey Jacobo II), la planificación de un hospital y hasta visitas a prisioneros (que no era algo aceptado en esa época). Conclusión: múltiples enemigos, acusación de complot, cárcel y quema de sus libros. ¿Por qué tanto ensañamiento? Porque era católica en un mundo protestante. Así que, además de todo, no tenía derecho a ser defendida por un profesional. Por lo tanto, se hizo cargo de su propia defensa… y ganó. Así pasó a la historia como “The popish midwife” (la partera papista). Por lo menos pasó a la historia. No como la pobre Marie Colinet.

Seis

Rita Levi Montalcini (1986)

Descubrimiento y estudio del factor de crecimiento nervioso

La historia de Rita es una muestra de que, cuando se quiere, se puede. Esta mujer, nacida en 1909, superó el siglo de vida pero mantiene su cerebro activo como cuando tenía 20 años. Mujer, judía e investigadora en pleno gobierno de Mussolini, su futuro no parecía demasiado brillante. Especialmente cuando en 1938 el dictador publicó el Manifesto per la Difesa della Razza, que le prohibía a toda persona judía acceder a alguna carrera académica o profesional. Error. Rita armó su propio laboratorio clandestino en la habitación donde se escondía y sentó las bases de su investigación con embriones de pollo. En 1947, con el fin de la guerra, pudo viajar a los Estados Unidos para el momento cúlmine de su carrera: el descubrimiento del factor de crecimiento nervioso (NGF, del inglés Nerve Growth Factor), una proteína que estimula el crecimiento y la renovación de ciertas células nerviosas.

En 1986, recibió el Premio Nobel de Medicina. Cuando estaba a punto de cumplir 100 años, le preguntaron qué haría si volviera a tener 20. “Pero si estoy haciéndolo”, respondió. En sus propias palabras: “El cuerpo inevitablemente se arruga, pero el cerebro no”.

Siete

A los 18 años, en 1809, Henriette Faver Caven quedó sola en el mundo: huérfana, viuda y sin hijos, no tenía otra opción que arremangarse y ganarse la vida. Para las mujeres, eso implicaba o bien dedicarse a la prostitución o bien casarse nuevamente. ¿O…?

Henriette prefirió convertirse en Henry: se vistió de hombre, estudió medicina en París y logró el título de médico cirujano. Trabajó en las campañas militares de Napoleón en Rusia (frío, frío) pero, después de que el francés fuera derrotado en España, Henriette decidió establecerse en Cuba (caliente, caliente).

Tan en serio se tomó el personaje que incluso se casó por caridad con una huérfana. Sin embargo, finalmente se descubrió la verdad.


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