Cómo administrar un grupo gigante de WhatsApp (y no morir en el intento)- RED/ACCIÓN

Cómo administrar un grupo gigante de WhatsApp (y no morir en el intento)

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Los chats colectivos de WhatsApp se volvieron tan populares como descontrolados. Organizarlos puede ser una tarea difícil.

Captura de pantalla de un chat de WhatsApp

A fines de marzo, la diseñadora Agustina Wall creó un grupo de WhastApp que se llama “Femianuncios”. Lo hizo cuando otro grupo en el que participaba, uno para transporte de mujeres, comenzó a desvirtuarse con pedidos y ofertas de trabajo entre sus usuarias. “La idea de este nuevo grupo”, dice, “era que cada una pudiera publicar lo que tenía para ofrecer (trabajo, por ejemplo) o solicitar ayuda ante alguna necesidad (arreglos en la casa, algún servicio, recomendar a alguien)”.

Femianuncios llegó al máximo de miembros permitidos para un grupo de WhatsApp: 256. “En un principio el grupo creció por la necesidad y la situación actual”, dice Wall. “Pero me parece que a medida que nos fuimos ‘conociendo’, se generó un lindo grupo en el que, además, se encuentra respuesta rápida a cualquier situación”.

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En el grupo hay una conductora de camión de flete, varias propuestas de terapias alternativas, recomendaciones de bicicleterías, venta de ropa y adopción de perros callejeros, entre muchas otras cosas. Todo el tiempo hay gente dialogando y todo el tiempo el celular de Agustina, un Samsung A5, suena con nuevos mensajes.

El ícono del grupo Femianuncios

El ícono del grupo Femianuncios

Administrar un grupo de WhastApp grande es como organizar a cualquier conjunto de personas, pero no se trata de liderar con carisma sino de tutelar lo más desapercibidamente posible.

Argentina es el séptimo país del mundo con más usuarios de WhatsApp: lo utiliza el 57% de los adultos con acceso a Internet y el 93% de los usuarios de smartphones: 26 millones de personas. Pero en un país en el que la disciplina no hace a la idiosincrasia nacional, administrar un grupo puede volverse complicado.

¿Cómo no volverse loco? Dos palabras son clave: reglas y foco.

“Creo que el respeto y la cordialidad son fundamentales”, dice Wall, de Femianuncios. Gastón S. (prefiere no dar su apellido), que creó y administra un grupo de hosts de AirBnB de 85 personas y otro de superhosts (los anfitriones con las mejores calificaciones en esa plataforma), dice: “Un grupo tiene que tener un reglamento para evitar que se vaya de tema y que la gente se pelee”. Su hermano gemelo tiene un grupo de Facebook, “Numismática Argentina”, con casi 9.300 usuarios. “Los grupos de WhastApp y los de Facebook son primos”, dice Gastón S. “En ambos casos, funcionan bien con una misma impronta: respeto y normas. Si no, el grupo se descontrola”.

Captura de pantalla del grupo "Verduras agroecológicas".

Captura de pantalla del grupo "Verduras agroecológicas".

Laura Orsi administra un grupo que se llama “Verduras agroecológicas”, que ofrece los productos de un mercado territorial que integra productores, consumidores y universidades (que hacen la logística y la asistencia técnica). La distribución se hace en diferentes “nodos”, de La Plata al conurbano norte, y el grupo de WhastApp del nodo de Orsi tiene más de 100 miembros que reciben la oferta quincenal de alimentos y hacen sus pedidos. Los días que se hacen los encargos, no se habla de otra cosa.

“El grupo de WhatsApp surgió espontáneamente y cuando nos dimos cuenta, todos estábamos usándolo”, dice Orsi, que es una de las dos administradoras.

Cuando alguien entra al grupo “Verduras agroecológicas”, recibe este reglamento:

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Y cada quince días, antes de compartir los flyers en los que se ofertan los alimentos, se distribuye esta información:

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“Las chicas de los panes y de las conservas se conocieron en el nodo como consumidoras y se asociaron”, sigue Orsi. “Una empezó a ofrecer los panes; la otra, las conservas. Y después armaron juntas el emprendimiento productivo de las mermeladas y los dulces”. Los usuarios del grupo conocen a los productores y a los miembros de las cooperativas y pueden participar en asambleas para fijar con ellos los precios.

No todos los grupos grandes tienen un reglamento. Femianuncios, por ejemplo, no tiene ninguno. “La idea es que sea netamente laboral, pero soy muy flexible si el fin de semana se desvirtúa un poco”, dice su administradora. “Intento mediar si comienza algún conflicto. Somos muchos y la onda no es debatir. Sería tedioso”.

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Un grupo de aficionados a los automóviles antiguos, creado para vender y comprar repuestos, se volvió una jungla de la que uno de sus administradores, Roberto Mileo, decidió escapar. “El problema era que no se cumplía el reglamento”, dice. “Siempre había gente zafada; había un objetivo del grupo y se terminaba desvirtuando. Había gente que pasaba los límites en forma inmediata”. Así Mileo, que no quería leer “cosas innecesarias”, “condimentos políticos” o “saludos de cumpleaños de gente que uno ni siquiera conoce”, se hartó del grupo. “Me pregunto si los grupos sirven. Muchas veces pienso que no”, dice.

En cambio, Gastón S., del grupo de anfitriones de AirBnB, cree “los grupos son herramientas muy potentes y que se usen para bien o para mal depende de nosotros”. Como un martillo que puede clavar un clavo en la pared o golpearte en la cabeza, un grupo de WhatsApp puede sumar o restar. “El rol del administrador es importante para conducir positivamente”, dice.

Según su experiencia, el 2 o el 3% de los individuos de cualquier conjunto son nocivos. “Hay que hacer que se adapten o sacarlos del grupo porque si se permite que alguien arme lío, a la larga puede destruir el grupo”. Su último invento es un grupo de WhatsApp para los vecinos del edificio en el que vive. Hace poco, algunos sintieron olor a humo y pensaron que había un incendio puertas adentro, pero uno de los que vivía en los pisos superiores pudo advertir que el incendio era a dos cuadras. Más tranquilos, todos enviaron emojis.