Cómo una asociación civil ayudó a más de 40 empresas a contar con espacios físicos más accesibles para personas con discapacidad y movilidad reducida - RED/ACCIÓN

Cómo una asociación civil ayudó a más de 40 empresas a contar con espacios físicos más accesibles para personas con discapacidad y movilidad reducida

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Bajo el lema ‘Más integración, menos barreras. Por una conciencia accesible’, el Programa Accesibilidad de la Asociación Civil ALPI trabaja para cambiar el paradigma de la discapacidad. Ya certificaron más de 200 espacios accesibles en empresas, universidades, hoteles, centros de salud y aeropuertos, como parte de programas de responsabilidad social empresaria (RSE). Así, las organizaciones garantizan mayor inclusión social y laboral.

Cómo una asociación civil ayudó a más de 40 empresas a contar con espacios físicos más accesibles para personas con discapacidad y movilidad reducida

Imagen: gentileza de Geetanjali Krishna e intervenida por Marisol Echarri

Desde hace 80 años, la Asociación Civil ALPI se dedica al tratamiento y rehabilitación de cuadros neuromotores. Bajo la premisa de que generar espacios accesibles es responsabilidad de todos, la organización también desarrolló un programa que alienta la revisión de instalaciones edilicias, asesora a organizaciones y ofrece una certificación en accesibilidad arquitectónica.

“Lo que hace que una persona se vea complicada por su discapacidad son las barreras del entorno. Por ejemplo, si soy usuario de silla de ruedas y para cruzar una calle hay un cordón, se pone de manifiesto mi discapacidad. Si en su lugar hay una rampa, inmediatamente esa barrera ya no existe. La puedo sortear y seguir haciendo mi vida en la forma que quiera. Por eso es tan importante no solo pensar en lo que se puede mejorar, sino llevarlo a cabo para conseguir empresas, lugares y ciudades mucho más justas y con todo tipo de talentos en los grupos de trabajo”. Así explica Álvaro Armanini la importancia de eliminar de una vez por todas las barreras arquitectónicas del entorno. Tiene 43 años, vive en la localidad de Yerba Buena (Tucumán), es ingeniero agrónomo y trabaja desde el 2008 en la empresa Bayer, una de las que ha mejorado su accesibilidad gracias a los servicios de ALPI. En el 2011 tuvo un accidente y hoy es usuario de silla de ruedas. Actualmente, es supervisor de zona del Área Prefundadora.

Ante estas barreras del entorno —que, según ALPI, se les presentan a casi 10 millones de argentinos— el Programa Accesibilidad busca mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad motriz o con movilidad reducida transitoria o permanente (personas mayores, embarazadas, operadas de cadera, etc.). ALPI les cobra a las organizaciones que desean asesoramiento o certificación en accesibilidad edilicia y destina todo lo recaudado a su Centro de Internación y Rehabilitación Neuromotriz. Este cuenta con una sala equipada con tecnología de última generación aplicada a los procesos de rehabilitación, para potenciar el tratamiento que el equipo interdisciplinario diseña para cada uno de sus pacientes.

Álvaro Armanini es usuario de silla de ruedas desde 2011. Él señala que, entre otras ventajas, las adaptaciones hechas en la empresa luego del asesoramiento de ALPI permiten sumar el talento de personas con discapacidad, sin restricciones. (Imagen: gentileza de Álvaro Armanini e intervenida por Marisol Echarri)

Accesibilidad y diseño universal 

“Este proyecto empezó en el año 2012, con la intención inicial de que las personas que se rehabilitaban en ALPI, al salir nuevamente a su vida, pudieran moverse de forma autónoma, ya sea en su casa, en el trabajo o en cualquier otra actividad que quisieran hacer”. Quien habla es María Inés Podestá. Tiene 62 años y vive en Olivos (Buenos Aires), es especialista en discapacidad e inserción laboral y responsable del Programa Accesibilidad de ALPI, donde trabaja desde el año 2017. Además, hace 19 años coordina el Club de Empresas Comprometidas (CEC), creado en 2004. Se trata de un grupo de empresas convencidas del valor y del talento que aportan las personas con discapacidad a cualquier ámbito laboral.

“En un principio —sigue Podestá—, empezamos a trabajar con empresas interesadas en eliminar las barreras con la implementación de rampas, alturas de interruptores, baños, señalética y mobiliario accesibles. Comenzamos ofreciendo una certificación, que consiste en evaluar diferentes aspectos de la accesibilidad de un lugar, mediante observaciones y/o recomendaciones. Luego, fuimos sumando servicios a pedido de las empresas, como asesorar desde el inicio del proyecto de un nuevo edificio o planta industrial para que el edificio corporativo fuera accesible”.

ALPI realiza una evaluación edilicia de los espacios requeridos, tras la cual elabora un informe que revisa un comité de certificación. Este comité está conformado por un equipo externo de especialistas en accesibilidad para todo tipo de discapacidades quienes verifican el cumplimiento de las normativas vigentes en discapacidad (concretamente, las leyes 22.431, 24.314 y 25.643).

“Lo importante de este proyecto es que somos un equipo interdisciplinario: un asesor en arquitectura accesible que es usuario de silla de ruedas, Cristian Baraldo; la terapista ocupacional Paula Games, la terapista física María Elena Di Salvo y yo, que estoy a cargo del programa y de la relación con las empresas”, explica Podestá.

Ingresos accesibles en Bayer. La empresa logró la certificación de ALPI en la planta de procesamiento de maíz, ubicada en la localidad de Rojas, y en la estación experimental, ubicada en la localidad de Fontezuela; ambas en la provincia de Buenos Aires. (Imagen: gentileza de Bayer e intervenida por Marisol Echarri)

Herramientas para la inclusión

El programa propone una serie de preguntas para saber cómo está una empresa en materia de accesibilidad: ¿cómo es la puerta? ¿Hay un escalón? ¿El mobiliario y la señalética responden al diseño universal? ¿Cómo es el ingreso y la recepción de la empresa? ¿En qué otros lugares se necesita asesoramiento? ¿En las áreas de trabajo, oficinas / talleres? ¿En las áreas de recreación, comedor, sanitarios? ¿Cómo es la circulación en los pasillos, las veredas, escaleras y ascensores? De esta forma, se cubre la totalidad de los espacios para que todas las personas puedan acceder.

Además de ser una responsabilidad y un derecho, hay claras ventajas para las empresas en ser un sitio accesible. Por un lado, garantiza un ámbito inclusivo, igualitario y flexible a los cambios. A su vez, genera un círculo virtuoso con las reformas en accesibilidad, porque surge un espacio amigable, que promueve nuevos vínculos de trabajo, de servicios, nuevos negocios, relaciones que estaban negadas y despiertan oportunidades. “Lo vemos en forma directa; empezamos con reformas con el Área de Arquitectura o Mantenimiento, y terminamos con Recursos Humanos, estrategias de marketing, gráficas, talleres de capacitación en todos los sectores, hasta la portería de la empresa se ve involucrada en la temática y ¡descubriendo que su trabajo se podía hacer de una manera más accesible! Para nosotros es un círculo virtuoso: todos ganan”, cuenta Podestá.

Otras ventajas adicionales son que mejora el posicionamiento ante la competencia y la diferenciación. Así lo explica Gustavo López (60 años), quien vive en Pergamino (Buenos Aires), trabaja en Bayer desde 2005 y hoy lidera el Área de Facilidades para Líneas de Cultivo: “Construir un ambiente de trabajo más diverso para las personas es uno de nuestros principales objetivos, brindando oportunidades equitativas y fomentando el desarrollo personal y profesional de todos”.

Entre las más de 40 empresas que obtuvieron esta certificación de accesibilidad, se encuentran comercios, industrias, universidades, empresas de transporte y del rubro turístico. En la foto, el equipo de ALPI con personal del Hotel Pullman, de Rosario. (Imagen: gentileza de Hotel Pullman Rosario e intervenida por Marisol Echarri)

Actualmente, en los asesoramientos de ALPI evalúan la presencia de rampas, pendientes, el tipo de pisos, la diferencia de alturas y desniveles. También, la superficie de maniobra y de aproximación, la necesidad de descansos intermedios, la señalización, los medios de elevación y la facilidad de acceso (que incluye el estado de las veredas, las entradas, los estacionamientos y las puertas de ingreso). En el programa denominan “lugares de interés” a los pasillos, salas de reuniones, locales, baños y ascensores. También analizan las puertas de salida y los sectores de evacuación. 

Hasta ahora, más de 40 empresas analizaron sus espacios con los servicios de la asociación civil. “Cuando empezamos con el Programa Accesibilidad de ALPI, hicimos un recorrido con Gustavo López por todas las instalaciones. Vimos dónde había cuestiones para resolver, y ahí surgió la necesidad de contratar a especialistas en el tema que nos dieran un marco más seguro a lo que íbamos a hacer”, cuenta Armanini sobre la experiencia en Bayer, un holding global dedicado a la salud y la producción agrícola.

“Comenzamos este proceso de adaptación de nuestros espacios en marzo de 2021 con la visita de un grupo de representantes de ALPI. Durante el recorrido, se detectaron oportunidades de mejora en materia de accesibilidad y autonomía para personas con discapacidad, quienes a través de su experiencia y conocimientos del tema nos ayudaron a dar los primeros pasos en el plan”, cuenta López. “El proceso empezó con una evaluación del estado de nuestras instalaciones, permitiéndonos entender dónde estábamos en cuanto a accesos, estacionamientos, oficinas, áreas comunes y sanitarios, para luego generar un proyecto. Continuamente nos asesoraron durante la ejecución de los trabajos, abriendo un espacio de interacción entre el equipo de proyecto y ALPI, para remover cualquier impedimento que se nos presentara”, agrega.

El ancho de las veredas es uno de los varios requisitos de accesibilidad que las empresas deben cumplir para contar con la certificación de ALPI. (Imagen: gentileza de Bayer e intervenida por Marisol Echarri)

Soluciones para la convivencia real

“Cada vez son más las empresas e instituciones públicas y privadas que se suman a nuestro programa para que todos podamos movernos de forma autónoma, sin barreras. A partir de la accesibilidad, muchas más personas pueden trabajar o viajar solas sin acompañantes, tanto en aeropuertos como en los diferentes medios de transportes accesibles”, cuenta Podestá. “Todavía falta seguir trabajando. Pero en los dos últimos años el programa tomó una enorme preponderancia por los beneficios que trae la accesibilidad universal”, suma.

López coincide en las ventajas que trae este proceso: “Personalmente, no tenía mucha experiencia en el tema. Cuando me involucré junto con mi equipo de trabajo, descubrimos que había mucho para hacer en pos de derribar barreras y hacer más inclusivas nuestras instalaciones. Realmente se solucionan problemas no vistos antes”. 

Hoy Bayer cuenta con la certificación de accesibilidad en la planta de procesamiento de Maíz, ubicada en la localidad de Rojas, y en la Estación Experimental Fontezuela; ambas en la provincia de Buenos Aires. “Fue un proceso muy desafiante. En algunos casos tuvimos que intervenir espacios existentes y hacer modificaciones importantes. Por ejemplo, en los sanitarios, donde adaptamos baños y dotamos de los elementos y tecnologías necesarias para su uso. O buscar nuevos proveedores y materiales específicos no utilizados hasta el momento, pisos podotáctiles (o de banda táctil, que sirven de guía para las personas con desafíos visuales), instalación de alarmas en sanitarios, construir estacionamientos adecuados, entre otras cosas”, cuenta López.

Con más de 8.000 metros cuadrados de espacios intervenidos y certificados, la construcción de 10 nuevos estacionamientos y más de 12 instalaciones o baterías sanitarias adaptadas, Armanini lo confirma: “La incorporación de las mejoras que propuso ALPI fue muy positiva. De esta forma podemos sumar nuevos talentos sin necesidad de pensar en cambios ni adaptaciones específicas, porque las instalaciones ya son accesibles”.

En cuanto a los desafíos pendientes, para López sigue siendo derribar barreras de accesibilidad que aún tienen. “Todo lo que trabajamos hasta ahora se refiere mucho a barreras para personas con discapacidades motrices o usuarios de silla de ruedas. Quizás son las discapacidades más visibles, pero no son todas. Falta trabajar para discapacidades visuales, auditivas o cognitivas. Queremos que todas las personas puedan conectarse, interactuar o trabajar dentro de la empresa. También empezamos a trabajar para mejorar la accesibilidad digital”, explica.

ALPI aspira a que todas las empresas y organizaciones se comprometan con la inclusión, accesibilidad y el diseño universal. De esta forma, todas las personas pueden contar con autonomía y las mismas oportunidades. 

“Visibilizamos y facilitamos la ejecución de los beneficios de la accesibilidad universal para todos; personas con movilidad reducida, personas con discapacidad, personas de talla baja. Todos”, enfatiza Podestá.

Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.