Glorioso viaje con un Fiat 600 de 1982 al pueblo de montaña más lindo: «No es fácil llegar, pero vale la pena» - RED/ACCIÓN

Glorioso viaje con un Fiat 600 de 1982 al pueblo de montaña más lindo: «No es fácil llegar, pero vale la pena»

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Iruya es una espectacular aldea de Salta a 2.780 metros de altura a la que se arriba por una ruta con un tramo angosto y sinuoso al borde del precipicio donde no pasan dos autos a la vez. La docente Andrea y el mecánico Juan Carlos se animaron en su querido Fitito y acá cuentan la historia.

Glorioso viaje con un Fiat 600 de 1982 al pueblo de montaña más lindo: «No es fácil llegar, pero vale la pena»

El Fiat 600 de Juan Carlos y Andrea en las rutas de Salta rumbo a Iruya. Fotos: Dos locos en Fitito.

Solo para audaces: llegar a Iruya no es fácil, pero tiene premio. Por algo este encantador pueblito salteño está considerado entre los 50 más lindos del mundo. Está a casi 3.000 metros de altura y más de uno aflojó en el intento en el tramo angosto y sinuoso del camino de montaña que bordea un precipicio donde a veces hay que dar marcha atrás y buscar un lugar más ancho para dejar que pase el que sube. No es el caso de Andrea y Juan Carlos, que llegaron a esta maravilla en las alturas en su Fiat 600 de 1982. Los encontrás en las redes como Dos locos en Fitito. Ella es docente, él es mecánico, les apasiona viajar y juntos arman un equipo de primera: se complementan en cada detalle de la aventura.

Rumbo a Iruya por caminos de montaña.

En su último recorrido el verano pasado, han transitado por la mítica ruta 40 que atraviesa a lo largo el país siempre cerca de la Cordillera de los Andes y han regresado desde el sur a Buenos Aires cerca de la costa en la Patagonia por la ruta 3. Tienen todos los tramos y los kilómetros entre cada parada anotados en un cuaderno cuadriculado que no miente: hicieron 13.126 km en 47 días. Y uno de los lugares que más les gustó fue incluido días atrás por la prestigiosa revista Conde Nast Traveler en su lista de los más atractivos del planeta.

Bienvenidos a Iruya, la joya de Salta

Pura belleza. Iruya, rodeada de montañas en la puna salteña, un lugar al que ir al menos una vez en la vida.

A su manera, Andrea y Juan Carlos habían llegado a una conclusión parecida, porque esa maravilla salteña los había impactado tanto como a los periodistas españoles que escribieron el artículo. En ese viaje, recorrieron el noroeste argentino por la ruta 9 a la altura de Iturbe para luego empalmar con la 13 y después con la 33 rumbo a Iruya. Y pese a que muchos aconsejan ir en ómnibus desde Humahuaca (lo más cercano), Purmamarca o Tilcara, o bien en una camioneta 4×4 o al menos en un vehículo alto e incluso hay otros que prefieren no exponerse a los riesgos de ese camino de montaña, los Dos locos en Fitito se animaron con el viejo y querido 600 mientras levantaban oleadas de admiración a su paso.

El Fiat 600 en las angostas calles de Iruya.

Así narra Andrea esta apasionante aventura: «Iruya, en el noroeste, nos impactó mucho. En ese camino recorrimos quebradas y parajes mientras cada vez íbamos subiendo más, asombrados por las casas en las laderas de las serranías, que abarcaban hasta el río con las plantaciones y quedaban como una postal. Eran unos paisajes impresionantes, de no creer, porque uno venía por las montañas y se abría de repente el panorama como una postal», relata.

«Después el camino seguía al costado del río, como si fuera un cañón, porque se hacia profundo, iba subiendo y bajando al costado del río«, agrega.

«Después de unos 50 km llegamos a Iruya, que está dividida por este mismo río y se alza a los costados como si fuera un anfiteatro, con calles angostas empedradas y unas vistas impresionantes«, continúa.

¿Y cómo los trataron los habitantes? «Muy bien, muy cálidos, muy amenos: nos ayudaron, nos guiaron a buscan un lugar para alojarnos, nos recomendaron paseos y excursiones. No hicimos muchas porque había pronóstico de lluvia y teníamos que volver, pero recorrimos Iruya y fuimos hasta el Mirador de la Virgen, en uno de los costados: se ve una gran panorámica del río, el pueblo y las montañas y altos paredones que lo rodean«, describe.

«No es fácil llegar, no todos se animan, pero Iruya es muy recomendable. Eso sí; hay que ser muy precavido, pero se puede: nosotros lo hicimos con un 600: es un lugar único, realmente vale a pena», dice Andrea.

Iruya, uno de los 50 pueblos más lindos del mundo

Iruya, la pintoresca localidad andina de apenas 1.500 habitantes ubicada en la puna salteña, fue elegida como uno de los 50 pueblos más lindos del mundo por una referencia mundial del turismo como Conde Nast Traveler. La selección, que no se hace en forma de ranking, destaca a los pequeños destinos que cuentan con “lugareños amables, hoteles boutique y un encanto antiguo”.

Postal de Iruya.

En su publicación Condé Nast Traveler destaca: “¿Quiere ver de cerca la famosa y y hermosa región de Salta en Argentina? Bueno, Iruya lo es. Solo se puede acceder a este pequeño pueblo a través de un viaje en autobús muy polvoriento de cuatro horas desde la región vecina de Jujuy; pero una vez que llegue tendrá vistas despejadas al río Iruya abajo, cóndores volando arriba y la asombrosa meseta andina en cada esquina”.

Postal de las calles de Iruya,

Cuenta con calles empinadas, una gran iglesia que es un objeto preciado por la lente de los fotógrafos, y un estilo de vida tranquilo y amigable. La mejor época del año para visitarla es entre marzo y junio y de agosto a diciembre.

Es preferible evitar la época de mayores lluvias -de diciembre a marzo- porque puede haber inundaciones que impidan el paso de los automóviles y dejen “sitiada” a la localidad.

Los puntos de interés más visitados por los turistas en Iruya son: Mirador el Cóndor, Miradora de la Cruz, el Río Iruya, la iglesia Nuestra Señora del Rosario y San Roque, Awawa Casa de la Cultura, la pasarela peatonal y la plaza Santa Rosa Guevara y también el casco histórico que posee una interesante arquitectura colonial, señala la publicación.

Del norte al sur por la ruta 40 en un Fiat 600

Arrancaron el 26 de diciembre del 2022 desde Buenos Aires rumbo al norte, para recorrer la 40 hasta el Sur. Encararon para Tafí del Valle, al oeste de Tucumán, para empalmar desde ahí con la mítica ruta que traviesa a lo largo el país, con la que tantos viajeros sueñan.

El Fiat 600 en las rutas neuquinas. Aquí, una cuesta en las cercanías de Buta Ranquil, al norte de la provincia. Foto: Dos locos en Fitito

Se maravillaron con los Valles Calchaquíes y pusieron rumbo a Humahuaca, para hacer una excursión al mirador del Hornacal o Cerro de 14 colores. «Costó llegar, costó volver. Pero valió la pena», comentan orgullosos. Juan Carlos es mecánico y el responsable de mantener a esta joya de 1982 en funcionamiento. 

Después siguieron hacia Iruya, el hermoso pueblito a 2780 msnm sobre los faldeos de la sierra de Santa Victoria, a 307 km de la capital salteña. El Fitito reclamó atención y Juan Carlos metió mano: ventajas de que haya un mecánico a bordo.

«Dicen que estamos locos, pero la vida es para vivirla. Y si el camino no es fácil, que más da. Al final la recompensa vale la pena. Aunque el aventurerito pidió mimos para su palanca de cambios, se lo atendió y llegamos a los increíbles paisajes de Iruya», cuentan.

Camino al abra del Acay, punto de mayor altitud de la ruta 40

«Casi sin darnos cuenta, ya iban 10 días de la ruta 40! El chiquito subió alturas de más de 4000 metros varias veces, pasó bajo la Polvorilla aunque todos nos decían que no se podía porque el río destruyó el camino, vio nevar y luchó contra el barro. Y ayer cruzó un badenes con agua lodosa que bajaba con fuerza suficiente para hacernos dudar», relatan.

¿Se pone difícil? El Fitito se la banca. Jujuy. Cruce de rio Granadas entre Paicone y Cusi- Cusi

«Para los que quieran ir, el camino es muy transitable, de ripio pero firme si no llovió. También tengan en cuenta que hay que cruzar el curso de un río que en verano lleva agua y que la trepada es grande. Pero ánimo que se puede, damos fe«, agregan.

Bienvenidos a la Patagonia: en Caviahue y Copahue

Tras deslumbrarse con el norte neuquino, pararon en Chos Malal para tomarse una foto en el punto exacto de la mitad de la ruta.

En Chos Malal, el punto medio de la ruta nacional 40. «La curvatura es por el viento en esta zona de la Patagonia», informan.

Y después fue el momento en que enfilaron la máquina que levanta oleadas de admiración en las rutas hacia Caviahue y Copahue.

Allí, con Chile a un puñado de km del otro lado de la frontera, entre lagos y montañas, una de las actividades que hicieron fue recorrer el increíble circuito de las cascadas de Caviahue, cercano a la aldea de montaña.

Cascada Cabellera de a Virgen. Fotos: Dos locos en Fitito.

Esa maravilla está a unos 18 kilómetros desde la aldea de montaña enclavada a 360 km al noroeste de la capital provincial. Fueron por la ruta provincial 26 hasta la bifurcación a 7 kilómetros de Caviahue. Ahí el Fitito tomó a la derecha la ruta provincial 27.

Siempre por ripio, hicieron 4 km y tras pasar el puente del Agrio continuaron por la misma ruta otros 4 km, hasta que a la izquierda apareció el acceso hacia el salto. Son dos kilómetros por camino de tierra hasta llegar al estacionamiento.

El Salto del Agrio en Neuquén. «Es impresionante». Fotos: Dos locos en Fitito.

«En Neuquén, después de tocar el hito de mitad de la ruta, disfrutamos los maravillosos colores de las cascadas y el salto del Agrio«, comentan.

También estuvieron en Copahue, el complejo termal a 19 km de Caviahue.

Un reparador tratamiento en las Termas de Copahue.
Un chapuzón en la Laguna del Chancho.

«Nos asombrarnos del conjunto de nieve, aguas termales curativas y olores que son increíbles», postearon.

Luego, le dijeron a Voy: «Copahue una locura, ver como sale de la tierra esa temperatura y vapores, buenísimo. Y el Salto del Agrio, hermosa la caiga del agua y los colores de las piedras abajo, color tipo ladrillo, hace un contraste espectacular».

13.126 km en 47 días con el Fitito

Juan Carlos y Andrea en Rada Tilly, durante el viaje del verano 2021..

El 2021, hicieron Buenos Aires – Ushuahia en 22 días: 8065 km de aventuras. En el verano siguiente unieron el norte con el sur: 13.126 km en 47 días. Tras llegar a los confines del sur, subieron por la costa. Y así llegaron a Punta Perdices.

Dos locos en Fitito pasaron también por el «caribe de la Patagonia«, como le dicen a Punta Perdices, esta maravilla a 65 km de Las Grutas en la costa de Río Negro por el contraste del blanco de las conchillas en la playa con los tonos azulados del mar en el Golfo San Matías.

Hoja de ruta: 13126 km en 47 días en un Fitito de 1982.

Llegaron por recomendación de un amigo y no se arrepintieron de aceptar el consejo: «Es un lugar especial, distinto, precioso».

Andrea en Punta Perdices. Fotos: Dos locos en Fitito.
Otra enorme sonrisa en este paraíso en la costa de Río Negro. Fotos: Dos locos en Fitito.

«Todo buenísimo: encontrar conchillas, caracoles y piedritas, el enorme tamaño que tiene toda la playa. Y muy buena la atención tuvimos al entrar por la gente de informes», cuentan.

Una leyenda en el estacionamiento habilitado. Fotos: Dos locos en Fitito.

Después volvieron a Buenos Aires después de un viaje que soñaron y planificaron al detalle.

Miles de años le dan esta coloración. Fotos: Dos locos en Fitito.

Para fines de este año, proyectan Argentina – Colombia. Son Andrea y Juan Carlos, Dos locos en Fitito. O cuando los sueños se hacen realidad.

Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.