El mito de los "nativos digitales": todo lo que los jóvenes tienen que aprender para sobrevivir en un mundo multiconectado- RED/ACCIÓN

El mito de los "nativos digitales": todo lo que los jóvenes tienen que aprender para sobrevivir en un mundo multiconectado

La expresión sugiere que niños y adolescentes no debieran adquirir habilidades para desempeñarse en un entorno atravesado por pantallas, pero ocurre lo contrario. Entender la noción de privacidad, conocer los riesgos latentes en el universo online, aprender a chequear contenidos y a usar dinero virtual son algunas de estas competencias necesarias. Cuál es el rol de la familia y de la escuela. Y cuál es la influencia que tiene este mundo digital en la salud mental de quienes nacieron en épocas en las que todo ocurre en la red.
24 de mayo de 2022

1: ¿Existen los nativos digitales?

En una entrevista realizada por un medio español el escritor, profesor y director de Global Future Education Foundation, Marc Prensky, quien popularizó los conceptos de "nativo digital" y "migrante digital", explica estos de manera cuasi poética. 

Dice, Prensky, en relación a los chicos y chicas nacidos a partir de 1995:

"No pensaron ´esto es nuevo´.

Pensaron ´esto es el mundo´".

Esto es el mundo se refiere al mundo que está a un click de distancia, el que cabe en una pantalla, el que posee imagen y sonido pero es chato, plano, sin olores ni texturas. El único mundo que conocen. Los otros, los "migrantes digitales" somos los que esperábamos años para que nos instalaran un teléfono, uno solo para toda la familia y los vecinos y amigos que aún no lo tenían. Somos los que mirábamos la TV en blanco y negro. Somos los que enviábamos correspondencia al otro lado del mundo en papel carta de avión, para que el sobre pesara menos. Somos los que escribíamos a máquina. Somos los que tuvimos que aprender, adaptarnos, estar atentos, asombrarnos de tanto cambio. Ellos no, ellos, nuestros nativos digitales, dan por sentado que uno puede saberlo todo en un instante, que la privacidad es elástica, que el otro está siempre conectado, ya, ahora. 

Lo que los hace nativos digitales también los hace creativos, indecisos, veloces al interactuar con múltiples tareas, con poca capacidad de concentración y menos de frustración. Todo ya, todo ahora.

Pero que sean nativos digitales, por otra parte, no los hace expertos en tecnología digital. Los "nativos automovilísticos" (término acuñado para este artículo), por ejemplo, nacimos cuando los automóviles eran cosa común pero no con la capacidad innata de saber conducir ni de entender cómo funciona un motor ni de cambiar una rueda: aprendimos. 

Por eso, a veces, este concepto de "nativo digital" es engañoso. Como si los niños y jóvenes no debieran aprender, entender lo que hay del otro lado de la pantalla, que a veces no es bueno, y desarrollar habilidades para sobrevivir en este mundo multiconectado. 

Sucede entonces que, cuando se señalan las habilidades de los nativos digitales, se listan temas como el uso del mouse, la navegación por las páginas web y la búsqueda de información. Pero poco se habla de las habilidades personales que deben desarrollar para navegar el ciberespacio sin perderse por el camino: entender la idea de privacidad, no exponerse, chequear contenidos, no contactarse con quienes no conocen, identificar engaños, no cometer ciberbullying, pedir ayuda si viven situaciones de acoso digital (grooming). La lista es amplia. Vivir en el ciberespacio se parece mucho a vivir en el mundo, hay reglas, hay derechos, hay obligaciones, hay beneficios, hay peligros.

2: Informática y hogar 

Si el hogar y la escuela son los primeros formadores, también deberían serlo en lo relacionado a lo que ahora se da por llamar "bienestar digital". 

El bienestar digital se refiere al uso saludable y positivo de la tecnología, que no debe absorber ni reemplazar la vida "real", los afectos, las tareas cotidianas, los tiempos de desconexión. Se trata, también, de mantener el control sobre el tiempo y la forma en que se utilizan los dispositivos electrónicos.

Una pregunta relacionada al bienestar digital que se hacen todos los padres es a qué edad debe ofrecerse un teléfono celular a sus hijos.

Una encuesta espontánea realizada en la cuenta de Facebook de esta periodista, de la que participaron más de 50 personas, ofrece algunas respuestas: los chicos acceden al primer celular entre los 11 y los 13 años, cuando comienzan a ir o regresar solos de la escuela. El teléfono celular, entregado con miles de indicaciones (no usarlo en la calle por temor a robo, no usarlo durante las comidas, no usarlo en el aula, cuidarlo, no conectarse con nadie sin previo permiso, etc.) es, como diría la escritora Samanta Schweblin, la actual "distancia de rescate" que mantenemos con nuestros hijos. La distancia de una llamada, de un mensaje, de un ¿dónde estás?

Ana Lía Raffo (53), docente jubilada y madre de dos chicas y un chico que llegaron a su vida cuando tenían 5, 6 y 8 años respectivamente y sin haber tenido contacto con ningún medio digital, cuenta su experiencia sobre el tema:

 "En  el comienzo de la pandemia", dice Raffo, "le compré un celular a mi hija mayor porque yo tenía que salir a hacer compras o trámites o asistir a mi madre, y ellos quedaban solos. Era nuestro medio de comunicación. Cuando comenzó la escuela en forma virtual les compré a los dos menores. Sin embargo aún no tienen acceso a redes sociales, y si bien tienen cuentas en Tik Tok e Instagram no suben fotos ni videos de ellos y tienen nombres de fantasía. Las redes quedan siempre abiertas, por lo tanto no tienen contraseñas ni espacios donde yo no pueda entrar".

"Siempre tuvieron horario para la tecnología", continúa. "Durante la cuarentena eran 2 horas en un momento del día y otras 2 horas en otro momento. Actualmente solo después de cumplir con las tareas escolares. En cuanto a cómo usa cada uno su dispositivo: la mayor usa la tablet para editar videos de animé, escucha música y sigue tutoriales para dibujar figuras de comics. El varón juega juegos en red con sus amigos y se comunica con ellos por Whatsapp. La menor ve videos de Tik Tok, juega a vestir muñecas, sigue tutoriales para aprender a dibujar. Pero se cansa y busca otras formas de juego fuera de lo digital", describe Raffo.

"Los tres tienen claro el tema de la seguridad digital y algo hemos hablado sobre el acoso digital. Una regla que puse, además, es que no pueden tener como contacto a ninguna persona mayor de edad, aún siendo conocida. Solo la mayor tiene a ciertos contactos míos para alguna emergencia".

3: Informática y escuela

Mantener un equilibrio en el uso de la tecnología, reconociendo sus beneficios sin demonizarla. Ser un ejemplo para los chicos en cuanto al uso de computadoras y celulares, que no sientan que deben competir con un aparato por nuestra atención. Enseñar a usar la tecnología de manera crítica y a desconectarse. Practicar la ciudadanía digital: mostrar a los chicos cómo mantenerse seguros y ser responsables en línea. Explicar y mostrar que las reglas de cortesía también se aplican a la vida digital. Establecer reglas de uso de la tecnología que incluya tiempo libre de conexión. 

Esas son las bases del "bienestar digital". ¿Qué pasa, sin embargo, en las escuelas que reciben a estos chicos hiperconectados? Porque la escuela de la era digital se sigue pareciendo, en muchos aspectos, a la escuela de la era analógica, aún cuando los estudiantes pueden encontrar en sus computadoras y celulares, muy fácilmente, casi todos los temas teóricos que transmiten los docentes. 

Lorena Bravo (53), docente de educación primaria, ofrece un panorama de lo que sucede en la escuela en la que trabaja, en provincia de Buenos Aires:

"Hace 20 años que el uso del celular se fue instalando de a poco", cuenta Bravo, "y hace ya unos 7 años que se permitió el uso del celular a partir de 4° año en la escuela primaria. Se estableció el uso libre durante los recreos y al ingresar al aula se dejaba en una caja en el escritorio del docente. También se fueron planificando actividades en las que se incluía el uso de los dispositivos para investigar o explorar plataformas interactivas. Por supuesto, también en los espacios de reflexión sobre convivencia escolar se fueron instalando problemáticas relacionadas con el uso de tecnologías digitales. Muchos conflictos que sucedían fuera de la escuela, ya sea en redes o grupos de Whatsapp empezaron a ocupar lugar en los espacios de reflexión: estrategias de cuidado para el uso de redes, bullying y ciberbullying, estereotipos hegemónicos, etc. Siempre buscando despertar en los chicos y chicas una mirada crítica y reflexiva que priorice valores como la empatía, la solidaridad, el respeto a la diversidad y la inclusión". 

"Como docente", continúa Bravo, "creo que la escuela debe ocupar un lugar protagónico frente al mundo digital. Es el espacio en el que ese mundo caótico y desordenado que invade la cotidianeidad de los chicos y chicas puede debatirse, compartirse, clasificarse y evaluarse para construir las herramientas que les permitan transitarlo de una manera más crítica, autónoma y responsable. En síntesis, pensando en el concepto claro de Sigmund Bauman de modernidad líquida, la inmediatez, lo efímero, la hipervelocidad de la información, la escuela debe ser la pausa, la resistencia que ofrezca la reflexión, la mirada crítica para que puedan entrar y salir del mundo digital más estoicos e íntegros". 

"Lo cierto e innegable", resume la docente, "es que los chicos hoy adquieren la alfabetización digital mucho antes, incluso, que el habla. Y por más que un adulto se empeñe en retrasar el contacto, el mundo digital y la hiperconectividad los devora. Ahora bien, esta relación que establecen naturalmente desde muy pequeños carece, en mi opinión y en general, de una adecuada mediación de los adultos. Porque manejar el mundo digital implica quedar expuesto a una masa de información audiovisual, sin clasificación etaria, sin filtro, sin valoración. Creo que el interrogante más complejo y preocupante que deberíamos hacernos hoy es con qué recursos transitan nuestras infancias ese mundo de información caótica, desordenada, violenta".

4: Amenazas del mundo virtual

Si hay algo que sabemos de la generación de nativos digitales es que dan por sentado la inmediatez de todo: el acceso a la información, la respuesta de un amigo, la posibilidad de ver una película o de jugar a algún juego en red. Todo ya, todo ahora. Pero, "tener todo ya —a un click de distancia— elimina la espera, intervalo fundante para la constitución del deseo", explica el licenciado en Psicología Edgardo Kawior (48), "y entonces aparece la frustración".

"Cuando se establece la urgencia como ideal", continúa el profesional, "no hay espacio para la búsqueda, ni hablar del encuentro . El saber hacer en la vida se forja en la sucesión de fracasos. Eso es —ni más ni menos— que la experiencia (propia). Educar, criar, enseñar son los verbos de una tarea que debería ser artesanal. Como padres, los problemas de la época están más del lado de lo tecnológico que de lo humano. Se cortó Internet, murió la batería, la latencia (el tiempo que tarda un paquete de datos en ser transmitido por una red) no me deja jugar en red. Si la frustración no habilita una pregunta, quedará la creencia de que fracasar es la peor carta de la baraja en el juego de la vida".

"Por otra parte", explica Kawior, "una de las cuestiones más peligrosas en estos tiempos es la imposibilidad de diferenciar lo público de lo privado. Todo se muestra de un modo pornográfico. Se ha perdido el erotismo de lo que se imagina cuando algo no se deja ver. El amor, el dolor, los viajes, las casas, los cuerpos, y podríamos seguir en una enunciación infinita ¿Cómo aprenden los chicos qué compartir y qué no en un mundo de adultos mostrándose a toda hora y en todo lugar?".

"Los smartphones y tablets se anticipan a la aparición de la angustia. Esa que se presenta cuando no sabemos qué decir, qué hacer. Los teléfonos parecen los inteligentes pero no hacen otra cosa que eliminar la posibilidad de pensar, de —en palabras de Freud— hacer un rodeo para la satisfacción".

5: ¿Quién es quién en el mundo virtual?

Nunca existieron tantas maneras de esconderse como en el mundo virtual. En las redes podemos ser quienes deseamos, elegir nombre, fotografía, personalidad. Podemos mentir e inventar, insultar, acusar, acosar, robar una identidad, y es poco y difícil lo que cada uno puede hacer para defenderse. 

Por otra parte, no importa cuántos controles parentales activemos, cuántas contraseñas compartamos con nuestros hijos, cuántas reglas impongamos. En algún momento, los chicos están solos frente a un universo que parece no tener medida. Allí es donde deben, más que nunca, saber quiénes son debajo de las máscaras.

No hay que olvidar que la web nos obliga a compartir información privada y accedemos porque sabemos que, de otro modo, no seremos parte. A cambio nos ofrece modos de proteger nuestro pequeño mundo: contraseñas, doble verificación, parrafadas de términos y condiciones que la mayoría acepta sin leer. 

Esta posibilidad de poder ser quien uno desee esconde un doble peligro. Por un lado, cómo se protege el perfil. Por el otro, cómo saber con quién se está interactuando.

Según un estudio que presentó Google en el marco del Día de Internet Segura, el pasado 8 de febrero, el 82% de los padres admite haber mantenido charlas con sus hijos relacionadas con seguridad online, mientras que un 60% de los chicos han recurrido a sus padres para notificar o resolver este tipo de problemas. 

Sin embargo, la visión de los adultos no siempre coincide con la realidad de los más jóvenes. Un artículo publicado por la página web de la Universidad Veracruzana de México, muestra una encuesta realizada a estudiantes universitarios italianos que reveló lo siguiente: el 42% no están al tanto de los riesgos de una conexión Wi-Fi abierta, el 40% de ellos no protege el acceso a sus teléfonos y el 50% de los estudiantes nunca o rara vez controla los permisos que la aplicación requiere antes de la instalación. 

 En cuanto a los temas que más preocupan a los padres, en primer lugar se encuentra el grooming (22%), el acoso sexual de parte de un adulto hombre o mujer hacia una niña, niño o adolescente, a través de un medio digital, seguido por el acceso a contenido inapropiado (15%) y el ciberbullying (14,8%) que puede darse entre pares. 

Es por ello que uno de los puntos a tratar con nuestros nativos digitales debe ser el de la seguridad informática: gestionar contraseñas seguras, no bajar ni abrir archivos adjuntos de direcciones desconocidas o no solicitados, no ofrecer datos personales, no compartir archivos, ser cuidadoso con las aplicaciones gratuitas y no bajar aplicaciones al teléfono celular sin chequear su origen, no aceptar amistad de desconocidos ni invitaciones a conversar por ningún medio.

6: Lo malo, lo feo, lo prohibido

Flor (11 años, nombre ficticio) ingresó al juego "El mundo de Gaturro" una tarde, mientras su madre observaba de reojo. Viendo que parte del juego consiste en interactuar con otros participantes, su madre le habilitó esta posibilidad. ¿Qué tan grave podía ser, en un juego para niños? El jugador que se comunicó con su hija le envió preguntas personales y obscenas. Como el juego censura las groserías y las malas palabras, los globos de diálogos estaban llenos de "X" que reemplazaban lo prohibido. Flor nunca volvió a conectarse a este juego.

Lucas (8 años, nombre ficticio) vivió, en el mismo juego y varios años atrás, una situación diferente que lo enfrentó a las injusticias y absurdos de los algoritmos, y al límite de su propia frustración. En una conversación escribió que su jugador de fútbol favorito era Erik Lamela. Inmediatamente fue suspendido de la web por indecencia. ¿Cómo explicarle a un niño de 8 años que esa palabra que era el apellido de su jugador preferido podía ser malinterpretada? ¿A quién decírselo en el programa? ¿Con qué humano hablar? ¿Qué tipo de defensa se le permitía al acusado y sentenciado sin juicio?

MJB, abogada, cuenta que un día recibió la llamada de un cliente para informarle que, en la clase de computación en la escuela, la docente había advertido una conversación inapropiada entre su actual pareja y su hija. Las charlas del hombre con la niña comenzaban con frases como "¿Te acordás del juego que jugábamos el otro día...? Es nuestro secreto, no se lo digas a nadie". La escuela denunció el caso a la justicia.

En España, un investigador social de la web Educando proteges, señala que el primer contacto con la pornografía se produce a los 8 años de edad, a través de la tecnología.

Según una encuesta realizada por ESET Latinoamérica, una empresa que ofrece soluciones de seguridad informática, el 68,3% de los adultos considera que el grooming es una amenaza muy frecuente; el 26,3% confirmó conocer un niño o niña que ha sido víctima de grooming. De estos menores un 52,9% tiene entre 11 y 15 años y un 33,7% entre 7 y 10.

Rosana, mamá de una joven de 17 años, cuenta de redes que buscan chicas menores, que ofrecen dinero por mirar pornografía, que piden encontrarse.

En Argentina fue sancionada, el 13 de noviembre de 2013, la Ley de Grooming, impulsada por la ONG Argentina Cibersegura, sitio que ofrece estos consejos a los cuidadores: controlar el acceso de los niños a Internet; concientizar a los menores sobre los peligros de la red; mantener un diálogo abierto entre padres e hijos; instalar un antivirus; instalar un programa de control parental.

En los casos descriptos arriba hubo siempre un adulto que pudo mediar para que la situación de peligro no avanzara. Y entonces uno se da cuenta: nadie le daría un empujón en la espalda al hijo o hija en sus años formativos y le diría: "Salí al mundo, estás por tu cuenta".  El mundo virtual es otro mundo, tan inmenso y complicado como el real. Tampoco allí podemos soltar a nuestros hijos. 

7: Quererlo todo

Esta Generación Z no solo considera los dispositivos electrónicos como apéndices de su propio cuerpo. También consume, lo quiere todo. Y lo quiere todo, además, porque conoce la facilidad para conseguir y comprar lo que sea a través de varios clicks, de una manera que parece mágica: sin dinero a la vista. 

Las empresas lo saben e y por eso no dejan de aparecer productos para estos jóvenes: cuentas bancarias, billeteras virtuales, tarjetas prepagas para chicos de 13 a 17 años, que no precisan de autorización por parte de un mayor y pueden manejarse desde el celular; aplicaciones para transferirles dinero, recargar el celular, pagar en los comercios con código QR, hacer extracciones en cajeros, cargar la SUBE y hasta realizar un plazo fijo. A cambio se les ofrece beneficios y descuentos en comercios vinculados al segmento, premios de bienvenida o si atraen socios nuevos.

Las empresas van directo al corazón de una preocupación real de los padres: que los hijos manejen efectivo, que sean víctimas de robo o que sean descuidados y pierdan los billetes. O que no sepan cómo lo gastaron, una situación bastante común a esa edad, el famoso "ah, ni idea".  

Mercado Pago, una de las empresas que ofrece cuentas destinadas a la franja de 13 a 17 apunta, según sus datos, a 3,5 millones de chicos de esas edad, de los cuales el 92% cuenta con un teléfono celular. Clientes al alcance de la mano para una avanzada tecnológica que llega y arrasa, no da tiempo a pensar y necesita, con desesperación, ser acompañada de educación tecnológica que enseñe, a estos nuevos clientes, a ser responsables con sus datos, con el dinero, con el qué pagan y a quién.

Lo sabemos: el mundo virtual no va a detenerse y tampoco queremos que lo haga. En muchos aspectos vivimos mejor, más cerca de todo, tenemos más facilidad para realizar casi todas las tareas, desde las compras en el supermercado pasando por un trámite bancario, hasta saber del amigo que vive lejos. Solo tenemos que recordar que ser considerado "nativo digital" no implica ningún conocimiento innato. Como dijo Prensky, se trata de haber nacido en un mundo que ya es así.

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