Pueblos originarios: riqueza cultural y la necesidad de encontrarnos - RED/ACCIÓN

Pueblos originarios: riqueza cultural y la necesidad de encontrarnos

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

El 9 de agosto es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Comunidades que han sido históricamente postergadas en nuestro país, pero que son parte de la esencia de nuestra cultura.

Pueblos originarios: riqueza cultural y la necesidad de encontrarnos

Intervención: Victoria Guyot.

¡Buenas tardes! Mañana, 9 de agosto, es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Comunidades que han sido históricamente postergadas en nuestro país, pero que son parte de la esencia de nuestra cultura.

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Intervención: Victoria Guyot

Hablar de los pueblos originarios es siempre una mezcla de orgullo y admiración. Y, al mismo tiempo, de pensar en la postergación y por qué no también en el dolor. En este proceso de Argentina y América en general que lleva decenas, cientos, miles de años, siempre fue muy complejo el encuentro cultural de unos y otros para generar un 'nosotros'. Es necesaria una mezcla maravillosa de miradas, culturas, creencias entre quienes llegaron hace 100, 200 o 500 años y los que se supone que están hace 17.000 o 18.000 años. Este encuentro es un desafío apasionante que continúa en el tiempo

De lo que no cabe dudas es que durante décadas hemos sido testigos de la real y verdadera postergación de las personas de pueblos originarios. Siempre hay excusas, pero los números más preocupantes de pobreza extrema y desnutrición generalmente están ligados a los pueblos originarios.

Un hecho ayuda a graficar cuán postergados han sido estas comunidades. Pasan los años y seguimos pensando cómo llamarlos: no indios, no indias, no aborígenes. Ahora, pueblos originarios. A alguien se le ocurrió decir que “a-borigen” era “sin origen”. Fue un invento que hizo parecer la palabra como un término ofensivo: en realidad significa “desde el origen”. Y están desde el origen, son los primeros. Aunque con esta historia tremenda de postergación.

También desde las palabras se puede apreciar una lenta evolución desde esta histórica posición relegada. En los últimos años se busca emplear términos que impliquen más respeto. Por ejemplo, ante se decía matacos a los wichis, hasta que se supo que era una palabra despectiva. Tomar el respeto por cómo se llaman a sí mismos es una prueba de la evolución. Del mismo modo, antes se decía que los pueblos originarios hablaban “lenguas” en lugar de idiomas. O que hacían “artesanías” y no obras de arte. Como si lo que se relacionara con estas comunidades fuera de una escala menor.

Por todo esto, nuestro homenaje: son los primeros y la esencia de nuestra cultura. Son la matriz donde construimos la comunidad argentina y latinoamericana. Son ellos.

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Foto: Facebook Incupo. Intervención: Julieta de la Cal.

Por otro lado, es cierto que desde hace tiempo aparecen muchísimas instituciones, organizaciones y personas que se han dedicado a ver cómo incluir, cómo acercarse, encontrarse con los pueblos originarios. Muchos de estos proyectos son emocionales: una foto dura, un video donde se ve la postergación de algún pueblo originario y generan una reacción, una campaña. Y eso está bien. Es una reacción natural ante la postergación de la que hablamos más arriba.

Más allá de estos grupos, hay que nombrar a dos organizaciones que tienen que ver con el mundo originario en red, con sus vecinos, amigos, comunidades. Uno es Incupo, el Instituto de Cultura Popular, con décadas de trabajo cerca de los wichi, los pilagás, los qom. Es una organización que trabaja por la dignidad de pueblos indígenas y agricultores familiares. Y todo esto con un fuerte énfasis en el cuidado del ambiente.

Están en cinco provincias del Gran Chaco argentino: Chaco, Corrientes, Santiago del Estero, Formosa y norte de Santa Fe. Hace muchos años que trabajan con más de 20 organizaciones campesinas y más de 2.000 familias. Un trabajo artesanal y delicado. Y con siete organizaciones originarias que representan casi 1.400 familias. Tienen una tarea admirable en derecho indígena, el clima y el ambiente (le llaman “justicia climática”), la educación (con énfasis en el ambiente).

Queremos destacar entonces, a modo de breve homenaje, la tarea de Incupo, que mantuvo en el tiempo su compromiso con los pueblos originarios.

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Otra institución que queremos resaltar y dar visibilidad es ENDEPA, el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen, ligado a la Iglesia Católica. Tiene un trabajo admirable que se sostiene en el tiempo: suelen hacer circular noticias que integren a la comunidad con el mundo aborigen. Que permanentemente intentan generar redes, incluir.

Su labor está ligada a la fe. Y es de temáticas bien variadas: las leyes, el derecho indígena, la protección de los bosques, las mujeres originarias. Cada vez que hay alguna suerte de difamación, de fake news en relación a los pueblos originarios, se encargan de desmentirla. Y, en contrapartida, se dedican a difundir cada vez que hay un logro admirable de un pueblo originario en relación a la ecología y la biodiversidad.

Se podría decir mucho más de ENDEPA. Quizás esto es apenas una introducción. La organización está presente en los lugares con más presencia de familias originarias de distintas regiones. En lugares bien variados: Reconquista, Resistencia, Orán, Humauaca, Mendoza, Neuquén, La Pampa, Viedma… Lugares donde se trabaja con aquellas personas que empezaron todo, aquellas que conforman nuestros maravillosos pueblos originarios.

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Foto: gentileza Raquel Zoppi. Intervención: Julieta de la Cal.

Cuatro preguntas a Raquel Zoppi, integrante de ENDEPA [Por David Flier]

—¿Cómo comenzaste a vincularte con las comunidades de pueblos originarios y por qué?
—Comencé a vincularme con los pueblos indígenas en 1990, cuando fui a vivir al Chaco. Lo primero que noté fue la gran discriminación que sufrían, realmente no podía creer lo que veía. Me provocaba indignación y disgusto esa situación. Entonces busqué maneras de acercarme de un modo u otro a ellos, y así fui dándome cuenta de que “detrás” de lo que veía había un mundo casi oculto, profundo, que me intrigaba y atraía a la vez, que no era tan evidente a “primera vista” y al que la mayoría de los no indígenas no accedíamos, porque tampoco lo percibíamos. Ya era 1992, y se “celebraban” los 500 años de la llegada de Colón al territorio que hoy llamamos América, también de su evangelización. Se oían voces de un lado y del otro. Tuve la oportunidad, con otras compañeras, de escuchar las palabras llenas de dolor de representantes de distintos pueblos indígenas y su demanda de justicia. Con ellas, y conmovidas por su realidad, decidimos apoyarlos. Supimos que el mburuvicha -cacique- de una comunidad mbya guaraní, en Misiones, pedía la presencia de hermanas, y nos ofrecimos. Dialogamos con él y con la comunidad y acordamos vivir allí. Esto significó experimentar la vida de este pueblo desde adentro. Implicó sorprendernos y “sacudirnos”, muchas de nuestras certezas se movían. Me di cuenta de que se podía vivir de un modo diferente del que yo había vivido siempre, y que podía ser tan bueno o mejor que el que conocía, que hay pueblos que se paran ante la vida desde otro lugar y que eso está bueno y es muy rico. Esto posibilitó que se ampliaran mi mirada, mi cabeza y mi corazón. Su necesidad más fuerte era —aún sigue siendo— la de asegurar en algunos casos, recuperar en otros, sus territorios y que sus derechos les fueran reconocidos por el Estado y por toda la sociedad, así que comenzamos a apoyar sus luchas.  

—¿Qué aprendiste de estas comunidades?
— De las comunidades del pueblo mbya aprendí a admirar, y "probar" a veces, su modo de vincularse con la naturaleza con mucha delicadeza, observándola, escuchándola, percibiendo mínimos detalles y sabiéndose uno más entre todos los seres que convivimos en la Tierra. La delicadeza en todos los vínculos. La profundidad de su espiritualidad propia, que amplió y enriqueció mucho la mía. La fuerza y el valor de la comunidad y el compartir. Aprendí que lo que vemos, vivimos, experimentamos, creemos, abarca apenas una faceta de la realidad, que puede ser ampliada por quienes viven y perciben otros aspectos.

—¿Qué creés que es lo más valioso que hacen en ENDEPA?
—Escuchar a los pueblos indígenas  desde la valoración, el respeto y la admiración, la mayoría de las veces como aprendices, apoyar sus luchas y sus requerimientos, procurar incidir en la sociedad y en el Estado para que se cumplan los derechos de los pueblos indígenas reconocidos por las leyes nacionales e internacionales pero que todavía no se respetan. Por ejemplo el de la Propiedad de Territorios Comunitarios Indígenas, completar la ejecución de la Ley 26.160 sobre Emergencia de la Propiedad Comunitaria Indígena, la consulta previa libre e informada ante cualquier decisión que  afecte sus intereses, la educación intercultural bilingüe, y tantos otros.

—¿Cuáles son los desafíos que tenemos como sociedad para incluir a los pueblos originarios?
—Reconocernos como el país pluriétnico y multicultural que realmente somos, convencernos de que ninguna cultura es superior ni inferior a las otras, son distintas y cada una tiene mucho que aportar. Tomar conciencia de que todos los pueblos tenemos derecho a la autodeterminación, a vivir como lo decida cada uno según las propias pautas culturales, sin pretender que sean “iguales a mí”, haciendo una sociedad con espacio para cada pueblo, cada cultura, desde el respeto y el diálogo. Por eso no hay que interpretar que “debemos incluir” a los pueblos indígenas según las pautas sociales y los códigos de la sociedad dominante, no debemos dificultar que cada pueblo sea como es. Debemos convivir sin la necesidad de que nadie incluya a nadie, respetando sus derechos.

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A propósito de comunidades de pueblos originarios, te recordamos nuestra campaña del mes, en la que buscamos ayudar a solucionar el histórico problema de acceso al agua segura que sufren comunidades indígenas de Tartagal. Enterate de cómo colaborar acá.

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Para reflexionar. La semana pasada circuló en los medios una propaganda del Ministerio de Igualdad de España que desató la polémica. La imagen buscaba representar en bikini en una playa, en pleno verano europeo, a mujeres que se alejan de los estereotipos históricos de belleza. Pero Sian-Green Lord, una modelo inglesa incluida en la foto, denunció que se usó Photoshop para esconder la prótesis que lleva en una pierna. A raíz de este hecho, la periodista e influencer Daniela Aza escribió una columna que invita a reflexionar acerca de la exclusión que muchas mujeres con discapacidad siguen experimentando en relación a sus cuerpos.

“Hoy en día, que una mujer tenga discapacidad es algo que sigue “estando mal” para la sociedad porque no obedece al ‘cuerpo normal’ que camina, ve y oye, tiene 2 brazos o se mueve distinto”, apunta Aza. Ella también señala que en pos de incluir, también debe mejorarse la accesibilidad en comercios, brindar más ofertas de productos masivos que consideran la discapacidad (“por ejemplo, tests de embarazo para madres con discapacidad”), capacitar a vendedores para tratar a personas que necesiten alguna ayuda a partir de una discapacidad. Un texto que no tiene desperdicio en este proceso de reconstrucción que debemos atravesar como comunidad. Poder leerlo completo acá.

La columna cierra así: “Que la mujer con discapacidad esté visibilizada, representada y que pueda ser contemplada también como mujer bella y empoderada para la sociedad es uno de los más grandes desafíos en pos de una sociedad verdaderamente inclusiva pero fundamental si apostamos a una verdadera diversidad que acepte y celebre todos los cuerpos sin excepciones”.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.

Juan y David