Semana laboral de cuatro días: por qué funciona bien en algunos países pero aún presenta muchos desafíos en la Argentina - RED/ACCIÓN

Semana laboral de cuatro días: por qué funciona bien en algunos países pero aún presenta muchos desafíos en la Argentina

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Distintas pruebas piloto sugieren que se puede sostener (o incluso aumentar) la productividad con un día menos de trabajo a la semana. Y hasta en nuestro país la han ensayado, con éxito, algunas compañías. En todos los casos, los especialistas destacan que es necesario cambiar la cultura de trabajo, diseñar estrategias y eliminar o reducir reuniones y tareas innecesarias.

Semana laboral de cuatro días: por qué funciona bien en algunos países pero aún presenta muchos desafíos en la Argentina

El 11 de abril pasado, el Congreso de Chile aprobó reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales. Así, el país se convirtió, junto con Ecuador, en uno de los dos con menor carga laboral de América Latina. Trabajar menos por el mismo salario es una tendencia que llega tímidamente a la región. 

Otros lugares del mundo, en cambio, han avanzado más en el intento de mantener la productividad (o, de hecho, aumentarla) con menos horas de trabajo. Según los experimentos desarrollados en distintas geografías hace ya varios años, la semana laboral de cuatro días otorga beneficios muy variados tanto para el empleado como para el empleador. Pero ¿cuánto se conoce en detalle sobre sus ventajas y cuán fácil de implementar resulta?

En diciembre de 2022, finalizó una prueba piloto en Reino Unido, que incluyó a casi 3.000 empleados de 61 empresas y fue impulsada por la organización sin fines de lucro 4 Day Week Global, en colaboración con el grupo de investigación Autonomy y miembros del Boston College y la Universidad de Cambridge. Durante los seis meses que duró la investigación, las compañías implementaron una semana laboral equivalente a cuatro días, con distintos métodos —en algunos casos se trabajaba cuatro días la misma cantidad de horas, en otros se redujo un 20 % la carga horaria durante cinco días— pero en todos los casos se mantuvo el mismo salario. 

El análisis de los resultados sugiere que “menos es más”. Los trabajadores disminuyeron su nivel de estrés y agotamiento, y se mostraron más satisfechos en el balance entre su vida profesional y personal. Estas mejoras condujeron a una disminución de pérdida de talento para las empresas. 

El informe, liderado por el sociólogo de Cambridge Brendan Burchell, además refleja que las compañías registraron durante ese periodo un incremento medio del 1,4 % en sus ingresos versus el mismo período del año anterior. Al concluir el piloto, Burchell afirmó: “Antes de esta prueba, muchos dudaban de que fuéramos a ver un incremento de la productividad para compensar la reducción del tiempo de trabajo, pero eso es exactamente lo que hemos visto”. 

¿Qué cambios se percibieron en las conductas productivas de los trabajadores? Para Burchell, la clave tiene que ver con el aprovechamiento del tiempo: “Las reuniones largas con demasiadas personas se redujeron o bien se eliminaron por completo. Los trabajadores estaban mucho menos inclinados a dejar pasar el tiempo”. 

Esta idea concuerda con lo enunciado por el historiador naval británico Cyril Northcote Parkinson, que ya por la década de 1950 afirmaba que cualquier tarea que debemos realizar se expande hasta ocupar el cien por ciento del tiempo que tenemos asignado para ella. En síntesis: tendemos a ser más eficientes cuando contamos con menos tiempo para realizar una tarea. Esto también se vio reflejado en el estudio de Burchell, que arrojó que más de la mitad de los participantes dijo haber sentido un aumento en su capacidad laboral en términos de productividad.

En concreto y de cara al futuro, según los resultados de la investigación, el 92 % de las 61 compañías manifestó que iba a continuar ensayando esta reducción de días laborales luego de la prueba piloto, y casi el 30 % de estas aseguró que implementarían este cambio de manera permanente.

Impulsar la reducción de la jornada laboral había sido una de las promesas de campaña de Gabriel Boric. El viernes 14 de abril el mandatario promulgó la ley que prevé una reducción paulatina de la carga laboral semanal en los próximos cinco años. (Foto: Télam)

En el mundo

El del Reino Unido no es el primer gran ensayo en el que las empresas implementan semanas de cuatro jornadas laborales. Entre 2015 y 2019, Islandia llevó a cabo una prueba también exitosa, que motivó a otros países europeos. En Japón, la semana laboral de cuatro días se extendió entre grandes empresas en los últimos años luego de que, en 2019, Microsoft cerrara sus oficinas en el país cada viernes y aumentara su productividad en un 39,9 %. También en Nueva Zelanda se han realizado pruebas exitosas entre 2018 y 2021.

Los formatos son muy variados: desde llanamente permitir un día menos de trabajo o combinar el total de horas semanales como el empleado quiera, hasta aumentar los tiempos de descanso entre horas trabajadas. En todos los casos las empresas se comprometieron a mantener los valores salariales. Y los beneficios son visibles y sostenidos al día de hoy: los trabajadores concilian mejor su vida familiar con la laboral, pueden organizarse de manera más eficiente, muestran un mejor rendimiento y menor ausentismo. 

España es el único país de todo el mundo que ha desarrollado políticas públicas sobre este tema de manera explícita: el 16 de diciembre de 2022, el Ministerio de Industria y Comercio anunció un subsidio de 150.000 euros para pymes que redujeran la jornada laboral. En ese país, nació Growara: una empresa valenciana que ya alcanzó el millón de euros en facturación a fuerza de enseñar a otras cómo implementar un esquema laboral de jornada reducida y que planea seguir creciendo. ¿Cómo? Poniendo en práctica lo mismo que venden: el 4 Days Framework. Después de haberlo testeado internamente y de haber duplicado su facturación en su segundo año de vida, la tasa de felicidad de sus 20 trabajadores, medida en una encuesta, fue de 9,6/10.

Según su fundador, Julio Braceli, la demanda de la jornada de 32 horas creció enormemente en cargos medios y altos. El sistema de trabajo Growara, pensado fundamentalmente para modelos digitales y sectores profesionales, implica una reorganización y un cambio de mentalidad que necesariamente empieza por sus líderes pero debe permear en la cultura para llegar a todos sus miembros. La clave consiste en alinear muy bien objetivos con estrategia, y eliminar las tareas que no aportan y automatizar procesos.

Los distintos ensayos de una semana laboral más corta coinciden en que trabajar menos horas implica un cambio en la cultura de la empresa. (Foto: 4 Day Week Global)

América Latina

En otro rincón del globo, la tendencia viene tímida. En la Argentina ya hubo intentos para bajar la carga laboral mediante proyectos de ley que buscan reducir las horas de trabajo. La normativa actual data de 1929, establece 48 horas semanales y es una de las más altas de la región. Como en otros países, mientras se busca avanzar desde los marcos regulatorios, las iniciativas privadas van en paralelo y empiezan a reflejar resultados que ayudan a moldear los cambios.

Actualmente hay barreras muy claras, por coyuntura económica o por arraigo cultural. El alto nivel de empleo informal —alcanza al 38 % de los asalariados— desafía el esquema de trabajar menos tiempo, ya que ni siquiera se pueden cuantificar las horas trabajadas. Y el rubro pyme —verdadero motor de la economía nacional y que agrupa el 99,6 % del comercio— está integrado por empresas que cuentan en promedio con 200 empleados: son estas las organizaciones a las que más les cuesta evaluar y rediseñar sus mecanismos de productividad para que trabajar por objetivos le gane a trabajar por horas.

De todas formas, existen iniciativas del sector privado que buscan experimentar el esquema semanal de cuatro días de trabajo y tres de descanso. Y la evidencia de sus pruebas piloto va en línea con lo que vieron colegas en lugares como Europa. En un encuentro impulsado por Great Place To Work (GPTW), que reunió a tres firmas de la industria tecnológica para conocer cómo habían desarrollado sus propias pruebas, se reveló algo muy similar a lo que comentan desde Valencia: eliminar un día del calendario no basta. Llevar la semana laboral de cinco a cuatro días implica volver a pensar cómo es trabajar y requiere un cambio de mentalidad, que se basa en preguntarse cómo desempeñar las mismas tareas y alcanzar los mismos o mejores resultados en menos tiempo. Según describe el análisis de GPTW, Quales Group, Global Think Technology y Midas Consultores reorganizaron procesos, empoderaron a las personas para que todas lleven a cabo su labor de forma eficiente, gestionaron e implementaron el plan coordinados entre todas las áreas, potenciaron el trabajo en equipo (clave para el éxito de este formato), reforzaron los valores y la cultura organizacional y garantizaron el acompañamiento corporativo de las personas en esta transición. 

Las tres empresas coincidieron en que explorar esta nueva modalidad de trabajo persigue un objetivo claro: volver a poner la persona en el centro de las organizaciones, ya que esto siempre se transforma en un beneficio para el equipo. Los resultados —medidos en porcentaje de rotación, productividad (objetivos), nivel de satisfacción o felicidad, ausentismo eventual y encuestas de clima— fueron altamente satisfactorios. Las tres firmas entendieron rápidamente que no se trata de un beneficio para el empleador sino de una oportunidad para el negocio.

Andrew Barnes ha sido uno de los principales impulsores de la semana laboral de 4 días. Él es el responsable de una de las pruebas más famosas al respecto, en Nueva Zelanda, en 2018. (Foto: 4 Day Week Global)

El valor de elegir

Más allá de la cantidad de días, las formas de trabajar están siendo revisadas en la mayoría de los países, principalmente a raíz de la pandemia, que instaló en una gran cantidad de rubros el trabajo remoto. Hoy, ya superada la crisis sanitaria, esta modalidad se mantiene en gran medida. El péndulo entre el trabajo remoto y el 100 % presencial se sigue acomodando: el desafío aún es encontrar un equilibrio entre estos dos mundos. 

“Lo que vemos es que la gente valora la flexibilidad en sí, más allá de la cantidad de días”, expresa Ángeles Burone, experta en reclutar talento y socia de la empresa Talenters.“Por eso, la tendencia positiva es que esté cobrando fuerza la búsqueda de equilibrio entre vida profesional y personal”, agrega. 

Burone reconoce que en la Argentina trabajar cuatro días a la semana no es un tema que esté en la conversación de manera explícita, ni algo que pidan los candidatos o que las empresas ofrezcan. “En posiciones que requieran coordinación de agendas, este tipo de esquema sería difícil. Nada es imposible y todo se puede evaluar, pero sería un desafío”, profundiza. Además, hay una realidad que tiene que ver con la percepción de flexibilidad como valor en sí mismo. Muchas personas en estos años se acostumbraron a trabajar de manera flexible y remota, y eso les permitió balancear vida personal y laboral en actividades de todos los días. “Para perfiles como estos, podría ser menos valioso destinar a un solo día lo que tienen distribuido durante toda la semana, como actividades personales, familiares o de formación”, agrega.

Los más jóvenes, para quienes la flexibilidad y las formas de prestar servicios a distancia están naturalizadas, dan mucha más importancia a la libertad para trabajar desde cualquier lugar e incluso viajar que generaciones anteriores ni pensaban. “Muchos 30s valoran el estilo nómade o el trabajar desde cualquier parte de manera 100 % virtual. El desafío será conocer a estas generaciones, que en pocos años serán quienes integren los cargos de mediano y alto nivel, para entender qué es lo que particularmente los mueve y qué conciben como beneficio”, cierra Burone.

Así, lo que antes era un beneficio o un lujo de algunos entornos laborales se naturalizó. Y hoy es casi innegociable.

Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre RED/ACCIÓN y Río Negro.