Holocausto: cómo se enseña en la escuela y qué puede aprenderse del diario olvidado de una sobreviviente del gueto de Varsovia- RED/ACCIÓN

Holocausto: cómo se enseña en la escuela y qué puede aprenderse del diario olvidado de una sobreviviente del gueto de Varsovia

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El 19 de abril de cada año es el Día de la Convivencia en la Diversidad Cultural, una fecha que recuerda el genocidio ocurrido en la Segunda Guerra Mundial y que sirve a colegios para llevar adelante actividades relacionadas con la memoria y los derechos humanos. En esta nota, docentes y estudiantes cuentan cómo se extraen lecciones del horror pasado, que un libro casi ignoto retrata con magistral claridad.

Holocausto: cómo se enseña en la escuela y qué puede aprenderse del diario olvidado de una sobreviviente del gueto de Varsovia

Intervención: Julieta de la Cal.

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¿Cómo se seguirá contando la historia de la Shoá (término hebreo para "catástrofe", "calamidad") u Holocausto, cuando el tiempo pase, cuando los últimos sobrevivientes, ya ancianos, hayan muerto? ¿Quién contará a las nuevas generaciones lo que sucedió en los guetos y los campos de concentración? ¿Quién mantendrá viva la memoria, para evitar que nunca, algo así, vuelva a suceder? 

¿Y quién recordará a los que fueron asesinados y a los que sobrevivieron? ¿Quién recordará a los que resistieron? La memoria es frágil y está hecha de retazos de vivencias. La memoria es íntima y la vamos puliendo a lo largo del tiempo, cambiamos alguna perspectiva, le agregamos sazón, la mejoramos, tal vez. 

Por eso hay que atraparla, a la memoria, hacerla propia. Hay que transmitir lo que vivimos, lo que sabemos, lo que aprendemos, sin adornos, sin sentimentalismos, sin interpretaciones. Para crear memoria hay que ser testigo, estar, observar, escuchar, preguntar, investigar, transmitir. 

Eso es lo que hizo Mary Berg en el gueto de Varsovia, porque estaba ahí.

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La Asamblea Extraordinaria del Consejo Federal de Cultura y Educación de Argentina declaró, en el año 2000, el 19 de abril como Día de la Convivencia en la Diversidad Cultural. 

Un 19 de abril de 1943 los últimos habitantes del gueto de Varsovia, en Polonia, se levantaron contra el ejército alemán que tenía orden de ingresar y exterminar a todos los pobladores judíos. Hoy, la fecha sirve para que los establecimientos educativos del país lleven adelante actividades relacionadas con la memoria, el respeto al otro, los derechos humanos, la tolerancia y la convivencia en la diversidad cultural como valores fundamentales de la vida democrática. 

"Millones de seres humanos murieron por la acción de otros seres humanos", explica Bruno Garbari (52), referente de contenidos del Museo del Holocausto de Buenos Aires. "Resulta importante profundizar la enseñanza ya que transitando el siglo XXI continuamos observando casos extremos de atrocidades y masacres. Si bien como consecuencia del Holocausto surgió un marco legal que busca evitar nuevos genocidios, no significa que se podrán evitar. El desafío de la enseñanza es el de prevenir, educar valores democráticos y evitar que los discursos de odio se radicalicen hasta tomar forma en un nuevo genocidio".  

Y continúa: "El Holocausto se presenta como uno de los hechos más significativos del siglo XX y nos genera como desafío conciliar la forma en que la historia y la memoria confrontan en el presente. El transcurso del tiempo nos genera como reto la preservación y la perpetuación de la memoria garantizando la veracidad de los hechos transcurridos. Los sobrevivientes del Holocausto tienen un rol clave en la divulgación y concientización de lo ocurrido, pero teniendo en cuenta la avanzada edad de los que aún pueden dar testimonio, resulta clave educar a las nuevas generaciones. Cuando enseñamos el Holocausto hablamos de un trauma que quedó marcado en la humanidad, no solo por el exterminio del pueblo judío, sino también por todos los diversos grupos perseguidos por el nazismo".

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Como estuvo Ana Frank encerrada en un altillo, Mary estaba encerrada en el gueto de Varsovia. 

No se llamaba Mary Berg, se llamaba, hoy lo sabemos, Miriam Wattenberg y había nacido un 10 de octubre de 1924 en Lodz, Polonia. Hija de una ciudadana norteamericana casada con un polaco, el pasaporte de la madre la fue salvando hasta que pudo viajar a Estados Unidos. Pero antes fue testigo y escribió el que es, tal vez, el diario más crudo, más real y más valioso de la vida en el gueto de Varsovia.  

Miriam, que murió en 2013, firmó con seudónimo su diario El gueto de Varsovia, para que el dolor no la persiguiera, para poder iniciar una vida nueva. Pero estuvo ahí y lo contó como nadie más lo hizo.

10 de octubre de 1939
Hoy cumplo quince años. Me siento vieja y sola, a pesar de que mi familia hizo todo lo posible para hacer de este día un verdadero cumpleaños.
(...)
Cuando llegó la noticia de que los alemanes habían roto las líneas del frente polaco y se acercaban a Lodz, el pánico se apoderó de toda la población. A las once de la noche la muchedumbre comenzó a abandonar la ciudad en distintas direcciones.
(...)
Hasta en las mismas puertas de la ciudad estábamos inseguros acerca de la dirección que debíamos tomar: ¿Varsovia o Brzeziny? Por último, siguiendo a la mayoría de los judíos de Lodz, tomamos el camino a Varsovia. Más tarde supimos que los refugiados que siguieron al ejército polaco en su retirada hacia Brzeziny fueron aniquilados casi hasta el último hombre por los aviones alemanes". 

28 de febrero de 1941
La falta de pan es cada día más aguda. Se obtiene muy poco con las tarjetas oficiales de racionamiento y en la bolsa negra una libra de pan cuesta diez zlotys. Todo el pan es negro y tiene gusto a aserrín

4 de abril de 1941
Aumenta el número de escuelas profesionales y de cursos en el gueto. La organización ORT ha abierto cursos especiales para niñas (...). 
Mi hermana Anna se ha inscripto en el curso de ropas de niño; hay dos clases, una por la mañana y otra por la tarde, y asisten muchas muchachas. Fabrican zapatos para los huérfanos, puesto que casi todos los niños andan descalzos. Como no se puede conseguir cuero, se recolecta en el gueto el viejo fieltro de los sombreros y se lleva a la escuela, donde se lava y se convierte en zapatos de varias clases. 

9 de abril de 1941
En la calle Sienna 16, en la casa donde se realizan nuestros cursos de artes gráficas, se ha abierto un nuevo café, dirigido por Tatiana Epstein. Señoras de la alta sociedad ofician de camareras. Artistas famosos dan funciones, entre ellos el virtuoso Wladislaw Szpilman.

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Capacitar a los docentes es el primer paso para abordar la temática del Holocausto en el aula. Tanto el Museo del Holocausto como el Museo Casa de Ana Frank en Buenos Aires ofrecen diferentes cursos que, como explica Bruno Garbari: "fundamentan el desarrollo histórico e historiográfico del Holocausto y ahondan en el contexto político, económico y social por el que atravesó Alemania en la década del treinta y la política de radicalización acumulativa de medidas que condujeron al genocidio. Diferentes módulos desarrollan el concepto de genocidio, las raíces del antisemitismo y el proceso por el que Hitler logró acceder al poder".

¿Y luego qué? ¿Qué pasa en el aula, qué interpela a los alumnos, con qué conocimiento llegan, qué interés por preservar esta memoria se despierta en ellos?

Verónica Couselo (54) es profesora de Prácticas del Lenguaje y Literatura en una escuela media de la localidad bonaerense de Munro, en donde cada año se lee con los estudiantes el Diario de Ana Frank. Así comparte Couselo su trabajo: "Siempre leí e investigué por mi cuenta el tema del Holocausto e invité a una especialista a mi escuela. También hicimos, hasta antes de la pandemia, visitas con los cursos al Museo Casa de Ana Frank en Coghlan. Luego nos conformamos con visitas a la página oficial del mismo". 

"Los chicos saben poco", cuenta la profesora, "aunque siempre hay alguno que sabe más del tema de la Segunda Guerra o del Holocausto y aporta mucho a la clase sobre el contexto histórico.  Lo saben porque en la familia hay alguien que se los cuenta o por algún interés personal. Y todos han visto al menos una película: o ´El niño del pijama a rayas´ o ´La ladrona de libros´". 

"No quiero generalizar", sigue, "pero para muchos alumnos todo entra en la misma dimensión: el Holocausto, la Guerra de Malvinas, la dictadura, las invasiones inglesas, el 25 de mayo de 1810, las Carabelas de Colón. Todo parece lejano, pero con las lecturas literarias se vuelve a acercar. Está claro que no estamos enseñando Historia, sino que permitimos imaginar cómo se vivía, cómo se pensaba, qué sentían las personas y eso hace que se perciba más cercano". 

"En 2020, durante el aislamiento trabajamos con la escritura de un diario colectivo, en línea, que nos permitió reflexionar sobre la situación de los Frank. Y en 2019 habíamos trabajado con mapas y con líneas de tiempo, con leyes de inmigración (relacionando la literatura con Historia y Geografía)", cuenta.  

Una vez finalizadas las lecturas, los alumnos de Verónica Couselo tienen la posibilidad de expresarse en el aula virtual. Y esto es lo que escriben:

  • "Me parece muy importante que se sigan dando estos temas en el ambiente escolar ya que podemos entender la historia, podemos explicar el porqué de muchas cosas que vemos hoy en el presente. Y además es bueno para revisar los hechos del pasado, para comprender que temas como estos, Holocaustos y guerras no deberían volver a suceder". Martina (16)
  • "Yo creo que es muy importante que se siga viendo la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto porque permiten entender los cambios sociales que ocurrieron, aprender de aquellas cosas que jamás deberían volver a repetirse, y te muestra lo cruel que podemos ser los humanos entre nosotros". Sofía (16)

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¿Por qué no se popularizó el diario El gueto de Varsovia de Mary Berg como sí lo hizo El diario de Ana Frank? No existe una respuesta, nadie sabe con anticipación qué libro calará hondo en la sociedad, cuál ofrecerá las palabras necesarias para una época. Pero parece injusto que el diario de Berg haya quedado, casi, en el olvido. 

Es tal la agudeza de lo que Mary iba escribiendo, en polaco y en distintos papeles..., es tan honesta su mirada como brutal y clara su escritura. 

31 de julio de 1941
Hay un gran número de niños casi desnudos, cuyos padres han muerto y que se sientan en andrajos en las calles. Tienen los cuerpos horriblemente delgados; pueden verse sus huesos a través de su apergaminada piel amarilla. Es la primera etapa del escorbuto.

20 de septiembre de 1941
Los nazis se sienten victoriosos. Ha caído Kiev. Pronto Himmler estará en Moscú. Londres sufre tremendos bombardeos. ¿Ganarán los alemanes la guerra? ¡No, mil veces no!

10 de octubre de 1941
Cada día pueden oírse en el Café Arte de la calle Leszno canciones y sátiras sobre la policía, el servicio de primeros auxilios, los rikshas y hasta sobre la Gestapo, de forma velada. Hasta la epidemia de tifus es tema de chistes. Se ríe a través de las lágrimas, pero se ríe. Es nuestra única arma en el gueto: nuestro pueblo se ríe de la muerte y de los decretos nazis. El humorismo es la única cosa que los nazis no pueden comprender. 

28 de abril de 1942
Los alemanes visitan las casas con una lista de nombres y direcciones. Si no encuentran a las personas que buscan, se llevan en su lugar a otros miembros de la misma familia.  Los dejan avanzar unos pasos frente a la casa, invitándolos galantemente a caminar adelante, y los fusilan por la espalda.
(...)
Todo verdea en nuestro jardín. Crecen las tiernas cebollas. Hemos comido los primeros rábanos. Las plantas de tomate se abren orgullosamente al sol. La temperatura es magnífica. El verde y el sol nos recuerdan la belleza de la naturaleza que nos está prohibido gozar. Un jardincito como el que poseemos es algo muy querido. La primavera es extraordinaria este año. Un pequeño arbusto de lilas que está bajo nuestra ventana se ha llenado de pimpollos.

8 de mayo de 1942
Hertz dice que "pronto todo habrá terminado y todos nosotros seremos asesinados". Pero muchos piensan que un progrom como el que tuvo lugar en Lublin no puede producirse en Varsovia, porque aquí hay mucha gente. De acuerdo a las cifras oficiales, hay actualmente en el gueto 450.000 habitantes. (...) Exterminar a tanta gente parace imposible, inconcebible.
(...)
La vida, empero, sigue su curso regular. Los negocios están abiertos, a pesar de que tienen pocos artículos a la venta. Los teatros están abiertos como siempre y se representan buenas funciones. 

20 de julio de 1942
Junto a nuestra ventana vemos a veces a un policía judío que hace guardia en la calle Dzielna números 27-31, frente al orfelinato del doctor Janusz Korczack. Puedo ver muchas camitas a través de las ventanas de esa cosa. Durante los momentos de quietud se oyen las dulces vocecitas de los niños que viven allí, completamente ajenos a lo que sucede a su alrededor. 

Agosto de 1942
La Casa de Niños del doctor Jansz Korcazk está vacía. Hace unos días todos estábamos en las ventanas y contemplábamos a los alemanes rodeando las casas. Pandillas de niños, tomados entre sí de las manos, comenzaron a caminar hacia la puerta de salida. Había chiquitines de dos o tres años entre ellos, mientras los mayorcitos tendrían tal vez trece. Cada niño llevaba una maletita en la mano. Todos vestían delantales blancos. Caminaban en filas de a dos, tranquilos y hasta sonrientes. No tenían la menor idea de lo que les esperaba. Al final del desfile marchaba el doctor Korczak, que vigilaba a los niños para que no se salieran de las filas. (...) Llevaba botas altas, con pantalones metidos en ellas, un saco de alpaca y una gorra azul de marino, de las llamadas gorras Maciejowka. Caminaba con paso firme y lo acompañaba uno de los médicos de la casa, que vestía una blusa blanca. Esa triste procesión desapareció en la esquina de las calles Dzielna y Smocza. Fueron en dirección de la calle Gesia, al cementerio. En el cementerio todos los niños fueron fusilados. También nos informaron que el doctor Korczak fue obligado a contemplar las ejecuciones y que finalmente también él fue asesinado.
Así murió uno de los hombres más puros y nobles que hayan vivido.

Dos sobrevivientes del Holocausto nacidos en Israel y Polonia que eran niños en el orfanato de Janusz Korczak depositando, en 2008, una ofrenda floral en el memorial de Korczak en el museo del holocausto Yad Vashem, en Jerusalén. (Foto: AFP).

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Mary estaba allí, contando lo que veía. 

Cuando sale del gueto su recorrido continúa por prisiones y campos para extranjeros y de a poco se aleja del peligro. Sobrevive. En Estados Unidos reúne sus papeles y reescribe su diario. 

Setenta y nueve años después del levantamiento del gueto de Varsovia otra Ana (16), alumna de colegio secundario, recoge la memoria y la hace propia:

"Me parece importante (estudiar lo que sucedió en el Holocausto)", dice, "porque tuvo mucho impacto en la sociedad en el momento y hasta la actualidad sigue siendo muy importante, no solo para las personas de los países en los que se vivió, sino para todo el mundo, porque afectó en todos lados. Yo conocía los hechos. Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de gente que fue sometida a los castigos en los campos de concentración, las cosas por las que tuvieron que pasar y además, la cantidad de gente que estaba a favor de lo que pasó como también los que niegan el Holocausto".

En los colegios secundarios los estudiantes encaran el tema del Holocausto desde diversas disciplinas. En Literatura se acercan a través de obras como Diario de Ana Frank o el comic Maus, de Art Spiegelman, y realizan visitas al Museo del Holocausto y el Museo Casa de Ana Frank. Laura Sánchez (39), por otra parte, explica cómo encara el trabajo como docente de Historia y Formación Ética y Ciudadana en una escuela media. "El Holocausto en particular se toca desde primer año y luego se retoma en años superiores. Por este motivo, en todos los años se trabaja y todos los estudiantes lo analizan en estas materias".

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La memoria es individual y única, decíamos. Pero también hay otra memoria: la colectiva, la que se construye a través de los recuerdos de otros que se hacen relatos, ficción, películas. En este nuevo Día de la Convivencia en la Diversidad Cultural, vale rescatar la palabra de Mary Berg. Que llegue a todas las aulas del país, que su obra vuelva a editarse, que se lea y discuta. Y que nunca se olvide, claro, porque Mary estuvo allí, y lo pudo contar.

15 de junio de 1943
Hace tiempo que no escribo una línea. ¿Qué saco con escribir? ¿Quién puede interesarse en mi diario? He pensado varias veces en quemarlo, pero una voz interior me impide hacerlo. (...)
Nosotras, las que hemos sido rescatadas del gueto, tenemos vergüenza de mirarnos a la cara. (...)
Súbitamente se difundió la noticia en nuestro campo de que el gueto de Varsovia había sido incendiado y que los cuarenta mil judíos que quedaban se habían quemado vivos. (...)
Supimos que la campaña de exterminación se renovó el mismo día de nuestra querida partida de Pawiak rumbo a Vittel, es decir el 18 de enero de 1943. Los judíos hacía rato que aguardaban algo de esa especie. Nos fuimos de Pawiak a las dos de la mañana. Algunas horas más tarde poderosos destacamentos de SS, lituanos, ucranianos y regimientos especiales de latvianos penetraron en el gueto y comenzó el progrom. Pero esas bestias quedaron sorprendidas al encontrarse frente a una resistencia armada. Numerosos judíos levantaron barricadas en sus casas y hacían fuego contra los cazadores de hombres. (...) Los nazis y sus colaboradores tuvieron que retirarse del gueto. Cinco días después regresaron con tanques y autos blindados. Cada casa que ofrecía resistencia fue incendiada y la gente que trataba de correr hacia fuera cayó en las llamas y pereció. Casi mil personas murieron en esa batalla. Después, por espacio de varios días, grandes contingentes humanos fueron enviados al gueto de Treblinki.
(...)
Las mujeres judías tuvieron una parte activa en la lucha, arrojando pesadas piedras y agua hirviendo a los agresores alemanes. No existen precedentes en la historia de una batalla tan encarnizada y desigual. 
(...)
Hasta los alemanes quedaron asombrados de la heroica resistencia de los defensores del gueto. No podían comprender cómo esa gente hambrienta y agotada demostró tanto coraje y fuerza en la lucha por la defensa del último baluarte de la judería polaca.

Marzo de 1944
Me despertó el ruido de la máquina del barco. El "Gripsholm" está en alta mar (...) El sentimiento de libertad casi me corta la respiración. (...) Al atardecer del 14 de marzo comenzó a aparecer el contorno de la costa americana. (...)
Contaré todo, contaré todo, nuestro sufrimiento y nuestras luchas y la matanza de nuestros seres queridos, y exigiré el castigo de los verdugos alemanes (...)
 ¡Un poco más de paciencia y todos nosotros conquistaremos la libertad!


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