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A quién le creemos

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Como cada año, el Edelman Trust Barometer aporta datos valiosos para entender cómo sienten y piensan las audiencias. La edición de 2024 provee datos que ponen en contexto el fenómeno Milei y los desafíos que tienen los Gobiernos, las empresas, las ONG y los medios de comunicación para inspirar confianza.

A quién le creemos

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Como cada año, el Edelman Trust Barometer aporta datos valiosos para entender cómo sienten y piensan las audiencias. La edición de 2024 provee datos que ponen en contexto el fenómeno Milei y los desafíos que tienen los Gobiernos, las empresas, las ONG y los medios de comunicación para inspirar confianza.

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Intervención: Marisol Echarri.

Trust. Javier Milei se está dando los gustos en vida. No lleva ni dos meses en el sillón de Rivadavia y ya se se subió a un avión (a tres en realidad, y después a un tren) para ir al World Economic Forum de Davos a decirles a los empresarios y líderes políticos más importantes del mundo lo que tenía atragantado desde hacía tiempo: que cuidado con el socialismo. Y que no lo dice un teórico, sino quien lo padece desde hace cien años. Y que la Argentina fue una tierra próspera hasta que el colectivismo se adueñó de ella, y por eso ahora vivimos en la penuria más infame. Y que, por eso, menos estado, límites y regulaciones, y más iniciativa privada y que cada palo aguante su vela. Y que viva la libertad, carajo. Todo eso les dijo.

“Yo soy yo y mis circunstancias”, reflexionaba Ortega y Gasset. Igual que Milei, que es él y su contexto: justamente en Davos, Edelman presentó su ya tradicional Trust Barometer, una encuesta que mide la opinión de más de 35.000 personas en 28 países, incluida la Argentina, con foco en la confianza que generan las instituciones. La herramienta, que le toma el pulso a la opinión pública global desde hace más de 20 años, en cada edición arroja resultados útiles para tomar decisiones en el mundo de los asuntos públicos y la comunicación. Acá algunos de sus hallazgos más interesantes:

  • El sector privado. Cuando se le pregunta a la gente en quién confía más, si en las empresas, las ONG, los Gobiernos o los medios de comunicación, las compañías privadas se llevan la mayor parte del crédito: 59 % a su favor. Le siguen las ONG con el 54 %, los Gobiernos con el 50 % y al final los medios con un modesto 48 %. La edición anterior del Barometer mostraba que las empresas y ONG tendían a unir a las sociedades, mientras que los Gobiernos y los medios las dividían. A este mundo le habla Milei: al que pone sus esperanzas en el sector privado.
  • Las industrias. Dentro del mundo privado, no todas las industrias inspiran la misma confianza. El sector tecnológico es el más confiable con un 76 %, pero cuando interviene la inteligencia artificial, el número se desploma a 50 %. El sector salud muestra un robusto 73 %, pero cuando se trata de medicina genética cae al 50 % también. Alimentos y bebidas, sólidos en su 72 %, pero extremadamente vulnerables (32 %) cuando están genéticamente modificados. El único caso en el que la innovación agrega valor reputacional es el de la energía: 65 %, y cuando es limpia, 71 %. Alerta.
  • Las fuentes. Llegó la independencia de los usuarios: la gente le cree a su propia investigación online (59 %) más que a lo que le llega por las redes (51 %) y bastante más que a lo que ve en los medios de comunicación nacionales: 47 %. Los amigos y parientes son una fuente aun menos confiable (40 %) y quedan últimos en la lista los medios locales: 39 %. Mucho para analizar: el empoderamiento y autoconfianza de las audiencias en un extremo y la falta de rigor e independencia económica de los pequeños medios locales en el otro. Match con el discurso de los leones y las ovejas.
  • La Argentina. Los datos globales muestran macrotendencias. Los del país ponen en evidencia nuestras particularidades: baja confianza en las empresas (51 %), pero mucho más baja en los medios (33 %), y casi inexistente en el Gobierno: 21 %. Claro, la medición se hizo en noviembre de 2023, las últimas semanas de Alberto Fernández en el poder. ¿Cuál era la mejor campaña? La que se hiciera en redes, con comunicadores espontáneos, no la de los medios. ¿A quién iban a votar? A quien mejor representara el cambio. El diario del lunes lo dice con todas las letras.

En un mundo en el que perder el trabajo es la amenaza más temida (88 %), es natural que la innovación genere desconfianza. En un país en el que muchos sienten que ya no tienen nada que perder, el miedo deja paso a otros sentimientos. Por eso la sed de cambio. Y por eso el apoyo al loco de la motosierra.

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Tres preguntas a Marina Garcés. Es una filósofa y ensayista española. Tras ser profesora titular de Filosofía en la Universidad de Zaragoza por 15 años, actualmente es profesora agregada en la Universidad Abierta de Cataluña, donde dirige el Máster de Filosofía para los retos contemporáneos.

—En una época en la que prima el miedo al compromiso, reivindicás la promesa como forma de apropiarse del futuro. ¿Cuál es la génesis de esto?
—Me llama la atención que separamos el presente del futuro, como si hubiera un abismo insalvable entre lo que podemos hacer ahora y lo que esperamos de los años venideros, y sobre todo cómo percibimos futuros amenazantes y peligrosos. Es un síntoma de nuestro tiempo: proyectamos deseos y sueños que no sabemos bien cómo conectar. Por eso quise darle la vuelta, rebatir eso con la promesa. Prometer es un acto que se hace en el presente, pero que tiene en cuenta un futuro en común. De hecho, creo que prometer para construir un proyecto común es algo muy ligado a la juventud, a los primeros amores o ilusiones. Lamentablemente, a veces vemos la promesa como una retórica publicitaria porque estamos saturados de promesas vacías en el espacio político, social y mediático, y se nos presentan continuamente estrategias de seducción muy poco creíbles.

—¿Qué efectos tiene esto, y qué rol le asignarías a la inteligencia artificial?
—Para mí hay dos problemas: la banalización de la palabra y su mercantilización en el capitalismo actual, y la fragmentación del tiempo. Por un lado, la palabra se ha vuelto una de las grandes mercancías, en la forma de crear una experiencia colectiva que no genera ningún vínculo personal pero sí muchos deseos de consumo. Por otro lado, vivimos en un presente que no anuncia nada que no sea su propia destrucción. La promesa está en crisis porque nos da miedo comprometernos a algo que no sabemos si va a estar en nuestra mano poder cumplir. Actualmente estamos dominados por un ansia de predicción. Como nos sentimos amenazados por no tener el control de nuestras vidas, respondemos con esa necesidad. La IA está ofreciendo una expectativa de seguridad, y por lo tanto la posibilidad de que nos enfrentemos a menos accidentes imprevistos. Me resulta interesante preguntarme para quién trabajan las nuevas tecnologías, pero la verdad es que no le atribuyo a la IA un potencial creador. Al final, es un algoritmo que realmente no tiene nada de creativo, lo que está haciendo es combinar y recombinar elementos ya existentes.

—Hablás de la crisis de las tres grandes promesas occidentales: Dios, el Estado y el capitalismo. ¿Este derrumbe explica la sensación de amenaza e incertidumbre?
—Efectivamente, esas tres grandes promesas están en cuestión, y generan miedo y sensación de amenaza constante. Son las tres grandes estructuras en las que se han basado las sociedades occidentales: Dios como promesa de salvación, el Estado como la estructura que garantiza el bienestar de los ciudadanos y su seguridad, y el capitalismo como la promesa de que, a cambio de trabajar y consumir, alcanzaremos el crecimiento, el éxito y la prosperidad. La crisis de todas ellas está generando una ola reaccionaria que intenta restaurarlas a toda costa, generando derivas autoritarias que solo conciben un horizonte de prosperidad para un determinado nicho, no para todo el mundo. Para mí la pregunta que debemos formularnos es justamente qué promesa podemos hacernos entre iguales. La promesa soberana es cuando pedimos desesperadamente a los líderes políticos, a la tecnología, incluso a los gurús de autoayuda, que nos prometan que nos van a salvar de la desazón que sentimos.

Las tres preguntas a Marina Garcés se tomaron de una entrevista más amplia hecha por Lucía Tolosa publicada originalmente en Ethic. Para acceder a su versión completa podés hacer click acá.

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Innovación bajo la lupa. El Trust Barometer de Edelman revela una nueva paradoja en el corazón de la sociedad: la innovación ofrece la promesa de una nueva era de prosperidad, pero a la vez parece exacerbar los problemas de confianza, lo que lleva a una mayor inestabilidad social y polarización política. Este artículo que presenta y analiza la encuesta en su versión 2024 destaca algunas de sus conclusiones más interesantes: la declinación de la autoridad, los cuestionamientos hacia la innovación científica —la sospecha de que la política influye demasiado en ella— y la necesidad de asignar un nuevo rol a la innovación para volver a tener esperanza en un futuro mejor.

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Academia. Hablamos de reputación corporativa, pero no siempre tenemos claridad sobre qué estamos diciendo. Este artículo de Barnett, Jermier y Lafferty repasa varias definiciones de la literatura académica reciente y las categoriza por sus similitudes y diferencias. Sugiere que las definiciones con más potencial usan términos como juicio, estimación, evaluación o calibre. Y sobre esta base, los autores proponen una nueva definición de reputación, distinguible de la identidad, la imagen y el capital de reputación corporativa. Reputación corporativa son “los juicios colectivos de los observadores de una corporación basados ​​en la evaluación que hacen de los aspectos financieros y sociales y de los impactos ambientales atribuidos a la corporación a lo largo del tiempo”. Un buen aporte a la claridad conceptual de los profesionales de la comunicación.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. ¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *