Amabilidad contagiosa: lo que dice la ciencia sobre cómo marcar la diferencia con pequeños actos de bondad - RED/ACCIÓN

Amabilidad contagiosa: lo que dice la ciencia sobre cómo marcar la diferencia con pequeños actos de bondad

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Regalar algo dulce a un compañero de trabajo, dejar pasar a una persona mayor en la fila del supermercado o dejarle una nota de buen día a tu pareja son acciones sencillas, pero que causan un efecto significativo. Un estudio científico explica porqué no hay que subestimar el valor que tienen los actos de bondad en sus destinatarios.

Amabilidad contagiosa: lo que dice la ciencia sobre cómo marcar la diferencia con pequeños actos de bondad

La amabilidad tiene un impacto más significativo de lo que creemos en el bienestar del otro.

Cuando me mudé de un pueblo entrerriano a Buenos Aires comencé a adoptar los códigos de la gran metrópoli. Me di cuenta de que no era necesario saludar al entrar a un local comercial ni agradecerle al chofer del colectivo, tampoco escuchar a cada vendedor ambulante ni atender el portero cada vez que llamaban si no esperaba a nadie. Sin embargo, la transición no me resultó indiferente y noté que lo que me había inculcado la cultura de mi lugar de origen era más trascendente de lo que pensaba.

De hecho, según una investigación publicada el año pasado en la revista Journal of Experimental Psychology, solemos subestimar el valor que le asignan los destinatarios a los actos de bondad que realizamos. La amabilidad tiene, entonces, un impacto más significativo de lo que creemos en el bienestar del otro y, además, es contagiosa.

Poramit Kumar, uno de los autores del estudio, escribió en Scientific American cómo fueron los experimentos que les ayudaron a descubrir cuán lejos pueden llegar los actos de bondad. Todos seguían una misma lógica: la persona que realizaba una acción amable y quien la recibía completaron cuestionarios sobre la experiencia. Por ejemplo, se les pidió que escribieran pequeñas notas a familiares, que repartieran chocolate caliente a desconocidos en un parque o que regalen magdalenas sin pedir nada a cambio.

Luego, compararon las expectativas del actor sobre el estado de ánimo del destinatario y su experiencia real. En efecto, dos patrones resultaron muy claros. Primero, el estado de ánimo de ambas partes mejoró. Segundo, quienes ejecutaban el acto subestimaban el impacto que tendría.

Como si fuera poco, también descubrieron que la amabilidad se contagia. Experimentos adicionales constataron que aquellas personas que recibieron una magdalena a través de un acto de bondad estaban más felices que aquellos que la recibieron por parte de los investigadores solo por participar del estudio. En definitiva, no se trata de qué regalar, sino de hacerlo mediante un acto de bondad.

“El contacto interpersonal positivo es una poderosa fuente de felicidad. Te hará sentir mejor y alguien más se sentirá mejor, incluso mejor de lo que crees que se sentirá. Un poco de bien no solo recorre un largo camino, recorre un camino inesperadamente largo”, dijo Kumar en un comunicado.

Aunque la investigación no es lo suficientemente amplia ni exhaustiva como para generalizar los resultados, es fácilmente comprobable en la experiencia personal. Efectivamente, News Medical define que la amabilidad y la compasión son amortiguadores de los efectos negativos del estrés, que se cree que se perpetúan al fortalecer las conexiones interpersonales positivas.

Tal como sintetizó Kumar en un video de la institución a la que pertenece, la Universidad de Texas en Estados Unidos, “lo que sabe la mayoría de las personas que estudian la felicidad es que las relaciones sociales positivas son realmente importantes para el bienestar”.

*Video: A Little Good Goes Farther Than You Think - Amit Kumar, Assistant Professor of Marketing

En pocas palabras, el estudio publicado en agosto del 2022 recomienda que, si estás en duda de realizar ese acto de bondad, que la balanza siempre se incline hacia el sí.

En este link se puede leer el informe original.