Cambio: el nombre del futuro - RED/ACCIÓN

Cambio: el nombre del futuro

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Las multinacionales que operan en la Argentina miran el proceso electoral con una mezcla de resignación y expectativas. Nadie sabe quién ganará, pero se detectan indicadores inequívocos sobre una mayoría social con voluntad de cambio.

Cambio: el nombre del futuro

¡Buenos días! Las multinacionales que operan en la Argentina miran el proceso electoral con una mezcla de resignación y expectativas. Nadie sabe quién ganará, pero se detectan indicadores inequívocos sobre una mayoría social con voluntad de cambio.
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Foto: Archivo Télam.

Cambio. Hasta hace un par de décadas, en las casas matrices de las empresas multinacionales solían trabajar algunos argentinos a los que se les preguntaba con frecuencia por su tierra natal: la Argentina era importante. Desde hace tiempo, se les consulta menos. Nos volvimos irrelevantes. Salvo excepciones, nuestra contribución a las ganancias globales es marginal: generamos pocos dólares, y los pocos que generamos, desde hace años, están atrapados en un cepo. Somos el pariente adicto del que nadie quiere hablar.

Pero ahora preguntan de nuevo. Cada cuatro años vuelven a interesarse, quizá con la esperanza de que por fin entremos en rehabilitación y puedan volver a invitarnos a la mesa familiar. ¿Qué piensa la gente? ¿Cómo es el clima en la calle? ¿Hay riesgo de estallido social? ¿Quién va a ganar? ¿Tiene chances el peronismo? ¿Quién es Milei? ¿Qué podemos esperar si gana Larreta? ¿Y si es Bullrich? Según sean las respuestas, interpretan que se acerca o se aleja el día en que, por fin, se pueda volver a contar con la Argentina en la mesa.

Con la advertencia de que siempre puede aparecer un cisne negro que modifique el tablero, ya están disponibles algunas variables que ayudan al análisis y que pueden compartirse con quienes nos miran desde lejos:

  • El humor social. Hasta ahora, las encuestas muestran consistencia ante la pregunta sobre si la gente quiere continuidad o cambio. Con pocas variaciones, casi el 70 % de los argentinos quisiera que en los próximos cuatro años gobierne alguien de un signo político distinto de la actual coalición de gobierno. No importa quién. Los números hacen juego con lo que sale en los focus groups: hartazgo, decepción, incluso enojo. Deseo de cambio.
  • La conducta electoral. No solo voluntad de cambio: hay algo más. Las elecciones provinciales vienen mostrando dos ganadores claros: el voto en blanco y la abstención. Rechazo a toda la oferta electoral. Me presento a votar y deposito en la urna el sobre vacío. O, a pesar de que algunos aparatos políticos provinciales incluyen remises, pagos en efectivo y beneficios varios, ni siquiera me tomo el trabajo de ir. Desilusión sobre el sistema democrático.
  • Los antecedentes. Un estudio de la consultora Ecolatina confirma lo que dicen varios analistas: la performance del oficialismo en las elecciones guarda relación directa con la capacidad de compra del salario real. Hasta ahora, nunca falló: ciudadanos más pobres, peor resultado electoral. Y viceversa. Con nuestra capacidad de compra en su piso histórico, no parece posible un triunfo del Gobierno. El cambio luce inevitable.No hay bolas de cristal disponibles. Lo que hay son indicadores. Un análisis preliminar dice que el oficialismo va hacia una derrota casi segura. Que no hay candidatos provinciales que capturen el voto bronca. Y que Milei quizá sí lo logre a nivel nacional. Que Juntos por el Cambio depende de sí mismo: si siguen juntos y de verdad representan el cambio, tienen chances. Y que el que gane —quien sea— la tendrá difícil, con una sociedad cansada, con poca paciencia para demoras y pasos en falso. Lo bueno es que el pariente adicto no tendrá otra opción que mirarse al espejo. Y decidir qué quiere hacer con su vida, a ver si lo vuelven a invitar.

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Tres preguntas a José Carlos Ruíz. Es un filósofo y escritor español, especializado en temas relacionados con el individualismo. Da clases en la Universidad de Córdoba y tiene a su cargo la sección semanal “Más Platón y menos WhatsApp” en la Cadena SER. Es autor, entre otros libros, de De Platón a Batman: Manual para educar con sabiduría y valores, El arte de pensar y Filosofía ante el desánimo.

—¿Por qué creés que la amistad es tan importante, sobre todo en los chicos y los jóvenes, en esta sociedad individualista?
—Desde la perspectiva filosófica, la amistad tiene una percepción de temporalidad muy importante. Se tiene que asentar en una historia conjunta entre dos personas o más, y también implica un criterio de atención hacia el otro. La sociedad ha virado hacia un individualismo fuerte que afecta el criterio de atención, nuestra capacidad de fijarnos en el otro. Es muy importante que en las etapas educativas iniciales enseñemos a los chicos a distinguir una buena de una mala amistad, y para eso el pensamiento crítico y la filosofía son fundamentales. Te pondría el ejemplo de Aristóteles, que dice que cualquier persona debería poder distinguir tres modelos de amistad: el primero es la amistad utilitaria, en la que los amigos se relacionan en la medida en que se sirven mutuamente y la amistad dura lo que dure esa utilidad. El segundo es el más común, el de diversión, y la amistad dura lo que dure esa diversión compartida. El problema está en el tercer modelo, que es donde hay que trabajar la excelencia, la virtud, la areté, que diría Aristóteles. Este modelo conlleva una percepción igualitaria no solamente del otro sino del trato que das y recibís del otro. Una de las cosas que más cuesta hoy es trabajar la alegría que te produce el otro cuando consigue un logro por su cuenta.

—¿Qué relación hay entre felicidad y vida social?
—Aristóteles dice una cosa muy interesante, y es que somos animales políticos. “Animal” es la parte más biológica, pero “político” viene de “polis”, y es que necesitamos del grupo para desarrollarnos. Hay un experimento que hizo la Universidad de Harvard en 1950 y se publicó hace poco. Es un estudio longitudinal durante 75 años con el mismo grupo de personas, desde que tenían 20 años hasta que murieron. Se iba a sus casas y se los interrogaba en torno a su concepto de felicidad y se les hacían análisis médicos. Tomaron dos grupos: uno de clase alta, de alumnos de Harvard, y otros de clase baja, de un suburbio de Boston. Querían saber qué hacía que una persona llegara a ser anciana, con un buen estado de salud y un estado razonable de felicidad. Y la conclusión, después de recopilar muchos datos, es que los que llegan a la vejez sanos y felices son los que han sabido hacer una buena selección de sus relaciones sociales, de manera que no se trata de la cantidad de amigos que tengamos, sino de la calidad de las relaciones que vayamos entablando a lo largo de los años. Eso es lo que hace que al final de la vida nos sintamos plenos: porque hemos querido y nos hemos sentido queridos.

—¿Por qué te interesan los libros de autoayuda y su conexión con las relaciones sociales?
—Antes los consejos venían de nuestros círculos cercanos: mis padres, mis amigos, etc. Confiábamos en quien era igual que nosotros. Pero desde el momento en que el individuo empieza a ganar terreno y las relaciones sociales se van virtualizando, por la tecnología, el problema es que se hace difícil encontrar un hombro real en el que llorar o una amistad profunda, porque no hemos sabido cultivar esa relación, y por eso acudimos a la ayuda externa. Puede ser un profesional como un psicólogo o un psiquiatra, o también vamos a algo que está más al alcance de la mano todavía: los libros de autoayuda. ¿Cuál es el problema en relación con la amistad? Que la autoayuda está centrada en vos. Hay muy pocos libros en los que el eje es el otro o donde al menos se lo tiene en cuenta, así que al final buscamos un manual que te va a dar una receta genérica —porque no te conoce— y que como no servirá de mucho, terminaremos buscando otro y otro. Es como una cadena sin fin. Hay libros que te dicen cómo lograr ciertos objetivos dando 21 pasos, y otros que te dicen cómo salir de la desesperanza que te invade cuando no logras esos objetivos. La sociabilidad profunda de las personas muchas veces queda desatendida en estos textos.

Las tres preguntas a José Carlos Ruíz se tomaron del conversatorio “Filosofía para cuestionar el mundo que nos rodea”, dado en el contexto de Aprendemos Juntos BBVA. Para acceder al video completo de esa entrevista, podés hacer click acá.

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Dadfluencers. Para quien no conocía el neologismo, así como están consolidadas desde hace tiempo las mamás que ponen al servicio de las marcas su simpatía y su creatividad en redes sociales, ahora hay también papás que ofrecen su propia mirada. Con un éxito creciente, le hablan al padre que cría hijos sin ayuda de una madre o al que espera una mirada masculina de su función. Este artículo deja planteado el tema, con algunos ejemplos, y prueba que en la diversidad está el gusto. En un mundo globalizado, con audiencias que se agrupan por intereses y ya no necesariamente por geografía, los dadfluencers llegaron para quedarse.

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Academia. Un adolescente pasa en promedio nueve horas online, con más de cinco cuentas de redes sociales integradas. Uno de cada cuatro usuarios de las redes sociales usa algún software para bloquear la publicidad, por lo que los influencers —especialmente los de YouTube— se vuelven un vehículo clave para llegar a ellos. Un estudio, ya referenciado en una edición anterior de esta newsletter, pone en evidencia la importancia creciente de los influencers en las estrategias de las marcas para generarse nuevos clientes. El marketing aprende rápido qué hacer con los influencers. Las comunicaciones corporativas están, en esto, todavía en los comienzos.

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Oportunidades laborales

  • IFC (International Finance Corporation) abrió la búsqueda de Country Officer.

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *