Cinco formas de entablar amistades en la adultez

Cinco formas de entablar amistades en la adultez

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

A pesar de que formar vínculos estrechos parece cada vez más difícil a medida que crecemos, sumarse a una actividad grupal, soltar un poco el teléfono, juntar coraje para invitar a alguien, darle una oportunidad a nuestros colegas o simplemente manifestar nuestro agrado pueden llevarnos muy lejos en este desfío.

Cinco formas de entablar amistades en la adultez

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Es muy probable que los primeros amigos que hacemos en la vida no vengan por elección sino por circunstancia, ya sean del jardín de infantes, la escuela o hijos de familias amigas. Promediando la adultez, puede que ya nos hayamos encontrado con personas que comparten nuestros gustos e intereses en contextos que más o menos elegimos habitar: la facultad, el trabajo o nuestros hobbys. Sin embargo, también a esta edad puede volverse difícil entablar relaciones con personas nuevas; en las exigencias de la vida adulta pueden escasear el tiempo y energía para acercarse y profundizar relaciones con quienes nos caen bien.

Tal como te contamos en esta nota, según un estudio realizado por la Universidad de Nicosia, en Chipre, después de los 30 años se dificulta hacer amigos principalmente debido a seis motivos: la introversión, el miedo al rechazo, razones pragmáticas, poca confianza, falta de tiempo y demasiada exigencia.

A esto se suma la sensación de vulnerabilidad cuando queremos demostrar nuestro interés en alguien nuevo. Puede que nos pongamos ansiosos pensando en cómo hacer esa primera aproximación, qué mensaje y cuáles emojis mandar a ese/a que nos hace reír cada vez que nos lo/a cruzamos. Sin embargo, la amistad es un factor tan importante para el bienestar que su ausencia es usualmente comparada con los efectos que genera fumar 15 cigarrillos al día (según una investigación de 2010). En este punto, es bueno tener en cuenta lo que dos expertos en el asunto dijeron a la revista Self:

  • El psicólogo Nicholas Epley se especializa en cognición social. En sus palabras, consiste en estudiar "cómo piensan las personas pensantes sobre otras personas pensantes y entender por qué las personas inteligentes se malinterpretan tan seguido". Producto de sus investigaciones en este campo, Epley publicó un libro titulado Mindwise: Cómo entendemos lo que los demás piensan, creen, sienten y quieren. A la hora de superar los nervios cuando hacemos el primer movimiento, el psicólogo recomienda tener en cuenta que, "aunque muchas personas optan por no saludar cuando ven a alguien conocido, casi todos devuelven el saludo cuando alguien se dirige a ellos".
  • Danielle Bayard Jackson fue profesora de secundario y, debido a las complejidades de la amistad que observó en ese escenario, decidió convertirse en una experta en el tema. Hoy conduce el podcast Friend Forward, y comenta que "todos estamos aterrorizados de dar el primer paso, pero la mayoría de nosotros estamos ansiosos por recibir una invitación de alguien nuevo. Se siente bien, como si te hubieran elegido".

Ahora bien, teniendo en cuenta que la mayor parte de las personas están predispuestas y contentas de formar nuevas amistades, hay algunos detalles prácticos que pueden volverlo más fácil.

Un nuevo pasatiempos

Aunque el consejo parezca un cliché, la psicóloga Marisa G. Franco (profesora de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y autora de Platónico: cómo la ciencia del apego puede ayudarte a hacer amigos y a mantenerlos) sabe cómo redimirlo: "Cuando un grupo de personas practica una actividad aficionada en grupo, es muy probable que muchos de ellos lo hagan por motivos sociales; por alguna razón decidieron no hacerlo solos".

Además, este inicio tiene otra ventaja: la exposición regular. Franco explica que esto es más efectivo que un evento puntual, gracias a "nuestra tendencia inconsciente a que nos simpatice la gente simplemente porque nos resulta familiar. Cuando nos inscribimos en una actividad regular, tenemos una infraestructura, de forma que no tenemos que acercarnos todo el tiempo, pero tenemos exposición regular a posibles amigos".

No estar todo el tiempo mirando el teléfono

Danielle Bayard Jackson explica que "cuando una persona está scrolleando en su teléfono, transmite el mensje de que no está interesada en socializar. Al observar una habitación y ver a alguien que parece simpático, si parece desinteresado o muy ocupado lo más probable es que no se lo moleste. Jackson enfatiza la importancia de tener en cuenta el lenguaje corporal: sonreír, descruzar los brazos y transmitir tus ganas de iniciar una conversación.

Juntarse uno-a-uno

Si, después de pasar tiempo en grupo, conociste a alguien con quien tenés un vínculo especial o te simpatiza especialmente, lo mejor es generar exclusividad, de acuerdo con Franco. "Eso implica tener una experiencia con la persona que no tenés con todos los demás de un grupo. Es combustible para la amistad: tener momentos únicos y recuerdos juntos". Puede tratarse de una cena después de la actividad grupal, una caminata o previa a algún evento al que ambos vayan.

Convertir amigos del trabajo en verdaderos amigos

Aunque puede que suene un poco aburrido, Jackson comenta que el trabajo es uno de los principales ámbitos donde se hacen amigos. Siempre que tengamos en claro los límites entre el trabajo y la vida personal (y no le recordemos a un colega sus tareas pendientes mientras tomamos una cerveza en un bar), esta puede ser una gran fuente de nuevas amistades.

"Los distintos entornos sacan a relucir partes diferentes de nosotros mismos. Por ejemplo, un colega puede sentirse mucho más cómodo hablando de su vida personal tomando un helado o viendo un partido que en la oficina" explica Franco. En caso de no estar seguros de hacer una invitación de este tipo a un compañero, un buen primer paso puede ser empezar a hablar sobre temas no relacionados al trabajo en sus conversaciones, sugiere la psicóloga.

Hacer evidente nuestro agrado por las personas

A pesar de que este puede ser el punto más vergonzoso, está ampliamente respaldado por la ciencia: los estudios sugieren que nos suelen caer bien las mismas personas a las que les caemos bien. Además, tendemos a subestimar cuánto las otras personas disfrutan de nuestra compañía. Por eso, es normal sentirse algo abrumado a la hora de pensar en hacer nuevos amigos, pero tanto Franco como Jackson resaltan que reconocer y asumir ese esfuerzo es la mejor manera de formar nuevos (y buenos) vínculos.